Emprendedores cubanos innovan en proyectos de alimentación
Jóvenes estudiantes y trabajadores por cuenta propia expusieron sus iniciativas comerciales en una reciente feria en La Habana.
La Habana, 19 oct.- Transitar caminos desconocidos o poco explorados, introducir recetas y modos de hacer propios, propiciar la innovación, el reciclaje y la responsabilidad social distingue a varios proyectos de alimentación desarrollados por jóvenes emprendedores cubanos.
Algunos de ellos surgieron en pandemia, trascendieron con éxito los tiempos de aislamiento social, cambiaron la vida de sus creadores y aportaron conceptos nuevos como el trabajo a tiempo parcial, que favorece a estudiantes universitarios.
Se trata de una opción que muchos buscan y puede chocar con las regulaciones para el ejercicio del trabajo por cuenta propia.
Varias de esas iniciativas participaron en la más reciente edición del Festival Zona Quinta, organizado por la Quinta de los Molinos, de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, y dedicado al Día Mundial de la Alimentación.
Natyva
Natyva es un emprendimiento surgido durante el segundo cierre de La Habana por la pandemia. Dos jóvenes profesionales de la cantina comenzaron a estudiar la fermentación y proponen hoy bebidas no alcohólicas, así como kimchi, chucrut y chutney, de fermentaciones cortas.
“Tenemos tres etiquetas de cerveza de jengibre: una regular, una aromatizada con miel de melipona –abeja de la tierra–, y una tercera que está aromatizada con flor de Jamaica”, explicó Jimmy Luis Fonseca, quien privilegia el uso productos nacionales.
“Somos un emprendimiento ciento por ciento sostenible y usamos el ciento por ciento de la materia prima”, agregó Fonseca, que desarrolla Natyva junto a Fabio Martínez, ambos trabajadores por cuenta propia.
“En las cervezas, hacemos una infusión, lo que queda de ella, lo deshidratamos y lo vendemos para hacer té. La otra parte, la utilizamos como abono y del subproducto, hacemos un vinagre de jengibre que aromatizamos con mango y piña. Lo que queda en el fondo, lo deshidratamos y lo usamos como levadura”, señaló Fonseca, de 27 años.
Innobar
Bryan Franchi tiene 27 años y es estudiante de sexto año de medicina. También es el creador y dueño de la marca y el negocio Innobar, “emprendimiento de nuevo tipo en Cuba, reconocido como el primer negocio de gastrobar espontáneo”.
Esta experiencia gastronómica “recoge las habilidades de nuestro equipo de crear un menú único, auténtico para cada evento, ya sea creado por nosotros o en colaboración con otras instituciones, emprendimientos, organismos, actores privados y estatales”, explicó el joven.
Entre sus ofertas creativas está el Vampisol, mezcla de una base de jugos de frutas cuyo color azul recuerda una bebida de la película animada cubana “Vampiros en La Habana” (1985), del cineasta Juan Padrón (1947-2020).
Además de la elaboración de alimentos y bebidas con criterio de menú de autor, distingue a Innobar la oportunidad de trabajo a tiempo parcial que brinda a jóvenes que cursan la enseñanza universitaria. “Aquí hay que tener muchas ganas de trabajar”, sostiene Franchi, quien comparte el estudio y el trabajo por cuenta propia.
Frutos secos cubanos
Deshidratados Habana también surgió en medio de la pandemia, de una necesidad que se convirtió en un negocio que logró exportar una vez sus gominas de plátano a Italia.
“Trabajamos con piña, mamey, mango, plátano, coco y fruta bomba. Próximamente, lo haremos con uva; de los cítricos, usaremos la naranja y el limón, y también mango verde, que sirve para darle ácido a la comida; además de ají, tomate, cúrcuma, ajonjolí, y orégano, entre otros”, dice Misael Izquierdo, uno de los vendedores de la marca.
Los productos pueden ser troceados o lasqueados y se comercializan en diferentes formatos (pequeño, grande y a granel), en una sede ubicada en el municipio Playa, así como en negocios privados y tiendas estatales, dijo Izquierdo.
Señaló que, en los inicios, los creadores de la marca Deshidratados Habana tuvieron en consideración que no existía nada similar en Cuba.
Refrescando las recetas
Andrés Ramos, de 30 años e informático, lleva junto a su familia un negocio que emplea como materia prima principal la yuca para elaborar harina, almidón, panes y dulces.
“Todo los dulces que se pueden elaborar con harina de trigo, los podemos hacer con estas harinas alternativas. El producto estrella son las Maripitas –por las que se conoce el negocio–, un tipo de chip de varios sabores: ajo, cebolla, albahaca y mixta, dirigidas a personas celiacas –intolerantes al gluten–, con síndrome de Down y fenilcetonuria”, apuntó.
La idea viene de una tradición familiar. Los chips los hacía la abuela y, tras su fallecimiento, su descendencia rescató la fórmula y la rediseñó para hacerla más comercial. A su vez, buscaron “ayudar personas para quienes el consumo de derivados de la yuca no es un alimento, sino una medicina”, señaló el joven.
El proceso artesanal limita la capacidad productiva, muy por debajo de la demanda. Por ello, anunció, entre los próximos pasos está asociarse a una mipyme que posee una planta, con el fin de elevar sus producciones y mantener las donaciones y ventas a precio de costo para quienes más las necesitan. (2022)
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