Cooperación estimula proyectos sostenibles para la agricultura

La Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo implementa una plataforma para la gestión eficiente del agua en la agricultura.

En Cuba, donde los efectos del cambio climático inducen la escasez de agua y por ende se intensifican los desafíos alimentarios, experiencias como estas resultan imprescindibles.

Foto: Archivo IPS Cuba

La Habana, 7 jul.- Una delegación italiana de expertos del Canal Emiliano Romagnolo (CER) visitó Cuba como parte de las acciones del proyecto Abastecimiento Municipal Alimentario (HAB.AMA), iniciativa centrada en el impulso de la agricultura y el desarrollo de economías locales sostenibles.

El proyecto es financiado por la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo (AICS) y busca fortalecer capacidades nacionales mediante la transferencia de conocimientos, tecnologías y prácticas enriquecedoras con el medio ambiente.

Durante esta visita del 17 al 27 de junio, se presentó oficialmente la propuesta ACQUA CAMPUS CUBA, un programa que pretende introducir sistemas de riego automatizado y tecnologías de monitoreo climático, con el objetivo de optimizar el uso de los recursos hídricos en un contexto de creciente vulnerabilidad climática.

El eje central es potenciar la producción agroalimentaria local mediante una estrategia económicamente viable, socialmente inclusiva y ambientalmente responsable. Al integrarse a los aprendizajes de HAB.AMA, esta iniciativa se proyecta como un modelo replicable que puede contribuir significativamente a garantizar el acceso a alimentos sanos y diversificados en las comunidades.

Uno de los pilares fundamentales de esta cooperación es el acompañamiento técnico y científico. La AICS y el CER, en colaboración con el Ministerio de la Agricultura y el Instituto de Investigaciones en Fruticultura Tropical, están trabajando en la implementación de proyectos piloto que promuevan la sostenibilidad en tres áreas clave de la investigación y la producción agropecuaria.

La instalación y puesta en marcha de estos sistemas se contempla en diversas zonas del país, tanto en espacios experimentales como en fincas productivas, lo que permitirá evaluar su desempeño en diferentes condiciones agroecológicas. (Foto: Cortesía de AICS).

ACQUA CAMPUS CUBA

Según explicó Roberto Giuliotto, experto del sector agricultura y medioambiente de la AICS: “En La Habana la distribución del agua para la agricultura compite con el agua destinada al espacio urbano para el uso cotidiano, porque las cuencas hidrográficas son las mismas”.

En ese sentido, este proyecto se enfoca en gestionar el recurso hídrico de manera racional y oportuna, beneficiando principalmente la producción de tres cadenas alimentarias: frutales, hortalizas y ganado menor.

Las soluciones propuestas se enfocan en la automatización del riego agrícola utilizando sensores de humedad del suelo y estaciones meteorológicas automáticas. Esta tecnología no solo permite una mayor eficiencia en el uso del agua, sino que también ayuda a reducir el impacto ambiental de las prácticas agrícolas tradicionales, al evitar el desperdicio y promover un manejo más preciso de los cultivos.

“Nuestro objetivo es lograr que todos los agricultores cubanos puedan usar estos sistemas de riego inteligentes para disminuir gastos de producción. Vamos a poner en cada finca una estación metro que lee todos los datos que se necesitan para hacer un balance hídrico correcto: temperatura, humedad y variación solar, entre otros” Afirmó Giole Chiari, investigador del CER.

En un escenario cubano donde los efectos del cambio climático impulsan la escasez de agua y por ende se intensifican los desafíos alimentarios, experiencias como estas resultan positivas y reafirman el valor de la solidaridad internacional y el conocimiento compartido como herramientas clave para una agricultura más sostenible y resiliente.

El sistema de riego inteligente envía a los agricultores señales de la necesidad específica de cada cultivo. (Foto: Cortesía de AICS)

Especialistas destacan en ese sentido que la falta de tecnología avanzada en la agricultura cubana limita significativamente la eficiencia y productividad del sector. Muchos procesos aún dependen del trabajo manual y de sistemas tradicionales de riego, lo que dificulta el manejo óptimo de los recursos naturales, especialmente el agua.

Además, la escasez de equipamiento moderno restringe el aprovechamiento del potencial científico local. Sin tecnologías de precisión, se incrementan las pérdidas en las cosechas y se dificulta la diversificación de la producción. Estas limitaciones impactan directamente en la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible del país.

Capacitación y asesoramiento

Durante la visita de los especialistas italianos, se realizaron jornadas de capacitación y asesoramiento técnico en varias instituciones científicas cubanas.

Entre ellas, el Instituto Nacional de Investigaciones Fundamentales en Agricultura Tropical Alejandro de Humboldt, donde se desarrollan bioplantas mediante embriogénesis somática, una técnica que permite multiplicar especies frutales resistentes y de alto valor comercial.

También se visitaron fincas de producción de hortalizas y frutales como “Sí se puede”, “Las Piedras”, “La Yoandra” y “Julito Díaz”, ubicadas en los municipios capitalinos de Boyeros, Guanabacoa y Arroyo Naranjo.

Estos espacios, que ya forman parte del ecosistema agrícola urbano de La Habana, servirán como escenarios para la aplicación práctica de las nuevas tecnologías de riego y gestión hídrica en la agricultura cubana.

“Para nosotros el proyecto es muy valioso porque llega a cubrir una necesidad importante. Por las difíciles condiciones de la zona que tiene un microclima, es muy difícil conocer la información de humedad que tiene el suelo y en ocasiones nos equivocamos con los riegos echando a perder plantaciones valiosas”, explicó Yoandra Álvarez, beneficiaria del proyecto HAB.AMA.

Este tipo de cooperación técnica promueve la creación de redes entre instituciones científicas, productoras y organismos internacionales, favoreciendo el intercambio de buenas prácticas y el desarrollo conjunto de soluciones adaptadas a las realidades locales. (2025)

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