Desafíos de los nuevos medios para la ética feminista. Experiencias desde Cuba
Aún con limitaciones, feministas cubanas van ganando terreno en el ciberespacio, un “mundo virtual” desde el cual comienzan a incidir en la realidad local con demandas concretas.
Una revolución simbólica ha llegado a nuestras vidas en la última década, con la aparición de las redes sociales y los nuevos medios de comunicación de Internet, donde las jerarquías informativas se diversifican y comienzan a transformarse las nociones de lo íntimo, lo ético y lo privado.
Entre 2000 y 2015, la penetración de Internet se ha multiplicado casi por siete en el mundo, pasando de 6,5 por ciento a 43 por ciento de la población mundial conectada. Cada minuto, una de cada 13 personas está en Facebook y 11 nuevas cuentas se han creado en Twitter para sumarse a las más de 500 millones que hoy existen. Las personas que somos ya no solo se definen por nuestra realidad concreta: física, emocional e intelectual, sino también desde ese otro espacio alternativo que compone nuestras identidades digitales. Esa emergente necesidad de estar en las redes para ser, ha comenzado a imponerse en el mundo contemporáneo y, por consiguiente, a volcar hacia ese espacio las batallas ideológicas de nuestra era.
Las redes sociales cibernéticas como Facebook, Twitter, Instagram, You Tube y otras han pasado a convertirse, en menos de una década, en una extensión de la realidad, en un yo alternativo donde lo privado y lo íntimo se resignifican, otro espacio de interacción social en el cual también se han vertido causas ideológicas y movimientos sociales alternativos a la norma. Son, desde ese punto de vista, un nuevo escenario para el activismo.
Las feministas supieron utilizar, desde fecha temprana, esas nociones de democracia y libertad informativa propugnadas por Internet, y muchas de ellas llevaron allí parte de la batalla por los derechos de igualdad de género. Con su sobreabundancia de contenidos, Internet es para el feminismo del siglo XXI un resquicio de democracia para posicionar sus propuestas, ausentes de las agendas mediáticas tradicionales.
Así, han surgido agencias de noticias con perspectiva de género que aprovechan la presencia virtual y la utilización de las redes sociales para defender la equidad. Precursora de esa tendencia fue el Servicio de Noticias de la Mujer de América Latina y el Caribe (SEMlac), cuyo origen data de 1978 y ha ido variando hasta insertarse ampliamente en los formatos digitales.
Otros portales como el de Comunicación e Información de la Mujer- CIMAC, la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género, Mujeres en Red, Artemisa Noticias, AMECO –Asociación Española de Mujeres Profesionales de los Medios de Comunicación-, Comunicar Igualdad y Pikara Magazine se han ido fundando desde los pasados años noventa hasta el presente, con la idea de mostrar informaciones alternativas a la tendencia mediática patriarcal.
Partiendo del análisis de algunas de estas plataformas, la investigadora y activista argentina Lila Pagola aseveraba hace un lustro que “los desafíos de las prácticas comunicativas feministas en la web se concentran en dos prioridades: la urgente apropiación de los recursos de la web 2.0, que potencien la inteligencia colectiva de las mujeres, y la participación activa en las discusiones que están modelando la web 3.0, para balancear las prioridades, visiones y decisiones que hoy se toman sobre el futuro de la comunicación, la gestión de información, la privacidad y la seguridad en Internet. Es urgente la incorporación en la agenda feminista de posicionamientos sobre la dimensión política de la tecnología, acompañada de acciones coherentes que la acompañen.”[1]
Aunque en los últimos años se percibe un avance en este sentido, los desafíos que supone el uso consciente y efectivo de los recursos de las TICs para el activismo son similares, lo mismo que para otros movimientos sociales como los indígenas, antirracistas y LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales). La utilización de los nuevos medios para movilizar permanece como imponderable.
Pueden citarse en este sentido algunos ejemplos apreciables en cuanto a movilización desde las redes sociales, como el llamamiento a reuniones de feministas durante el proceso de protestas del 15-M o Movimientos de los indignados en España, de 2011 a 2015, convocadas a través de Twitter. Desde las redes sociales de internet también se acompañó la campaña de protestas que logró frenar la Ley Gallardón para regular el aborto en España, en 2012, y desde ese mismo espacio se convocó este 3 de junio de 2015 a una marcha contra la violencia machista por la campaña #NiUnaMenos, que abarcó un centenar de ciudades de Buenos Aires.
Iniciativas como la campaña Dominemos la tecnología, compuesta por comunicadoras latinoamericanas de distintos países, promueven también el uso de las herramientas cibernéticas en función de la emancipación femenina y denuncian la poca presencia de las mujeres en las redes y en Internet.
Movilización ciudadana desde Internet, ¿una posibilidad para Cuba?
El contexto antes descrito es aún incierto para Cuba, donde menos del 20 por ciento de la población consigue conectarse, no existe la banda ancha y la brecha digital permanece, con grandes diferencias entre el sector profesional académico y el grueso de la población que, en su mayoría, apenas ha interactuado con la red de redes.
Con respecto a otros países del continente, Cuba es uno de los que cuenta con una conexión más cara, lenta y restringida, entre las peores de toda América Latina. En 2014, el país de casi 11,2 millones de habitantes superó un millón 67.000 computadoras, con poco más de la mitad conectada a internet, según el Anuario Estadístico de 2015, publicado por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI). Mientras, el número de usuarios en la red llegó a tres millones 48.000, un aumento de casi cinco por ciento respecto a 2013. Esta situación pone a la isla en la proporción de 271 usuarios de Internet por cada mil habitantes.
Gran parte de estas personas se conecta desde sus centros de trabajo, por ser profesionales, especialmente académicos, de la salud, intelectuales, artistas y periodistas. Existen, además, 118 salas de navegación en todo el país abiertas en 2014, cuyo servicio tiene un costo de 4,50 CUC (un CUC equivale a cerca de un dólar estadounidense) por hora, y desde hace unos meses se abrió con el sistema Nauta de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba, la posibilidad de conectarse a zonas de wifi ubicadas en lugares públicos por 2,50 CUC por hora. En resumen, casi dos décadas después de la aparición de Internet, el acceso masivo desde Cuba continúa siendo escaso, lento, costoso y filtrado por criterios políticos.
No obstante, esto no impide que allí se diriman batallas ideológicas imprescindibles para la nación actual y futura, y comiencen a presentarse espacios de participación ciudadana que, desde lo virtual, pretenden incidir en cambios sociales y políticos para la isla.
Según la investigadora Elaine Díaz, en un reciente artículo publicado en Univisión Noticias, “el uso de Internet en Cuba está marcado por la consolidación de una multiplicidad de espacios en la web para el debate y la discusión de asuntos de interés público, a pesar de la escasez y lentitud del servicio”.
Para el feminismo cubano este ha sido un medio de incidencia fundamental en el último decenio, y ha logrado ser más constante que otras experiencias de activismo en la realidad concreta. De hecho, si quisiéramos caracterizar el curso atomizado de este movimiento en el país, la voluntad de expresión desde los nuevos medios viene a ser uno de los rasgos significativos. Las feministas cubanas han creado blogs, pero también vienen usando los comentarios a artículos publicados en la web, la difusión por redes sociales y las cadenas de correo electrónico como herramientas de lucha.
Ciberfeminismo en contexto
No han faltado referencias al ciberfeminismo para nombrar a quienes usan Internet para expandir los objetivos del pensamiento liberador de los géneros. Pero, en el caso cubano, pocas experiencias alcanzan los niveles de conciencia que atañen a este concepto.
El término fue acuñado por el grupo australiano VNS Matrix en su manifiesto de 1991, donde se proponen explorar las identidades y sexualidades en el ciberespacio. Con el tiempo, el ciberfeminismo se ha convertido en una de las más importantes vertientes de la lucha y movimiento de las mujeres[2] en la época contemporánea. Aquellas que defienden la igualdad entre los géneros desde este espacio son, por lo general, nativas digitales vinculadas a culturas como el ciber-punk o las ciber-girls (ciberguerrilleras).
Esta perspectiva ideológica reconoce un sesgo patriarcal en el diseño y la producción industrial de las tecnologías, además del sexismo en las representaciones y los contenidos hegemónicos desde estos medios. Acentúa, además, las potencialidades de una zona de comunicación caracterizada por ser abierta, libre y no jerárquica.
Las teorías y prácticas ciberfeministas retan las relaciones de poder desiguales entre hombres y mujeres en las TIC, exploran las relaciones entre las mujeres y las tecnologías digitales, investigan cómo estas las afectan y apuntan hacia la creación de redes y la conquista de territorios como el ciberespacio, a partir del desarrollo de nuevas formas de participación.
Para el ciberfeminismo cubano, su emblema resulta el blog Negra cubana tenía que ser, creado hace una década por la afrofeminista Sandra Abd’Allah-Alvarez Ramírez, y hasta el momento el único que se ha mantenido con actualización sistemática, difundiendo y cuestionando la realidad cubana, su historia y su cultura, desde una ideología marcadamente feminista.
Existen, además, otros ejemplos de participación cibernética feminista en Cuba, como el blog “En 2310 y 8225” de Yasmín Silvia Portales, el del proyecto Afrocubanas, el proyecto de activismo LGBTI Arcoíris, y, más recientemente, la iniciativa de colaboración virtual Asamblea Feminista, creada como blog en 2014 por Zaida Capote Cruz, Lirians Gordillo Piña y Helen Hernández Hormilla.
Todos estos espacios se caracterizan por mantener un perfil colaborativo y una mirada crítica a la realidad social, similares a observatorios que denuncian las estrategias de reproducción del patriarcado en la isla.
A falta de medios donde expresarse dentro de los canales de la oficialidad e institucionalidad cubanas, es frecuente encontrar que las feministas comiencen a utilizar Internet para defender su agenda.
Entre los temas más debatidos en estos espacios se encuentran la visibilización y enfrentamiento a la violencia contra las mujeres, el tratamiento público de la situación demográfica, la interrelación entre las discriminaciones, las representaciones culturales sexistas y el machismo institucional, entre otros.
Como mismo sucede con otras zonas de la vida pública en Cuba, las redes sociales y los medios de Internet se están convirtiendo en alternativas para lograr la expresión ciudadana feminista y ciertos caminos de participación social que no se garantizan por la estructura política cotidiana.
Si nos preguntamos por qué ha sido ese el espacio elegido por muchas feministas cubanas para amplificar sus criterios y demandas, aparece el argumento de la des-regulación característica de la red de redes. Esa supuesta democracia ideológica de la información digital permite que los criterios vertidos desde plataformas cibernéticas escapen a las normativas de control sobre los flujos informativos de los medios tradicionales en Cuba. De esta manera, en blogs y redes sociales se logra insertar temas y noticias ausentes de la prensa cubana oficial, específicamente el de las desigualdades provocadas por las diferencias de género.
Por otra parte, la deficiente penetración de Internet en la isla caribeña dificulta el impacto de lo que allí se dirime en amplias mayorías de la nación. Mirándolo así, el activismo en las redes sociales y blogs pudiera estar siendo “tolerado” por los mecanismos de control informativo gubernamentales, debido a la improbabilidad de que este se revierta en acciones concretas para exigir políticas públicas.
Aún con sus límites, resulta incuestionable el terreno ganado por las feministas cubanas en el ciberespacio, un “mundo virtual” desde el cual comienzan a incidir en la realidad local con demandas concretas.
Esta participación se enfoca, sobre todo, hacia el discurso, y pocas veces logra impactar al grueso de las cubanas, en su mayoría desconectadas y ajenas a estos debates alternativos. El círculo cerrado que caracteriza al feminismo en la isla se reproduce aquí, pues las ciberfeministas también pertenecen, fundamentalmente, a los sectores profesionales y académicos, con recursos y capacidades para interactuar con los nuevos medios.
Sandra Álvarez, la más constante y visible de las ciberfeministas cubanas, cree que “las redes sociales en Cuba ofrecen las mismas posibilidades que en otros países: llevar la lucha por la equidad al escenario digital. Pero también permite establecer alianzas para visibilizar ciertos contenidos, establecer redes de colaboración, etc.[3]”
Esa unión solidaria de las feministas en el ámbito virtual viene siendo uno de los hallazgos más interesantes cuando se revisa el activismo por la equidad de género en las redes sociales y los blogs en los últimos cinco años.
La colectividad se volvió estrategia de algunas redes feministas informales, que protagonizaron en las plataformas web acciones inéditas para las dinámicas de la ciudadanía en el país de gobierno socialista.
A continuación, expondré tres ejemplos relevantes en los que Internet y las redes sociales se han convertido en medios de expansión para el posicionamiento de la agenda de los derechos de género en el debate público cubano. En todos los casos, las participantes lograron amplificar las demandas feministas gracias al apoyo colectivo y, en algunos, se intentó ir más allá de lo virtual, buscando interlocución de las autoridades para obtener políticas públicas en beneficio de las mujeres.
– El 8 de marzo de 2013, las intelectuales feministas Danae C. Diéguez, Lirians Gordillo Piña, Marilyn Bobes, Luisa Campuzano, Laidi Fernández de Juan, Sandra Álvarez, Helen Hernández Hormilla y Zaida Capote Cruz firmaron el documento llamamiento “Todas contra la violencia”, como una reacción ante una carta pública del escritor Rafael Alcides, en la que este defendía a su colega Ángel Santiesteban, encarcelado por provocar lesiones físicas graves a su exesposa. La condición de opositor político de Santiesteban desató una fuerte campaña de solidaridad internacional de activistas y organizaciones en favor de la libertad de expresión, que llegaron a negar la condición de víctima de la mujer violentada.
El llamado de las feministas denunció la revictimización de esta mujer, el silencio de las autoridades cubanas al respecto y pidió tolerancia cero para el maltrato hacia las mujeres, no importa el origen ni procedencia del maltratador. Llamaron a intensificar, multiplicar y hacer permanentemente visible una campaña pública contra la violencia de todo tipo, especialmente la que se ejerce contra la mujer. “Hay que divulgar aquellas leyes que la previenen o penalizan y los debates que han tenido lugar en espacios académicos y con motivo de campañas específicas”, escribieron.
El texto, circulado primeramente por correo electrónico y luego en blogs y redes sociales, ganó cientos de firmas de importantes intelectuales de la isla y de más de ocho países. Otras dos declaraciones públicas fueron rubricadas ese mes por el colectivo, que terminó exigiendo una ley de violencia de género para Cuba y reuniéndose en función de cabildeo con autoridades encargadas de tramitar normas de ese tipo. Las demandas de las feministas fueron publicadas, pero no recibieron respuesta concreta de las entidades oficiales. El objetivo de generar debate sobre la necesidad de una Ley para combatir la violencia de género en el país no llegó a cumplirse. Sin embargo, la acción mediática sirvió como apoyo y protección a la víctima del caso de marras, y posicionó ante la opinión pública la urgencia de crear mecanismos para atender los casos de violencia de género en el país.
– Afrocubanas, fundado en 2012 por un grupo de mujeres afrodescendientes para visibilizar la doble y triple discriminación que sufren las mujeres negras y mestizas por color de la piel y género en Cuba, comenzó como un blog gestionado por la fallecida Inés María Martiatu, con asistencia de Sandra Álvarez. La concepción del espacio virtual migró rápidamente a la realidad concreta y se convirtió en una plataforma de intercambio, capacitación, investigación y colaboración entre mujeres negras y mestizas profesionales, que ha dado como resultado un libro publicado (Afrocubanas, 2013), debates y tertulias trimestrales, investigaciones, entre otros proyectos.
– Hace menos de un año, la bloguera feminista Sandra Álvarez creó desde Alemania un nuevo grupo de Facebook llamado “Feministas Cubanas”, con la idea de compartir desde ese espacio virtual informaciones, conocimientos, debates y, en perspectiva, causas de lucha. Desde distintos lugares del planeta comenzaron a vincularse mujeres que se identifican con esta ideología, con procedencias disciplinarias diversas, pero todas universitarias y en su mayoría graduadas de ciencias sociales. La comunidad cuenta actualmente con 116 integrantes que mantienen una sistemática retroalimentación sobre lo que producen e incluso lo que les inquieta. Lo paradójico de este proceso resulta que esa iniciativa cibernética se ha convertido en el único colectivo concebido de manera inclusiva para reunir a las mujeres que se reconocen como parte de esta ideología en la isla. Aunque existen y han existido otros grupos feministas y organizaciones o programas institucionales que trabajan los temas de género en el país en la dos últimas décadas, la voluntad de crear una red que aunara a las feministas de distinta perspectiva es hasta ahora un anhelo irresuelto, pese a haber sido planteamiento recurrente en todos los debates sobre género y feminismo ocurridos en la isla en los últimos cinco años. Lo virtual suple esta vez la carencia del espacio real, como una ilusión de unidad que es a ratos ficticia y otros paradójica. Al parecer, solo en la red han podido agruparse esa cantidad de “feministas cubanas”, pero la necesaria unidad de estas en la realidad concreta para solidificar agendas comunes es aún una quimera.
Retos de los nuevos medios digitales en Cuba para el feminismo
Pensar que la presencia de las feministas cubanas en las redes sociales y el ciberespacio llevará a un cambio real de las inequidades entre mujeres y hombres en Cuba sería demasiado ingenuo. Para ello se necesita acompañar el ciberactivismo con un activismo presente en el día a día de la población, y con la exigencia concreta a las autoridades, con la posibilidad de transformar en positivo los derechos de las cubanas.
Los nuevos medios digitales entrañan desafíos inéditos para el feminismo cubano, que aún no representa un movimiento o proyecto político común al estilo de otras naciones latinoamericanas, sino apenas el incipiente deseo de luchar por derechos comunes, en un anhelo que muchas veces se presenta individualizado y excesivamente gremial.
Lo que desde Internet se denuncia y demanda parece ser ignorado por las autoridades con capacidad para legislar y dar cauce a las inquietudes feministas, si atendemos a que muy pocas veces se han logrado pronunciamientos oficiales. La participación política del ciberfeminismo en la isla pareciera estar entrampada, debido a su incapacidad de alcance social en la realidad concreta, como si se transitara una ilusión al “decir” cuando el “hacer” se tuerce en un contexto aun sin mecanismos efectivos para la movilización espontánea de la ciudadanía. No obstante, poco a poco va forzándose en Cuba un debate público y masivo sobre los temas que promueve el feminismo.
Desde esa paradoja y a partir de mi propia experiencia como feminista enfocada en los escenarios web y las redes sociales, concluyo aquí oportunidades y desafíos para, desde la ética feminista, alcanzar mayores efectos al utilizar los nuevos medios.
Oportunidades:
– Denuncia de estereotipos: Las redes están inundadas de imágenes e informaciones que terminan por reforzar los estereotipos sexistas y patriarcales, y la presencia de ciberfeministas con ojo aguzado para denunciar estos contenidos es fundamental. El blog Negra Cubana tenía que ser ha sido eco de muchísimos casos de denuncia a carteles, campañas publicitarias o artículos sexistas. También los comentarios a los trabajos publicados en Internet permiten replicar en directo criterios machistas de ciertos autores y, en caso de que sean medios oficiales, se puede proceder a la denuncia formal de los discursos discriminatorios.
– Principal espacio para la denuncia feminista y la exposición de demandas. Los blogs, medios alternativos y redes sociales son casi la única alternativa para expresarse desde el feminismo militante en Cuba, pues los medios oficiales por lo general no presentan este tipo de enfoques.
– La diáspora creciente de las personas que estudian género y se reconocen como feministas en Cuba hace que los procesos de unidad se consoliden poco. Especialmente, muchas de las jóvenes formadas en estos temas y con conciencia feminista han optado por emigrar o estudian en el extranjero, por lo que su espacio e incidencia sobre la realidad nacional termina siendo limitada. Internet resulta un espacio para mantener este grupo actualizado y movilizarlo en función de demandas comunes desde distintas regiones del mundo.
– Los contenidos de los medios digitales y las redes sociales no están regulados por el Estado, las políticas editoriales ni las instituciones. Esto ha permitido que desde blogs y cuentas de Facebook o Twitter se discutan y denuncien problemas acuciantes para las mujeres cubanas, como la doble jornada, el sexismo cultural, el racismo, la violencia machista, la segregación ocupacional, entre otros.
Vulnerabilidades latentes:
Pero no creamos que las redes sociales son espacios de neutralidad y absoluta democracia, menos para un país donde apenas estamos alfabetizándonos en su utilización.
Nuevas formas de machismo y violencia de género aparecen con el uso intensivo de las redes sociales y plataformas de la web 2.0, como una amplificación de la agresividad simbólica, el acoso cibernético, la ofensa, la difamación, la burla y la deslegitimización de grupos tradicionalmente excluidos por la cultura patriarcal. No por gusto son mujeres y personas LGBTI las principales víctimas de las invasiones de privacidad desde las redes sociales y los blogs, y las ciberfeministas deben estar preparadas también para este tipo de debates.
Incluso, aunque no estemos totalmente penetrados por Internet, la juventud cubana está reproduciendo prácticas de bullying y acoso desde la tecnología, y el feminismo aún no se ha insertado en este debate.
Teóricas del ciberfeminismo comienzan a criticar la existencia de brechas digitales que marcan el acceso a la tecnología, según las diferencias e inequidades de poder que definen la clase social, el país o región de origen, la raza y, por supuesto, el género. Por otra parte, varias investigaciones señalan que sobre la red se vierten los mismos valores, identidades y estereotipos discriminatorios de la sociedad en general.
Desde el feminismo se cuestiona, además, la masculinización de la cultura hacker y la escasa participación de las mujeres en la sociedad de la información.
Si las redes sociales y los nuevos medios que caracterizan la web 2.0 redefinen los espacios de la intimidad y la privacidad, su mirada crítica entronca con la ética feminista, que centra buena parte de sus visiones en lo personal como expresión de lo público, lo político.
Según la investigadora española Verónica Sanz: “El movimiento feminista ha impulsado una nueva ética, una transformación ética de la sociedad para que se tengan en cuenta los deseos y las necesidades de la mujeres, con los necesarios cambios en las costumbres, las formas de vida y los hábitos sociales”[4].
Las redes sociales y los nuevos medios de Internet son herramientas eficaces del feminismo cubano contemporáneo, pero su presencia debe valorarse desde una perspectiva siempre crítica, con sospecha.
Para la Cuba de hoy, el desafío sigue siendo cómo conectar el debate virtual con la transformación concreta de nuestras vidas, en favor de una mayor equidad de género.
¿Cómo insertar en los debates de la red a la mayoría de las mujeres cubanas, o a las distintas colectividades que las definen?
¿Cómo ser realmente participativas y unirnos desde estos nuevos medios para articular un posible movimiento feminista en Cuba?
¿De qué modo enfrentar el sexismo y la vulnerabilidad creciente de las mujeres expuestas a la violencia cibernética?
¿Podremos alfabetizarnos para de ahí lograr un acceso más participativo de las cubanas a internet?
Trascender las visiones apocalípticas, apropiarse de las herramientas que regalan las TICs, pero con un constante ojo crítico sobre la desmovilización que también pudieran representar, sigue siendo para nosotras horizonte y desafío. (2015).
[1] Lila Pagola. “Sensibilización tecnológica: mujeres construyendo la sociedad del conocimiento”. En Las palabras tienen sexo II. Artemisa Comunicación, 2010.
[2] “Las tecnologías de la información desde el punto de vista de género: posturas y propuestas desde el feminismo” VERÓNICA SANZ GONZÁLEZ* Instituto de Filosofía, CSIC
[3] Entrevista con la autora para este trabajo.
[4] En Sanz, Verónica. “Las tecnologías de la información desde el punto de vista de género: posturas y propuestas desde el feminismo”. Disponible en http://isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/article/viewArticle/10.
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