Carlos Barba Salva y sus recuerdos de la ciudad abierta
Cuando el Festival Internacional de Cine de Gibara arriba a su veinte aniversario, el cineasta santiaguero evoca sus vínculos con el evento y con su fundador Humberto Solás.
Carlos Barba en la actualidad, cuando es un director de cine con más de una decena de obras, entre documentales y cortos de ficción.
Foto: Mendy Cole-Walsh, por cortesía del entrevistado.
Para un periodista hay muchas veces en las que contar una historia es, en realidad, volver a contarla. Por eso, otra entrevista mía a Carlos Barba Salva, de nuevo podría comenzar de la siguiente manera: “Andaba de reportero fisgón por el rodaje de Gente de pueblo (película renombrada más tarde Barrio Cuba) y descubrí en labores de asistente a un jovencito de acento oriental, que después reencontraría en Gibara en varias ocasiones, durante los primeros años del Festival creado por Humberto Solás en 2003…”
Conozco al personaje y su historia casi de memoria; pero habrá muchos que no y los cuentos de amor merecen siempre volver a ser narrados. “Siempre digo que Gibara me acompañó en mi destino de cineasta”, me explica Barba, internet mediante en esta oportunidad.
Hizo su primer documental, Ecos de un final, alrededor de la secuencia con Adela Legrá en el epílogo de Miel para Oshún. “Ya se lo había mostrado a Solás en casa de su hermana Elia. Pero lo envié por mi cuenta a la primera convocatoria de su Festival de Cine Pobre”.
Amistad que vale más que un premio
Un jurado presidido por Raúl Pérez Ureta le confirió la Mención Especial a esa pieza inicial de su filmografía, a la que Barba describe como “una pieza nostálgica”, que buscaba perpetuar a Miel…, un particular “viaje a la semilla” de Solás, envuelto en cine de contemporaneidad y filmado en digital, que sería la cinta fundacional del llamado Cine Pobre.
“Pero el trofeo verdadero, el premio real, fue la invitación de Humberto para formar parte del staff que filmó Barrio Cuba al año siguiente «, asegura Barba.

“Aunque saltando en el tiempo hacia atrás, Solás ya me había asesorado en mi tesis de graduación, asombrado de que un muchachito de la Universidad de Oriente se interesara en la novela de Carpentier, El siglo de las luces, y en su homónima ‛película fantasma’, como le gustaba llamarle”, recuerda Barba el instante germinal de una amistad fortalecida con los años.
Él fue puesto después al frente de la subsede del Festival de Cine Pobre en Santiago de Cuba. “Eran momentos duros, donde había que defender el evento, y Humberto y su sobrino Sergio Benvenuto Solás me decían: ‛Carlitos, lucha ese espacio’ y me daban luz verde para coordinar esa primera ocasión que el Festival salía de la provincia de Holguín”.
Cuando el Festival cumplía 6 años se estrenó en la Villa Blanca un documental realizado por Barba, bajo el nombre de Gibara, ciudad abierta. ¿Te inspiraste en Roberto Rossellini, como tu maestro Solás, y trocaste a Roma por el pueblito del norte de Holguín?, le pregunto.
La crónica del regreso
Barba rememora: “A la altura del quinto aniversario, me pidieron que dirigiera una obra de homenaje al evento. Vi lógica la petición y, dado que Humberto me enseñó el camino del neorrealismo italiano y Barrio Cuba es su homenaje más explícito, de manera orgánica llegué a que el título de la película de Rossellini y el de mi documental se combinaran… Y al igual que Roma, creo que a Gibara se le podría llamar Ciudad Eterna.»
A dos años del fallecimiento de Solás, el que nació en 1978 y hoy es ya un veterano realizador contribuyó a lograr una Muestra del Cine Pobre en Campeche, al sur de México. “Articulamos una retrospectiva de su cine y de los siete primeros años del certamen, con invitados desde La Habana; entre ellos, su primera y la última actriz (Adela Legrá-Isabel Santos), el fotógrafo Rafael Solís y sus colaboradores Vando Martinelli, Sergio y Aldo Benvenuto Solás”.
Barba no regresaría a Gibara hasta el estreno de Humberto. “Un esfuerzo de cinco años de filmación, abarcador como la obra del maestro, y que merecía verse allí. Inolvidable esa noche de enero en el cine Jiba, repleto de pobladores, los mismos que me reconocían, y yo a ellos, desde aquel 2003 que lucía tan lejano”, cuenta.
El hombre que adora el cine cubano
El documental entró después al concurso del 16 Festival y recibió un Premio Especial. “Desde la villa, el actor español Imanol Arias dedicó palabras elogiosas al documental, del cual formó parte, y fue algo que agradecí”.

Sus primeros cortometrajes de ficción, 25 Horas (2017) y Las Polacas (2020) también fueron puestos a consideración del público gibareño. “Como verás, ha sido un camino largo, de crecimiento. Pero todo eso, con la figura de Solás al centro, un hombre que hizo mucho por Gibara cuando se enamoró de ella en la filmación del tercer cuento de Lucía”, confiesa Barba.
“Pero hay que decir que el pueblo también le ha dado mucho a Humberto. Y el gesto inicial más lindo que viene a mi memoria es, precisamente, en el rodaje de Gibara, ciudad abierta, cuando le agregaron una estrofa a su himno: ‛Viva Solás, viva Solás, el presidente del festival; los gibareños siempre lo añoran, ¡qué viva Humberto, qué viva Humberto, Humberto Solás».
Esa relación afectiva de Carlos Barba Salva con el realizador de Cecilia es extensiva hacia toda la filmografía nacional. “Al cine cubano, créeme, yo lo adoro”, me dijo un día y dan fe de ello sus otros documentales: Memorias de Lucía (sobre las actrices de Lucía), Mujer que espera (acerca de la actriz Isabel Santos) y Canción para Rachel (dedicada al filme de Enrique Pineda Barnet).
Carlitos, por otros caminos
“Un amigo dice que de mi último documental (Humberto, 2014) a 25 Horas no salto, más bien me deslizo; y es verdad, porque hay un marcado acento de no-ficción en ese primer cortometraje. Eso me gusta, porque el documental ha sido para mí una casa, y la ficción fue como mudarme a otra”, analiza Barba.
Forjado como asistente de dirección y en la realización de documentales propios, con la adición de talleres en la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, ha ido encontrando su sello de autor. La retórica visual que heredó del documental, es menos perceptible ya en Las Polacas.
“Ahí me propuse algo muy diferente, con mucho diálogo, porque quería que las protagonistas fueran una muestra de esa necesidad de expresarnos, ese síndrome cubano de hablar y hablar todo el tiempo”, explica Barba.

En plena pandemia, una sorpresiva invitación vuelve a vincular a “Carlitos” con su Maestro. “Me llaman desde The Criterion Collection para pedirme una versión del documental Humberto, que se incluiría como acompañante de la copia restaurada de Lucía en el DVD y Blu-Ray organizado por el Martin Scorsese’s World Cinema Project No. 3, y que venía de un recorrido maravilloso abierto en Cannes Classics”.
“Ahí es cuando preparo Humberto & Lucía, una versión de mí mismo ―léase del documental―, en un trabajo de mucho respeto al cine cubano y de una comunicación permanente desde New York hasta mi ciudad actual, Los Ángeles, que me dejó muchas satisfacciones”.
Un poco de actualidad
Carlos Barba está preparando No te puedes morir, un nuevo corto de ficción. “Una chispa en tu cabeza, una de esas historias que parece tatuada y no te la puedes quitar, y sientes la necesidad de contarla”. Es todo lo que me cuenta de ese proyecto; y también menciona otro que lo tiene ilusionado, con el realizador Gerardo Chijona, pero del que tampoco quiere adelantar nada.
“Continúo promocionando Las Polacas en festivales; y acabo de publicar un libro, Isabel Santos. Mujer que espera, donde precisamente se cuenta en detalle sobre la premier mundial de mi documental en el Festival del Cine Pobre”.
Gibara en la memoria
“El de Gibara es un Festival que ha reído y ha sufrido, que es como el cine mismo… Y es el cierre de esa Trilogía del Pueblo que Humberto tanto soñó: una responsabilidad que ese proyecto ha cargado desde sus ediciones primeras, entonces sin saberlo todavía…”
A este tema regresa el diálogo porque me parece útil la valoración que Barba puede ofrecer desde el desapego y la objetividad de la distancia. “Hoy esa ciudad tiene un telecentro, un cine funcional y una colección de obras de importantes pintores. La idea multicultural hizo que la vanguardia mirara a Gibara y allí comenzamos a disfrutar de músicos, bailarines, de puestas teatrales. Cineastas y aficionados dormían comoquiera después de un concierto, y a la mañana siguiente asistían a los encuentros teóricos en la Casa de Cultura”.
“De alguna manera, siempre he estado regresando, con lo mejor que puede ofrecer un cineasta: su obra en pantalla”, alega Carlos Barba Salva. Pero me lo imagino con aire nostálgico, porque termina diciendo: “Recuerdo mucho la maresía, ese olor a pueblo de mar, tan especial, cuando vas entrando y ves esos barquitos… Gibara es una ciudad que ya tenía himno y escudo; ahora Solás es su bandera. Qué siga adelante, con el sueño del cine, porque veinte años no es nada” (2023).
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