1998: La economía pierde ritmo de crecimiento

Resumen económico anual

La zafra azucarera no alcanzó los niveles esperados para este año.

Foto: Archivo IPS Cuba

La historia se repite cada año. Las esperanzas de la recuperación económica se concentran en los primeros cuatro o cinco meses del año, en espera de que concluya la zafra azucarera: en dependencia de los resultados, así será el crecimiento del producto interno bruto (PIB). 1998 no fue la excepción, aunque fuentes oficiales aseguren que ya la isla no depende sólo del cordón umbilical que representaba antes, exclusivamente, la otrora primera industria.

Los planes para 1998 auguraban un crecimiento del PIB entre 2,5 y 3,5 por ciento, una aceleración del proceso inversionista con un 22,2 por ciento concentrado en la electricidad, la industria del níquel, del petróleo, turismo, azúcar, agricultura, alimentación, telecomunicaciones y viviendas. La producción industrial, enunció el informe a la Asamblea Nacional del Poder Popular, en diciembre de 1997, debería crecer entre 1,9 y 3,9 por ciento. Entre los sectores de mayores incrementos se incluía el acero (27 por ciento), níquel (9,5), tejidos (28), cemento (6), cerveza (33), generación eléctrica (0,4, con un programa de ahorro). Además, se previó el crecimiento en la producción de ácido sulfúrico, neumáticos, contenedores, motores y componentes electrónicos.

En algunos círculos, sin embargo, las expectativas del crecimiento del PIB comenzaron a disiparse desde bien temprano. El silencio respecto a la zafra indicaba que no todo marchaba según lo esperado, esta discreción continuó aun después de concluida y las sospechas se convirtieron en certezas: no se habían alcanzado los millones de toneladas previstos, coincidieron especialistas y seguidores del tema, aún sin conocer siquiera estimados.

A mediados de año, el presidente Fidel Castro afirmó durante Economía 98, el encuentro internacional de economistas que tuvo lugar en La Habana del 1ro. al 3 de julio, que la economía del país podría crecer en un 2,5 por ciento este año. En el primer semestre – dijo – crecieron todas las ramas, menos la agroindustria azucarera. Según el ministro de Economía y Planificación, José Luis Rodríguez, la industria no azucarera creció en un 4,5 por ciento durante los primeros tres meses de 1998. El líder cubano advirtió entonces que, aunque pequeño, el crecimiento del producto interno bruto previsto para el actual año tenía un gran valor, en tanto se lograría en condiciones de bloqueo económico que no padecen otras naciones con iguales o mayores incrementos del PIB.

La economía cubana atravesó en 1998 por uno de los momentos más tensos desde que perdió las relaciones comerciales con la desaparecida Unión Soviética y demás países del Este europeo, afirmó en diciembre Rodríguez. Este año, la zafra azucarera quedó por debajo de los planes, de por sí contraídos. Aunque se había previsto un resultado inferior a 4 millones de toneladas de azúcar estimados, el gobierno no parecía contar con un total de 3,2 millones

A los nubarrones que ensombrecieron el panorama azucarero cubano, se unieron otros factores. La crisis del sudeste asiático afectó a la economía cubana de manera indirecta, al provocar una caída de los precios internacionales del azúcar y del níquel, las dos principales exportaciones de la isla. En la primera agrava los efectos de la citada contracción productiva y en el segundo, anula en parte la buena estrella de la industria niquelífera cubana, que en el primer semestre de 1998 había logrado un crecimiento productivo del 16 por ciento en comparación con igual período del año anterior. Según fuentes oficiales, por concepto de reducción de los precios del níquel en el mercado mundial, el país dejó de ingresar unos 70 millones de dólares.

Basados en estos factores, los analistas manifestaron que durante 1998 se produciría un estancamiento en la reanimación, o tanto peor, un retroceso. Al cierre del tercer trimestre del año consideraban que el PIB crecería entre 1 y 1,5 por ciento.

Los factores climáticos, además, volvieron a oscurecer el horizonte en 1998. Una sequía, particularmente severa en las provincias orientales, puso en riesgo el éxito de la siembra de caña y el incremento de otras producciones agropecuarias. Luego, en septiembre, el huracán Georges trajo gastos imprevistos y echó por tierra la recuperación del cultivo del plátano. Las pérdidas estiman las autoridades sobrepasaron los 50 millones de pesos, con un fuerte componente en divisas.

Durante la sesión de diciembre, ante la Asamblea Nacional, el ministro de Economía y Planificación rindió informe del desempeño de 1998 e informó que, a pesar de las difíciles circunstancias en que se desenvolvió la economía durante todo el año, de 21 ramas industriales, 18 habían crecido o mantenido los niveles del período precedente.

El 1,2 por ciento de crecimiento del producto interno bruto durante 1998, dado a conocer ante la última sesión del año de la Asamblea Nacional (parlamento) confirmó la desaceleración del ritmo de la economía. Sin embargo, el diputado Osvaldo Martínez, presidente de la Comisión de Asuntos Económicos de ese órgano legislativo, dijo ante el parlamento que «el discreto crecimiento de 1,2 por ciento del PIB, aunque inferior a lo esperado, no es un resultado que pueda desanimarnos». Como atenuante, Martínez consideró las condiciones adversas en que se desarrolló la economía de la isla, durante esos doce meses, tanto internas como externas, y que se acompañaron «de algunos favorables resultados que continúan y profundizan la tendencia casi general en nuestra economía a la recuperación y al mejoramiento de la eficiencia».

«Aunque el crecimiento económico es importante y necesario, no lo es menos la comprobación de que aún en las más difíciles condiciones internas y externas nuestra economía da muestras de estar montada en un carril de crecimiento irreversible y de elevación sostenida de su eficiencia», afirmó el presidente de la comisión de economía. El cubano común, por su parte, esperaba, como cada año, que el crecimiento se reflejara en su nivel de vida, pero ese indicador, para no pocos, en lugar de mejorar, empeora, sus reservas en el banco disminuyen, los precios no bajan y las esperanzas de la recuperación parecen cada vez más distantes.

De acuerdo con Carlos Lage, vicepresidente cubano, «los resultados económicos de 1998 son positivos, confirman la tendencia a la recuperación económica que se inició en 1995 y son una expresión de la batalla heroica y victoriosa que viene librando nuestro pueblo en las condiciones del período especial». A su juicio, cuatro elementos conforman esta certeza: el hecho de que prácticamente todos los sectores crecieron, el buen comportamiento del turismo, el incremento de las inversiones y desenvolvimiento del saneamiento financiero.

Comparado con 1997, el azúcar tuvo un descenso del 24 por ciento, hecho que no pudo ser compensado con el incremento en otros sectores de la economía. La industria no azucarera, dijo, creció cuatro por ciento, mientras que 18 de las 21 ramas industriales crecieron o al menos mantuvieron los niveles productivos del año precedente.

Por su parte, el sector de la construcción quedó por debajo de lo previsto para el año y alcanzó sólo 5,2 por ciento, mientras que el turismo recibió cerca de 1.400 000 visitantes, para producir ingresos brutos superiores en un 18 por ciento a los de 1997. Este sector, indican las autoridades, registró también un incremento de 10 por ciento en la ocupación lineal hotelera hasta alcanzar un 64 por ciento.

Otro de los resultados positivos de 1998 fue el incremento de las inversiones. De acuerdo con Martínez, crecieron 7,4 por ciento, con una fuerte presencia en sectores como la prospección y producción de petróleo, la generación eléctrica (modernización de centrales termoeléctricas, conclusión de la planta de gas natural), la terminación de unas 4.200 habitaciones para el turismo, así como el inicio de un programa de rehabilitación del servicio del gas para los habitantes de La Habana y Santiago de Cuba. Por otra parte, los constructores concluyeron también unas 32.000 viviendas.

En el informe presentado a la asamblea, Martínez dio a conocer que la liquidez en manos de la población, medida en moneda nacional, se mantenía en los mismos niveles de 1997 y apuntó que el peso conserva su tendencia de revalorización al terminar el año con una relación de 20 pesos por un dólar estadounidense. El gobierno compara la doble circulación de la moneda existente en Cuba con la de países como China y Vietnam, que la mantuvieron por más de 10 años y con resultados favorables.

Fuentes no oficiales consideran que durante 1998, la isla pudo haber tenido ingresos cercanos a los 4.000 millones de dólares. Las remesas familiares se estiman durante ese período entre los 400 y 600 millones de dólares y se calculan otros 100 millones provenientes de propinas. No obstante, las autoridades consideran que ese ocho por ciento no decide en la economía del país.

TABLA 1

RESULTADOS ECONÓMICOS DE 1998

SECTOR % DE CRECIMIENTO

Industria 3,1

Industria no azucarera 4

Construcción 5,2

Inversiones 7,4

Producción de azúcar -24

Turismo 19,5

Tabaco 22

Viandas y hortalizas 15

Producción agropecuaria 11,2

Níquel 12

Extracción de petróleo crudo 12

Captura pesquera bruta 11,2

Acuicultura 17

¿El último año malo?

Ante la pregunta de cuánta azúcar se había hecho en la zafra 1997-1998, un funcionario de ese sector contestó lacónicamente: mejor ni saberlo. Lo cierto es que esa cosecha cañera se extendió más allá de lo previsto sin que ese aporte finalista pudiera cambiar el crítico balance final de la contienda.

La producción de azúcar de caña superará los tres millones de toneladas, pero podrá ser la menor de los últimos 50 años en Cuba, había confirmado a mediados de año el vicepresidente cubano Carlos Lage. El estratega de la política económica cubana dijo a la prensa extranjera que 1998 sería «un año difícil» para la principal agroindustria cubana. Aunque afirmó que todavía era temprano para hacer predicciones, Lage aseguró que la producción pasaría de tres millones y podría estar alrededor de los 3,2 millones. «Puede ser mayor de 3,1 millones o mayor de 3,2 millones», dijo. De esa forma, la zafra 1997-1998 quedaría por debajo de la producción de 1995 que, con 3,3 millones de toneladas, se convirtió en la más baja desde el arribo al poder del gobierno de Fidel Castro, en 1959.

Entre los especialistas locales, al cierre de la molienda, el consenso en torno al estimado total era del orden de los tres millones de toneladas. Los foráneos, menos optimistas, la sitúan en los 2,5 millones de toneladas. Una u otra cifra colocó a la producción de 1998 en la más baja de los últimos 50 años. Quienes pensaron que la cosecha del 95 había sido el toque de fondo de la denominada primera industria cubana, se equivocaron.

Las predicciones oficiales iniciales consideraron una zafra en el rango de los 3,8 millones. Sin embargo, según se comentaba en círculos diplomáticos y empresariales radicados en La Habana, que ya para finales de marzo se había «corregido el tiro» por el gobierno y se hablaba de algo más de tres millones.

Finalmente, la zafra 1997-1998 confirmó las expectativas como la peor de los últimos 50 años y que no sobrepasó los 3,2 millones. Especialistas indican que lo que dio en divisas la cosecha 97-98 no alcanzó ni para pagar las deudas contraídas por préstamos foráneos para su realización. Lluvias torrenciales en los tres primeros meses del año, es decir, en plena etapa de cosecha, problemas tecnológicos, bajos rendimientos en plantaciones insuficientes y los tradicionales problemas organizativos se juntaron en una explosiva confabulación.

No con cierta sorpresa, la cosecha pactada para concluir a finales de abril, para dedicarse de inmediato a los preparativos de la contienda 1998-1999, según se reiteró por los medios locales de comunicación, se extendió a mayo y es mucho más allá en la región norte del oriente del país. En mayo, aunque los rendimientos tienden a bajar aún más después de abril, continuaron en operaciones unas 60 industrias azucareras, de alrededor de las 140 (de un total de 156) utilizadas en la peor zafra del gobierno de Fidel Castro. El cierre de industrias ineficientes y con bajos niveles de caña para moler fue una de las medidas adoptadas a raíz de la crisis, ante el enorme gasto que representaba poner a funcionar centrales que dejaban pérdidas.

De todas formas, el país debía honrar no sólo los compromisos financieros – otra de las decisiones tomadas emprendidas en los tiempos del llamado período especial, desde las últimas tres campañas, fue la búsqueda de financiamiento externo. Estos préstamos, reembolsables a corto plazo y pagaderos con los dividendos de las zafras, fueron empleados en la adquisición de insumos y piezas -, sino también exportaciones claves como son las destinadas a Rusia, vital para el trueque por petróleo, y con China, uno de los socios comerciales más importantes de la actualidad.

No obstante, como otra de las decisiones estratégicas para la recuperación de la desplazada primera industria, se respetaron los campos cañeros que han pasado a la reserva estatal, con vistas a evitar que se corten a destiempo y pongan en peligro la disponibilidad y las óptimas condiciones de madurez de los plantíos necesaria para garantizar la cosecha 98-99.

Un paso más dado con la intención de incrementar la producción fue la decisión de subir los precios de compra del Estado a los campesinos dedicados a la siembra del azúcar que deberá arrojar sus primeros frutos esta zafra. Las autoridades aspiran que estos pasos de flexibilización den finalmente los resultados esperados. Según el vicepresidente cubano Carlos Lage, principal ejecutor de las reformas parciales emprendidas por el gobierno cubano para revertir la crisis, aunque el turismo aporta el 43 por ciento de los recursos que recibe el país, «el peso de la zafra continúa siendo muy importante».

Fuentes oficiales afirman que en la pasada contienda el país dejó de recibir unos 250 millones de dólares por un déficit de unas 550.000 toneladas para sus planes de exportación, que pronosticaban la venta de cerca de tres millones de toneladas. Las exportaciones del dulce representan en la actualidad el 43 por ciento de las ventas cubanas al exterior, contra un 70 por ciento hace una década.

En 1989, el azúcar cubría el 75 por ciento de las exportaciones cubanas. En la actualidad, su protagonismo bajó en 25 tantos menos, pero los expertos consideran que si hubiera más disponibilidad del dulce para vender las cosas fueran diferentes.

Para bien o para mal, la recuperación económica cubana pasa por un camino paradójicamente dulce. Pero junto al financiamiento, la renovación tecnológica y el fomento de mayores plantaciones, se necesitan fórmulas de organización empresarial más descentralizadas, dinámicas, realistas y modernas. En tal sentido, nuevas medidas se anuncian para la zafra 1998-1999, sobre la que no pocos se cuestionan si será, por fin, la del tan esperado despegue.

A mediados de noviembre comenzó la nueva contienda, considerada por no pocos, como la última carta para jugarse la recuperación de este sector y mucho más, la de la reanimación económica de la isla. El titular cubano del ramo, el general Ulises Rosales del Toro, que asumió esta cartera de manos de un civil en momentos que el colapso parecía fatal, hace algo más de un año, señaló el día 22 de diciembre que esperaba un aumento en la producción del dulce en la contienda que se inicia, y durante la cual se debería elevar la eficiencia en los rendimientos.

El Ministerio del Azúcar, en su estrategia de reanimación que pretende zafras superiores a los siete millones de toneladas, ha planificado siembras escalonadas hasta el año 2000 para poder tener, en cada cosecha, la caña que necesite. Para garantizar la zafra 1998-1999, concebida como la decisiva en las aspiraciones de sacar del estancamiento la economía, se invirtieron no escasos recursos para mejorar las plantaciones y las distintas variedades de la gramínea, el estado de las industrias así como las condiciones materiales para la mano de obra que participa en ella. Quizás esas condiciones logren revertir la crisis en este sector que alcanzó los ocho millones de toneladas en 1990, al inicio de la crisis.

A juicio de Rosales, el incremento no tendría necesariamente que ser alto. «Mientras más pequeño sea más necesidad habrá de elevar la eficiencia, la cuestión es hacer más dinero (azúcar) con menos caña. Nosotros pensamos que hay crecimientos de producción de azúcar, pero lo más importante es la eficiencia con que lo hagamos, es ahí donde vamos a demostrar si hay o no recuperación, lo otro es un problema de tiempo» indicó el titular.

TABLA 2

PRODUCCIÓN DE AZÚCAR EN LOS ÚLTIMOS AÑOS

Años Prod./en millones de toneladas

1993-1994 4,2

1994-1995 3,3

1995-1996 4,445

1996-1997 4,2

1997-1998 3,2

1998-1999 3,6*

* Pronósticos oficiales.

En un millón de toneladas métricas podría ubicarse el excedente de la oferta mundial de azúcar en la cosecha 1998-1999, según fuentes de la Organización Mundial de Azúcar (OIA).

Esta cifra es inferior a la calculada por varias firmas que habían vaticinado un excedente de dos millones de toneladas del dulce. La OIA atribuye la baja a la reducción de las cosechas en Australia y la Unión Europea, además a las afectaciones provocadas por el paso del huracán Mitch por Centroamérica. Sólo en Nicaragua se estima la pérdida del 10 por ciento de la caña, además de daños a refinerías.

Según la organización, Rusia deberá importar, al menos, unos tres millones de toneladas para responder a un consumo interno cercano a los cinco millones y una producción de sólo 1,2 millones. Otras fuentes señalaron que en ese país se alejaban las posibilidades de obtener préstamos para nuevas compras en los próximos meses.

Mientras tanto, la India aspira producir unos 14 millones de toneladas, 1,3 millones más que en la cosecha anterior, pero el consumo se ubicaría en 15,5 millones.

En el caso de la recuperación de los precios, analistas consideran que este será un proceso lento, por la difícil situación financiera en el sudeste de Asia, importante consumidora del dulce.

¿Qué sería de mí sin tí?

La economía cubana es ya impensable sin el desarrollo del turismo, que desplazó a la otrora primera industria, la azucarera, en ingresos brutos en moneda libremente convertible. De año en año crece en número de visitantes, se amplía la red hotelera y extrahotelera, se dan los primeros pasos seguros en el multidestino y parece, que por fin, habrá estabilidad en la llegada de cruceros a la isla. Sin embargo, dista de ser el modelo que las autoridades quisieran.

A Cuba todavía le salen muy caros los ingresos del sector: para producir cada dólar, el país gasta 71 centavos, las ganancias quedan entonces en sólo 29 centavos, aunque este sector paga sus gastos en moneda dura, dinero que va a parar a las ganancias de otros. Según asegura el titular de Economía y Planificación, José Luis Rodríguez, rebajar en un centavo los costos significaría obtener 10 millones de dólares más de ingresos.

En una reunión con los directivos del turismo del país, celebrada a finales de octubre, se mencionaba que poco, o nada, se había avanzado en la reducción de los costos prevista para el año. Este indicador según las directivas para 1998 debía reducirse en cuatro centavos, sin embargo hasta la fecha se mantiene estacionario. Al respecto, un informe del Ministerio cubano del Turismo señalaba que este parámetro «no fue menor por deficiencias en la administración de las instalaciones, medios, y recursos materiales y humanos», además de «factores exógenos, los cuales implicaron en unos casos incremento de gastos y en otros restringieron el crecimiento de los ingresos».

Como de costumbre, se habló de las potencialidades que existen en cada instalación, que habrían posibilitado, aun con las condicionantes externas e internas, disminuir los costos y gastos, según señaló el diario Granma, lo que habría propiciado índices de eficiencia proporcionales a las necesidades del país.

El turismo, que comenzó a desarrollarse aceleradamente a partir de 1989, celebró en 1996 su primer millón de visitantes (1.004 436), una cifra que el año siguiente se registró a mediados de noviembre. Autoridades del MINTUR afirman que entre 1990 y 1997 los incrementos de año en año han sido cercanos al 20 por ciento.

Durante 1997, la isla recibió un millón 171.000 viajeros. La aspiración era llegar en 1998 a 1.443.000, un 22 por ciento por encima del año precedente; a 1.700.000 en 1999 y alcanzar los 2 millones en el año 2000. El crecimiento de este sector desde hace media década es de cerca de un 20 por ciento anual.

Por suerte para la economía cubana, en la que el turismo representa la mayor entrada de divisas frescas, parece que los atentados contra instalaciones turísticas ocurridos en 1997 y que cobraron la vida de un joven italiano no produjeron una baja masiva en la emisión de turismo, como ocurrió tras la «crisis de los balseros» (1994) tras la que se produjo una contracción de unos 80.000 viajeros, lo que expertos consideraron como un atraso de un año en el desarrollo de este sector.

Entre las previsiones del Ministerio del Turismo está la de llegar al año 2010 con siete millones de visitantes, para alcanzar esa cifra se necesitaría un crecimiento anual por encima del 17 por ciento.

Fuentes de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) de Cuba indican que el turismo internacional dejó al país ingresos brutos por unos 1.338 millones en 1997, cuando disponía de 30.000 habitaciones para visitantes extranjeros. Sin embargo, esa cifra disminuye considerablemente cuando de ella se deducen los costos y sólo se obtienen 29 centavos de ganancia por dólar, entonces, las cuentas no dan o dan muy poco, sobre todo cuando el turismo pasó a ser la primer fuente de ingreso de divisas frescas a la isla que enfrenta una crisis económica desde inicios de esta década, tras la caída del bloque socialista y la desintegración de la Unión Soviética.

Tendría que seguirse a pie juntillas las palabras del vicepresidente Carlos Lage en la reunión con los directivos del sector cuando señalaba que «el turismo es la actividad económica que más puede contribuir al desarrollo del país, por lo que es imprescindible elevar la eficiencia». Ante tal protagonismo, no puede permitirse fallas como el descontrol de los recursos financieros, los elevados ciclos de cobros y pagos, incumplimiento de medidas de control interno, sobrantes y faltantes.

El camino de la eficiencia en el turismo tiene una cola larga. Empieza desde el proceso inversionista, cuyas dilaciones provocan que el país deje de percibir más rápidamente nuevos ingresos. Según el Ministerio de Economía y Planificación, en este aspecto persisten dificultades en la efectividad de los presupuestos de las inversiones. Entre las causas que las provocan están las deficiencias en los proyectos, subvaloración de los gastos de construcción, incremento de los precios de los suministros, insuficiencia en la gestión importadora, y modificaciones en los proyectos originales. Según el MINTUR, las perspectivas del país prevén unas 120.000 habitaciones en el año 2010.

El turismo es considerado la locomotora de la economía cubana, no sólo por su fuerza de poner a funcionar la industria – su aporte a la reactivación económica de otros sectores se estima en 460 millones de dólares -, sino también porque, según sostienen las altas esferas de la isla, es la que está en mejores condiciones de sentar pautas en la eficiencia, si se administra bien.

La extensión del programa de calidad a lo largo del país y en todas las instalaciones turísticas podría coadyuvar a este empeño. En los mismos, que emplean firmas internacionales de reconocido prestigio y solvencia económica como IBM y Sony, se mide desde la satisfacción de los clientes hasta el ahorro de energía y el óptimo aprovechamiento de los recursos, esto redundaría en menos gastos y utilidades superiores. Aunque aún está en pañales, es justo lo que precisa la atribulada economía de la isla.

Este sector, uno de los más dinámicos de la economía cubana y a cuyas puertas tocan empresarios extranjeros en busca de posibilidades de inversión, a pesar de sus deficiencias internas en los costos y de su aún insuficiente nivel de servicios, arrojaba al cierre de noviembre una ocupación lineal del 62,7 por ciento, considerada favorable porque se produjo con 2.426 habitaciones más que en el período precedente.

La isla recibió hasta noviembre 1.256.578 visitantes, para un crecimiento de 20,4 por ciento. Según declaraciones del viceministro Miguel Brugueras, los emisores más importantes fueron Canadá, Italia, Alemania y España, mientras que los países con mayores incrementos fueron Alemania, Reino Unido, Canadá y España. Las instalaciones hoteleras atendieron en esos meses a 9.174.000 turistas/día. Al cierre del año ese indicador podría ser 28 por ciento superior al de 1997. Algunos indicadores, aunque mejores que en 1997 no cumplieron con los pronósticos. Uno de ellos podría ser el costo, que debió reducirse en cuatro centavos y no lo consiguió a nivel de país.

Para 1999 se espera un crecimiento del 20 por ciento, que traducido en arribos reportaría 1.700.000 viajeros, la atención en la red hotelera de 12 millones de turistas/día, la incorporación de 4.100 habitaciones nuevas o remodeladas, un 66 por ciento de ocupación lineal y la reducción de 3,8 centavos de costo por cada dólar de ingreso.

Según Lage, el turismo se tiene que poner planes muy duros, en primer lugar, por la necesidad que tenemos de buscar esos recursos para enfrentar la situación financiera; y en segundo, porque estamos convencidos de que existen las posibilidades para que el país pueda mejorar todos eses indicadores económicos.

Durante 1998 fueron hechos públicos algunos delitos relacionados con este sector, entre ellos el desmantelamiento de una red de prostitución, así como de otra dedicada al alquiler de viviendas que eran utilizadas con el mismo fin. Por otra parte, la opinión pública se quedó sin saber que dos turistas italianos fueron asesinados a balazos, en un asalto, y que los dos autores de los hechos fueron detenidos tras meses de investigación.

Este es el lado feo del turismo, el retorno de la prostitución y el proxenetismo, la incipiente corrupción de menores, considerados males del pasado y erradicados tras la llegada al poder en 1959 del gobierno de Fidel Castro, además de manifestaciones de corrupción entre algunas personas que trabajan en el sector, o los intentos de soborno de quienes pretenden entrar a él.

Un lado mucho más preocupante es el rencor de los nacionales de verse relegados a una existencia de ciudadanos de segunda clase al no poder disfrutar del alojamiento en los mejores hoteles de su país, hoy dedicados a un sector convertido en una de las tablillas de salvación de una economía en crisis, que vio durante 1998 una vez más aplazadas sus esperanzas de recuperación.

Tocar madera

Los puros cubanos viajan el mundo hasta los rincones más lejanos. Sin embargo, sus pretensiones de llegar a todas partes no han podido romper algunas fronteras. La de Estados Unidos, un ejemplo, por las restricciones comerciales de Washington que se prolongan por más de cuatro décadas, a pesar del interés de los fumadores de esa nación, no escasos, quienes se ven necesitados de recurrir a terceros países en busca de tabacos de menor calidad o de disfrazar sus puros habanos para introducirlos en su nación.

Otra puerta que espera por los tabacos producidos en la isla es la de China, donde todavía no se comercializan legalmente, debido a cuestiones coyunturales, según las autoridades cubanas, que aspiran tener en ese país un mercado potencialmente amplio.

La isla, que tiene en el tabaco uno de sus principales rubros de exportación, se propuso vender durante el año 1.998.160 millones de puros que le reportarían ingresos cercanos a los 300 millones de dólares, según ha reiterado varias veces el presidente de la casa comercializadora Habanos S.A., Francisco Linares.

Fuentes de esa entidad aseguraron que hasta octubre había vendido más de 100 millones de habanos. El resto, dijeron, no debe resultar un problema porque los meses finales del año, son generalmente los de mayores entregas. La isla, luego de una caída coincidente con los años más severos de la crisis económica, consiguió producir 70 millones de puros en 1996, y en el año siguiente alcanzó los 100 millones.

A pesar de los reiterados percances climáticos que se produjeron durante 1998, la isla recolectó unos 800.000 quintales de hojas de tabaco (cerca de 40.000 toneladas) de un total de 56.000 hectáreas dedicadas al cultivo, en las catorce provincias del país. Pinar del Río, por ejemplo, la provincia clave en esta planta, sembró 31.000 hectáreas con el objetivo de recolectar unas 35.000 toneladas de tabaco. Allí, en la zona conocida mundialmente como Vuelta Abajo, se cosechan las hojas para capas y tripas destinadas al mercado externo.

Fuentes oficiales aseguran que en la actualidad el 70 por ciento de las tierras tabacaleras son sembradas por cosecheros privados, algunos por generaciones dedicadas a este cultivo, lo que totalizaría unas 4.000 personas.

De acuerdo con las autoridades, la estrategia cubana de exportación del habano se basa en un riguroso control de la calidad para proteger este producto que es víctima de incontables falsificaciones y contrabando, en medio de una competencia cada vez más creciente. De acuerdo con María Luisa Almanza, jefa del departamento técnico de Habanos S.A., el proceso de control comienza en las fábricas y continúa en los almacenes de la empresa comercializadora, tanto en el aspecto externo de los envases como en el interno, en la ligada, la configuración, la colocación de las capas para que no tenga baches, el color y sabor.

«Este es un mercado muy especializado y bastante exclusivo, los fumadores saben tanto como los especialistas y son capaces de detectar cualquier cambio en el aroma y el sabor», explica. Ante cualquier variación, la inspección puede orientar hasta el rechazo de la mercancía. Cuba cuenta con 38 fábricas que producen tabaco para la exportación y elabora 34 marcas y 700 vitolas, de elevada calidad.

Según Linares, 1998 constituye un año muy importante para este tradicional producto cubano destinado a la exportación, donde se producirían incrementos como resultado de un proceso comercializador encaminado a elevar las cantidades de tabaco en el mercado, que estaría por encima de la demanda presentada por los distribuidores exclusivos, aunque en 1998 el país no podría aún satisfacer las solicitudes de tabacos clasificados como de alta regalía, es decir, los puros de sexta y séptima categoría. Cuba dispone también de importantes cuantías de puros hechos a mano de otras categorías, además de cantidades no despreciables de tabacos elaborados a máquina.

Como parte de su estrategia de crecimiento, el país ha emprendido la creación de nuevas marcas de habanos. De 1959 a la fecha han surgido los Cohiba, los Cuaba, Vegas Robaina, Trinidad y Vegueros que no tienen problemas de litigios en el exterior. Se espera para 1999 el lanzamiento de una línea San Cristóbal de La Habana. «En un futuro, veremos si es conveniente lanzar o no nuevos puros», declaró Linares a la prensa.

Por otra parte, en el caso del tabaco en rama, en 1998 se programó la exportación de 12.000 toneladas, cifra que no representaba un incremento en comparación con las de otros años, que han estado entre las 10.000 y 12.000. La exportaciones de este rubro están constituidas por los llamados tabacos negros, el mayor volumen, el claro y la capa, de distintas variedades, que se venden, fundamentalmente a España. De acuerdo con directivos de la empresa, el país podría crecer hasta unas 17.000 toneladas, de ellas unas 14.000 de tabaco negro.

En un futuro no muy lejano, Cuba intentaría dejar de ser un simple exportador de esta materia prima para convertirse en elaborador de otra de calidad superior, despalado y desvenado, modalidad solicitada por los clientes y que brindaría, además de ingresos superiores, mayor rendimiento. Según declaraciones de Jorge Luis Fernández, director comercial de la firma, Cuba podría convertirse en un exportador importante de capas, aunque no de la tradicional que tiene un alto valor.

Marcas de habanos

Montecristo, Partagás, Romeo y Julieta, Rey del Mundo, Punch, Hoyo de Monterrey, H.Upmann, Rafael González, Ramón Allones, Sancho Panza, Por Larrañaga, Bolívar, La Gloria Cubana, Diplomáticos, Quay D’Orsay, Quintero y Hnos., Fonseca, Flor de Juan López, Los Status de Lux, San Luis Rey, José L. Pineda, Gispert, Flor del Cano, Flor del Caney, Troya, La Corona, Cabañas, Belinda, Cifuentes, Cuaba, Cohiba, Vegas Robaina, Vegueros y Trinidad.

El sector del silencio

El níquel fue durante 1998 el sector más misterioso de la economía cubana. Superó en mimetismo incluso al sector azucarero, del cual poco se dijo en cuanto a resultados al final de la zafra.

La baja de los precios en ese período pudieran ser la causa de tanto silencio. La tonelada de níquel más cobalto se cotizaba a más de 4.000 dólares la tonelada y bajó a unos 3.500 en el curso de 1998. Fuentes oficiales aseguran que el país dejó de recibir por este concepto unos 70 millones de dólares. Al cierre del año se dio a conocer que este sector había crecido un 12 por ciento, superior a lo previsto para el año, de 9,5 por ciento y había logrado mantener la rentabilidad.

En su discurso durante la inauguración de la Feria Internacional de La Habana, celebrada del primero al ocho de noviembre, el presidente Fidel Castro se refirió al incremento de la producción de este metal, «todo el mundo sabe que subió la producción, pero bajó de precio… De modo que los precios de los productos bajan, pero si viene un nuevo impulso de crecimiento económico (…) ese níquel, cuya producción hemos mantenido, a pesar de todo, rentable, por debajo de 3.900 y por debajo de 3.800 dólares la tonelada; ese mismo níquel, que en ocasiones ha tenido precio de 8.000 y 9.000 dólares, es todavía rentable, al menos costeable». Por eso, afirmó, aun con niveles de precios muy bajos es imprescindible mantener la producción.

«Si la economía mundial mejora, mejorarán sin duda los precios del níquel y de otros renglones de exportación».

Esta rama, que alcanzó en 1989 su máximo esplendor con 46.000, vio descender su producción hasta su punto más crítico en 1994, con sólo 26.772 toneladas. A partir de 1995, la producción del metal protagonizó un salto catalogado como espectacular por autoridades y analistas, de mano con la canadiense Sherritt Inc.

Los negocios con esta empresa se iniciaron en 1990. Según publicaciones dedicadas a los negocios, «mientras que docenas de compañías extranjeras han invertido en la isla, Sherritt definitivamente es el jugador más grande y la única compañía importante de occidente enfocada exclusivamente al país comunista».

Durante 1995, la isla produjo 42.900 toneladas, en 1996, llegó a 55.800 y en 1997, alcanzó las 62.000. 1998 reportó un incremento del 12 por ciento. Fuentes especializadas sostienen que Cuba cuenta con reservas probadas de unos 800 millones de toneladas y estimadas de 1.200 millones, y que se incluyen entre las tres más importantes del mundo.

En el año 2000 se prevé concluya la modernización de la industria cubana del níquel, lo que posibilitaría competir en costo y calidad, asegurar mercados y alcanzar producciones anuales superiores a las 75.000 toneladas de níquel más cobalto.

Mar de dilemas

Los atrasos y las cancelaciones en las entregas de pescado normado a la población ponen en boca del cubano común una contradicción: cómo la pesca, considerado por los medios de prensa de la isla como el sector más destacado durante 1997, no pudo mantener estable en 1998 uno de los productos normados que con mejor suerte sobrevivió los peores momentos de la crisis que vive la isla desde inicios de la década.

Fuentes oficiales aseguran que si bien los cubanos no están satisfechos ni con la cantidad ni con la calidad del pescado que consumen, «resulta indiscutible que esta producción mantiene un crecimiento sostenido durante los últimos tiempos y que reportó al cierre de 1998 una captura de unas 162.000 toneladas.

De acuerdo con el titular del ramo, Orlando Rodríguez Romay, «esa cifra se acerca a las 173.000 toneladas que se capturaban como promedio en la década pasada», cuando el país disponía de siete zonas de pesca internacionales y mayores recursos técnicos.

El Ministerio de la Industria Pesquera (MIP) sostiene que para mantener el abastecimiento de ese alimento a la población existe un sistema de vinculación directa entre los productores locales y las regiones de consumo, en el que tiene gran peso la acuicultura. Esta última debería garantizar el 38,5 por ciento de las 125.000 toneladas de pescado que se esperaba consumiera el país en 1998. Durante 1997 la acuicultura produjo 60.000 toneladas de pescado y en el año 1998 se proyectaban unas 10.000 toneladas más, dentro de un programa de crecimiento que prevé en un futuro no muy lejano obtener las 100.000 toneladas.

En 1998 el país tenía planificado importar 50.000 toneladas de pescado a un costo estimado de 24 millones de dólares que estarían destinadas a la capital, a Santiago de Cuba, así como completar las necesidades de aquellos territorios que aún no pueden cubrirlas con su pescado propio, además de los consumos de hospitales, escuelas, círculos infantiles y la gastronomía. Entre las explicaciones de la tensa situación con este alimento las autoridades alegan la influencia negativa de la situación de la flota cubana de pesca, con rastreros obsoletos y con más de 23 años de explotación como promedio, que puede capturar sólo durante seis meses en el Atlántico Norte, lo que no reporta las cantidades necesarias y dista mucho de aquellas temporadas para recordar cuando la flota arrastrera contaba con el apoyo de la extinta URSS, podía pescar en Namibia, Perú, el Atlántico norte y sur y alcanzaba hasta 100.000 toneladas anuales.

Fuentes oficiales aseguran que para garantizar la distribución de ese alimento tanto a la población como a sectores considerados priorizados como son la salud y la educación, en los lugares que reciben el producto importado se adoptan medidas como la creación de una reserva que pueda dar soluciones puntuales a posibles huelgas en puertos extranjeros, festividades, mal tiempo y evitar los frecuentes atrasos que ocasionan molestias y más de un comentario.

El Ministerio de la Industria Pesquera, asevera Rodríguez, ha sufrido en los últimos años cambios que lo han llevado a adaptarse a los nuevos tiempos y hacerse de una organización funcional. «Existía un exceso de estructuras intermedias, entre el pescador y el ministro había de siete a once escalones».

Los cambios propiciaron funcionalidad y racionalidad, con ellas llegó también el ahorro y la estimulación. Tal vez estos sean los senderos que condujeron a alcanzar los 150 millones en 1995, 30 más en 1996 y llegar a los 200 millones al cierre de 1997, de los cuales entregaron al Estado 120 millones que fueron destinados a la adquisición de alimentos básicos en el mercado mundial, además de algunas cuantías destinadas a gastos necesarios por la industria azucarera o la compra de combustible.

En medio de la reducción de las zonas de pesca internacionalmente debido a las políticas de protección de los recursos marinos por parte de países con jurisdicción sobre ellas y luego de una prolongada sobreexplotación, la pesca aspira a más. Sin embargo, no podrá ser a costa de incrementos sustanciales en los volúmenes de captura. A juicio de Romay la estrategia tendrá que circunscribirse a reducir los costos y gastos de insumos, al ahorro del combustible y la energía, es decir, todos aquellos detalles, nada triviales, que hacen la eficiencia económica.

Según declaraciones a la prensa «no se trata sólo de pescar sino de pescar bien: gastar menos dinero en artes y avíos…, hacer menos costosas las reparaciones de los barcos, que los pescadores cuiden sus medios, que no se roben los recursos…» Esa es una parte, pero también se trata de sacarle el máximo de jugo a cada especie, a cada pieza, mediante el proceso industrial, «agregarle valor a los productos, buscar mayor coeficiente de aprovechamiento y tener en cuenta las fluctuaciones del mercado y la demanda de uno u otro producto».

Según fuentes del MIP, dentro del proceso de adaptación a la nuevas circunstancias no se ha descuidado la inversión en la industria a la que se han destinado desde 1995 unos 40 millones de dólares que permiten alcanzar los parámetros de rigor que rigen las exportaciones a escala mundial. Esto posibilitó que la Unión Europea aprobara la calidad de los productos pesqueros exportables de la isla.

Tampoco la búsqueda de alternativas que permitan incrementar los niveles de pescado disponible para ubicar en el mercado mundial. Por ejemplo, el fomento de las áreas dedicadas a la camaronicultura, la exportación de especies de agua dulce como la tilapia que ha tenido un mercado que muy pocos sospecharon, incrementar el maricultivo de variedades de alto valor comercial, mejorar genéticamente las especies. La acuicultura se vislumbra como la variante de la futura expansión, a decir de Rodríguez «no hay otro camino, el crecimiento de la pesca tiene que ser por la acuicultura porque no se puede sobrexplotar la plataforma, por el contrario, hay que buscar vías para protegerla».

El crecimiento de la acuicultura supondrá la disminución de las importaciones del pescado congelado, con lo cual el país dispondría de más dinero para entregar al país y que éste compre otros alimentos, ha dicho el ministro. Durante 1998, por ejemplo, el Ministerio de la Industria Pesquera (MIP) esperaba ingresar a la Caja Central del Estado, una especie de caja fuerte que reúne las divisas necesarias para la compra de alimentos y otros artículos básicos, unos 170 millones de dólares, calculados en 23 por ciento superior a los aportes de 1997.

Lo interesante del caso es que estas cifras no se previeron sólo sobre la base de mayores capturas. Fuentes del MIP aseguran que producir, comercializar y mejorar el trabajo financiero eran las condiciones indispensables para llegar a tan ambiciosa meta. Entre los conceptos que manejan está uno muy específico sobre el plan: «hay que verlo como una idea, un deseo, el cual hay que cumplir contra viento y marea, pero no puede haber autocomplacencia. Si se puede hacer más, hay que hacerlo, y cada día», aseguran medios oficiales.

Para crecer en 1998, esta cartera asumió misiones inmediatas como el crecimiento en los renglones exportables tradicionales, la introducción en el mercado internacional de nuevos productos con demanda y mayor valor agregado, ampliar la comercialización y obtener los mejores precios posibles, alcanzar mayores rendimientos sin realizar nuevas inversiones, reducir los costos al menos en seis centavos en divisa por peso de producción. Esto llevaría una condicionante de sostenibilidad: el cuidado y desarrollo de las especies y de los ecosistemas. Los científicos han estimado que la captura máxima sostenible en la zona económica cubana, que representó en 1997 el 40 por ciento del total, es de 80.000 toneladas anuales.

El peso mayor en los planes de capturas e ingresos en divisas descansaba sobre la langosta de la que debían capturarse en 1998 unas 11.100 toneladas y para la que se aspira un crecimiento de 2.000 toneladas de un año a otro. En el país existen 12 asociaciones dedicadas a la pesca de este crustáceo con altos precios en el mercado mundial y que representan más de 50 por ciento de los ingresos del MIP a la caja central.

Según el MIP, el crecimiento reportado en 1998 incluye un significativo aporte de la acuicultura, las especies de escama y camaronicultura, y para 1999 aspiran recuperar los volúmenes de la década pasada. Además de esos resultados productivos, dijo en diciembre el ministro, se desarrollan proyectos científicos para restablecer la presencia de especies como la liseta y preservar el medio ambiente marino, sus fondos y corales.

Por otra parte, precisó, aunque todavía queda mucho por hacer en cuanto a la eficiencia (uno de los objetivos primordiales del sector, que aspira alcanzar un mayor rendimiento fabril y mayores volúmenes de productos del mar procesados), todas las asociaciones pesqueras creadas a raíz de las transformaciones del ministerio, consiguen la rentabilidad y aspiraban cerrar el año con la contabilidad certificada en cada una de las 490 empresas del ramo.

Una película ya vista

Algo tendrá que hacer la agricultura cubana. Dependiente de los vaivenes no consigue salir de su mala racha que se traducen en una mesa vacía de viandas, altos precios en los mercados agropecuarios y quejas constantes de la población.

Cada año sucede algo imprevisto, que conspira contra el crecimiento de la producción agropecuaria en la isla. Por una parte andan las necesidades cada vez más insatisfechas de la población y por la otra, la imposibilidad de organizar la agricultura de tal manera que la tierra rinda más frutos.

En 1997 sólo se produjeron 34,2 millones de quintales de viandas y hortalizas (un quintal equivale a 45,45 kilogramos). Los planes para 1998 eran de sobrepasar los 41 millones. Fuentes oficiales aseguran que en su totalidad la producción agropecuaria creció 11,2 por ciento, donde los incrementos más notables fueron en viandas y hortalizas. Las necesidades de los 11 millones de habitantes de la isla sobrepasan los 55 millones de quintales.

«Nos sentimos optimistas en cuanto a llegar a los 41 millones de quintales de viandas y vegetales comprometidos para este año. Estos dependen en buena medida de los resultados de la campaña de frío, pues más del 60 por ciento de la producción se realiza en esta época. También trabajamos por lograr una campaña de primavera buena, sobre todo en yuca, maíz, boniato, pepino y plátano. Una buena contribución deben hacer los organopónicos y los huertos, que en el 97 cosecharon tres millones de quintales de hortalizas y condimentos, en mil hectáreas. En el 98 duplicaremos las áreas y por tanto los resultados deberán crecer en proporción», dijo en febrero de 1998 Alfredo Jordán, al frente del Ministerio de la Agricultura (MINAGRI).

El año, sin embargo, tuvo su dinámica propia. La sequía en el primer semestre de 1998 y luego, las lluvias provocadas por el huracán Georges, pueden ser las causas de que el sector agropecuario siga sin satisfacer las expectativas de la población, o, como opina el cubano común, una justificación para los incumplimientos.

Algunos no entienden el porqué de las cosas. Por ejemplo, por qué la agricultura de la isla ve disminuir de año en año las producciones de yucas, boniatos, plátanos, entre otros cultivos de primera necesidad en la mesa del cubano, mientras que, otros, por ejemplo, la asociación mixta Sherritt Green, en Matanzas, ha logrado lo que nunca pudo la agricultura estatal: abastecer de fresa fresca a unos 50 hoteles de La Habana y Varadero y enviar fresa congelada a dos fábricas de helado. Hasta 1995, esa fruta se importaba de Europa. No es el único renglón que produce eficientemente esa empresa mixta. En la actualidad venden también en el mercado de fronteras, tomate, ajo, apio, espinaca, perejil, remolacha, cebolla, pimientos, en fin, unas 30 especies.

Analistas consideran que no se trata sólo de un problema de recursos y tecnología, es también la organización y estimulación del trabajo, que repercute en los resultados finales, donde la estabilidad y seriedad están en correspondencia con las necesidades del turismo, uno de los sectores donde más repercuten las fallas en los abastecimientos.

Fuentes oficiales aseguran que la agricultura es uno de los sectores que ha sufrido más transformaciones a raíz de la crisis económica iniciada con los noventa. Entre ellas se encuentran la creación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), apertura de mercados agropecuarios, entrega de tierras en usufructo, la vinculación de los ingresos a los resultados productivos, los sistemas de estimulación, así como la racionalización del aparato central y la organización de la producción en asociaciones.

No obstante, en un análisis realizado por Carlos Lage, vicepresidente cubano y principal ejecutor de las reformas, a pesar de estas medidas que tenían como fin incrementar los valores de la producción agropecuaria, son insuficientes las entregas al mercado interno de divisas, vía que no ha sido aprovechada para aumentar los ingresos y disponer de mayores recursos.

Desde inicios de 1998 el titular del ramo hizo llamados a la racionalidad y la eficiencia en la utilización de los recursos, sin embargo, análisis del primer semestre del año arrojaron aumentos en los consumos de combustible y energía, mientras la producción decrecía en uno por ciento. Según fuentes del MINAGRI, el gasto en portadores energéticos es el segundo más significativo en divisas, después de las materias primas para los piensos. Cada 24 horas se gastan 288.000 dólares por ese concepto, «a pesar de un programa de ahorro, que evidentemente, no se cumple con la exigencia requerida».

Las ferias ocasionales de productos agropecuarios en la capital se han convertido en un suceso para los habaneros. Cada fin de mes, entre cinco y siete lugares de la ciudad, los domingos se llenan de camiones de plátanos, boniatos, yucas, calabazas y varios surtidos de estación, pavos y otros cárnicos, a precios inferiores a los de los mercados agropecuarios, considerados altos por la mayoría. Según José Luis Rodríguez, ministro de Economía y Planificación, en el Primer Encuentro de Cooperativas de Créditos y Servicios, celebrado en junio, durante el primer trimestre de 1998, los precios en el mercado se habían reducido en un tres por ciento, «por mayor producción y por disminución de la capacidad de compra, provocado por el saneamiento financiero».

La disminución de la cosecha de papa a inicios de año fue uno de los golpes más severos que sufrió la agricultura. Funcionarios del MINAGRI aseguran que la plaga de Thrips Palmi, que llegó al país en 1997, mantendrá sus afectaciones, porque a pesar de haber sido medianamente controlada, no podrá ser exterminada por requerirse para ello importantes sumas en divisas. En estos momentos las investigaciones de científicos cubanos están encaminadas a encontrar medios biológicos para su eliminación, lo que llevará no poco tiempo.

Ante tales adversidades, analistas consideran que es necesaria una diversificación para lograr buenos resultados productivos y económicos, aplicable como un principio agrario en todos los centros dedicados a la producción agropecuaria del país, para un mejor uso del suelo los recursos y la estabilidad. Catalogando como daños la superespecialización y la monoproducción, los expertos llaman a la integralidad productiva como factor vital para rotar e intercalar cultivos y mejorar los suelos, y alcanzar mayor producción por cada espacio agrícola.

Algunos cultivos tienen muy mala suerte en Cuba, uno de ellos es el plátano. Lo afectó primero la tormenta del siglo (1993), luego, el ciclón Lili (1996), que provocó una caída de la cosecha de 1997 a 8.336.000 quintales contra 11.446.500 en 1996, la mejor marca productiva. Cuando pronósticos indicaron que para el segundo semestre del año se recuperaría de los daños ocasionados por fenómenos climatológicos, llegaron nuevas lluvias que destrozaron nuevamente grandes extensiones del cultivo. Las autoridades defienden el plátano por los altos rendimientos que puede dar y porque aporta frutos todos los meses. Los expertos, por su parte, consideran que no siempre los perjuicios son el resultado de ciclones o sequía, sino de indisciplinas laborales y tecnológicas.

Durante 1998, la severa sequía que sufrió la isla puso en peligro no sólo las cosechas de 1998, sino que, según pronósticos de organismos internacionales podría provocar pérdidas por unos 200 millones dólares.

Otro de los mitos de la agricultura cubana es el café. Se cree que siempre hay una cosecha mala y otra buena, para desmentirlo, opinan entendidos, están los resultados productivos de la cosecha que concluyó en febrero, un siete por ciento superior a la anterior y que tuvo un cumplimiento del plan del 104 por ciento. No obstante, funcionarios del grupo Cuba Café, sostienen que estuvo por debajo del plan por problemas organizativos y lentitud en la entrega de tierras en usufructo para incrementar la producción y sobrepasar los volúmenes promedio de los últimos 20 años.

Los cubanos, dicen las estadísticas, consumen unos 30 kilogramos de arroz al año. La producción del grano en el país, sin embargo, cubre sólo el 50 por ciento de la demanda y el resto tiene que ser importado. Un programa para alcanzar la suficiencia en este alimento hasta el año 2001, propone una mayor productividad y rendimientos con variedades más resistentes a las plagas y fenómenos meteorológicos y una mejor aplicación de la ciencia y la técnica. Para llegar a producir entre 500.000 y 550.000 toneladas de arroz se precisan inversiones en capacidad de agua, riego, secaderos molinos, así como estimular la producción popular y en empresas estatales.

Al parecer, la producción de huevos no tiene mejor suerte. Fuentes oficiales han asegurado que «la insuficiencia de piensos (muy aguda a lo largo de 1998) originó que las entregas de huevos descendieran». En 1997 se recolectaron 1.091 millones, un 40 por ciento de la disponibilidad del país antes de la crisis; la situación se repitió en el 98 y el plan de 1.300 millones no pudo concretarse por igual motivo. Antes del llamado período especial Cuba producía 2.700 millones de posturas sobre la base de un consumo de alimentos importados. En la actualidad, para adquirir las materias primas, unos 30 ingredientes en el caso de la dieta avícola, se necesitan importantes erogaciones en divisas que en muchas ocasiones el país no puede asumir, lo que provoca un descenso en la producción e implica el sacrificio de no pocas aves, antes de que pierdan demasiado peso.

Entre los propósitos del MINAGRI para 1998 estaba también el incremento de la producción en huertos intensivos y organopónicos a lo largo de todo el país, y que, según las estadísticas, eran metas posibles de alcanzar.

Según se dio a conocer antes de que terminara diciembre, se habían cosechado 9.500.000 quintales de viandas y hortalizas en los 1.987 organopónicos y en los 3.357 huertos intensivos, de un plan anual de 8 millones de quintales, eso representó crecer tres veces y media, si se compara con 1997. Para 1999 se aspira llegar a los 15 millones de quintales. Fuentes oficiales aseguran que Cuba se inserta así a la tendencia mundial del desarrollo de la agricultura urbana, y aspira llegar en próximos años a cultivar 300 gramos de hortalizas por habitante diario, norma establecida por la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), lo que representaría unos 26 millones de quintales.

Para ello, advierten autoridades encargadas de la agricultura urbana, es preciso un mejor aprovechamiento del área, elevar los rendimientos, evitar el monocultivo y mejorar la calidad de las semillas. El rendimiento alcanzado en 1997 fue de 19,57 kilogramos por metro cuadrado.

Los consumidores, por su parte, advierten que los precios no bajan y creen ver poca diferencia entre los de organopónicos y mercados agropecuarios, limitados surtidos y en ocasiones, falta de productos en buena parte del día.

Hoy más que ayer

Un acuerdo para la exploración y producción de petróleo, por seis años de duración, fue suscrito en noviembre entre Petróleo Brasileño S.A. (PETROBRAS) y la Unión de Petróleo de Cuba, Cubapetróleo (CUPET). De encontrarse petróleo, en unos años, la isla podría incrementar sus niveles de extracción, que a pesar de crecer de año en año, no satisfacen ni remotamente sus necesidades.

La empresa sudamericana es una de las 15 mayores empresas petroleras del mundo y posee el liderazgo en la perforación en aguas profundas y un alto nivel tecnológico. De acuerdo con autoridades de CUPET, estas características representarían para la parte cubana «innumerables ventajas desde el punto de vista de la transferencia tecnológica y conocimiento».

El contrato establece un programa de exploración a riesgo en cinco etapas y por un período de seis años, que comprende estudios geológicos y el reprocesamiento de las investigaciones sísmicas existentes y la perforación de un pozo pionero con un costo estimado de 23 millones de dólares. De acuerdo con el documento suscrito, el contratista podría acceder a otras fases, de forma opcional, en dependencia de los resultados obtenidos hasta ese momento, hasta la explotación.

La zona escogida para la explotación y producción de los nuevos socios es el bloque 50, una de las secciones en que está dividida la isla geológicamente. Ese bloque se encuentra al norte de la central provincia de Villa Clara, a unos 300 kilómetros al este de La Habana. El potencial de reservas estimado es de unos 500 millones de barriles (una tonelada de petróleo contiene siete barriles).

Este acuerdo se inserta dentro de la estrategia oficial en materia de energía de aumentar la prospección y extracción de crudo nacional con la participación de inversión extranjera. La empresa estatal Cubapetróleo y el Ministerio de la Industria Básica fueron autorizados por el gobierno a una nueva distribución de los llamados bloques petrolíferos para atraer nuevas inversiones, informó la prensa local.

Alrededor de 10 compañías extranjeras realizan en la actualidad trabajos de prospección en un área de 10.000 kilómetros, siete bloques en la plataforma marina y 11 en tierra. Los proyectos de colaboración con el capital extranjero son a riesgo y las firmas asumen la totalidad del costo de búsqueda y exploración de yacimientos. En caso de existencia de crudo, Cuba paga con el propio petróleo.

Expertos han apuntado que dicha cooperación busca el aumento del conocimiento geológico del país y la introducción de nuevos métodos de exploración y tecnologías de extracción, principalmente en pozos viejos y zonas marinas. Un informe del Centro de Estudios para la Economía Cubana (CEEC) sitúa el territorio perspectivo para hidrocarburos en la isla en unos 140.000 kilómetros cuadrados, que incluye una plataforma marina de 70.000 kilómetros cuadrados.

De una treintena de bloques con perspectivas, 22 están bajo contrato con empresas de Canadá, Gran Bretaña, Francia, Suecia y España, a esos convenios de exploración se añade la operación conjunta de pozos en explotación. El resto, 13 bloques ubicados fundamentalmente en el occidente del país, tanto en tierra como en la plataforma, al sur de la provincia de Matanzas y en la costa sur oriental, se encuentra disponible para su negociación y tienen áreas entre 1.400 y 6.000 kilómetros cuadrados, de acuerdo con informaciones de CUPET.

Analistas califican de «muy esperanzadores» los pronósticos sobre las operaciones con capital extranjero. «Sobre todo para la prospección en el sur del país, pues las compañías de distintos países han invertido en ese sector, hasta el presente, más de 300 millones de dólares, cifra que duplicarán en los próximos años», afirmaron.

Expertos cubanos apuntan que las empresas que arriesguen capitales en el sector petrolero de la isla cuentan como garantía con la existencia de hidrocarburo y la seguridad y protección que brinda la legislación local sobre inversiones extranjeras. La ley de inversión extranjera de 1995 contempla la libre transferencia al exterior de las utilidades y el capital, y limita la expropiación a razones de interés nacional. Además, los bloques abiertos al capital extranjero no pueden verse afectados por la ley Helms-Burton de Estados Unidos, que contempla sanciones a empresas que inviertan en la isla en sectores que hasta 1959 fueron propiedad de estadounidenses, según explicaron las autoridades cubanas. Fuentes oficiales recordaron que según las leyes y disposiciones cubanas vigentes antes del 1 de enero de 1959, ninguna empresa que recibió concesiones para la prospección petrolera tenía derecho a la propiedad del territorio donde efectuaba sus actividades.

Como muestra de la confianza de las compañías que operan en Cuba, medios oficiales resaltaron que la empresa canadiense Sherritt International financia la construcción de las instalaciones para el uso del gas natural asociado al yacimiento de Varadero, el mayor descubierto hasta hoy en el país caribeño. El proyecto, llevado a cabo por una empresa mixta de Sherritt, Cubapetróleo y la Unión Eléctrica, producirá 215 megavatios para el sistema eléctrico, además de gasolina, combustible diésel, gas licuado y azufre.

El llamado proyecto Energás, concebido en varias etapas hasta el año 2000, consiste en aprovechar el gas acompañante de los yacimientos de Varadero y Boca para generar electricidad y evitar el consumo de aproximadamente 350.000 toneladas de crudo de importación.

La actual producción de la isla es de unos 35.000 barriles diarios, en unos 300 pozos, principalmente ubicados en La Habana y Matanzas. Según fuentes oficiales eso significa sólo el tercio de las necesidades de crudo del país, que se ve obligado a dedicar la mitad de su fondo de divisas convertibles a la importación del producto, para atender una demanda anual de 10 millones de toneladas.

1998 cerró con una producción de 1,65 millones de toneladas de crudo, un volumen nunca antes alcanzado, pero insuficiente para las necesidades del país. El aumento es considerable si se tiene en cuenta que en 1991, la producción alcanzó sólo 526.800 toneladas, 191.600 menos que en 1989. Pero expertos señalaron que esa producción cubre sólo 22 por ciento de la demanda interna y se utilizará en la generación de electricidad y la elaboración de cemento.

Cuba dedica a la compra de combustible unos 1.200 millones de dólares, aproximadamente la mitad de sus divisas convertibles. Informes oficiales señalan que sólo la generación de electricidad exige cada día un millón de dólares para la compra de crudo que consumen las plantas termoeléctricas de la isla. Desde enero de 1998 el gobierno puso en vigor el Programa Nacional de Ahorro de Electricidad (PAEC), dirigido a lograr que las entidades estatales y privadas, y las familias, adopten medidas para disminuir el consumo de energía eléctrica.

El principal proveedor petrolero de Cuba es Rusia, heredera de los compromisos de la desaparecida Unión Soviética, pero no satisface la demanda anual. Según el acuerdo establecido en el protocolo comercial ratificado a principios de este año, Rusia debe suministrar tres toneladas de combustible por una de azúcar.

En tanto, continúa paralizada la construcción de la central electronuclear de Juraguá, en la sureña provincia de Cienfuegos. El proyecto, iniciado con la ayuda de la ex Unión Soviética, enfrentó obstáculos financieros a raíz de la crisis económica desencadenada en Cuba tras la desaparición del campo socialista.

Mientras tanto, las autoridades siguen promoviendo sus bloques con posibilidades, penando por no poderse aprovechar de la baja en los precios del crudo, que han llegado a los límites de la crisis de 1973, para cubrir sus necesidades e intentando hacer entender la necesidad de un uso más racional de los combustibles y la energía.

En busca del peso perdido

El gobierno cubano sigue estudiando nuevas medidas para darle aire a su cruzada contra el exceso de liquidez en moneda nacional. A cuatro años de la adopción de un programa destinado al saneamiento financiero interno, las autoridades de la isla observan con preocupación un estancamiento en la reducción del circulante monetario.

En esta ocasión, el objetivo final sería la extracción del circulante en efectivo acumulado en manos de pocos: algunos campesinos, intermediarios de ventas en los mercados agropecuarios, trabajadores por cuenta propia, entre otros, que podrían haber amasado fortunas, cuando la mayoría de los cubanos no sabe cómo hacer para que el dinero les alcance antes del próximo sueldo.

Durante la sesión de julio de la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento), el presidente Fidel Castro insistió en que estudian nuevas medidas «en un momento en que se han estancado las posibilidades de recoger circulante. «De acuerdo con el informe presentado ante el parlamento por Manuel Millares, ministro de Finanzas y Precios, en ese período, la masa monetaria en manos de la población pasa de 9.400 millones de pesos. Desde 1996, ese indicador ha echado anclas en torno a esa cifra, con muy ligeras oscilaciones.

Esa tendencia, señalada por economistas y analistas cubanos desde hacía más de un año, centró finalmente la atención del parlamento, aunque el informe presentado por Millares no enfrentó el problema de manera directa. El titular de Finanzas valoró entonces positivamente el programa de saneamiento financiero interno, al comparar la situación actual con la liquidez existente a mediados de 1994.

«Como resultado de la aplicación de las medidas – dijo -, la liquidez de la población en el período de junio de 1994 hasta mayo de 1998 se redujo en un 20,3 por ciento, de ello el mayor peso recae en el ahorro que disminuyó en un 23,8 por ciento, mientras que el efectivo en circulación lo hizo en un 16,7 por ciento.

«Por otra parte – agregó Millares -, se ha alcanzado una importante revalorización del peso cubano, demostrado con el hecho de que si, en junio de 1994 el dólar como promedio se cotizaba a 120 pesos, con operaciones de hasta 150 pesos, en la actualidad se cotiza en alrededor de 20 pesos.»

En mayo de 1994 existía en Cuba una liquidez de 11 millones 895.000, de los cuales 7.076 pertenecían al ahorro interno mientras 4.819 circulaban como efectivo. En mayo de este año existía una liquidez de 9 millones 485.000 pesos, de los cuales 5.469 estaban en bancos y 4.016 circulaban como efectivo entre los cubanos.

A fines de 1998, aunque en valores incomparables con los del período 1993-1994, se deterioró nuevamente. De acuerdo con el informe presentado en diciembre por Rodríguez, la liquidez acumulada era de 9.847 millones, de ellos, 4.200 millones eran en efectivo y 5.405 millones, en depósitos bancarios. De todas formas, las autoridades sostienen que esa situación es mucho más favorable que los 11.896 millones del año 1993.

Analistas consideran que la disminución de 2 millones y medio de liquidez realmente resulta poco significativa, si se tiene en cuenta que desde entonces hasta la fecha los bolsillos y las cuentas bancarias de la mayoría de los cubanos, especialmente los que continúan como trabajadores estatales, han sufrido serias averías. Las autoridades económicas del país, aun así, consideran que las medidas aplicadas han sido un éxito, pues de continuar el ritmo al que crecía la liquidez a inicios del 94, a finales de ese mismo año habría llegado a los 13.000 millones.

Fuentes oficiales aseveran que entonces, la tenencia de divisas (declarada) era de 15 por ciento, mientras que al cierre de 1998 se calculaba en 56 por ciento como media nacional. Las mayores concentraciones de dólares están en Camagüey, Cienfuegos, Ciego de Ávila y Matanzas. Por otra parte, si se suma la liquidez en moneda libremente convertible con la moneda nacional, el resultado es un alto poder adquisitivo, muy distante de lo que piensa el cubano común, consideran. Eso conlleva a que persistan los altos precios en los mercados agropecuarios, y por qué no, en el mercado sumergido.

Algunos analistas argumentan que el valor de la moneda cubana también pone de relieve el agotamiento del programa de saneamiento financiero. Desde hace dos años, las cotizaciones oscilan entre 19 y 23 pesos por dólar, en una clara señal de estancamiento.

Hasta ahora, la apreciación del peso ha dependido fundamentalmente de la reducción de la liquidez y, según valoraciones de las propias autoridades cubanas, la principal medida en esa dirección ha sido el alza de precios de productos no esenciales, en primer lugar de cigarros.

El llamado Impuesto Especial a los cigarrillos y tabacos permitió recaudar hasta el cierre de mayo de 1998 ingresos adicionales por 6.798,8 millones de pesos. Las ventas, sin embargo, han disminuido gradualmente desde 1995 y se han estabilizado en torno a 45,5 millones de cajetillas mensualmente, tras pasar de 70 millones por mes en el segundo semestre de 1994. A juicio de entendidos, esa medida ya alcanzó su techo. El gobierno, incluso, se vio precisado a realizar una rebaja del precio de los cigarrillos en febrero de 1997- la cajetilla bajó de diez a siete pesos-, ante la evidente contracción que experimentaban las ventas por entonces.

Otras medidas dirigidas a sanear las finanzas internas también parecen haber alcanzado ya el monto máximo de recaudaciones y no prometen incrementos en esa dirección. Tal es el caso de la elevación de precios y tarifas de otros productos y servicios. La venta de bebidas alcohólicas, por ejemplo, también ha disminuido sensiblemente. Las autoridades tratan de estimular la producción de cerveza para compensar por esa vía las pérdidas del ron, en tanto todo indica que la demanda de cerveza está muy por encima de la oferta.

Aunque se propone objetivos más abarcadores, el sistema tributario ha hecho una contribución importante a las recaudaciones. «Desde su implantación hasta mayo de 1998 se habían captado de la población más de mil 200 millones de pesos», informó Millares a la Asamblea Nacional. El grueso corresponde al impuesto sobre ingresos personales con 786,8 millones de pesos, de los cuales 686,2 millones salieron del bolsillo de los trabajadores por cuenta propia.

Por ese canal, calificado por Fidel como válvula de escape, no parece previsible un incremento sustancial del dinero que fluye hacia el fisco. El número de trabajadores por cuenta propia se ha estabilizado en torno a 170 mil, tras haber llegado a más de 206 mil en los inicios de su legalización.

El ministro de Finanzas y Precios insistió en esa ocasión en que se debían tomar medidas de estímulo a la producción, encaminadas a lograr una mayor oferta a la población. En particular, movió su mirilla hacia el campo. «Se debe tomar en cuenta – dijo – la necesidad de dirigir hacia el sector campesino bienes y servicios adecuados a sus necesidades, que los estimulen a incrementar la producción de alimentos para la población.»

Aunque no lo dijo, una medida de ese tipo, de adoptarse, hurgaría en las cuentas de ahorro donde se concentra, según la evaluación de expertos, buena parte de ese circulante perseguido por el gobierno y que permanece invisible al bolsillo del cubano medio.

Entre las valoraciones hechas sobre la forma de extraer dinero de los bolsillos gordos se maneja la posible creación de tiendas de recaudación de divisas especiales, donde se venderían insumos agrícolas, tractores, entre otros artículos que podrían llamar la atención de quienes mayores cantidades de dinero tienen, lo que podría también contribuir a un aumento de la producción. Sin embargo, análisis académicos afirman que hoy por hoy esos agricultores no tienen ni necesidad ni interés en aumentar sus ganancias, porque con escaso trabajo acumulan ingresos más que suficientes.

Algunos analistas consideran que la venta de autos podría despertar el interés de no pocos, pero, quedaría la preocupación de estarle dando posibilidades también a quienes tienen hoy fortunas mal habidas.

Otro dolor de cabeza podrían ser las Casas de Cambio (CADECA), culpables de la inyección de importantes sumas de pesos hacia esa liquidez que oculta más de una incógnita.

¿Cómo logrará el gobierno que siga bajando? ¿Y hasta dónde? A todas luces, aún no existe consenso ni dentro del gobierno, ni entre los expertos, sobre los volúmenes de masa monetaria que requiere hoy la economía cubana para funcionar armoniosamente.

Variación de la liquidez de la población

(en millones de pesos)

mayo/1994 mayo/1998 Variación

Saldo de liquidez 11.895,9 9.485,7 -2.410,2

De ello:

Efectivo en circulación 4.819,2 4.016,1 -803,1

En cuentas de ahorro 7.076,7 5.469,6 -1.607,1

El año de la verdad

En marzo Cuba y Japón finalmente renegociaron la deuda cubana. En septiembre estas conversaciones se materializaron con la firma de un acuerdo con empresarios japoneses para el pago de unos 750 millones de dólares que la isla adeuda al país asiático. Veintiocho firmas japonesas y la doctora Rosa María Pinelo, directora jurídica del Banco Nacional de Cuba suscribieron los respectivos acuerdos bilaterales, que contemplan pagos hasta el año 2017 e incluyen períodos de gracia de hasta 10 años.

Cuba debe a Japón el 15,7 por ciento de su deuda total. Estos convenios, consideraron analistas de la isla, eliminan los obstáculos para las nuevas negociaciones entre las partes, favorecerían el desarrollo de las relaciones comerciales y la ejecución de inversiones niponas en la isla y concretan el acuerdo básico para la reprogramación bilateral de la deuda comercial con proveedores japoneses suscrito a mediados de marzo último en Tokio por Francisco Soberón, presidente del Banco Central de Cuba (BCC) y Takechito Tsuchiya, titular de la Conferencia Económica Japón-Cuba.

Los compromisos contraídos en esa ocasión reprograman el pago de la deuda en dos partes, cada uno por el 50 por ciento del total. En el primer tramo se prevé el pago en 15 años, incluyendo un periodo de cinco años de gracia del principal. El segundo tramo se reprogramó a 20 años, incluyendo 10 años como período de gracia del principal e intereses, para iniciar los pagos a partir del año 2008.

Estos fueron los primeros pasos concretos sobre el tema en muchos años. Pocos días después que el gobierno cubano diera los primeros pasos para la reprogramación de su deuda con Japón, en marzo de 1998, otros países acreedores hicieron saber sus intenciones de cobrar a Cuba los adeudos pendientes durante más de una década.

Hungría, por ejemplo, reclamó a Cuba una suma de 193,5 millones de dólares (el equivalente a 193,5 millones de rublos convertibles, según las disposiciones establecidas por el último gobierno soviético en 1990), débito contraído como resultado de las operaciones comerciales del extinto Consejo de Ayuda Mutua Económica CAME, del cual ambos países eran miembros. «Cuba no paga a nadie, mientras la mayor parte de los países ex comunistas en los últimos ocho años han liquidado ya el 61 por ciento de sus deudas», dijo el secretario de Estado del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo de Hungría.

El no pago de la deuda externa, acordado por el gobierno cubano en 1987 ha afectado sus relaciones comerciales con numerosos países y ha obstaculizado los préstamos de organismos internacionales para el financiamiento de las inversiones y las operaciones comerciales de la isla, de manera que cinco años después de iniciadas las reformas económicas, la falta de divisas continúa siendo el principal de los problemas, según las autoridades nacionales.

A pesar de que las dificultades financieras con Japón comenzaron a resolverse tras la reprogramación de las cuentas con el sector privado de ese país, el presidente del Banco Central de Cuba, Francisco Soberón, ha asegurado que Cuba no tiene prisa para renegociar su deuda con otros países, pues «es un asunto demasiado complicado para tratarlo con ligereza o improvisadamente».

Cuba nunca ha aceptado negociar sus pagos con todos los acreedores colectivamente, sino tratar el tema como parte de las relaciones bilaterales con cada uno de ellos, por separado. Al mismo tiempo, sin embargo, continúa desarrollando una campaña internacional para la cancelación definitiva del endeudamiento de los países subdesarrollados, donde Cuba quedaría incluida.

«Se sabe que hemos tenido determinadas conversaciones, ha asegurado Soberón, y pensamos que hay que seguir analizando el tema, tratándolo, mantener un diálogo sobre el mismo, pero bajo ningún concepto trabajaremos en soluciones que en vez de resolver la situación presente, nos creen conflictos más graves en el futuro».

En este sentido ha puesto el ejemplo de la deuda externa de América Latina, la cual se ha triplicado en los últimos 15 años, de un nivel de 220.000 millones a principios de los años 80, a 600.000 millones de dólares en este momento.

Según las últimas cifras públicas, de mediados de 1998, Cuba debía 10.400 millones de dólares, cifra ligeramente inferior a la de 1997, lo que se explica por la depreciación del yen y la mayoría de las monedas europeas, – que conformaban el 78 por ciento de los débitos de la isla -, frente al dólar estadounidense durante 1996 y 1997.

Según datos del Banco Central, más de 6.000 millones de la deuda corresponden a obligaciones oficiales bilaterales, es decir, provenientes de préstamos intergubernamentales, créditos de ayuda al desarrollo y créditos a la exportación con seguro del gobierno.

Los otros acreedores más importantes de Cuba, después de Japón, son Argentina (12,8 por ciento del total de la deuda), España (12,1), Francia (10,8), Reino Unido(9,8), Italia(4,9), México(4,4), Suiza(2,6), Alemania(2,2) y Austria(2,1 por ciento). Cuba es también el principal deudor de Rusia, a quien debe 30.000 millones de dólares, encabezando la lista de los 51 países en vías de desarrollo que aún no han cumplido con ese país y a quien sólo la India paga la integralidad de los adeudos acumulados durante la época socialista. Estas cuentas pendientes con el líder de los ex socialistas, que alcanza la cifra de 118.000 millones de dólares, debía pagarse en la presente década, pero sólo tres países cancelaron parte de ella hasta el momento.

En octubre de 1998, durante una visita de Carlos Lage a Italia, se rubricaron dos convenios financieros. El primero, estableció la reapertura del seguro al crédito entre las dos naciones y el segundo, la renegociación de la deuda cubana de corto plazo con ese país, que abarca unos 70 millones de dólares, de ellos, unos 26 de intereses acumulados. La reapertura del seguro, consideraron analistas, constituiría un paso importante en la cooperación entre la isla y el país europeo.

A mediados del 97 se rumoró que Rusia aprovecharía su llegada al Club de París de los acreedores para recuperar una parte de sus deudas. Apenas se supo de la incorporación de Rusia en este fórum, el subsecretario norteamericano del Tesoro, Lawrence Summers, aseguró que la entrada de Rusia a ese club no significaría la concesión de facilidades a Cuba para el pago de sus compromisos atrasados.

El presidente del Banco Central aclaró inmediatamente que la deuda cubana con Rusia es un asunto únicamente bilateral y que el tema se trata dentro del contexto de las cuestiones pendientes relacionadas con el intercambio comercial y financiero con la extinta URSS y en el marco de las buenas relaciones con el gobierno ruso.

Añadió que los convenios suscritos en la década del 80 para la renegociación del adeudo establecen cuáles son los países que forman el grupo ad hoc del Club de París encargado de atender los asuntos de la deuda externa cubana y que la entrada de Rusia al club no cambia esa situación.

Con España, el principal inversionista extranjero en la isla, también existen cuestiones financieras pendientes, pues Cuba debe a ese país europeo 120.000 millones de pesetas, unos 785 millones de dólares. Sin embargo, durante la visita de una importante delegación de empresarios del turismo, del sector financiero, la pesca y la alimentación de la península ibérica el pasado mes de abril, el vicepresidente cubano Carlos Lage aseguró que Cuba está dispuesta a discutir en forma flexible los términos de una renegociación, de manera que el flujo de inversiones y el comercio bilateral no se entorpezcan por esta causa.

En la visita del vicepresidente cubano Carlos Lage a Francia, fuentes galas señalaron que su país «intentaría de que Cuba volviera al Club de París», para que pudiera beneficiarse con la renegociación de la deuda, considerada «bastante importante». Los adeudos de la isla a Francia se elevan a unos 600 millones de dólares. Cuba «se ve obligada a acudir a préstamos con un elevado tipo de interés, en torno al 17 por ciento», añadieron. Durante su estancia, Lage se reunió con el jefe del servicio internacional del Tesoro francés, a su vez presidente del club, Francis Meyer, quien podría jugar un papel importante en la presentación del caso cubano antes los socios del Club de París.

El acceso a las fuentes externas de financiamiento es desde hace un quinquenio el principal problema de la economía nacional, según opinión de las autoridades nacionales. Durante el primer semestre del 1997 Cuba tuvo que pagar 1,42 dólares de deuda exterior para poder obtener uno de crédito porque la baja producción azucarera no permitió poner la cosecha como aval de los préstamos.

El pasado mes de octubre, el periódico Nuevo Herald, de Miami, publicó un artículo titulado «Deuda cubana abre apetito de inversionistas foráneos». El artículo hace referencias a que en la primera semana de ese mes, el precio de la deuda comercial cubana incumplida aumentó en más de 1- 1 ½ puntos y el papel Cuba CL denominado en marcos podía adquirirse a 28,5 por ciento de su valor nominal.

Según la información de Reuters, Peter Bartlett, del Banque Nationale de Parms, en Londres, comentó que Cuba mostró un desempeño inferior al del mercado durante 1997, pero a pesar de ello está llamando la atención nuevamente y los inversionistas tratan de maniobrar hacia posiciones a largo plazo, buscando maneras de obtener ganancias en el 98.

Mientras se acerca el final de la década y del siglo, los acreedores intentan cobrar a la isla, los analistas especulan sobre el futuro económico del país y el gobierno cubano continúa presidiendo las campañas internacionales por el no pago del endeudamiento. Como mismo a mediados de los 80 Cuba se convirtió en líder del Tercer Mundo en ese empeño, actualmente prosigue denunciando el peso de la deuda externa de los subdesarrollados.

En la 29 Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en Roma, en noviembre del pasado año, el ministro cubano para la Inversión Extranjera y la Colaboración Económica dijo que la carga de la deuda para los países en desarrollo, entre 1985 y 1995 se incrementó a un ritmo anual del 5 por ciento.

Puntualizó que cada año el Tercer Mundo paga 125.000 millones sólo por concepto de servicios de la deuda externa, que equivalen al doble de los 69.000 millones de dólares a que ascendió la ayuda oficial al desarrollo en 1996, un nivel de ayuda que, además, descendió en relación con años precedentes.

¿Vienen o no vienen?

1998 terminó para la isla con un saldo favorable en la inversión extranjera. De todas partes del mundo siguen llegando los interesados y las autoridades afirman tener bajo análisis no pocas solicitudes de posibles socios comerciales. Según dijo a inicios de diciembre Ibrahim Ferradaz, ministro cubano para la Inversión Extranjera y la Colaboración Económica, 1998 ha tenido un saldo positivo en la promoción de negocios conjuntos, «pese a realidades adversas».

Según dio a conocer Ferradaz, durante la última sesión del parlamento, existen en Cuba unas 351 asociaciones con capital extranjero, y «dos de cada cinco fueron constituidas después de la aprobación de la ley Helms-Burton», afirmó.

La isla comenzó a abrirse al mundo en 1988, a partir de la creación de la primera asociación económica internacional con la cadena hotelera española Sol Meliá. Las autoridades vieron entonces en la inversión extranjera la posibilidad de adquirir capital, mercados y tecnología, a diez años de los primeros pasos se persiguen esos mismos objetivos, según reiteran altos funcionarios estatales.

De acuerdo con Ferradaz, los países con mayor número de asociaciones en Cuba son España, Canadá, Italia, Francia e Inglaterra. Estas cinco naciones concentran el 80 por ciento de todos los negocios, con un peso importante en la industria básica y el turismo.

La mayoría de las empresas fueron creadas a partir de 1992, tras la aprobación de la enmienda Torricelli, reforzada posteriormente en 1996 con la firma de la ley Helms-Burton, que pretende internacionalizar el bloqueo, sancionando a empresarios de terceros países que «trafiquen» con bienes estadounidenses expropiados.

Empresarios de muchos rincones del planeta vienen a explorar la isla, incluidos los de Estados Unidos, marginados hasta el momento de comerciar con la isla por las limitaciones que les impone su gobierno. Entendidos aseguran que los hombres de negocios de muchos países quieren anticiparse a la llegada de sus pares estadounidenses en caso de un eventual levantamiento del embargo. Si este hecho, considerado muy distante por políticos y economistas, llegara a producirse muchos de los que han decidido establecerse en Cuba tendrían que empacar sus maletas.

Estos criterios han sido explícitos en declaraciones de empresarios extranjeros, quienes afirman que «los hombres de negocios saben que hay que estar en Cuba hoy y no mañana». Algunos análisis aventuran en cerca de mil millones de dólares las inversiones que se producirían en un breve plazo tras el fin del bloqueo. Mientras tanto, la isla quiere atraer inversiones que le permitan reabrir industrias, crear otras nuevas y desarrollar nuevos sectores.

Hasta mediados de 1997 se calculaba en cerca de 1.200 millones de dólares las inversiones foráneas comprometidas. Las autoridades aseguran que la legislación cubana para la inversión foránea y las ventajas que ofrece han sido ganchos de los cuales el empresario extranjero no ha podido escapar.

En entrevista concedida a la prensa cubana a mediados de 1998, José Luis Rodríguez, ministro de economía señaló que las inversiones en general continuaban fluyendo al país. «No obstante, dijo, ese flujo sería mayor si no fuera por las presiones que los norteamericanos ejercen desde el punto de vista comercial, financiero, inversionista contra todo el que quiere invertir en Cuba.

A su juicio, «Cuba es un país atractivo para la inversión extranjera bajo las reglas que Cuba ha puesto, por la capacidad para absorber capital foráneo, con las reglas que hemos planteado, sin una apertura desordenada, en aquellos sectores donde nos interesa, defendiendo por encima de todo los intereses de la nación»

Esa tendencia, añadió, se va a mantener, porque a pesar de esas presiones, se demuestra que el país tiene perspectivas, tiene posibilidades, da un nivel de confiabilidad y hay inversionistas en el mundo, en Europa, en América Latina, Canadá, en Asia que están dispuestos a invertir en Cuba a partir de las condiciones creadas en el país para obtener una determinada rentabilidad y nosotros la podemos garantizar. Esto continuará, no esperamos saltos extraordinarios teniendo en cuenta esta situación con los Estados Unidos, que es el factor principal que frena.

Aunque se le conceda cierta relevancia a la inversión extranjera, las autoridades defienden el criterio de que esta sólo constituye un complemento a los esfuerzos propios de la nación. «La inversión extranjera juega un papel en sectores tan importantes como el turismo, pero hay que subrayar que la inversión básica de nuestro país en un 80 por ciento se han hecho con capital cubano», precisó Rodríguez.

«Pudiéramos decir que el grueso del negocio lo pone el país y el complemento lo pone la inversión extranjera. Es importante que se entienda que no estamos minimizando el papel de la inversión extranjera, pero tampoco podemos decir que esta sea la responsable absoluta de que haya crecido el turismo o que haya crecido el níquel o el petróleo. Ha contribuido, sin dudas, pero el esfuerzo del país no se puede dejar a un lado. La inversión extranjera ayuda a cerrar el ciclo y juega un papel importante en esos sectores, pero no es el único factor, ni se puede decir que el país dependa de la inversión extranjera. El país depende esencialmente de lo que sea capaz de producir. En la medida que se recupere, se produzca mejor, con más eficiencia, así avanzaremos y así vendrá más inversión. Si el país no avanza, no se recupera, decrece, así se retardará la inversión», aseguró el titular.

En declaraciones a la prensa, Ferradaz señaló que se habían concertado nuevos intereses de inversión foránea, como la creación de la primera empresa financiera en el país, constituida por la Caja de Madrid, de España y el Banco Popular de Ahorro. También se iniciaron negocios «en otros campos novedosos, entre ellos en la generación de electricidad, referente a la utilización del gas acompañante del petróleo con tecnología muy moderna y en temas vinculados a la gasificación».

Se beneficiaron durante 1998 con intereses de inversiones extranjeras sectores como el inmobiliario, la industria alimenticia, la sidero-mecánica, mientras tanto, en otras ramas de la economía se concretaron inversiones con países que no tenían un peso importante en las relaciones comerciales y cuyos niveles podrían incrementarse considerablemente, como es el caso de China, explicó.

No obstante especificó que el avance no debía interpretarse solamente en términos cuantitativos. «Aunque la cifra de negocios es grande, las inversiones en Cuba son un complemento de los esfuerzos realizados por el gobierno para desarrollar el país». «Si no estuviera la ley Helms-Burton se habría logrado más».

Tener más…cuesta más

El anuncio de un programa inversionista en tres importantes servicios de la economía ha sido recibido por los cubanos con una mezcla de alegría e incertidumbre, luego de casi una década en que los servicios a la población han llegado a límites de carestía insospechados y cuya mejoría llega ahora, pero acompañada del incremento de precios.

El programa de inversiones dado a conocer durante la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento) en julio contempló la telefonía, el gas y el agua y en todos los casos se desarrollarán hasta el próximo siglo y con atención especial hacia la provincia Ciudad de La Habana.

La inversión de capital mixto en la telefonía asciende a 900 millones desde el 97 y hasta el 2004 e intentará suplir las acumuladas necesidades de comunicación, pues, prácticamente desde los años 60 no han sido incrementados los usuarios privados en el país. La alegría propia que genera este tipo de noticias fue acallada un poco por el simultáneo anuncio del aumento de la tarifa, pues, según las autoridades locales, es necesaria una cultura del uso racional y una cuota elevada sobre la utilización prolongada como premisas para el incremento del servicio.

Con la instalación de 50.000 teléfonos públicos, una red de microondas digital y una red pública de transmisión de datos que se usará fundamentalmente en los servicios gubernamentales, 9 de cada 100 cubanos tendrán un teléfono. Hasta la fecha sólo 3 de cada 100 tienen acceso a la telefonía privada.

Tras la inversión telefónica que, según el vicepresidente cubano Carlos Lage, mejoraría sustancialmente el servicio (facilidades para la comunicación, no interrupciones, completamiento de llamadas) falta esperar si los viejos y nuevos usuarios de los teléfonos estarán dispuestos, luego del aumento de las tarifas, a pagar todas sus comunicaciones o si preferirán seguir haciéndolo en sus centros de trabajos, donde la cuenta la paga el propio centro.

La ampliación y el mejoramiento del servicio de gas manufacturado fue otro de los programas de inversiones anunciado en 1998 y a diferencia de la telefonía se realizará íntegramente con capital cubano. Se trata de 50 millones de dólares que se dedicarán a la instalación de redes de gas manufacturado, la construcción de un gasoducto para unir dos importantes plantas productoras de la capital, la reparación de las redes existentes y la ampliación del servicio a 100.000 personas.

Los beneficios del gas natural (cambio de coque por nafta) son reconocidos hace muchos años en la isla, sin embargo su sustitución ha sido constantemente pospuesta, según informes de prensa, a causa de las inversiones iniciales necesarias, de manera que sólo ahora se comienza a extender el servicio y a sustituirse el kerosene por el gas manufacturado.

El mejoramiento en el servicio de gas beneficiará a los habaneros y a los santiagueros en el próximo quinquenio, mientras en el resto del país la mayoría de las familias continuarán consumiendo kerosene, altamente tóxico y costoso, además de que muy esporádicamente es suministrado a través de la libreta de racionamiento.

En el caso del gas, también se instalarán los contadores y se aumentará la tarifa. «…la tarifa existente es del año 1933 y es de 4,84 centavos por metro cúbico, pero en la práctica no se emplea porque la mayor parte de los usuarios no están metrados y se aplica en su lugar una tarifa fija por persona. Por ejemplo, un núcleo con 4 personas paga actualmente tres pesos con 10 centavos. En los lugares donde se ha puesto el metro para hacer la medición, con la nueva tarifa, que es de 11 centavos por metro cúbico, ese núcleo pagaría 3,37 centavos. Es de suponer que al recibir un gas con mayor poder calórico y estar metrado su uso, se consuma menos cantidad», ha comentado más de un funcionario público.

También la Ciudad de La Habana será la provincia más beneficiada en cuanto al mejoramiento en el abasto de agua, pues unas 440.000 personas, fundamentalmente del oeste de la urbe, se beneficiarán de la mejoría en los servicios. El programa inversionista de 10 millones de dólares que pretende reducir las pérdidas en las viejas redes conductoras y de esa manera ahorrar la inmensa cantidad de agua que se despilfarra por esa vía ( en la capital sólo llega a su destino la mitad de la que se bombea en las fuentes hidráulicas), también va acompañado de una nueva regulación de precios.

Hoy la mayoría de las familias cubanas pagan un peso por el agua que reciben independientemente de la cantidad que consuman o de si el suministro ha sido estable, deficitario o nulo durante el mes. Con la nueva tarifa siempre que se consuman menos de 3.000 litros por persona al mes, se pagarían 25 centavos por cada 1.000 litros, es decir 75 centavos al mes, menos de lo que se paga actualmente. El sobreconsumo tendrá una tarifa especial.

De manera que tanto el gas, el agua, como la telefonía, parecen anunciar senderos de ligera prosperidad, al menos para los habaneros. No pocos, sin embargo, han recibido estas noticias con cierto recelo, acostumbrados durante treinta años a disponer de toda clase de servicios gratuitamente.

Con timidez

Tras años de crisis económica, muchos ojos se concentran en las medidas adoptadas por el gobierno de Fidel Castro para la reanimación de una economía que vio descender en menos de una década su producto interno bruto en 34,5 por ciento.

El paquete de reformas aplicado por las autoridades cubanas para sacar del bache a la economía de Cuba está aún distante de ese objetivo. A juicio de especialistas, solamente en el período 2002-2007 el país lograría índices de crecimiento similares a los de finales de la década de los 80, considerada la época de «bonanza» en 40 años de revolución.

La economía creció en 1998 sólo 1,2 por ciento. Eso podría retrasar aún más la recuperación pues «con tasas de crecimiento probables en el rango del 2 al 4 por ciento anual, la recuperación de los niveles del PIB anteriores a la crisis demoraría entre 5 y 10 años más», estima el economista Pedro Monreal, del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial, con sede en La Habana.

Desde hace varios años, los cálculos independientes arrojan que la crisis iniciada en 1990 le cuesta al país entre 13 y 18 años de crecimiento económico. De acuerdo con Problemas del desarrollo en Cuba: realidades y conceptos, de los investigadores Pedro Monreal y Julio Carranza, «la recuperación del crecimiento económico registrado por el país en el período 1994-1998 en un contexto tan difícil, ha constituido un logro notable». No obstante, afirman «sólo ha permitido recuperar la tercera parte del producto perdido en los cuatro años de contracción aguda (1990-1993).

La tendencia recuperativa que comenzó a partir de 1994, con un tímido crecimiento del 0,7 por ciento, y que en 1996 llegó a 7,8 por ciento, bajó nuevamente en los años subsiguientes a niveles muy por debajo de la expectativa oficial. El impacto social de la crisis y los cambios diseñados para reactivar la economía constituyen un asunto de carácter estratégico para la viabilidad del camino socialista que el gobierno de Castro se empeña en mantener.

Tanto expertos como medios oficiales comparten el criterio de que en la situación actual de la economía cubana, resulta clave incrementar la eficiencia económica sin renunciar a las «conquistas sociales» fundamentales logradas en las últimas cuatro décadas. «Ningún país, ni el más desarrollado, ha logrado ajustarse sin traumas sociales severos a una crisis económica», advierte Monreal. Buena parte de la población cubana mayor de 30 años cree advertir una «involución» desde el punto de vista económico y social al comparar sus condiciones de vida actuales con las que tenían en la década de los 80.

A la vez, muchos sitúan entre sus principales insatisfacciones el percibir un salario en moneda nacional y la necesidad de consumir en dólares para satisfacer sus más urgentes demandas. Según las autoridades cubanas, el salario medio creció de 214 pesos en 1997 a 217 pesos en 1998, igual al dólar al cambio oficial, mientras que en las Casas de Cambio el dólar estadounidense se cotiza a más de 20 pesos por un dólar.

Entre las reformas más importantes aplicadas entre 1993 y 1994 figuran, así mismo, la ampliación y flexibilización de las regulaciones para el trabajo por cuenta propia y reestructuración de la agricultura cubana. La vasta red de tiendas estatales, muy bien surtidas, pero en dólares, y la producción de suministros y prestación de servicios a la fuertemente desarrollada industria turística constituyen en este momento una de las mayores fuentes de ingresos para el país. Según datos no oficiales, las ventas de las llamadas Tiendas de Recaudación de Divisas (TRD) oscilaron en 600 millones de dólares. Una fuente de esos ingresos son los sistemas de estimulación en divisas y otras vías de estímulo que alcanzan a 1.125.000 trabajadores, y entregaron 45,9 millones de dólares, además de otros 84,9 millones empleados en el reforzamiento alimentario, módulos de higiene, ropa y calzado.

Ese gran mercado de exportaciones de frontera (que generan divisas para un mercado interno) ha ayudado a la industria nacional a reactivarse económicamente, crecer, modernizar capacidades y mantener empleo a niveles mucho más altos que si se estuviera exportando en el exterior, subraya Monreal. Añade al respecto que si estas empresas tuvieran que vender en el exterior lo que hoy venden dentro de Cuba al turismo y a las TRD, aún con los mismos ingresos, deberían emplear mucho menos personas para poder competir internacionalmente.

Esa exportación de frontera significa que el país se ha insertado primero directamente en la economía internacional por la vía de las remesas familiares o del turismo y parte de esos ingresos gotean después en la economía, añade. Entrar a plenitud en la economía mundial exigiría modificar radicalmente la tecnología con que se produce, mediante una inversión masiva que no existe, señala Monreal.

Una parte sustancial de la fuerza laboral cubana está excluida de todo este proceso, aunque si éste se diera a niveles óptimos sería todavía peor, porque desplazaría mucha fuerza de trabajo y no se sabría qué hacer con ella. La lógica es que en algún momento este esquema va a desaparecer, pero en la práctica se ha fortalecido y hecho más fuertes e importantes, incluso políticamente, los mecanismos que apoyan esa economía dual, afirma Monreal.

Una parte de las divisas recaudadas por esa vía va al presupuesto central del Estado y otra a la empresa que fabricó el producto vendido, con lo cual puede movilizar sus capacidades, marcando, en ambos casos, una dependencia de ese mercado. Para este economista, habría que preguntarse si realmente lo político es entonces desmantelar un sistema que «en la práctica es virtuoso, montado sobre un pecado original, que es la bifurcación monetaria, pero que al final funciona».

De acuerdo con el analista es una opción posible, pero que requeriría de una reforma muy completa de la economía cubana. El experto estima que en términos de reforma se debe dar atención especial a las cuestiones sociales potenciando todas las formas que dentro del país pudieran hacer racional este experimento de inserción, en el sentido de no abandonar a la mayoría. «Estoy pensando más en una reforma que tiene que dar cuenta de un proceso de reinserción interna, la internacional no ofrece misterios, el reto está en lo interno, en cómo hacer que la sociedad no tenga a millones de personas fuera de esos procesos», añade Monreal.

En términos de cómo pensar hacia el futuro, considera que hay muchas ideas distintas acerca de qué se debería hacer. «Básicamente hay un impulso de preservar lo que se llama las conquistas sociales, como los amplios servicios de salud y educación gratuitos para toda la población, superior a los 11 millones. En Cuba es impolítico hablar de lo contrario, aunque en cuanto a cómo organizar eso económicamente hay más discrepancias».

Este especialista insiste en que no comparte el presupuesto básico bastante generalizado en el país de que los cambios harán posible una reinserción internacional de la economía cubana no solamente exitosa, sino rápidamente amplia y completa. Desde su perspectiva, eso no va a pasar en Cuba, por lo cual, lo más complicado tiene que ver con cómo organizar una economía que sea socialista, pero dé cuenta de una mayoría que queda excluida y cómo organizar esa sociedad.

En cuanto al desarrollo del país, en la investigación Problemas del desarrollo… Monreal y Carranza afirman que «los cambios económicos que se han operado hasta ahora están en la lógica de las transformaciones necesarias. Resulta evidente la necesidad de un debate en torno a políticas de desarrollo del país». A su juicio, «lo importante no es tener ya a mano un catálogo de respuestas, sino arribar a un nivel de comprensión e identificación de problemas solamente alcanzables con el ejercicio del intercambio».

¿Solución a la vista?

Cuando perfeccionar el funcionamiento de las empresas se convierte casi en dolor de cabeza, las autoridades de la isla decidieron adoptar un decreto que podría ayudar a conseguirlo. Sin embargo, no pocos cubanos están convencidos que las leyes solas no solucionan los problemas.

No obstante, algunos detalles de este nuevo documento podrían realmente propiciar que se produzca una revolución dentro del sistema empresarial cubano, que dé una luz en la salida de la crisis por la que atraviesa la isla desde inicios de la década de los noventa y que provocó una caída del PIB del 34,5 por ciento.

Según el diario oficial Granma, el Consejo de Estado aprobó el Decreto-ley 187, que sienta las bases generales para la aplicación del perfeccionamiento empresarial, de forma progresiva, a toda la economía de la isla, según las orientaciones del V Congreso del PCC en octubre pasado sobre la necesidad de completar las transformaciones que se habían iniciado en el sistema empresarial desde inicios de los años 90.

Como antecedente para este sistema se tomó la experiencia de las Fuerzas Armadas, que comenzó su perfeccionamiento en 1987, con el objetivo de descentralizar las facultades de dirección y económicas de cada empresa y se basa en el autofinanciamiento de todos los gastos e ingresos sobre la base de la eficiencia y las ganancias, que se revierten también en beneficio de los trabajadores.

Según José Luis Rodríguez, ministro de Economía y Planificación, en entrevista concedida a Negocios en Cuba, en junio de este año, «a partir de lo que se acordó en el V Congreso, se creó un grupo gubernamental encargado de dirigir esta tarea para empezar a extender gradualmente la experiencia de perfeccionamiento empresarial de las FAR, sin que esto significara detener otras experiencias de cambios estructurales que se han venido adoptando en organismos del Estado. Ese proceso de redimensionamiento ha seguido y el perfeccionamiento tiene que ver con todo el conjunto de la gestión empresarial, tiene que ver con la disponibilidad de fuerza de trabajo».

«En otras palabras, añadió Rodríguez, el perfeccionamiento va más allá del redimensionamiento, digamos que va a buscar un sistema de gestión más eficiente e implica cambios más profundos, de ahí que se haya hablado de una gradualidad. Es un proceso complicado, hay cambios en la forma de gestión, en la forma de empleo de la fuerza de trabajo, en la retribución de la fuerza de trabajo. es un proceso a partir de la experiencia de las FAR, donde antes de que se decidiera generalizar se esperó más de 10 años».

Pero, por supuesto, la aprobación del decreto no lo es todo. Para llegar al perfeccionamiento habrá que pasar también por cambios, algunos drásticos, en la mentalidad de las personas. Según economistas «una reestructuración a fondo del sistema empresarial estatal, sobre la base de una mayor descentralización, implica alterar la mayor parte del andamiaje estatal en cuanto a instituciones, mecanismos e instrumentos. En términos de instituciones, se aligeraría más aún la carga ministerial, al asumir las empresas y las relaciones interempresariales cada vez mayor responsabilidad directa»

Según medios locales, «la estimulación al hombre es la base del sistema empresarial. La estimulación colectiva se realiza en correspondencia con la eficiencia obtenida. Se mantiene el principio socialista de: de cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo». Este detalle por sí solo podría hacer mover la maquinaria empresarial cubana, de encontrar los trabajadores de las empresas escogidas un incentivo para aprovechar su jornada laboral y rendir, hecho que no ocurre hoy en muchas entidades productivas de la isla donde el salario, generalmente bajo, se cobra de todas formas, sin depender estrechamente del esfuerzo individual de las personas.

No hay que olvidar que buena parte de las entidades que hoy tienen estimulación en divisas, sistema que abarca a más de un millón de trabajadores cubanos, desde sectores como la generación de energía hasta la producción de tabaco, son precisamente aquellas que más eficientemente trabajan, en una estrecha relación que funciona de la siguiente manera: trabajan bien porque tienen estimulación en divisas, y tienen estimulación porque trabajan bien.

Otro de los principios generales relacionados con el perfeccionamiento empresarial es el hecho de que «la empresa estatal es el eslabón fundamental de la economía en la que se combinan las decisiones adoptadas centralmente por el gobierno con aquellas que descentralizan a la empresa» asevera la publicación.

Dentro de los preceptos que regirán a partir de ahora el proceso está el que las empresas deberán alcanzar el autofinanciamiento dentro del objeto social aprobado, elaborar sus planes anuales y perspectivos, que serían aprobados por la instancia correspondiente del gobierno y administrar los recursos financieros y materiales y la fuerza de trabajo, además de esto, el gobierno puede aprobarles que ejecutan un nivel de gastos en moneda libremente convertible dentro del marco del presupuesto.

Una de las premisas que podría también estimular el desenvolvimiento de las empresas es el camino que tomarían las utilidades. Según el diario Granma, después del pago de los impuestos y de que la instancia pertinente del gobierno las distribuya, una parte sería empleada para la creación de reservas en las empresas.

Entre los requisitos para poder aplicar el perfeccionamiento empresarial está el de tener la contabilidad confiable, que refleje los hechos económicos y garantizados los aseguramientos necesarios y el mercado. Según el diario, el Ministerio de Finanzas y Precios comprueba si las entidades propuestas tienen contabilidad, «porque el hecho de no tener el registro de los hechos económicos es excluyente para poder implantar el perfeccionamiento».

Hasta el momento están propuestas para entrar en el sistema de perfeccionamiento empresarial unas 100 empresas pertenecientes a 18 organismos centrales. Entre ellos se encuentra la Industria Básica, con 20 empresas. Fuentes oficiales aseguran que existen dos razones fundamentales para que este sector sea el de mayor número de entidades que entren en el perfeccionamiento, la primera es el avance de este organismo en la asimilación de principios de dirección empresarial, mientras que la segunda tiene que ver con la decisión de que todas las empresas de la Unión del Níquel accedieran a este proceso.

La siguen en número, la Agricultura (16); Azúcar (15) por la obvia necesidad de «la economía cubana de lograr eficiencia en estos sectores», según el Granma; Industria Sideromecánica (5); Construcción (5); Transporte (5); Industria Alimenticia (4); Industria Pesquera (4); Ligera (4); Materiales de la Construcción (4); Recursos Hidráulicos (3); Comercio Interior (2); Cultura (2); ICRT (2); Comunicaciones (1), Finanzas y Precios (1), Aeronáutica Civil (1) y Salud Pública (1).

Según fuentes oficiales los objetivos de la política salarial y laboral del sistema son: obtener mayor correspondencia entre los resultados económicos y los salarios; establecer una adecuada diferenciación que estimule a ocupar cargos de mayor calificación y responsabilidad; descentralización de los elementos de la organización del trabajo y autofinanciar la aplicación de las medidas salariales que se establezcan de acuerdo a los 18 grupos salariales acordados, con salarios desde 130 hasta 700 pesos. También quedó aprobada la contribución especial a la seguridad social que estará entre el 5 y 7 por ciento del salario devengado por los trabajadores, cerca de 95.000 en las entidades propuestas en la actualidad.

1999 ¿Cómo será?

Para 1999, la economía cubana se propone nuevos retos. De acuerdo con las perspectivas dadas a conocer por el titular de Economía y Planificación el 21 de diciembre, entre los lineamientos principales estará nuevamente «asegurar en mayor medida las necesidades básicas en combustibles y alimentos normados, así como la creación de condiciones para un mejor manejo de las finanzas internas.»

Las autoridades de la isla aspiran alcanzar un crecimiento del PIB del 2,5 por ciento, aunque reconocen la existencia de posibilidades potenciales superiores. El argumento para propósitos tan discretos es la gravedad actual de la situación económica internacional que no excluye una grave crisis, señaló el ministro del ramo.

De acuerdo con las valoraciones de la comisión económica del parlamento, «las propuestas del Plan y Presupuesto para 1999 parten necesariamente de un análisis realista de las tendencias previsibles. En el próximo año deben mantenerse las tensiones financieras sobre nuestra economía junto a los precios deprimidos de nuestras exportaciones y se cierne sobre la economía mundial la posibilidad de una crisis mayor que la actual o al menos, la persistencia de las reducciones en el crecimiento económico, en el comercio mundial, las inversiones, y la presencia de la inestabilidad monetaria y la turbulencia financiera», dijo Osvaldo Martínez, presidente de la Comisión de Asuntos Económicos parlamentaria.

Los lineamientos para los próximos doce meses indican que la zafra deberá reportar unas 3,6 millones de toneladas de azúcar, es decir, casi medio millón de toneladas más que en la contienda 1997-1998. Por otra, parte, en el sector agropecuario se espera un crecimiento del 3,1 por ciento.

Entre las aspiraciones del gobierno de Fidel Castro, con 40 años en el poder, está la extracción de 2 millones de toneladas de petróleo y una refinación del crudo 2,3 veces superior a la de 1998. Se prevén además incrementos en las producciones de acero, aceite, tejidos, televisores, pintura, arroz, viandas y tabaco para la exportación, entre otros. Las exportaciones del país aumentarían 7,2 por ciento y las importaciones se reducirán en 5,4 por ciento, mientras que el turismo continuaría con un aumento de 18 por ciento.

Durante 1999, las inversiones cubanas crecerán en 11,5 por ciento, la liquidez en manos de la población se mantendrá al mismo nivel que en 1998 y se tomarán todas las medidas necesarias para continuar el fortalecimiento de la moneda nacional, afirmó Rodríguez y destacó que deberá mejorar también el suministro del consumo normado de alimentos a la población.

«Es correcto poner el énfasis en la mayor eficiencia que se expresa en indicadores como el incremento en 1,6 por ciento en la productividad del trabajo, el mejoramiento de la eficiencia energética con aumentos en la producción de gas natural y su aprovechamiento como fuente de energía, el aumento de la extracción de petróleo y el incremento en el rendimiento de las inversiones en 4,5 por ciento y la disminución del índice de gastos por dólar de ingreso bruto en 4,9 por ciento», añadió Martínez.

El presupuesto total para gastos en 1999 superará en 1,2 por ciento al de 1998, 13.190 millones de pesos -, y dedicará al gasto social 7.648 millones de pesos, igual al dólar al cambio oficial. Entre los sectores priorizados continuarán la salud, la educación, la vivienda, comunales y la seguridad y asistencia social, que acaparan el 72 por ciento de los gastos sociales. Estas dos últimas, dispondrán de 1.900 millones de pesos.

Para cubrir esos gastos se programan ingresos por 12.470 millones de pesos. El presupuesto concibe un déficit de 720 millones de pesos, ligeramente superior a los de 1998. Este déficit equivale al tres por ciento del PIB, catalogado de «manejable» por el presidente de la Comisión de Asuntos Económicos de la Asamblea Nacional y «no representa un retroceso en nuestra política fiscal».

Para buena parte de los 11 millones de cubanos y para las autoridades, 1999 será otro de expectativas y esperanzas, y también otro año duro.

Pronósticos económicos para 1999

Sector % de crecimiento

Producto interno bruto 2,5

Industrial 2

Agropecuario 3

Construcción 3,7

Exportaciones 7,2

Importaciones 5,4

Turismo 18

Inversiones 11,5

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