Escuela de danzas árabes de La Habana prioriza la inclusión social

Ámbar Escuela de Danzas Árabes incluye en su matrícula a personas con discapacidades físicas e intelectuales

Aunque actualmente la matrícula de la escuela es ciento por ciento femenina, la convocatoria para el ingreso de varones se abre cada año mediante los talleres.

Foto: Jorge Luis Baños/IPS Cuba

La Habana, 2 mar.- “Los integrantes de Ámbar Escuela de Danzas Árabes primero tienen que ser buenos seres humanos. Solo me interesa que aprendan y se diviertan”, afirma la directora Idiamis Caballero.

Según comenta, durante 10 años, ese emprendimiento “ha abogado por la inclusión social en el más amplio sentido. Aquí, bailarinas y bailarines diversos encuentran un espacio donde son celebrados, no juzgados”.

Aclara que, a diferencia de otras escuelas de danza, esta no realiza pruebas de aptitud ni casting para aceptar nuevos miembros. La diversidad en cuanto a raza, talla, peso y otras cuestiones estéticas identifican a la compañía en cada escenario donde se presenta.

Las y los estudiantes solo se separan por grupos etarios: infantil (de 5 a 12 años de edad), adolescentes y jóvenes y adultos. “El objetivo de la escuela siempre ha sido crear un espacio libre de discriminación y prejuicios, por lo que las clases se imparten de la misma manera para todos”, señala.

La danza en función del bienestar

La directora también resalta que Ámbar recibe alumnas con discapacidades físico-motoras e intelectuales, incluidos el déficit de atención, la hiperactividad, el autismo leve, los problemas visuales y ortopédicos, así como con trastornos de alimentación.

“Un gran equipo de trabajo, mediante juegos didácticos, la enseñanza del idioma y el baile árabes, incentiva el desarrollo cognitivo y físico-motor de las alumnas. De cierto modo, realizamos una terapia y se aprecia la felicidad de las niñas al bailar”, comenta.

De igual manera, destaca que la escuela comparte su labor de inclusión social con la comunidad. “En reiteradas ocasiones se ha sumado a actividades de otros proyectos socioculturales dirigidas al público infantojuvenil que se encuentran en hospitales, escuelas especiales y barrios en transformación”.

Mediante juegos didácticos, la enseñanza del idioma y las danzas árabes, el grupo de profesoras de Ámbar incentiva el desarrollo cognitivo y físico-motor de las alumnas.

Participación masculina

En nuestra región, y sobre todo en Cuba, no es común que los hombres practiquen danzas árabes. El desconocimiento sobre la cultura y la diversidad de estilos danzarios, constituye la principal causa de la casi nula participación masculina en esta expresión cultural.

Reconoce la fundadora de Ámbar que resulta difícil captar varones para la escuela “ya que tienden a resumir la danza al estilo Bellydance, que es el más popular y está totalmente asociado a la feminidad”.

Sin embargo, asegura que en varios países árabes muchos bailes son ciento por ciento para los hombres.

En ese sentido, apunta que “al ser las danzas tradicionales el plato fuerte de este proyecto, también se introducen determinados estilos para incentivar la integración de varones. Por ejemplo, el baile del Oriente Medio llamado Dabke, uno de los géneros más interpretados por los hombres”.

Como ejemplos, menciona que Ámbar “incorpora ocasionalmente en su repertorio a jóvenes de la comunidad árabe que estudian en Cuba. Asimismo, familiares de las alumnas también han sido convocados para colaborar con la escuela en determinadas actividades, principalmente en desfiles de trajes típicos de países orientales”.

Al valorar que la cifra de bailarines dentro de la escuela “nunca ha igualado a la cantidad de bailarinas”, la directora afirma que los muchachos interesados en la compañía “siempre han encontrado un espacio al descubrir sus oportunidades en el universo de las danzas árabes”. (2025)

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