La Habana, 12 mar.-Desde que termina la etapa de la lactancia materna exclusiva, en Cuba se acude a la malanga batida con hortalizas y carne, para pasar luego a la introducción de alimentos sólidos. La tradición comienza a enriquecerse con aportes de madres y familias emprendedoras que buscan alternativas de alimentación saludable para bebés.

Sobre experiencias maternas y productos que beneficien la nutrición sana desde edades tempranas intercambiaron representantes de emprendimientos habaneros en una feria para celebrar el primer aniversario del proyecto Cocinando por Amor, dedicado a la alimentación complementaria en la etapa de seis meses a dos años de edad.

Para Katherine Rodríguez, de 24 años, líder de la iniciativa que brinda talleres, información y clases virtuales sobre nutrición infantil, resulta indispensable consultar fuentes actualizadas como las asociaciones americana y española de pediatría y la Organización Mundial de la Salud.

“Vivimos en un mundo de rapidez, donde no les permitimos a los niños vivir las experiencias de una alimentación saludable autorregulada, de reconocer cada alimento por su color, sabor y textura, de embarrarse y desarrollar su motricidad, lo que va a definir su relación con la comida el resto de su vida”, valora.

El reto de la nutrición infantil

Según comenta, la idea de crear Cocinando por Amor nació de su necesidad personal. “Desgraciadamente, apunta, existe una desactualización sobre la forma correcta de nutrir a un niño o a un bebé”.

Al “chocar con esa barrera”, la madre de un bebé de 16 meses decidió investigar y unirse a varias personas: una pediatra, una ingeniera química y otras mamás con muchísima experiencia, para crear el proyecto.

Rodríguez indica que en el mundo y principalmente en Latinoamérica existe “muy mala cultura alimentaria, elevado consumo de comida chatarra y de azúcar, y los niños necesitan alimentos sanos porque de ello va a depender que disfruten esos sabores a largo plazo”.

Asimismo, lamenta que niñas y niños cubanos de cinco o seis años solo coman salchichas en salsa “porque no recibieron una exposición adecuada y fueron forzados a comer por el miedo de las madres a que bajen de peso”.

A juicio de Rodríguez, prevalecen “muchos mitos muy arraigados que necesitan ser eliminados del vocabulario popular y para eso hace falta este tipo de iniciativa”. Cocinando por Amor funciona mediante grupos de WhatsApp y otras redes digitales como Facebook e Instagram.

Existe “una alta demanda de esa información y la brindamos gratuitamente a cualquier familia que puede necesitarla”, destacó la joven durante una feria de emprendimientos para celebrar su primer aniversario.

Intereses comunes

En la feria organizada en el Centro Loyola Reina, de La Habana, participaron varios emprendimientos dedicados a la elaboración y comercialización de alimentos sanos y madres y familias interesadas en enriquecer la dieta de sus bebés, niñas y niños.

Heidi Fundora, de 37 años y madre de un bebé de siete meses, inició hace poco el reto de la alimentación complementaria, supo de Cocinando por Amor y comenzó a participar en sus talleres, una condición para insertarse en la comunidad del grupo.

“En el país convergen diferentes miradas desde la pediatría sobre la alimentación. A su vez, experiencias innovadoras dan resultados. Como madre cubana me interesan las  soluciones innovadoras, con los alimentos que tenemos, para introducir a mi niño en estos métodos y que sea más autónomo y esté bien alimentado”, dijo.

Otro participante en el encuentro, Gabriel Pérez, del Proyecto de Desarrollo Local Bacoretto, de Guanabacoa, resaltó la coincidencia de iniciativas que contribuyen a la alimentación saludable. Bacoretto, por ejemplo, elabora harina de yuca y derivados que no contienen gluten.

Gabriela Alba, de 28 años, cofundadora de KikiSnack´S, que produce meriendas saludables a base de frutos secos, miel y otros ingredientes naturales, destacó las dos líneas fundamentales de sus producciones: las barritas energéticas y los mix de granola.

Las primeras, con avena, trigo, miel, maní, ajonjolí y bananina, tienen un formato pequeño, son fáciles de transportar, ideales para llevarlas a la calle y “mantienen saciadas y bien alimentadas a las personas”, señaló.

Los mix de granola son mezclas de frutos secos, avena, almendra, maní, paja, trigo y ajonjolí, que en diferentes combinaciones, según las preferencias y posibles alergias de los clientes, resultan buenas para combinar con jugos, leche y yogurt, agregó.

Janeth Cofiño, de 35 años, creadora de la marca Tita y Tito, llevó a la feria sus especialidades: mantequilla y barritas de maní 100 %  natural, sin azúcar, sal ni aceite.

“Este negocio surgió en plena pandemia, cuando quise presentarle a mi bebé el maní, pero sin azúcar, cuyo consumo no es recomendable en los dos primeros años de vida. Empecé a elaborar preparaciones en casa y las personas se interesaron primero en la mantequilla. Después, incursioné en las barritas”, detalló la emprendedora de Marianao.

Por su parte, Ariane Cañas, trabajadora por cuenta propia, comentó sobre su proyecto de elaboración de galletas artesanales inclusivas, a base de la masa de la yuca, con mínima dosis o sin azúcar, aptas para personas con alergias alimentarias al gluten, el huevo, la leche y la soya, combinadas con ajonjolí o maní.

Según Magdalena Rodríguez, coordinadora del proyecto Incuba Empresa, del Centro Loyola Reina, la institución tiene una Red agroecológica y Cocinando por Amor responde a esa línea, por lo que se unieron en la feria para hacer sinergia con los emprendimientos. (2024)