Luis Carbonell: el inimitable

El centenario del conocido “Acuarelista de la Poesía Antillana” nos hace recordar a uno de los más grandes representantes de la cultura latinoamericana de todos los tiempos.

Luis Carbonell recibió en 203 los premios Nacionales del Humor y de la Música.

Foto: Tomada de Habana Radio

Fue el cómico y presentador argentino Pepe Biondi quien lo bautizó como “el acuarelista de la poesía antillana” y desde entonces el declamador, pianista y repertorista  Luis Carbonell ha quedado en el imaginario cubano como una de las figuras más inolvidables de la cultura de la isla caribeña.

En este año de su centenario muchos son los homenajes que se le han tributado a un artista que el escritor cubano Reynaldo González definió como inimitable y que dio fuerza con los matices de su voz a poetas como Nicolás Guillén, Emilio Ballagas, Luis Palés Matos, Aquiles Nazca y muchos otros de la lírica de habla hispana.

Traía en la voz algo de bongosero tradicional, un refinamiento criollo, la flexibilidad de lo vivido y asumido”.

Reynaldo González

Como ha dicho el ya citado Reynaldo González: “sus manos ofrecían una novedosa expresividad al recitar pero también ganaban la resonancia del piano con una ligereza y un oficio insólitos. Su acendrado dominio de la música ayudaba a sus presentaciones. Traía en la voz algo de bongosero tradicional, un refinamiento criollo, la flexibilidad de lo vivido y asumido”.

Junto a la reconocida cantante Esther Borja acompañándola al piano.

Nacido en Santiago de Cuba un 26 de julio de 1923, Carbonell venció la oposición de sus padres a dedicarse al arte de la declamación. Ellos esperaban de él un abogado o un médico, pero como dijo en alguna ocasión “en mí se imponía cada vez con mayor fuerza el deseo de recitar”.

Para cumplir con ese sueño en 1946 viajó a Nueva York donde tuvo que trabajar en una joyería pero, al mismo tiempo, se presentaba en veladas familiares, clubes nocturnos y en el famoso show de Tropicana como pianista acompañante o recitador.

Y fue en esa ciudad estadounidense donde conocerá a dos de sus grandes mentores: la cantante Esther Borja y el compositor Ernesto Lecuona quienes inmediatamente reconocieron su talento llegándolo a calificar este último como “un genio de la poesía negra”.

Permanecerá eternamente en el corazón del pueblo cubano quien todavía repite los versos de su “negra Fuló”.

Después de exitosas presentaciones en Estados Unidos y Puerto Rico, incluyendo una en el Carnegie Hall que le valió gran reconocimiento, regresa a Cuba en los últimos meses de 1948 y debuta en el cine teatro Warner con un extraordinario éxito.

La década del cincuenta consolidó su nombre en toda América Latina y trabajó en la televisión cubana fundando populares espacios en ese medio de difusión.

Viajó a Venezuela, México y Barcelona y se convirtió en pionero de la narración oral interpretando textos en prosa de autores de cómo Lydia Cabrera, Félix Pita Rodríguez y Virgilio Piñera, entre otros.

Después del triunfo revolucionario de 1959 el arte de El cuarelista… llega a los sectores más populares de la sociedad y era común verlo presentarse en centros nocturnos, casas de cultura y museos acercando su poderosa presencia a los que, en el pasado, no habían podido disfrutar de su arte.

Como músico también tuvo una labor relevante. Colaboró en el repertorio de importantes solistas y ayudó a la formación de numerosas agrupaciones vocales, entre las que podrían citarse el Cuarteto del Rey donde tuvo su debut el inolvidable Pablo Milanés.

Los Estudios de Animación del Icaic le rinden homenaje con su muy gustada serie Acuarelas de Cuba, transmitida por la televisión cubana.

En el 2003 recibe los premios Nacionales del Humor y de la Música y era conocido por numerosos públicos que lo reverenciaron hasta el día de su muerte: en la madrugada del 24 de mayo de 2014 a la edad de noventa años.

No hace falta un centenario para recordar a ese artista de altos quilates que fue Luis Carbonell. Estoy segura de que el permanecerá eternamente en el corazón del pueblo cubano quien todavía repite los versos de su “negra Fuló” y no puede evitar una sonora carcajada cuando recuerda “los quince de Florita”.

El Acuarelista de la Poesía Antillana es y será siempre uno de los más importantes legados de todos los tiempos a la cultura cubana. (2023)

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