La Habana, 14 mar.- Jóvenes de varios municipios de La Habana y otras provincias encuentran el rumbo de su vida, formarse y encontrar empleo tras su inserción en el programa de formación La moneda cubana, hoy parte de un proyecto de desarrollo local (PDL).

Mantania Roland, de 23 años, y Javier Ernesto Cintao, de 26, son parte de los más de 1.000 muchachos y muchachas que, tras estar apartados del estudio y el trabajo, aprendieron especialidades vinculadas a la gastronomía y, en esos pasos, hallaron una vocación que desconocían.

“Antes de empezar en el proyecto estaba desvinculada de los estudios. Entrar al proyecto ha sido lo mejor que me ha pasado en años, me ha cambiado la vida, nunca pensé que me interesara el giro de la gastronomía y ahora, me apasiona”, dice Roland.

Cintao, por su parte, recuerda cómo era hasta entonces: lleno de piercings, palabras soeces, dientes de oro y tatuajes. Cuando fue por primera vez a la sede del proyecto, en La Habana Vieja, próxima a La Catedral, pensó: “esto no es para mí, ese no es mi mundo”, pero lo convencieron y logró graduarse, tener un trabajo y una familia, con dos hijos.

Daymara Calderín y su hermano Ernesto tampoco hacían nada. Sin embargo, también se entusiasmaron y llegaron a graduarse juntos. Ella cuida ahora de su pequeño bebé, pero asegura que regresará, “llegué de casualidad y me atrapó”, comenta.

Llegar y parar

Ángel Aguilera, iniciador y coordinador general de la iniciativa, recuerda cómo comenzó a gestarse la idea de encauzar la vida de los primeros 21 jóvenes de su barrio, en el Consejo Popular Catedral, que no estudiaban ni trabajaban.

Su identidad, comenta, estaba asociada a conflictos de valores, el predominio de la ética del tener, la necesidad de la satisfacción inmediata de lo material por encima de la superación y la falta de correspondencia entre aspiraciones y su materialización.

“Enfocado en el rescate de jóvenes comenzó el proyecto que, después de la primera graduación, se multiplicó aceleradamente, y hoy la familia supera los 2.000 muchachos y muchachas de toda la capital, 1.539 graduados hasta ahora, 385 previstos en la séptima graduación y 320 captados para el curso 2022-2023”, explica Aguilera.

En la sexta graduación, recientemente, recibieron sus títulos 570 estudiantes, 319 mujeres y 251 hombres. Lo que primero fue concebido solo para La Habana Vieja se extendió a toda la capital cubana y más allá: Artemisa, Mayabeque, Matanzas, Ciego de Ávila, Villa Clara, Santiago de Cuba y hasta Guantánamo.

“El proyecto cada día va progresando, no solamente tenemos estudiantes de La Habana, sino también desde Artemisa, Mayabeque y otras provincias, hacen su sacrificio y vienen. El curso los forma, no solo en los oficios, sino como hombres del futuro”, valora Concepción González, de 78 años, quien trabaja en el programa hace nueve.

Para Juan Carlos Prieto, padre de Amanda, de 22 años, “es una formación muy buena y completa, aprendió no solo de cocina, sino de cantina, idioma inglés y otras cosas”.

Además de clases en las especialidades de cocina, cantina y técnicas de salón, el alumnado recibe asignaturas como Entorno legal, que les permite conocer la legislación afín a la especialidad, cultura general e historia, entre otras materias.

“Tuve la oportunidad de entrar en la escuela y aprendí más de lo que sabía de cantina, salón y cocina. Al tener los conocimientos de las tres cosas básicas de la gastronomía, te sientes cómoda y preparada para ejercer cualquiera labor”, indica Amanda Prieto.

Un paso adelante

Si bien en los momentos iniciales de la iniciativa solo restaurantes privados (paladares) y bares acogían estudiantes de La moneda cubana en sus prácticas y les daban empleo, ahora se insertan también en el sector estatal.

Niurka González, profesora principal de cocina y fundadora del proyecto, asegura que “al cabo de 12 años es maravilloso el avance y el camino por donde vamos: alumnos desvinculados del estudio y del trabajo son hoy grandes profesionales en diferentes especialidades y están tanto en instalaciones estatales como privadas”.

Pueden encontrarse en restaurantes como Van Van, La moneda cubana y Ajiaco, en entidades públicas de la cadena Cimex y la sociedad mercantil Artex, y se están presentando para aspirar a plazas en hoteles de próxima apertura, explica.

Pero la preparación no termina aquí. Como novedad, el proyecto aspira a brindar un curso de especialización, por un año, en alguno de los tres oficios, que abrirá en otra sede habanera, en la barriada de Diez de Octubre.

“Pueden hacer su especialidad y también van a aprender idioma francés, como elemento técnico, entre otras asignaturas, con módulos novedoso sobre la cocina y demás oficios”, adelanta González.

La moneda cubana se prepara para abrir en octubre, en espacios entregados por las autoridades locales de la capital: dos instalaciones gastronómicas donde podrán hacer sus prácticas estudiantes de la iniciativa y encontrar empleo los egresados, según el coordinador general de la iniciativa. (2022)