Arturo Santana y el amor como único argumento posible

5 historias de amor y un bolerón desesperado es el título del tercer largometraje de ficción del realizador de Habana Selfies y ya se encuentra listo para ser sometido al escrutinio de festivales y espectadores.

Arturo Santana dirige a los actores Lily Santiesteban y Andros Perugorría en el set de 5 historias de amor y un bolerón desesperado

Foto: Cortesía del director

El 16 de septiembre pintaba para ser un día perfecto en la vida de Arturo Santana. A la 1 p.m. iba a exhibirse para prensa e invitados 5 historias de amor y un bolerón desesperado, su filme más reciente. Mientras que la proyección de Bailando con Margot a las 5 p.m., dentro de Horas de Cine Negro, era prácticamente un festejo por el décimo aniversario del estreno de ese primer largo suyo de ficción.

Habían transcurrido apenas veinte minutos del metraje de 5 historias… cuando la sala Charles Chaplin quedó a oscuras por el corte eléctrico en la zona. Y aunque se reprogramó para las 3 p.m. de la jornada siguiente, ya esta función arrastraba el hándicap de que muchos asistentes no se expondrían a un segundo fallo.

Pero lo que mal empieza, no tiene que acabar peor. Para demostrarlo, Bailando… se sobrepuso a amenazas de lluvia y apagones sorpresivos, y pudo visionarse en la salita Alfredo Guevara del Pabellón Cuba, para devolverle algo de satisfacción a Santana.

También le ofreció al realizador cubano la oportunidad de conversar sobre esa película y su cine en general con un público, mermado por los inconvenientes, pero compuesto por los más fieles espectadores del espacio de apreciación cinematográfica que auspicia la Asociación Hermanos Saíz y conduce el autor de estas líneas.

Otra forma de compensación para Arturo Santana es el presente texto, que ofrece un adelanto acerca de esas 5 historias…, ya listas para afrontar su pronta exhibición en festivales y ante el público de la isla.

El tercer largometraje de ficción de Arturo Santana se encuentra dentro del grupo de cintas de reciente producción por el Icaic cuyo estreno deberá ocurrir en los próximos meses (Foto: Cortesía del director).

Corazón aventurero, loco y enamorado

“El corazón nunca descansa. 70 latidos por minuto toda la vida. El corazón participa en nuestros sueños, en nuestros fracasos y en nuestra muerte. Quizás por uno de esos latidos, Tony, Renato, Ania, Amelia y yo nos enamoramos.”

Así abre 5 historias y un bolerón desesperado, con la voz en off de Cecilia (Lily Santiesteban), quien será el hilo conectivo entre todos los personajes, pues a bordo del auto donde ofrece servicios de taxi también ejerce de consultora sentimental a sueldo. Y aunque ella diga que “en la Habana está de moda dar consejos de amor”, su propósito fundamental es reunir dinero para irse a París, en busca del amante perdido.

Renato (Carlos Solar), aspirante a actor, y a quien Cecilia le ha roto el corazón, pretende compartir el alquiler para conjurar su soledad y hasta su puerta llega, nada menos, que una despampanante Maria Victoria de las Tunas “pero me dicen Habana” (Yenni Soria).

La historia del pintor Tony (Andros Perogurria) queriendo recuperar a la aeromoza Sandra (Leticia León), se ofrece entera, como interludio de casi 15 minutos, con cero diálogos y sólo una trompeta de fondo (pulsada impecablemente por Charlie González). En esa serie de secuencias presentadas bajo paleta ocre, hay figuras que se animan dentro de los cuadros (gracias al arte de Víctor López y su grupo Remache), el toque “Lynch” que aporta la llama de una hornilla y los cigarrillos encendidos, y un gatico abandonado que reconecta a los amantes desunidos.

Santana, quien además de amar el cine es un melómano irredento, pone a latir toda su película al compás del bolerón que clama: “Tengo un corazón aventurero, loco y enamorado, que no te olvida…”

Maria Victoria de las Tunas “pero me dicen Habana” (Yenni Soria) llega ante la puerta de Renato (Carlos Solar) en una de las historias de la película

Tú y yo somos mesa para dos

En su tercer largo de ficción, el director decide retomar personajes de su segunda cinta Habana selfies (como Cecilia y Maria Victoria de las Tunas) y reanudar su homenaje a la capital cubana. Llamativa es la tendencia a autocitarse, colocando carteles de sus filmes anteriores en el apartamento de Renato o cuando una escena de Bailando con Margot pasa por el televisor en casa de Ania.

Incluso, cuando Ania (Arianna Sade) recorre la urbe en bicicleta, caracteres azules caen sobre la pantalla y forman frases como “tú y yo somos mesa para dos”, subtitulando la letra de la canción que envuelve la escena; y con lo cual el realizador nos hace recordar su faceta de experimentado creador de videos musicales. En este relato, una jovencita de estirpe romántica ha mal elegido a un novio abusador y se refugia en la poesía de Rubén Martínez Villena y una pasión oculta que mantiene en las redes sociales.

El recurso de la pantalla partida para un diálogo telefónico, empleado ya por Santana en Bailando…, regresa aquí, en el momento de cierre de la historia de Amelia (Iris Pérez). Ella es una doctora que partió a una misión, dejando atrás a la artista teatral Helena (Lissette León); y a su regreso, la vuelve a ver pero en nefasta circunstancia: la ex pareja yace moribunda en la cama de su propio hospital. Instante en el que Amelia comprende que “en la vida hay riesgos que no puedes evitar”, se salta el protocolo y administra un medicamento prohibido para salvar la vida de Helena.

Todo en esta película va de lo mismo, pero eso nos lo habían advertido desde la máxima colocada al comienzo: “El amor es el único argumento posible”. Y de hecho, si ampliáramos esa cita, veríamos que François Truffaut fue aún más radical: “Es el argumento de los argumentos. Nueve de cada diez películas tratan del amor, y no es suficiente».

En Bailando con Margot, su primera película, Santana exploró los códigos del Cine Negro

Bailando timba con la Marsellesa

Más allá de que esa afirmación subraye el eje temático de la película, con la inclusión del mítico cineasta francés va Arturo Santana a indicar una suerte de declaración estética. No por capricho el hombre soñado de la protagonista Cecilia se llama François, ni dirá ella que el día que lo conoció “se alinearon todos los planetas y las hormonas y la dopamina bailaron timba con la Marsellesa”.

Amén de que graviten sobre 5 historias… otras influencias ―bien explícitas ahí, como para recalcar el homenaje y no andar a escondidas―: las de David Lynch (Corazón salvaje), Jim Jarmusch (Una noche en la tierra) o el cine poético (a lo Eliseo Subiela, por ejemplo); se hace obvio que el realizador cubano ha pensado en el Truffaut de 400 golpes y La noche americana, en la primera etapa de Jean Luc Godard (Sin aliento, Pierrot el Loco, Vivir su vida) y ha pretendido hacer un cumplido a la Nouvelle Vague y su soplo de ligereza y libertad.

Diálogos rodados en travelling de cámara en mano, estructura narrativa de vidas cruzadas; montaje discontinuo y abierto, la búsqueda de naturalidad y aplanamiento en la expresión emotiva (contraria a la exageración melodramática) de los personajes, son elementos que dejan ver el influjo de la revolucionaria corriente francesa de finales de los 50 del siglo XX.

Secuencia de cine musical dentro de Habana Selfies, la segunda cinta de Santana

Aunque todavía algunos críticos y espectadores señalan a Santana como “el de los videoclips”, lo cierto es que su hoja de vida lo recoge como realizador de más de 150 piezas audiovisuales, en los más diversos terrenos de la televisión, la publicidad y el cine. Él mismo me ha contado de su formación en los talleres de Jorge Luis Sánchez en la AHS, y de cuando allá por 1989 obtuvo su primer premio por un documental.

Si bien a comienzos de los años 2000 encadenó una friolera de nueve premios Lucas por sus videoclips, del 2015 hasta acá ha completado tres largometrajes de ficción. Este último, 5 historias…, sólo viene a confirmar la singular personalidad que está alcanzando como autor cinematográfico.

La gente todavía tiene esperanzas

Como Arturo Sotto (La noche de los inocentes, 2007) y Pavel Giroud (Omerta, 2008), Santana es de esos rara avis que se atrevió a revivir dentro del universo fílmico cubano a un género denostado por la filiación hollywoodense. Su Bailando con Margot (2015) es puro “Cine Negro”, con el agregado nostálgico, y a veces paródico, de la posmodernidad. Su inusual estructura en siete cuadros con el entrecruzamiento de dos tiempos históricos apunta a otro cuño posmoderno.

Los consejos sentimentales de Cecilia (Lily Santiesteban) y sus ansias de volar al encuentro de François son el hilo conductor de 5 historias…

Desde esa primera película se vería ya su gusto por desarmar la dramaturgia clásica y experimentar con las formas narrativas. Santana ofrece un fragmentado calidoscopio de vidas humanas en Habana Selfies (2019), donde transita hacia una forma de comedia condimentada con pizcas de melodrama, cine musical y hasta western. Esta fórmula de personajes múltiples y comedia con aderezo vuelve en 5 historias…, ahora salpimentada con surrealismo y sustancia poética.

En el sello de autor que se va labrando, junto al empleo de códigos de los géneros cinematográficos populares, hay que señalar rasgos como: preciosismo en la concepción de la puesta en escena; versatilidad de planos en la elaboración de las escenas; montaje dinámico, pero que sopesa la velocidad y la calma, según el tono de la historia.

Y aunque no deje de poner en boca de un personaje la expresión “la cosa está dura”, Santana no es de los que deja al contexto tragarse a sus historias o que sus personajes sean definidos únicamente por el determinismo sociopolítico. Ni busca la risa con pullas sobre la agreste realidad, ni propicia el llanto catártico, pero tampoco es que rehúya a la circunstancia nacional.

Al final de la película, Cecilia dice: “La gente todavía tiene esperanzas” y vuela en un avión persiguiendo su sueño en otra parte. El resto de los protagonistas también asciende, literal y metafóricamente, elevados por un beso de reconciliación y amor (2025)

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