Órgano, al ritmo del son molío

Aún en producción, este nuevo largometraje documental cubano, de la joven realizadora Rosa María Rodríguez Pupo, se aproxima a una especial tradición cultural hoy casi olvidada.

La Orquesta de los Hermanos Ajo con su Órgano Oriental.

Foto: Cortesía de la entrevistada

Con esta frase “No quiero perder más cosas, no quiero olvidar”, se cierra la carta de motivación que acompaña al proyecto documental Órgano, al ritmo del son molío, que Rosa María Rodríguez Pupo acaba de grabar. Es el primer ejercicio de no ficción de una realizadora muy joven, que ha dirigido en los últimos tres años varios cortometrajes de ficción.

Rosa es egresada de la Facultad de Medios Audiovisuales del Instituto Superior de Arte (ISA), en la sede de Holguín, y comenzará en septiembre de 2018 como alumna del curso regular de la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV). Sin embargo, su llegada a la dirección de cine no siguió una ruta fácil, ni obvia.

“Estudié teatro en la academia Vicentina de la Torre, en Camagüey. Cuando me gradúe, hicimos las pruebas del ISA en actuación. Recuerdo que la respuesta que nos dieron fue que estaban buscando gente que no estuviera formada y ninguno de mi generación entró al Instituto Superior de Arte, porque estábamos formados en la Escuela Nacional de Arte”.

En el servicio social, entró al grupo teatral Alas Buenas, pero en ese mismo periodo se decide crear el conjunto Trébol Teatro, con dramaturgia y dirección artística de Yunior García y la idea de tener un colectivo joven, dirigido por jóvenes y que trabajara temas afines. A Rosa María le correspondió la dirección general: con apenas 19 años, se convirtió en una de las directoras de teatro más jóvenes de Cuba.

Rosa María Rodríguez Pupo, realizadora cubana.

En 2013 se gradúa como directora con el corto de ficción La casa, que es incluido en la selección de la Muestra Joven ICAIC. Más adelante, los cortos Una cena y doce chicas y La costurera entran a ese certamen. Y en 2018, I Love Papuchi es premiado allí.

Pero, ¿cómo llega Rosa María al documental y al tema del órgano oriental? Primeramente, por razones biográficas: siendo niña, en su círculo infantil tenían un salón de música con un organillo que ella tocaba; por esa razón, luego quiso estudiar piano. Además, es una leyenda familiar que sus abuelos se conocieron en un bailable amenizado por el Órgano Oriental de los Hermanos Ajo. Entonces fue a la búsqueda de esa historia.

“Cuando llegamos, el documental era la historia de un hombre que estaba intentando arreglar el órgano para una fiesta que se iba a dar en honor a su familia. Como vengo de la ficción, hice un guion estructurado, con sus conflictos. Al principio quería hacer un documental clásico de entrevistas, sobre cómo el órgano llega a esta familia, etc. Pero cuando llegué allí, el órgano llevaba seis meses roto, sin funcionar, ni siquiera podía oírlo. (…) Luego hice una bonita amistad con mi personaje, Romni, el encargado del órgano, pero al mismo tiempo me di cuenta de que Romni no era interesante como entrevistado (se pone muy nervioso ante la cámara). Cuando no tenía la cámara enfrente, o cuando no sentía que era entrevistado, me decía que tenía la cruz de sacar adelante el órgano. Esa música olvidada, ponerle nuevos aditamentos al órgano para que le sea interesante a la juventud, lograr grabar un disco, como lo hicieron hace 50 o 60 años Los Hermanos Ajo, que grabaron siete discos, viajaron por Francia, a la antigua Unión Soviética, y tocaron 17 años en Tropicana, son parte de su obsesión”.

Aparece así un conflicto decisivo para el tejido del relato documental que cuenta Órgano, al ritmo del son molío.

“Sentía que faltaba un personaje que contara la otra parte de la historia. Entonces voy a ver a Ada, que es una de las hijas que quedaba viva de Pepe Ajo. Ada fue jefa de batallón de las milicias en Cuba. Fue una de las primeras mujeres que estuvo en la guerra en Angola. Trabajó en las guaguas de La Habana -vivió 40 años allí. Ella le escribe todo el tiempo cartas a todo el mundo intentando arreglar el panteón de su papá, porque tenía una preocupación muy grande por la memoria, por conservar la historia de los Hermanos Ajo, la de su papá y de todo lo que hizo su familia. Era interesante verla en su lucha y no dialogando con nosotros, sino con ella misma. También el documental es como una despedida, porque ella dice que sueña con cumplir 100 años y solo tenía 91 cuando falleció, apenas dos meses después de rodar el documental. Antes de morir, Ada quería ver arreglada la tumba de su padre. Para Buenaventura, Pepe Ajo es como el Benny Moré de la zona, pero no tiene un panteón decente. El documental, por supuesto, estará dedicado a Ada y a la familia.”

“Ante todo esto, nos dimos cuenta (porque el trabajo entre productora y directora fue sumamente importante para reestructurar la película) de que necesitábamos construir no un documental de entrevistas, sino de acontecimientos que se vayan hilvanando hasta llegar a la fiesta final. Y comencé a escribir a partir de todo lo que ellos me habían brindado en la investigación”.

El Órgano Oriental de los Hermanos Ajo en su situación actual.

La historia del órgano oriental es lo bastante remota para los contemporáneos como para necesitarse algo de contexto: “El órgano es un instrumento venido de Francia, que quedó en la parte oriental de Cuba. El órgano de Romni tiene 105 años y vino de Francia. Ellos se intercambiaban los órganos que, según la sonoridad y conveniencia del grupo, o cuando estaban pasando por una crisis económica, las familias campesinas vendían. El órgano se convertía así en un negocio. Donde hubiera un órgano, las mujeres de la casa hacían frituras de yuca, maíz, turrones, buñuelos, y los vendían en los bailes. Las casas que tenían un órgano eran salones particulares en el campo, donde no había electricidad y el órgano tocaba para todo el pueblo. Este órgano que tiene Romni fue el último que se compró en la familia, porque los que construyó Pepe Ajo, el Hatuey y el Hatuey II, se tuvieron que vender. Después del triunfo de la Revolución, Pepe tenía mucho prestigio como constructor de órganos, porque los suyos sonaban diferente”.

El Órgano de los Hermanos Ajo es una reliquia repleta de secretos. Rosa asegura que la familia Ajo hoy no sabe con exactitud si el actual instrumento tiene todas sus piezas originales, como también desconoce si la caja secreta que contiene es más antigua. La caja de cada órgano es como un disco duro que guarda la información básica que permite al instrumento sonar de una manera particular. Hoy nadie las fabrica. Eso y la evolución tecnológica de las formas de difundir música en espacios abiertos ponen en peligro la subsistencia de esta clase de expresión cultural.

Pero para Rosa el órgano es también un personaje importante: “Este órgano al que yo le hago el documental tocó en Tropicana y todavía tiene las chapas originales de ese cabaret. Además, fue el órgano que vino al 8vo Festival de Cine de La Habana, se presentó en la piscina del Hotel Nacional de Cuba y fue llevado a la EICTV por Fernando Birri.”

La directora buscó, en su tratamiento, otorgar verdad dramática a ese conflicto: “Los protagonistas son Ada y Romni. Aunque al principio el documental era más coral, porque trataba sobre una familia que mantenía el órgano, cuando comenzamos a afinar la investigación se diluían un poco sus conflictos. Nos dimos cuenta de que, si contábamos la historia a partir de personajes clave, estábamos también hablando de los otros. Y los otros eran pequeñas venas de toda la historia, que hacían más fuerte el conflicto.”

En el centro de ese conflicto descansa la tensión alrededor del órgano, que se encuentra descompuesto, y en la inminencia de una fiesta popular en la que debe estar presente.

“En el guion yo quería que fuera una linda fiesta. Y Romni tuvo que inventar la pieza que le faltaba al órgano, porque no la hay. Cogió un motor de lavadora e inventó la pieza que le faltaba, fue al tornero, etc. Nosotros grabamos ese proceso. Todo el tiempo vemos a Romni tratando de arreglar el órgano y a todo el mundo exigiéndole para que funcione. En la radio local promueven la fiesta y tú como espectador guardas el secreto de Romni. Tuvimos que crear la fiesta, porque esa celebración sucede cada 29 de abril, pero hoy ha desaparecido. Ha desaparecido también un festival del órganos que ellos hacían, en el que venían todos los órganos del Oriente de Cuba y a veces tocaban al mismo tiempo doce órganos.

“Pero queríamos reconstruir esta fiesta. Subir el órgano en los bueyes, como era antes, pero no se puede, porque cuando estuvo en Tropicana le pusieron una pieza de hierro debajo que pesa mucho. El documental tiene un poco de eso: el esfuerzo que lleva a un organillero mover el instrumento… por eso llega el momento en que se tienen que retirar los hombres que están viejos. Cultura y el Centro de la Música no les permiten tener utileros. Ellos son utileros, braseros y músicos. Tienen que llevar la ropa para actuar, aparte de la de trabajar. Tampoco tienen en qué moverse, lo hacen junto con el órgano en el camión, el tractor o lo que sea. Antes tenían una guagua, pero ya no existe. Queríamos que fuera una fiesta triunfal y que el órgano regresara a su casa al final, pero la naturaleza conspiró contra todo y en medio de la fiesta cayó un gran aguacero. En Buenaventura nunca llueve, pero desde el primer día que llegamos, comenzó a llover hasta el último día. Si llueve no se puede afinar el órgano, porque la madera se hincha y toma otra sonoridad y cuando sale el sol vuelve a desafinarse. La afinación de un órgano es realmente tormentosa”.

Un asunto crucial en la estructura narrativa es la presencia de la radio como elemento sonoro preponderante. “La radio en el campo cubano tiene una importancia muy grande. En las casas de campo, en los centros de trabajo, escuchan la radio y Radio Juvenil de Buenaventura tiene varios programas sobre el órgano. La gente pide temas del órgano, tienen una lista de hits de esa música. Si hay una fiesta, contratan a un grupo de reguetón o música grabada y no ponen a trabajar al órgano. Pero en la radio está todo el tiempo y me pareció importante que en el documental estuviera eso.

“Durante esos días hubo tres noticias que me impactaron mucho y sentía que hablaban de lo que yo quería decir en el documental. En medio del rodaje del documental, sucedió la muerte de Antonio María Taño López (Tony Taño), uno de los compositores más importantes de música para cine en Cuba, que hizo arreglos para el órgano de los Hermanos Ajo y revolucionó la música para órgano, porque le puso otras melodías y la hizo más compleja. Otra fue el fallecimiento de la última de las “maestras invisibles” que quedaba viva. Gracias a ellas, a través de la radio entraba en las aulas de cada escuela primaria cubana, en la pasada década del ochenta, un programa de música que enseñaba los principios básicos del canto y del arte musical. La otra es la salida del aire del programa radial “Alegrías de sobremesa”. Eso los impactó mucho, para el campo cubano este programa era fundamental y lo oían todos los días a la hora del almuerzo.”

Para el equipo de realización, Rosa se rodeó de colegas cercanos, pero con experiencia. “Quería armar un equipo de trabajo al que le interesara el tema del documental. Invité a Yamila Marrero, porque había hecho dos largos documentales (Villa Rosa, El Proyecto) y sabía con qué equipo me convenía trabajar. También con Pedro Espinosa, sonidista con más de 20 años de experiencia en la Televisión Serrana; Emmanuel Peña (La música de las esferas, El proyecto) es el editor con el que he trabajado todas mis películas. Sin la ayuda de la productora independiente Wajiros Films, no hubiéramos podido terminar e ir a rodar. Ellos nos ayudaron con cámaras, y el director de fotografía es Kevin Álvarez; estudiamos juntos en Vicentina de la Torre en Camagüey. Fue importante tener un fotógrafo al que le tuviera confianza. Éramos un equipo pequeño, de solo cinco personas, para un documental tan ambicioso“.

Una historia tan tortuosa como la del órgano mismo es la que explica cómo se levantó el presupuesto y financió el documental.

“Escribimos el proyecto, hicimos la carpeta y lo mandamos al DOCTV, porque el tema de su convocatoria en 2017 sería la música. No ganamos, pero nos interesaba seguir con el proyecto. Después nos presentamos al Fondo Noruego y ellos nos dan el dinero, que no nos alcanza, pero por lo menos podíamos intentar rodar. Nos presentamos a la beca “El Reino de este mundo”, de la Asociación Hermanos Saíz, y aun estamos esperando respuesta. La AHS de Holguín nos ayudó en la parte de los permisos a dialogar con los dirigentes de la localidad. Por ejemplo, yo quería grabar en la fábrica de órganos de Holguín, que está abandonada hace más de cinco años. En su momento, esta fábrica fue el lugar donde no solo se construían los órganos, sino también las guitarras y otros instrumentos, y era una de las pocas en Latinoamérica que hacía eso. Por ello me interesaba que, en el documental, en algún momento, mi personaje fuera a la fábrica buscando algo y que, claro está, no encontrara nada que le sirviera. Pero también ese era el lugar más complicado para los permisos de rodaje. Sentimos cierta tensión, pero al llegar los permisos un día antes, nos dejaron grabar. Agradecidos estamos con la colaboración de Javier González, productor del ICAIC, por ayudarnos con ese papeleo. Antes habían impedido entrar a unos periodistas para hacer un reportaje sobre el lugar.

“La AHS de Buenaventura también nos ayudó, porque estaba interesada en que se hiciera el documental. Como nos apoyó mucho el Poder Popular y el Partido locales, desde el transporte hasta la fiesta. Para que todo fuera ordenado y con la policía.”

Al finalizar el rodaje, Órgano, al ritmo del son molío formó parte de los proyectos seleccionados dentro de la sección Haciendo Cine de la Muestra Joven. Entonces, el ICAIC mostró interés en el documental. “El premio que nos dieron se nombra ‘Negociaciones para comercialización y distribución del proyecto’ Pero todavía estamos esperando esas negociaciones.

“Sabemos que al dejar de ser un documental de medio y pasar a tener 70 minutos de duración, su producción y posproducción se hace más compleja. Y mucho más para la posproducción sonora y los derechos de la música. Queremos usar la canción insigne “A golpe de Bibijagua”, de los Hermanos Ajo; ese fue el tema que los hizo famosos. La otra es “La tarde”, de Sindo Garay, porque ellos tienen una versión al órgano. Pero hay un litigio con los derechos originales, que pertenecen a la EGREM y a Sony Music, que ahora tiene la propiedad de esos archivos. Así que estamos en el proceso de usar música original”.

El corte preliminar de este largo ha sido seleccionado para participar en la sección de cine en construcción del Festival Internacional de Cine de Gibara, a celebrarse en julio.

Rosa María sostiene que su punto de vista en esta película parte de su propia biografía: “Soy holguinera, pero mi madre es de Aguas Claras y mi abuelo era minero de las Minas de Aguas Claras. Mi abuela era una campesina de Cuatro Caminos. Ellos se conocieron en una fiesta en Buenaventura, bailaron con el órgano. Se hicieron novios y se casaron. A mi abuelo solo lo veía los fines de semana, porque él se divorció de mi abuela y vivía solo en Aguas Claras. También lo veía cuando había carnavales en Holguín. Donde estaba tocando el órgano, ahí estaba mi abuelo. De este tema yo nunca conversé con él. Falleció y solo tengo estos recuerdos. En mi círculo infantil teníamos un órgano, y mi primera presentación en público, como futura artista, fue con él. Después desapareció. El órgano, de un tiempo a acá, se ha visto como cosa de borrachos, guajiros, de lugares apartados, denigrados. Si sigue así, la tradición va a morir”. (2018)

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