Católicos cubanos desfavorecidos se preparan para recibir al papa

Se estima que en los últimos años en Cuba ha aumentado la pobreza, la desigualdad y el envejecimiento poblacional.

Una niña sostiene una pancarta de bienvenida al papa Francisco en la iglesia católica San Pablo Apóstol, ubicada en la localidad rural de Consejo Popular Pablo Noriega, en la provincia de Mayabeque, en Cuba.

Foto: Jorge Luis Baños_IPS

PABLO NORIEGA, Cuba, 16 sep 2015 (IPS) – Con parsimonia y devoción, la cubana Pastora Rodríguez colocó en la puerta de su humilde casa una pancarta de bienvenida al papa Francisco, el tercer jefe de la Iglesia Católica que visita esta nación de gobierno socialista en 17 años.

“En este mismo lugar, puse los carteles para recibir en 1998 a Juan Pablo II y a Benedicto XVI, en 2012”, contó a IPS la anciana de 85 años, que habita en Consejo Popular Pablo Noriega, un pueblo de la provincia de Mayabeque, a 50 kilómetros al sur de La Habana.

“Si Dios quiere, también podré ver al Papa latinoamericano durante la bienvenida”, el sábado 19 en La Habana, deseó la devota, con la mano derecha sobre la cruz que cuelga en su cuello. “Él se parece más a nosotros, nos resulta familiar. Voy a pedirle para que todos en Cuba se unan en beneficio del país”, añadió.

Entre el sábado 19 y el martes 22, el argentino Jorge Mario Bergoglio visitará  la capital y las ciudades de Holguín y Santiago de Cuba, ambas en el oriente de este país insular de 11,2 millones de habitantes y con alrededor de 400 instituciones religiosas, según datos oficiales.

Las cifras sobre religión en este Estado laico resultan escasas y segregadas por denominaciones, pero especialistas destacan que en la actualidad se diversifican cada vez más las comunidades espirituales y priorizan la labor social en lugares desfavorecidos como esta pequeña localidad rural de menos de 2.000 personas.

Un templo católico, una iglesia pentecostal, una casa de misión bautista y otra de Testigos de Jehová se ubican en este asentamiento que emanó del antiguo central azucarero Pablo Noriega.

No faltan, además,  seguidores de la santería, fruto de la mezcla entre el catolicismo y las religiones yoruba que trajeron a esta tierra los esclavos africanos.

“Las autoridades (locales) nos informaron que cumplimos un papel importante en esta comunidad, porque ayudamos a muchas personas a restablecer su vida en condiciones muy difíciles”, dijo a IPS la pastora Susana Hinojosa, de la Iglesia Pentecostal Camino de Santiago.

Este templo, de paredes rústicas y techo ligero, fue levantado hace poco por sus propios fieles. Sobre largos bancos en piso de tierra, la congregación celebra los cultos en la calurosa nave, adosada a la casa de Hinojosa y su esposo, que introdujeron hace cinco años esta denominación evangélica en la localidad.

Para  esta pastora, de 34 años,  la visita de Francisco solo beneficiará al catolicismo cubano.

Pastora Rodríguez, de 85 años, coloca en la puerta de su humilde vivienda un cartel de bienvenida al papa Francisco, en el asentamiento rural del Consejo Popular Pablo Noriega, a 50 kilómetros al sur de La Habana, en Cuba.
Pastora Rodríguez, de 85 años, coloca en la puerta de su humilde vivienda un cartel de bienvenida al papa Francisco, en el asentamiento rural del Consejo Popular Pablo Noriega, a 50 kilómetros al sur de La Habana, en Cuba.

Desconoce la causa,  pero Nilda Mira, que fue concejala entre 2003 y 2013, valoró que “se han ido incrementando bastante” las religiones en “El Central”, como todavía se llama popularmente al antiguo batey (asentamiento en torno a un ingenio).

El nombre atestigua la añoranza de su gente por el ingenio azucarero, que cerró en 2003 como parte de la reestructuración acelerada del sector que fue el motor de la economía cubana por más de un siglo y ahora es solo el cuarto rubro productivo del país.

El proceso comenzó en 2002 e implicó el cierre de centrales y un dramático cambio en los bateyes circundantes.

Un hombre pasa en bicicleta y varios niños juegan a la pelota entre las ruinas, donde antes se alzó el coloso industrial Pablo Noriega. En las fachadas de las antiguas oficinas, cuelgan tendederos con ropas de las familias que las acondicionaron como viviendas luego de que perdieron las suyas en 2004 por el paso del huracán Charley.

Mira, de 53 años y jefa de un taller local, enumeró que las principales fuentes de empleo se redujeron al trabajo en el campo, dos dependencias de centros investigativos para la caña de azúcar y la agricultura, una papelera ecológica y una pequeña fábrica de pintura, además de los servicios públicos, escuelas y centros de salud.

Las deterioradas carreteras, el escaso transporte público, el mal saneamiento y una oferta habitacional deficitaria y urgida de reparaciones, constituyen a juicio de esta trabajadora los problemas más graves de la localidad, que le ha costado rearmar la vida después de la caída de la industria azucarera.

Un hombre transita en bicicleta por áreas deterioradas del antiguo Central Azucarero Pablo Noriega, en el pueblo de Consejo Popular Pablo Noriega, a 50 kilómetros al sur de La Habana, en Cuba.
Un hombre transita en bicicleta por áreas deterioradas del antiguo Central Azucarero Pablo Noriega, en el pueblo de Consejo Popular Pablo Noriega, a 50 kilómetros al sur de La Habana, en Cuba.

Por la situación visible de este y otros lugares, investigadores como la socióloga Mayra Espina observan un “aumento de pobreza, desigualdad y envejecimiento en la sociedad cubana”, que afecta más a grupos vulnerables como las mujeres, personas no blancas, adultos mayores y pobladores del oriente del país, con el menor índice de desarrollo.

La academia aclara que la pobreza en Cuba cuenta “con amparo”, por el acceso universal y gratuito a los servicios de salud y educación, además de otras coberturas sociales. Pero propone incorporar más políticas de equidad en la reforma económica impulsada por el gobierno desde 2008.

La Iglesia Católica cubana lamenta que “sectores amplios de la población padecen pobreza material, producto de salarios que no alcanzan para sostener dignamente a la familia”, en su plan pastoral 2014-2020, que busca elevar su alcance comunitario.

El catolicismo fue dominante en el país en el pasado y ahora cuenta con una red de 305 parroquias y 2.300 casas de misión (viviendas privadas con permiso para realizar cultos de fe), de las cuales 62 por ciento están ubicadas en zonas rurales.

“Nuestra iglesia está escasa de fieles. Antiguamente aquí casi todo el mundo era católico y ahora hay otras religiones que las personas siguen más”, valoró María de los Ángeles San Juan, una de las 12 personas que concurren los domingos a misa en la Iglesia San Pablo, abierta desde 2003 en Pablo Noriega.

Registros católicos revelan que 60 por ciento de la población cubana está bautizada en esta fe, pero solo dos por ciento asiste a la liturgia dominical, es decir, las y los practicantes reales resultan muy pocos a diferencia del otro país latinoamericano visitado por tres papas, Brasil, donde 125 millones de sus 202 millones de habitantes son católicos.

Pero se espera que 40.000 personas concurran desde varias provincias a la misa de la Plaza de la Revolución de La Habana, el domingo 20. También estará la presidenta argentina, Cristina Fernández, que fue invitada por el gobierno cubano a la liturgia que Francisco oficiará en un altar pintado de blanco, amarillo y azul, colores del Vaticano.

San Juan, de 58 años, indicó que creyentes y trabajadores de su consejo popular, estos últimos movilizados por las autoridades locales, irán a la misa campal habanera, en ómnibus gratuitos que saldrán en caravana desde la madrugada del sábado venidero. “Así ha sido en las otras visitas de los Papas”, añadió.

Descendiente de una familia campesina de tradición católica, esta mujer dedicada a atender su hogar adelantó que pedirá en sus oraciones al pontífice “que interceda por Cuba y el mundo entero para que exista menos violencia, y más fe y unión en la familia”.

“Él sabe lograr la paz”, agregó en referencia al discreto y decisivo rol de Francisco en el histórico deshielo entre la isla y Estados Unidos, iniciado en diciembre, tras secretas negociaciones en que participó el Vaticano. (2015)

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