Noel Nicola, el trovador desconocido
En esta entrega especial de verano Archivo IPS Cuba recuerda a Noel Nicola, para muchos el más importante trovador desconocido cubano, en ocasión de los 20 años de su partida física.
Además de llevar sus canciones a más de 30 países, Noel Niclola, compuso para cine, teatro y televisión.
Foto: Tomada de Uneac
Un día le preguntaron a Noel Nicola por qué su obra era más conocida en el extranjero que en Cuba y, sin darle muchas vueltas al asunto, respondió: “Quizá soy feo para los directores de programas”.
La razón no podía ser sólo esa. Carlos León, un viejo amigo del trovador cubano fallecido la noche del domingo 7 de agosto (2005) en La Habana, piensa que el autor de “Para una imaginaria María del Carmen” era “un tipo tremendamente sencillo y humilde” para exigir por sí mismo el espacio que le correspondía y merecía.
“Era un hombre de una verdad limpia y clara, algo que más bien disgusta. Dijo siempre lo que tenía que decir, donde lo tuviera que decir” y sin importarle si gustaba o no, aseguró a Cultura y Sociedad el director del documental sobre Nicola Así como soy.
“Detrás de esta guitarra/hay un tipo lleno de complejos/un tipo que no escapa a las leyes/de nuestro universo/pegado a la tierra/urgente de besos”, intentó explicar el cantautor en la canción que dio título al proyecto fílmico de León.
Al morir de cáncer a la edad de 58 años, Noel Nicola era más conocido por ser uno de los fundadores del Movimiento de la Nueva Trova (MNT), junto a Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, que por su obra: unas 350 canciones y 12 discos en solitario.
“Él se nos va solo, lo mínimo como para reconocer que es un fundamental desconocido, una rica sustancia por revelar, que una vez se autonombró trovador sin suerte”, afirmó Silvio Rodríguez al hacer la despedida de duelo en el cementerio de la capital cubana.
Después, familiares, trovadores y amigos se reunieron junto a una guitarra para cantar “Es más, te perdono”, una obra que desde su aparición, hace más de 20 años, se ganó un lugar permanente en cualquier antología de la cancionística cubana.

Nieto de Clara Romero de Nicola e hijo de Isaac Nicola, nombres imprescindibles en la historia de la llamada escuela cubana de guitarra, Noel nació el 7 de octubre de 1946 y cuentan que a los 13 años ya hacía sus propias canciones.
Años más tarde, el 18 de febrero de 1968, se presentó en el escenario de la Casa de las Américas junto a Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, en un concierto que pasó a la historia como el primer momento de lo que después se llamaría la Nueva Trova.
“Nueva” porque rompía con una manera de hacer la canción y “Trova” porque, a pesar del rompimiento, se reconocía como continuadora de la trova tradicional cubana, explicó el propio Nicola en varias ocasiones. “La vida había cambiado y seguía cambiando, y lo que sonaba no les alcanzaba para expresarla (…) No se propusieron hacer una música ni una canción ‘nuevas’, no las buscaron deliberadamente: las encontraron cantando, tratando de expresarse”, recordó en ocasión del aniversario 25 del MNT, como si él no hubiera sido parte de toda aquella historia.
Tras aquel concierto de la Casa de las Américas, Nicola se sumó al Grupo de Experimentación Sonora del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) y, cuando en 1972 se funda el Movimiento de la Nueva Trova, fue nombrado coordinador nacional.
Además de llevar sus canciones a más de 30 países, compuso para cine, teatro y televisión, cantó poemas infantiles y trabajó durante años en la musicalización de la obra del poeta peruano César Vallejo. Su discografía incluye títulos como Comienzo el día (1977), Así como soy (1981), Lejanías (1985), Noel Nicola canta a César Vallejo (1986), Tricolor (1987), Ánimo trovador (1989), Soy y no soy el mismo (1998) y Dame mi voz (2000).
“Noel no se conformó con trovar, algo que lo hubiera ya llevado a la fama y a la eternidad. El hizo un gran trabajo para aglutinar a todos aquellos jóvenes que querían hacer una nueva canción”, dijo el musicógrafo y periodista Lino Betancourt. A juicio del especialista, “los artículos publicados por Noel Nicola son un punto de referencia obligado para todos los que quieran conocer de los antecedentes de la nueva canción trovadoresca en Cuba”.

Un día escribió que tenía “una fe tremenda en los recuerdos, en la memoria que los humanos vamos acumulando, un día tras otro”. Así, las amistades más cercanas recuerdan aún las columnas de papeles que Nicola atesoraba en un viejo baúl de madera y a la vista de todos en su pequeña casa de la calle San Nicolás número 118, en el municipio habanero de Centro Habana, para un libro que algún día escribiría.
“Les digo que ni siquiera tengo listos fragmentos completos, que mi ‘canción sin música’ sobre toda la trova cubana sólo tiene la ‘base armónica’ y la ‘estructura terminadas’ y que aún no tiene ‘melodía’ ni ‘letra’, que está en pañales”, contó en un artículo para La Gaceta de Cuba en 1997. Y adelantó un apunte que llamó su “quasi-testamento”, su “obsesión más constante sobre toda la trova cubana de siempre”: “Hoy, en algún lugar de Cuba, algún o alguna joven está tomando su guitarra en las manos para tratar de ‘decir algo’ con la canción que le nace a imagen y semejanza de su tiempo. Llámele ‘trova tradicional’, ‘filin’, ‘generación de los topos, de la novísima, Te doy otra canción’, o cualquier otro nombre que se anime a ponerle a aquello que lo identifica y de lo que se hace cómplice, estará, quiéralo o no, continuando esta historia, abriéndole camino con sus propios pasos”.
Pasados ocho años, el libro de la trova seguía siendo un sueño aplazado entre sus proyectos musicales y el trabajo diario que realizaba al frente de la Editora Atril de Producciones Abdala, una empresa cubana de grabación y edición musical.
Trabajando intensamente estaba cuando en marzo pasado los médicos le pronosticaron apenas unas semanas de vida. Meses después, Noel Nicola murió con la tranquilidad de la verdad, como si se dejara llevar por la muerte.
Sobre su proverbial acidez, el trovador Vicente Feliú aseguró que “era así porque le avergonzaba su ternura”. Carlos León lo definió como “un tipo de un corazón inmenso, envuelto en una escafandra inmensa” y Silvio Rodríguez lo recordó como “un hombre armado de pétalos pintados como dientes” que suplicaba que lo amaran “tal y como era”.
“Yo de Noel no hablo, yo a Noel lo canto”, dijo en tanto Jorge García, uno de los pocos trovadores cubanos que siempre ha reconocido su deuda con la obra del que supo ser, por encima de cualquier otra cosa, un gran amigo.
—
Nota:
Publicado originalmente en la revista Cultura y Sociedad de IPS Cuba, No.8, de agosto de 2005.
Su dirección email no será publicada. Los campos marcados * son obligatorios.
Normas para comentar:
- Los comentarios deben estar relacionados con el tema propuesto en el artículo.
- Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
- No se admitirán ofensas, frases vulgares ni palabras obscenas.
- Nos reservamos el derecho de no publicar los comentarios que incumplan con las normas de este sitio.