Reconocimiento al transformismo en el arte cubano

El transformismo debe legitimarse como práctica de la cultura popular, declararon especialistas durante la 5ta Jornada Cubana contra la Homofobia.

Jorge Luis Baños - IPS

La representación de la sexualidad y el erotismo ha pasado por diversos momentos en las tablas cubanas

La Habana, 11 may.- Pese a que ser una práctica antigua y extendida en diversos espacios de la cultura cubana, especialistas y artistas estiman que el transformismo aún es mirado con recelo cuando se intenta incluirlo dentro de las prácticas artísticas en esta isla del Caribe.

El tema fue traído a colación este 10 de mayo durante el espacio de debate habitual “Mirar desde la sospecha”, una iniciativa del Programa Género y Cultura del Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero (Oar) que se realiza los segundos jueves de cada mes en la sede Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).

En esta ocasión, el debate se insertó en un grupo de actividades convocadas para ese día en la sede de la organización como parte de la V Jornada Cubana contra la Homofobia, que incluyeron paneles teóricos, presentaciones de libros y revistas, muestras audiovisuales y lecturas literarias.

Norge Espinosa, teatrólogo y asesor del grupo “El Público”, uno de los colectivos que en la isla se han caracterizado por desmontar los binarismos del género desde el discurso escénico, explicó que el transformismo puede registrarse como práctica desde el teatro bufo en el siglo XIX.

Desde entonces, la representación de la sexualidad y el erotismo ha pasado por diversos momentos en las tablas cubanas hasta llegar a la absoluta diversidad de los tiempos actuales.

“El arte y la cultura, sobre todo la teatral, son espacios donde este tipo de personajes con otro deseo y voluntad pueden encontrar un campo de cultivo”, explicó el investigador, encargado de organizar las acciones que desde la Uneac se suman a la campaña nacional por el derecho a la libre orientación sexual e identidad de género.

Por su parte Abel Sierra, autor del ensayo “Del otro lado del espejo”, indicó cómo a partir de la modernidad el travestismo comenzó a formar parte de los espacios lúdicos que se crean en las ciudades, como sucedió en La Habana desde las primeras décadas del siglo XX.

Sin embargo, para Espinosa hablar de transformismo o travestismo no solo puede encararse desde la presencia performática de alguien que cambia su ropa para parecer otra cosa, pues el concepto roza también la manera en que un ser humano se asume para intercambiar con los otros y crea un personaje que se representa a sí mismo.

“Seducir, encantar, cautivar desde la imagen, es algo que el travesti tiene que hacer con fuerza”, insistió.

Para el crítico de arte, más que analizar el género, el travestismo viene a discutirlo, lo pone como una interrogante abierta. “Un cuerpo que estrella estas nociones de lo femenino y lo masculino también está estrellando las nociones del deber ser, implica un sistema de relaciones con lo más íntimo y lo afectivo”, disertó Espinosa, de ahí que un travesti sea a su juicio “una metáfora andante que no se puede explicar”.

Kiriam, quien ha participado en importantes espectáculos transformistas, en el cine y en videos clips, relató su relación con el público como un acto de fantasía, donde la persona que actúa debe construir un personaje a partir del doblaje, con lo cual se exige de ella un fuerte rigor interpretativo.

La artista se nombró deudora del movimiento de transformistas que se gestó en Cuba a partir de la década del 80 del siglo pasado, sobre todo desde espacios informales como casas particulares, campismos y cabarets de la playa. Con ello llamó a la necesidad de reconocer la profesionalización de este tipo de prácticas culturales, pues existe tradición y calidad en quienes cultivan esta manifestación.

Por su parte, Sierra coincidió en que deben cambiarse los esquemas mentales sobre lo que es arte, pues hay un prejuicio muy grande con el doblaje y ese puede estar constituyendo un punto de fricción sobre lo que se establece en las políticas de la cultura con respecto al travestismo.

En otro orden, señaló la relación prejuiciada de la alta cultura con respecto a los espacios donde tradicionalmente han entrado los travestis. “El travestismo debe ser entendido como una práctica más dentro de las múltiples variantes de la cultura popular”, concluyó.

“Mirar desde la sospecha” es un espacio coordinado por la académica Danae C. Diéguez, las periodistas Helen Hernández Hormilla y Lirians Gordillo Piña, con el apoyo de la Consejería Cultural de la Embajada de España en Cuba, la Agencia Española para la Cooperación y el Desarrollo (Aecid) y la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude). (2012)

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