Un viejo amigo, cuya cercanía arrastro desde los días de los estudios primarios y cuya suerte en la vida ha sido errática, me ha hecho la advertencia: “No salgas más a la calle con esa cadena en el cuello… Por quitártela pueden darte un puntazo”. Un “puntazo”, en el lenguaje habanero de hoy es una cuchillada en un costado del tórax. La cadena en cuestión, aunque de oro, es de eslabones finísimos y fue propiedad de mi madre, que la heredó de su madre, y que quiso regalármela en los ya lejanos días en que comencé mis estudios preuniversitarios y me hice “adulto”. Desde entonces la he llevado siempre conmigo, como mi talismán, como una seña de mi identidad y de conexión material con el cariño de mi progenitora: conmigo ha estado en aquellos cortes de caña con los que empecé a practicar mi adultez entonces recién estrenada, durante mis tiempos universitarios, a lo largo del interminable año que pasé en Angola como corresponsal, en los viajes que luego he hecho dentro y fuera de la isla. Siempre conmigo, por más de cuarenta años. Y ahora pienso si debo seguir llevándola o no: si vale la pena arriesgarme a ser agredido, herido, por ser despojado de un objeto cuyo valor es más simbólico y espiritual que material.
I frequently remember, with more than justified nostalgia, those nights in the late 1970s and 1980s in which twice or three times a week Lucía and I used to go to the cinema. Due to a question of geographical location in Havana, but also because of a preference that increased with the years, the theatres located around La Víbora and Santo Suárez were our favourites: the Alameda, Los Angeles, but especially the Mónaco, which for us had a special charm and is still today one of the indelible sites of our most affective memory.
Comentario sobre Leite derramado, novela de Buarque que se editó en Cuba recientemente.
En sus flamantes y fructíferos 70 años, el carioca Chico Buarque de Hollandano se detiene, sobre todo dentro de lo que más parece ocuparle en los últimos años: la literatura, concretamente la novela. Acaba de publicar El hermano alemán(Mondadori).
El legado de Nicolás Guillén Landrián en los realizadores cubanos de hoy
La obra cinematográfica de Nicolás Guillén Landrián ha influenciado a una generación completa de cineastas cubanos. Su marca está en el cine de Jorge Luis Sánchez, Juan Carlos Cremata, Raydel Araoz, Gustavo Pérez, Esteban Insausti y Susana Barriga, entre otros.
Varios hechos en 2015 matizan el panorama de la informatización de la sociedad cubana. La supuesta filtración de un documento rector de esa política en el país abre –o quizás cierra- un ciclo en materia de telecomunicaciones para Cuba.
Hace poco más de un año, el entonces director general de informática del Ministerio de Comunicaciones (MINCOM), Ernesto Rodríguez, en una entrevista con fines investigativos, señalaba: “hoy el tema de la informatización del país se está reordenando (…). Actualmente se está en un proceso de revisión, de re-evaluación de todas esas cuestiones estratégicas, de política, que en su momento tendrán una oficialización”.
The government decided to extinguish a group of 24 entities with negative financial balances, the majority belonging to the agricultural and livestock sector.
After three years of sustained losses, a group of Cuban state-run enterprises finally went bankrupt and the government decided to extinguish them. The measure came up during the recent Parliament sessions but aroused little repercussion inside the country despite this being a novelty, at least as a public announcement; probably because it was already previewed in the document guiding the economic changes in Cuba.
After a year of controversy in the official media, on the social networks and even academic spaces, the so-called “weekly packages” continues generating comments, like the saga of many series contained in that “made in Cuba” underground product.