La electricidad, una soga al cuello de Cuba
En el recientemente publicado Programa de gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía, recuperar el SEN aparece como el objetivo general número 9
 
                                La CTE Antonio Guiteras, en Matanzas, que se califica como el bloque unitario más eficiente, se someterá a una inversión prevista para diciembre y 180 días de duración. Con ese mantenimiento se prevé llegar a 315 MW.
En Cuba, donde los apagones han pasado a ser un elemento más de la cotidianidad y pueden extenderse hasta durante más de 20 horas, según el territorio, se cuestiona la capacidad para buscar una solución eficaz y duradera a un problema que afecta tanto lo doméstico como la economía global.
Los permanentes cortes eléctricos alteran los ciclos productivos; las entidades pasan buena parte de las horas laborales sin servicio, atrasando sus misiones; la falta de corriente obstaculiza el bombeo de agua para todos los usos; se dificulta la cocción de alimentos, la higiene y hasta el sueño, provocando malestar, estrés e inseguridad.
Desde hace meses, en redes sociales, debates entre especialistas y en conversaciones callejeras se ha cuestionado la construcción de la llamada Torre K, el edificio más alto de Cuba, un hotel que habría costado unos 200 millones de dólares, en medio de la crisis energética que desde hace mucho padece el país.
Pese a algunos criterios expertos sobre la pertinencia de esa inversión, la mayoría de las opiniones, especializadas y paganas, coinciden en que mejor habría sido invertir ese monto en una nueva termoeléctrica, cuando las existentes, por sus largos años en explotación y falta de ciclos adecuados de mantenimiento, hacen que su operación sea compleja e inefectiva.
En la actualidad, las siete centrales termoeléctricas en operación en Cuba superan los 30-35 años de explotación, y siete de ellas, sobrepasan los 40. En el mundo, este tipo de plantas tienen una vida ùtil de alrededor de 25 años y 200 000 horas.
El deterioro provoca inestabilidad, inseguridad y accidentes, con las consecuentes salidas imprevistas por averías y limitaciones de potencia. En un año, el país ha vivido cinco apagones nacionales que dejaron sin servicio a más de nueve millones de personas.

Ecosistema termoeléctrico
Según diferentes fuentes, el 95 % de la energía eléctrica de Cuba se genera usando combustibles fósiles (petróleo y gas natural): las centrales termoeléctricas usan petróleo crudo nacional, mientras otras plantas, más pequeñas, usan gas acompañante de los pozos de petróleo.
Distribuidas por todo el país, están activas en la actualidad siete centrales termoeléctricas, con tecnología de diferente procedencia y fecha de construcción.
Sobre ellas existe información dispersa y, en ocasiones, según la fuente, no coinciden las fechas y capacidades.
La CTE Máximo Gómez, más conocida como Mariel, construida en 1982 con tecnología de la antigua Unión Soviética, cuenta en la actualidad con cuatro unidades de 100 megawatt cada una. En el pasado, contó con cuatro bloques de 50 MW, que fueron demolidos.
La CTE Ernesto Guevara, está ubicada muy próxima al mar, en Santa Cruz del Norte, provincia de Mayabeque. Concluida en 1991, cuenta con tres unidades de 100 MW cada una de tecnología soviética, que también puede consumir combustible crudo a través de oleoductos desde pozos de la zona.
En la también occidental provincia de Matanzas, está la estrella de las CTE cubanas, la Antonio Guiteras, hacia la cual se centran todas las miradas por su papel decisivo en la generación eléctrica del país. Cuando “se cae” la Guiteras, la población tiembla, temiendo una nueva desconexión total del sistema, un apagón nacional.
Construida por la firma francesa Alsthom en 1988, cuenta con la mayor unidad generadora del país con una potencia de 330 MW. Catalogada como el bloque unitario más eficiente del país, consume crudo nacional que recibe por oleoducto.

De acuerdo con algunas fuentes, la central, ha visto reducida su capacidad de 320 a 240 megavatios tras 37 años de explotación. Fuentes oficiales indican por su parte que su máxima capacidad es de 250 MW.
A partir de 2015, cuando la estadounidense General Electric Company compró la compañía francesa Alstom, se perdió el acceso a un crédito francés que canalizaba los suministros y repuestos, lo que hizo que la gestión se volviera extremadamente compleja, dijo en septiembre Rubén Campos, su director general.
Para finales de 2025 está previsto un mantenimiento capital, un tipo de intervención que “debería realizarse cada siete u ocho años, según los estándares técnicos, pues resulta crucial para equipos básicos como caldera, turbina, generador y transformador”. Con el mantenimiento capital se prevé que la termoeléctrica alcance unos 315 megawatts.
Al centro sur de Cuba se encuentra la Carlos Manuel de Céspedes, que cuenta con dos unidades Hitachi japonesas de 158 MW de potencia, instalada entre 1978-1979. La CTE se alimenta del combustible que recibe por oleoducto desde la refinería de Cienfuegos y aunque está preparada para la quema de combustible crudo nacional, se reporta que regularmente consume fuel oil.
Al norte de la provincia de Camagüey, en la ciudad de Nuevitas, está la CTE Diez de Octubre, construida entre 1968 y 1978, que posee cuatro unidades Skoda de 125 MW de potencia cada una, de tecnología fabricada en la antigua Checoslovaquia,
Más conocida por la población cubana como Felton, la CTE Lidio Ramón Pérez, en el municipio de Mayarí, en la oriental provincia de Holguín, cuenta con dos unidades Skoda de 250 MW de potencia cada una, también con tecnología de la antigua Checoslovaquia, construida entre 1982 y 1988.
La séptima CTE es la Antonio Maceo, Renté, en Santiago de Cuba, que dispone de cuatro unidades de 100 MW de potencia cada uno con tecnología de la desaparecida Unión Soviética, terminadas en 1984. estos bloques también consumen petróleo crudo nacional.

¿Soluciones?
Según varios análisis, el elevado monto necesario para darle un vuelvo a la situación actual, no puede implementarse dentro de una política sectorial desconectada de otros cambios en el modelo productivo.
Se estima que la recapitalización de la actual potencia instalada tomaría de 5-10 años en ejecutarse y un estimado global de entre 8 000-10 000 millones de dólares, a partir de proyectos que sean rentables para los inversionistas, ya sean públicos o privados.
El artículo El sistema eléctrico nacional y el futuro de la economía cubana, publicado por la estadounidense Universidad de Columbia, señala que “no existe solución a corto plazo para los desafíos energéticos de Cuba”, tanto por su dependencia de las importaciones de petróleo y gas, como por la anticuada infraestructura energética y los elevadísimos montos para su recapitalización.
Cuba busca una vía de paliar la grave situación del Sistema Electroenergético Nacional (SEN) con las fuentes renovables de energìa. Desde 2014 se anunció una estrategia para aumentar su proporción en la generación eléctrica, que se ha mantenido oscilando alrededor de 5 %. En 2021, la meta inicial de llegar al 24 % en 20230 se elevó a 37 %.
En tanto, la población cubana continúa enfrentando, a duras penas, el castigo que representan los apagones y que pueden paliar, en el plano individual, solo quienes pueden acceder a energía solar fotovoltaica o generadores de electricidad domésticos, de costos elevados e impagables para la mayoría de los hogares.
En el recientemente publicado Programa de gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía, recuperar el SEN aparece como el objetivo general número 9, con seis objetivos específicos y 15 acciones, y se propone lograr su crecimiento y sostenibilidad, para satisfacer la demanda de la economía y la población, con un enfoque de transición y soberanía energética, y uso eficiente y racional de la energía.
(2025)
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