Documentar a Marta Valdés
Este 2025 se estrenó un documental que hace homenaje a una de las figuras más importantes del movimiento musical llamado “feeling”.

La inolvidable artista cubana, fallecida en 2024, es la protagonista del documental Marta Valdés. Soberana del tiempo.
Foto: Tomada de la web de FICGibara
La definición más aceptada de documental pertenece al inglés John Grierson. Él escribió que era el tratamiento creativo de la realidad. Sin embargo, bajo la etiqueta de documental se han incluido innumerables textos audiovisuales que no alcanzan el riesgo, la creatividad artística, pero cumplen una función importante, no ajena a las mejores películas del género: “documentar”.
A ese grupo de filmes que documentan la memoria, muestran la labor de alguien o recrean un acontecimiento sin descollar en el sentido artístico, pertenece Marta Valdés, soberana del tiempo (2025), dirigido por el periodista Raúl Nogués y el realizador audiovisual Juan Carlos Travieso.
Detrás de cámara
La historia del documental Marta Valdés, soberana del tiempo está vinculada a la amistad entre la compositora y cantante cubana y el joven periodista.
La relación se remonta a 2012 y pasó de una entrevista sobre Elena Burke a un acercamiento casi cotidiano, que le permitió a Nogués calificar a Marta Valdés (6 de julio de 1934 – 3 de octubre de 2024) como mentora suya en temas de la música, el arte y la propia vida.
Esta importantísima figura del movimiento musical llamado “feeling” hizo un amplio aporte al cancionero cubano y, además, desempeñó una labor significativa en la musicalización de piezas teatrales del grupo teatro Estudio.
Aunque considerada por muchos intelectuales como una mujer sensible, inteligente, avezada incluso en la escritura ensayística, nunca se le había realizado un documental. Cuenta Nogués que, en buena medida, había sido porque ella no lo permitía. Un privilegio que sólo le concedió a él, casi al final de su vida.
Esa amistad entrañable, la posibilidad de tener acceso a la casa de Marta Valdés: el templo de creación, con su mundo íntimo y la iconografía de la artista, se convierte en una de las virtudes y, al mismo tiempo, en una desventaja para el filme.
Virtudes porque, durante los 57 minutos del audiovisual, pasan por la pantalla una amplia galería iconográfica, acompañada por opiniones de importantes personalidades de la cultura nacional y, sobre todo, algunas de sus canciones.

La pasión, la necesidad
Desventaja: por el exceso. Provocado por la confusión de la pasión y la necesidad de que nada quede sin decirse, sin documentarse. Nogués se deja llevar acaso por lo que esta estrella del universo cultural cubano le confesó en una oportunidad: “Sé cuándo las fuerzas se hacen ciegas, sé cuándo se guardan el corazón en el bolsillo y le pasan el zíper. Eso es lo peor que le puede pasar a alguien”.
El proyecto de abordar audiovisualmente la obra de Marta Valdés tuvo un primer intento que quedó en pausa, según su director.
Desde el inicio, la cantautora participó hasta el punto que su realizador la considera casi co- directora, pues le consultaba muchas cosas. Ella decía dónde sí, dónde no, y Nogués se regía por los criterios que ella le daba.
En ese alto de la realización se incorporó el realizador Juan Carlos Travieso, recomendado por Yatsel Rodríguez, un trovador de Santa Clara, previa aprobación de la propia Valdés. Nogués manifiesta que la aceptación inmediata y entusiasta de Travieso en el proyecto fue una bendición.
Finalmente, el equipo principal se complementó, a solicitud de Travieso, con otro trovador: Rey Montalvo, quien participa como guionista también.
Martha Valdés, soberana del tiempo fue pensado por sus creadores como bloques temáticos, ensamblados para realzar su obra musical, principalmente, tanto en la canción como en el acompañamiento de las obras teatrales. Al final, incursiona brevemente en su labor como escritora.

Estructura para un homenaje audiovisual
Las estrategias del relato están basadas en cuatro componentes principales:
Una entrevista en off realizada por Raúl Nogués y Juan Carlos Travieso, que es, de por sí, uno de los elementos más valiosos del documental, pues fue la última concedida en vida por la artista. Esta se complementa con otra de hace algunos años, tomada del programa “Feeling” que dirigía Ana María Rabasa.
Los testimonios de varios intelectuales y músicos, como Silvio Rodríguez, Miriam Ramos, Haydee Milanés, Roberto Fernández Retamar, Pablo Milanés, Gema Corredera, Ivette Cepeda, Arístides Vega, Leydis Fernández de Juan, van apareciendo a lo largo del audiovisual para opinar sobre su relación con Valdés o aspectos de su labor artística.
Muchas de estas entrevistas, ha revelado Nogués, fueron hechas por él en momentos anteriores a la realización del documental. Publicadas ya en distintos espacios televisivos cubanos, ahora le fueron útiles para su audiovisual.
Otro componente importante es la amplísima galería fotográfica, que muestra a la artista junto a otros grandes de la cultura cubana, ya fallecidos la mayoría. También aparecen retratos personales, que van registrando los cambios de edad de la artista.
A lo anterior hay que agregar su música, puesta en voz de grandes intérpretes nacionales o de algunos jóvenes, como es el caso de Haydée Milanés. Además, se recogen canciones interpretadas por ella misma en el espacio televisivo antes mencionado; y una inédita, la cual da título y cierra el filme.
Por último, y no en ese orden dentro del relato, se muestra la especial relación que existió entre la compositora y la ciudad de Matanzas.

Volver sobre el exceso
Unas líneas más arriba escribí que el exceso era uno de los defectos de este texto audiovisual.
En los años 80 del siglo pasado, buena parte de la crítica señalaba como error al cine cubano de la época un problema similar: los directores que se estrenaban en el largometraje no tenían mesura a la hora de contar sus historias. Les faltaba sutileza y contención dramatúrgica en la narración y el reflejo de su entorno.
Salvando distancias, a Nogués y Travieso como realizadores, y a Rey Montalvo en su función de guionista, les ocurre algo así. Tienen tanto material en su poder sobre una figura como Marta Valdés, casi virgen para la narrativa audiovisual, que no saben qué dejar fuera.
Y esto les ocurre no solo en el número de bloques temáticos que han construido, sino que, incluso, dentro de los mismos se desbordan en cuánto a quiénes y qué cantidad de material para convencer al espectador de lo interesante, admirable y valiosa que es la obra de Valdés.
En más de una ocasión, el cierre de un bloque parece anunciar el final del documental; pero comienza otro sin que un enlace en la edición prepare a la audiencia para seguir conociendo sobre la artista.
Otro elemento que conspira en contra es lo escueto de las presentaciones de los actores sociales testimoniantes, especialmente si el filme está pensado para su exhibición masiva. Puede parecer una verdad de Perogrullo que se le agregue información a Silvio Rodríguez o a Miriam Ramos; pero no todo el mundo conoce a Alfredo Zaldívar, Dayron Ortíz, Lázaro Orta, por poner algunos ejemplos.
El recorrido por el templo
Sobre la producción del documental, Raúl Nogués destaca que Marta Valdés le permitió a Juan Carlos Travieso grabar dentro de su casa: Su templo de creación, como más de una vez dijo la artista.
Ese componente de la estructura lo obvié anteriormente. Para mí es lo mejor que posee el documental. El desplazamiento de la cámara por las paredes, mesas, los planos detalle que focalizan el punto de vista sobre objetos personales, regalos, reconocimientos, la silla de mimbre en la que componía y muchas veces exigía que la acompañara en sus presentaciones, componen otra línea narrativa.
Si uno la atiende apartando testimonios, iconografía, la voz de Marta Valdés y los momentos de música, se percata de que esa mirada permitida va aportando muchos datos sobre la personalidad, creencias y gustos de una mujer orgullosa, dominante. Temas que no son abordados por las figuras testimoniantes.
Martha Valdés siempre se mostró muy ufana de su cubanía. En esa última entrevista concedida, lo dice explícitamente y así queda recogido en el documental como testamento artístico:
«En ese momento estábamos muy enamorados de ser cubanos, muy orgullosos de ser cubanos. Entonces yo decía que los cubanos se queden con alguna canción mía: lo más grande. Yo necesito que me pase lo que pasó con la canción de Sindo, de Corona».
Es una lástima que la pasión por documentar su trascendencia no haya explotado más esta vena íntima.
Martha Valdés, soberana del tiempo se estrenó en enero de este año durante el XXIX Festival Longina, celebrado en Santa Clara. Desde entonces ha tenido varias presentaciones y participó en eventos como el Festival Internacional de Cine Pobre de Gibara. Además, cuenta con una nominación del Cubadisco 2025 en la categoría de mejor documental (2025).
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