Curso promueve en Cuba la teleasistencia para la tercera edad

El municipio Plaza de la Revolución, en La Habana, es el más envejecido del país, con el 28,3 por ciento de su población mayor de 60 años.

El curso contó con la participación de docentes, universitarios, investigadores, comunicadores, trabajadores sociales y profesionales de la salud, entre otros.

Foto: Archivo IPS Cuba

La Habana, 21 nov.- Durante los meses de aislamiento, Margarita Iglesias, de 72 años, recibió cada jueves en su casa del Vedado habanero, la llamada telefónica de Ernesto Sánchez, del proyecto de teleasistencia Acompáñame. Para multiplicar esa experiencia, un curso virtual involucró a especialistas de varias provincias cubanas.

“No lo conocía, nos vimos personalmente hace solo unos días, pero todas las semanas, él llamaba para saber cómo me sentía y qué necesitaba. Agradezco ese acompañamiento”, dijo Iglesias, en el taller de cierre del curso, organizado por el Grupo de Estudios de Familia (GESF), del estatal Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS).

Iglesias es una de las personas protagonistas del servicio de 15 integrantes, que asisten a la Casa de los abuelos y abuelas Celia Sánchez, del municipio Plaza de la Revolución, el más envejecido del país, desde los inicios de la pandemia de la covid-19.

La casa se encuentra enclavada justamente en el consejo popular Carmelo, que a inicios de abril pasado fue el primero en La Habana y el segundo que entró en cuarentena en el país, debido a la concentración de casos con el coronavirus.

Multiplicación virtual

Rosa Campoalegre, socióloga e investigadora del GESF, indica que bajo el título Transformando el trabajo de cuidados de las personas mayores sucedió, del 2 al 16 de noviembre, el primer curso virtual apoyado en Whatsapp, como parte del programa para la atención al trabajo de cuidados.

Entre los argumentos para esta acción formativa están la impronta del envejecimiento en el municipio Plaza y sus dinámicas internas.

Por otra parte, “queríamos desplazar el foco de atención de casa adentro a casa afuera, es decir de lo mal llamado ámbito privado a lo público, como cuestión que junto a las familias cubanas transcienden al barrio y a las políticas públicas”.

El proyecto de teleasistencia Acompáñame continúa y se diversifica.

El curso, explicó Felicitas López, jurista e integrante del proyecto, se convocó vía correo electrónico y WhatsApp para abordar una serie de temáticas con personas interesadas  de diversas instituciones, entre ellas, el propio CIPS, la Universidad de La Habana y la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas.

Con la participación de docentes, universitarios, investigadores, comunicadores, trabajadores sociales y profesionales de la salud, provenientes de ocho provincias del país, se trataron un amplio espacio creativo que tiene como centro el bienestar de las personas mayores.

“Ante todo, fue analizado el binomio familias y cuidados, cómo son las familias cubanas, de qué manera asumen los cuidados y en qué medidas ambas categorías se reconfortan en y poscovid. Otro asunto clave fue las políticas de cuidados y sus tipos, mediante un análisis comparado de buenas prácticas en la región”, dijo la socióloga.

El tercer bloque temático del curso fue la capacitación sobre los protocolos del servicio Acompáñame en sus tres áreas: introductoria, social y de orientación psicológica, el estudio de casos y la generación de nuevas propuestas.

Acompáñame

Con el aislamiento, quedaron interrumpidas las actividades que realizan las personas de la tercera edad que acuden a la Casa de abuelos y abuelas: no podían acudir al centro, ni jugar juntos dominó, ni hacer ejercicios y mucho menos excursiones. Ese cambio brusco en la cotidianidad tuvo sus impactos. Ahí surgió Acompáñame.

Según Yanel Manresa, psicóloga e integrante del proyecto, Acompáñame atendió durante el aislamiento a 100 personas adultas, entre 61 y 79 años, de la Casa de Abuelos Celia Sánchez, de las cuales solo tres fueron hombres.

     Población que envejece

 

  • En Cuba 2.328.000 personas, 20,8 por ciento de la población del país, rebasan los 60 años.
  • En Villa Clara, representan el 24 por ciento, mientras que en el municipio Plaza, en La Habana, constituyen el 28,3 por ciento.

La mayoría eran personas blancas, universitarias o con nivel medio superior, que viven solas o permanecen solas buena parte del tiempo. De ellas, 26 se dedican al cuidado de otros integrantes de la familia (madres y cónyuges).

De acuerdo con Manresa, es escaso o nulo el apoyo que reciben de familiares y otras personas. “El principal apoyo que les dedican es material y económico, hiperbolizando la función económica de la familia en detrimento del afectivo y espiritual”, puntualizó.

Los mayores malestares, dijo, estuvieron relacionados con la sobrecarga del cuidado, la soledad, tristeza, ansiedad y depresión.

La también psicóloga e integrante de Acompáñame Odalys González explicó que de las 100 personas atendidas, 12 requirieron orientación psicológica, pues presentaban estados emocionales muy desfavorables.

Sostuvo que Acompáñame continúa y se diversifica: “vamos a tratar de trascender de las llamadas telefónicas y los contactos vía WhatsApp a otras líneas de actuación, que pueden replicarse, por eso el taller de creación de capacidades”.

“No somos las mismas después de Acompáñame, todas y todos ganamos, aprendimos, construimos una relación interpersonal muy especial que permitió a ambos grupos afrontar la pandemia y crear una potente y creciente red”, declaró Campoalegre a la Redacción IPS Cuba.

A su juicio, la clave está en el diálogo intergeneracional productivo y la solidaridad a partir de la corresponsabilidad de los cuidados, para ello son premisas indispensables la articulación de las contribuciones científicas y la formación de capacidades para el cambio.

“Es una mirada diferente al cuidado de las personas mayores, fijando la atención en sus potencialidades y no en sus carencias, deconstruyendo mitos acerca de la dependencia, con enfoque de género y de derechos hacia un envejecimiento activo, productivo y feliz”, puntualizó.

Criterios

Para Ailyn Delgado, de 34 años, del Museo Antropológico Montané, de la Universidad de La Habana, el curso los mantuvo activos todo el tiempo, leyendo bibliografía, interactuando mediante tareas. “Estos aprendizajes son de utilidad para mi proyecto de doctorado y seguir trabajando el tema”, expresó.

Desde la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas y su Centro de Estudios Comunitarios, de la Facultad de Ciencia Sociales, Lucrines Azcuy, de 36 años, califica de valiosos los conocimientos adquiridos sobre el envejecimiento de la población, la feminización del cuidado y la necesidad de atender el problema con enfoque de derechos.

Azcuy espera “convertirse en replicadora del curso e intencionar en Villa Clara, la provincia más envejecida de Cuba, junto con el Grupo de atención a la dinámica poblacional, que asesora al gobierno provincial”.

Además de la utilidad, Belkis Zambrana, de 46 años, jurista en el CIPS, opina que se requiere seguir practicando las habilidades aprendidas y, sobre todo, replicarlas. (2020

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