Ángel caído en la Biblioteca del Pueblo

Entre los 82 volúmenes de la renacida colección Biblioteca del Pueblo, que se lanzó en la 33 Feria Internacional del Libro de La Habana, se encuentra la reedición de la Poesía completa de Ángel Escobar.

La Poesía completa de Ángel Escobar ha sido reeditada para la colección Biblioteca del Pueblo.

Foto: Tomadad de Cubaliteraria

Faltaban diecisiete días escasos para el 3 de marzo y la celebración de su cuarenta cumpleaños. Dejó sobre el piano su último poema mecanografiado en una hoja de papel, caminó al balcón del apartamento y se lanzó por encima de la baranda. Ángel Escobar cayó y la poesía que lo había sostenido hasta entonces, precariamente, a salvo del abismo, nada pudo hacer. Era 1997 y justo el 14 de febrero, esa fecha que la gente dedica a ensalzar la amistad y el amor; pero aquel día un poeta se despedazó en el pavimento.

Los suicidas son un enigma que incita a seguir las pistas morbosas. Efraín Rodríguez Santana, quien publicó una antología poética de su amigo entrañable (Fatiga ser dos sombras, 2002) y una novela inspirada en esa vida (La cinta métrica, 2011), ofrece algunas: “Él murió de la furia de su madre y de su padre muertos violentamente, de la pobreza atroz de sus hermanos en un arenal de Santiago de Cuba, del bullicio de la esquizofrenia parlante en el sopor de las noches y los días”.

Hurgando al interior de la poesía de Escobar, el ensayista Enrique Saínz encontró a “un hombre en perpetuo desasosiego, poseído por un mal incurable y devastador que apenas le permitió entrever y disfrutar algunos momentos de paz y sosiego, momentos en los cuales alcanzó a ver y aprehender el entorno y su propio destino último como posibles”.

A menudo, el mismo Escobar concebía versos premonitorios y en “Marca”, poema de Cuando salí de La Habana (1996), escribió “Yo acaso soy mis repetidas muertes invisibles”. En carta al amigo Alain Sicard describió una paranoia que escapaba de su control: “Un miedo atroz me sobrecoge: un no sé qué, algo que no sabe lo que me hará, pero que yo veo rondar mi cabeza y disparar mi cuerpo”. Vio en el poeta Raúl Hernández Novás, muerto por mano propia en 1993, a un alma gemela cuando pronunció estas palabras: “Tengo mi cicactriz y recuerdo a Novás”.

82 títulos selectos de la literatura cubana y universal salieron a la luz con Biblioteca del Pueblo durante la 33 Feria Internacional del Libro (Foto: Tomada de Cubadebate).

 

Ángel recuperado

Pero no se escribe este texto solamente para conmemorar unas datas, las del nacimiento (3 de marzo de 1957) y muerte (14 de febrero de 1997), de un poeta imprescindible. La razón principal es la de celebrar que la Poesía completa de Ángel Escobar, publicada en 2006 por Ediciones Unión, haya reaparecido gracias a la Biblioteca del Pueblo, una iniciativa lanzada durante la recién concluida Feria Internacional del Libro de La Habana.

Manteniendo el prólogo de Enrique Saínz y los epílogos de Basilia Papastamatiú y Efraín Rodríguez Santana del volumen original y dividida en dos tomos ―recoge desde el libro iniciático: Viejas palabras de uso (1978), hasta el último poemario: La sombra del decir (1997)―, esta antología es pieza valiosa, que prestigia a una colección de 82 títulos concebida como lo más selecto de la literatura cubana y universal.

Yo me voy y me quedo y nada aguanta/ mi permanencia o mi partida: mi alma.

Ángel Escobar

La Biblioteca del Pueblo es también, a su vez, un renacer, pues toma como punto de partida el proyecto editorial de igual nombre que se implementó poco después del triunfo revolucionario, con Alejo Carpentier participando de su fundación, y cuya primera publicación fue el célebre Quijote de Cervantes.

Merced al esfuerzo del Instituto Cubano del Libro, en medio de tan difíciles condiciones económicas, para sacar esta colección en libros de papel, ahora la poesía de Ángel Escobar se podrá encontrar en las librerías, con la escolta del Madame Bovary de Flaubert, Los hermanos Karamazov de Dostoievski, El principito de Antoine de Saint Exupery, Ensayo sobre la ceguera de José Saramago, La Edad de Oro de José Martí y La carne de René de Virgilio Piñera, entre otros clásicos insuperables.

Portada de la primera edición, realizada por Ediciones Unión en 2006 (Foto: Tomada de Ecured)

 

Ángel raro

Expuestos sean, antes de terminar, unos breves apuntes sobre lo que hallarán entre las páginas del volumen de Ángel Escobar.

En el poema V del “Libro Primero” de Viejas palabras de uso, se lee: “Arde el recuerdo afuera, / y el sol llega y lo estira. / Lo veo desde mi nuca, / desde mi rincón solo, acurrucado, / sin ganas de catarle su estatura”. Ya con este cuaderno ganador en 1977 del Premio David para escritores noveles anunciaba la llegada de una voz intimista, de un tipo de bardo ajeno al contexto poético de esa época.

Si bien un verso suyo expresa que “hay una Isla en el centro del deseo”, su lírica iba a contrapelo del patriotismo exaltado y la poesía social encartonada de muchos de sus contemporáneos, para ensimismarse en los tortuosos avatares existenciales del individuo.

El poeta y ensayista Víctor Fowler señala que la escritura de Escobar es “el testimonio de su vida, testimonio de una autenticidad ejemplar, pero el poeta pudo elegir entre el silencio y la palabra, entre el sufrimiento callado y su poesía angustiada, o entre una poesía tonta y la suya, desesperada y anhelante de transparencia, de conocimiento”.

Acaso por saberse un raro, dijo: “Estas son las confesiones de un idiota”. Pero los cambios sociales de esa década del noventa, la última que vivió, y de las posteriores, hicieron que sus poemas catárticos fueran cada vez más inspiradores, hasta dejar a Escobar sembrado en el centro del canon de la poesía nacional y alumbrando la obra de las siguientes generaciones literarias.

Hoy, la Poesía completa puesta de nuevo en manos de los lectores, demostrará la validez y actualidad del sujeto lírico entronizado por Ángel Escobar. Cual si fuera un profeta, o una voz de oráculo, él desde su poema “El Otro” ya nos advertía: “En esta ciudad sucia no nos espera nadie” (2025).

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