La política contra racismo en Cuba sumará acciones afirmativas
En la sociedad cubana subyace, con diversos matices, la problemática racial.
La Habana 29 abr.- Expresiones de racismo y discriminación racial persisten en Cuba, donde políticas universales de igualdad e integración han corroborado ser insuficientes para eliminar desventajas estructurales e imaginarios asociados a personas negras y mestizas.
“Mis suegros son médicos y para atenderme en el hospital no les importaría el color de mi piel, pero todavía les cuesta trabajo aceptar que su hijo blanco tiene una novia negra. No lo dicen quizás por educación, pero se nota”, explicó a IPS la comunicadora Claudia Matamoros, desde la ciudad de Holguín, en el este del país.
Son historias que se repiten y reflejan que en la sociedad cubana subyace, con diversos matices, la problemática racial, un problema que se consideró resuelto hace décadas.
Luego de entrar en vigencia en 2019 la Constitución que ampara los principios de igualdad y no discriminación, en noviembre de ese año fue aprobado el Programa nacional contra el racismo y la discriminación racial.
En su implementación y seguimiento labora una Comisión Nacional encabezada por el presidente Miguel Díaz-Canel e integrada por 37 representantes de ministerios, entidades, instituciones nacionales, así como de organizaciones de la sociedad civil.
Tras dos años de impacto de la pandemia de covid y pocos detalles sobre el trabajo de la Comisión trascendió que esta política pública prevé incorporar herramientas afirmativas, una novedad para este país de 11,2 millones de habitantes donde 35 % de la población se reconoce mestiza o negra, según el último Censo de Población, de 2012.
“Uno de los pasos más trascendentes en este momento es pasar del esquema asistencial al enfoque integral afirmativo que identifica no solo los problemas, sino las causas” y mecanismos que reproducen y perpetúan brechas de equidad, sostuvo la investigadora Teresa Viera, integrante del Grupo coordinador de la Comisión.
“De continuar interviniendo con el mismo modelo de actuación (políticas universales de integración social iguales para todos los grupos sociales), no será posible modificar las situaciones de desventaja, las prácticas discriminatorias y los prejuicios raciales”: Enfoque integral.
Durante el curso taller “¿Racismo en los medios? Enfoques y herramientas de la lucha contra el racismo”, efectuado del 20 al 23 de abril en La Habana, la también asesora del Ministerio de Cultura aportó detalles del Enfoque integral afirmativo para la implementación del Programa nacional contra el racismo y la discriminación racial.
IPS estuvo entre los participantes en el curso organizado por la Cátedra Nelson Mandela del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) y la Universidad de la Diáspora Africana.
Cambiar el enfoque
“De continuar interviniendo con el mismo modelo de actuación (políticas universales de integración social iguales para todos los grupos sociales), no será posible modificar las situaciones de desventaja, las prácticas discriminatorias y los prejuicios raciales”, sostiene ese Enfoque integral, al cual tuvo acceso IPS durante el curso.
El texto defiende la implementación de políticas universales, combinadas y complementadas con aquellas de acción afirmativa, a fin de que las acciones impacten de manera efectiva en poblaciones en desventaja.
Ello significa eliminar las condiciones de partida desfavorables de grupos sociales específicos como las personas negras y mestizas que las colocan en situación de desventaja y vulnerabilidad en relación con el acceso pleno al bienestar.
Reconoce asimismo que el racismo y la discriminación racial resultan frenos al Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social de Cuba hasta 2030 y el cumplimiento de la Agenda 2030 sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que proponen construir sociedades más solidarias y cohesionadas, sin que nadie quede rezagado.
Parte de las acciones para impulsar el programa necesita recursos y eso “pasa por mejorar el sistema económico del país, crear las condiciones para el desarrollo”, enfatizó al dialogar con IPS José Luis Lobato, miembro de la Comisión Nacional y del grupo ejecutivo de la Comisión José Antonio Aponte, de la no gubernamental Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
La Comisión Aponte, junto con la Cofradía de la Negritud, el capítulo cubano de la Articulación Regional Afrodescendiente de América Latina, la Red Barrial Afrodescendiente o la propia Cátedra Nelson Mandela figura entre múltiples grupos, plataformas y redes de activistas que con diversos enfoques han impulsado agendas antirracistas en años recientes.
El documento destaca asimismo que la profundización en las vulnerabilidades asociadas al color de la piel requiere de un análisis interseccional para comprender cómo el entrecruzamiento de las dimensiones género, territorio, edad, grupo social y otras, se articulan con las desventajas.
Identifica siete ámbitos o dimensiones relacionadas con el color de la piel sobre los que habría que intervenir al unísono, para modificar de manera sustantiva las brechas: educación; salud y bienestar; trabajo; condiciones de vida y hábitat; ingresos; desventajas socioeconómicas e integración, racismo y discriminación.
Contexto
La revolución de 1959 en Cuba impulsó políticas públicas y significativas transformaciones sociales que no consiguieron borrar el racismo histórico en uno de los últimos países del hemisferio en abolir oficialmente la esclavitud, en 1886.
Durante décadas el tema de la discriminación racial devino tabú en el discurso oficial, al considerarse que era uno de los problemas “barridos por la Revolución”.
Representantes gubernamentales han advertido que el debate racial podría ser objeto de manipulación y dividir la unidad nacional frente a agresiones externas, o que se debe ser muy inteligente para abordarlo, pues la sociedad no está preparada.
Desde 2011, el tema racial pasó a formar parte de documentos relacionados con el proceso de reformas económicas y directrices del Partido Comunista de Cuba (PCC), el único legal.
Durante su gestión, el expresidente Raúl Castro (2008-2018) impulsó como política la promoción de personas negras y mestizas a cargos políticos y públicos.
Ello ha influido en que tanto el PCC como el unicameral parlamento de la isla estén compuesto en más de 45 % por personas negras y mestizas, mientras se aprecia una mayor presencia de ellas como locutores y presentadores de televisión.
Residente en La Habana, el albañil Johán Ramos refirió a IPS que “la policía me ha parado varias veces para solicitarme la identificación. Trabajo y me porto correctamente en la calle. Creo que suponen que puedo ser un “peligro” por ser negro y llevar rastas (peinado con el cabello enredado y entretejido, propio de los rastafaris). Tengo amistades blancas a quienes jamás les ha pasado eso”.
En años recientes, anuncios en negocios privados han solicitado expresamente personas blancas para su contratación.
Los documentos del Programa nacional contra el racismo reconocen el incremento progresivo de la proporción de estudiantes blancos que optan por carreras, aprueban exámenes de ingreso, permanecen y se gradúan en la universidad.
Otros indicadores reflejan que las personas negras y mestizas están subrepresentadas en el trabajo autónomo y en sectores dinámicos de la economía como el turismo y las empresas con capital extranjero.
De manera contraria, son mayoría en puestos de menor remuneración, en ocupaciones elementales no calificadas, reciben menores beneficios por remesas, mientras que en el trabajo informal predominan mujeres negras y mestizas.
Las personas negras y mestizas están sobrerrepresentadas, asimismo, en la población en situación de pobreza, vulnerabilidad y marginación, así como en viviendas improvisadas, con regulares o malas condiciones constructivas, al igual que en barrios y comunidades marginalizadas.
Cómo comunicar el antirracismo
“Se necesita divulgar la estrategia gubernamental para que las personas conozcan de la voluntad política por eliminar el racismo y abrir las puertas a la participación popular para enriquecerlo”, manifestó a IPS la psicóloga Nancy Silega, quien durante dos décadas se desempeñó como especialista en programas de orientación para adolescentes y jóvenes en la emisora de Guantánamo, la más oriental de las 15 provincias cubanas.
Asimismo, Silega consideró importante estimular en los medios proyectos que con intencionalidad, “desdibujen estereotipos, reconozcan el lugar en la historia cubana y universal de las personas afrodescendientes e incluso, las visualicen en las campañas de bien público”.
Por su parte el historiador Luis Boffill exhortó a “tejer alianzas más fuertes entre la política gubernamental, la academia, los sujetos racializados y el activismo social, para juntos ir desmontando comportamientos racistas”.
En conversación con IPS, Boffill recomendó “contar historias exitosas de hombres y mujeres racializados, los obstáculos que superaron, el orgullo por su cultura y sus raíces, así como desmontar los patrones de marginalidad y violencia” a los cuales se suele asociar las personas o elementos afro.
Durante el taller también se informó que se ultiman detalles de la Estrategia de comunicación que acompañará al Programa nacional contra el racismo y la discriminación.
ED: EG
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