Conversaciones con Manuel Pérez Paredes

Con motivo del fallecimiento del realizador de El hombre de Maisinicú, compartimos sus opiniones sobre tres acontecimientos importantes del cine cubano.

Encuentro del autor del texto, Pedro R. Noa, con Manuel Pérez Paredes en el Icaic

Foto: Adrián Noa

La primera noticia del fallecimiento, el pasado jueves 6, del cineasta Manuel Pérez Paredes la leí en la página de Facebook de la realizadora Marilyn Solaya a primera hora de la mañana, antes de que se convirtiera en tendencia en las redes sociales.

Manuel Pérez, o Manolito, como le decían casi todas las personas cercanas que lo conocieron, era para mí solamente un nombre y una filmografía en la que siempre se destacaba El hombre de Maisinicú (1973), hasta que Mario Naito me propuso escribir un artículo para el número 4 de Coordenadas del cine cubano (Editorial Oriente. 2019).

Ese fue el pretexto para acercarme. Él no sólo aceptó la idea del trabajo de marras, sino también la posibilidad de escribir un texto sobre su filmografía.

Pero quien compartió con este creador, conoce que no solo era un buen conversador, sino una persona con una mirada muy aguda sobre los tiempos que le tocó vivir.

Con el proyecto de libro, iniciado en 2019, comenzaron mis “conversas” con él. En ellas están los motivos y avatares que enfrentó en su creación fílmica, así como sus puntos de vista sobre los principales hitos en la trayectoria del Instituto del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic).

Comparto, apretadamente, su perspectiva personal sobre tres de esos acontecimientos.

El hombre de Maisinicú (1973) es la película más emblemática de las que dirigió el recién fallecido Manuel Pérez Paredes (Foto: Tomado de ENDAC)

Sobre PM

Manuel Pérez no estuvo entre los intelectuales invitados a las reuniones de la Biblioteca Nacional en junio de 1961, las cuales tuvieron como pretexto catalizador el estreno en la televisión de PM, cortometraje dirigido por Sabá Cabrera Infante y Orlando Jiménez.

Sin embargo, posee un criterio muy propio sobre aquellos hechos, de los cuales esbozo algunas ideas compartidas en esas charlas con él:

«Está claro que PM era un pretexto para una bronca que iba a ser por PM o por cualquier otra cosa. Alfredo Guevara podía prohibirla en el cine, pero no tenía poder para prohibir nacionalmente nada.

»Hay una cosa que no se recuerda: Terminado Girón, se esperaba mucho que la invasión entrara por Guantánamo, por Caimanera. Hoy se habla de Palabras a los intelectuales como de un texto bíblico. Para Fidel era muy inoportuno meterse en un rollo por una peliculita. Si él hubiera podido optar, le hubiera dicho a Alfredo: ‘No me pongas en eso ahora, pospónganlo para otra ocasión’, porque las prioridades que tenía no eran para un debate sobre la libertad de creación.

»Además, no había diálogo. Se pudo decir: ‘Oye [Carlos] Franqui, Guillermo [Cabrera Infante] el momento es de himnos y marchas. Este documental ahora no, lo exhibimos dentro de tres meses’. Esa censura no fue hacia la obra, fue: ¡Aquí mando yo! PM es el clásico documental que tú puedes justificar… Lo aplazas, no lo prohíbes.

» Incluso he pensado que Guillermo y Franqui cometieron un error táctico. Acabado Girón, pudieron esperar un poquito más a que el país se normalizara.»

Manuel Pérez recibió en 2019 el Coral de Honor del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano (Foto: Tomada de Cubacine)

El grupo “mamey”

Manuel Pérez dirigió uno de los grupos de creación que funcionaron en la segunda mitad de los ochenta del siglo pasado, surgidos por iniciativa de Julio García Espinosa, presidente del Icaic en sustitución de Alfredo Guevara, desde 1982. Sobre aquel primer cisma en la presidencia del Instituto, provocado, entre otros factores, por el filme Cecilia de Humberto Solás, Manolo me comentó:

«Siempre he dicho que para mí el Icaic ideal era el de Alfredo y Julio. Alfredo y Julio se equilibraban. Julio le ‘hacía una segunda’ a Alfredo, que era clave. Cuando Julio se fue, se incrementaron los movimientos equivocados de Alfredo; pero cuando Julio estuvo solo, tampoco funcionó bien. Ellos dos se compensaban, se distribuían,

»Al grupo de Pérez Paredes le comenzaron a llamar ʽmameyʼ en alusión al gracejo popular, a algo muy bueno, pero también debido al color de la masa de esa fruta, pues poco más de la mitad de sus miembros habían sido o eran militantes y dirigentes de la UJC y el Partido.

De ese núcleo creativo surgió Alicia en el Pueblo de Maravillas en 1991, largometraje dirigido por uno de sus integrantes: Daniel Díaz Torres.

Alicia… y el segundo cisma del Icaic

Alicia en el Pueblo de Maravillas fue convertida en la película más polémica, por razones extra cinematográficas, de inicios de los noventa del siglo pasado.

La cinta sirvió de pretexto para la publicación de una resolución para la disolución del Icaic. Pero, igualmente, consiguió la reacción y unión de los creadores y trabajadores del Icaic en contra de la decisión gubernamental.

Para denegar la resolución, se creó un grupo de 18 directores, entre los que estaba Manuel Pérez. Ellos dirigieron una carta al Ministerio de Cultura y ante lo enrarecido que continuaba el ambiente nacional alrededor de la cinta, escribieron otra dirigida a Fidel Castro.

En ese momento, vuelve a la palestra Alfredo Guevara. Su condición ante el conflicto era en misión especial del Comandante en Jefe, por lo cual no se debía al Partido, ni al aparato ideológico, ni al Ministerio de Cultura.

Pérez Paredes evaluó así la reaparición de Guevara:

«En el Icaic cuando llega la noticia de que Alfredo va a venir, nos pareció formidable. No existía otro compañero que pudiera dialogar con nosotros, con la dirección del país y crear puentes.

»Después, pudo haber grados de confianza: más confianza, menos confianza, pero total desconfianza no. Todo aquel que estuviese por salvar al Icaic y no fusionarlo con el Icrt [Instituto Cubano de Radio y Televisión], dijo: ʽEsto lo resuelve Alfredo Guevara o esto termina malʼ.

El largometraje Alicia…marcó un nuevo encontronazo entre el cine y la política. En sus reflexiones sobre este tema, Manuel Pérez me dijo:

»Evidentemente se consiguió que Fidel perdiera la confianza en el Icaic. Entre 1989, que Fidel va al aniversario 30 del Icaic, y 1991, a Fidel le ha quedado información, que le han modificado su adoración por el Icaic.

»Julio [García Espinosa] es el máximo responsable de lo que aconteció; pero ahí hubo puntos de vistas (equivocados o no), “mala leche” y otras cuñas, de las cuales Alicia… es una bola de billar.

»Yo no puedo desentrañarlo, porque la película se investigó bajo sospecha. Hubo una actitud como si hubiera una mala intención, y eso enfermó las relaciones. De ahí todo lo que pasó en los cines.

»Me cuesta mucho trabajo cuando leo, porque sé demasiado, por los momentos, por las reuniones que tuve y por lo que pienso.

»Si se consideró que Alicia… se había terminado en un momento inadecuado, lo único que había que haber dicho era: ‘Vamos a esperar, este no es el momento’.

»Hubo una posición de agresividad; es decir, como si la película se hubiera hecho con mala intención, cosa inadmisible para mí. Solo había que venir a verme a mí, al grupo nuestro, y discutirla.»

Tercer cisma: El final de la continuidad fundacional

En 2000 se produce otro cambio en la dirección del organismo: Alfredo Guevara pide su liberación y es sustituido por Omar González, escritor, con una trayectoria de dirección en organismos políticos y publicaciones periódicas.

Será la primera vez que el organismo cae en manos de un “funcionario de la cultura”.

Guevara queda como Presidente del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

Manuel Pérez me comentó la transición así:

«Yo tengo la impresión de que cuando Alfredo decide escribirle a Fidel que quería irse, ya estaba cansado y gastado de su gestión y dadas sus relaciones con Fidel, organiza su salida y se queda con el Festival, que formalmente seguía dependiendo del Icaic.

»Alfredo está cansado, ya tiene 75 años, y recibe bien la noticia de la llegada de Omar. Pero siempre ha quedado hacia el Icaic, hacia nosotros, un sector de la Dirección de la Revolución que considera que el Icaic no hace el cine que espera la Revolución.

»A Omar le tocó venir de fuera y relevar a los que fundaron y dirigieron por tantos años el Icaic (¡qué ya se las traía!). Su mandato lo resumiría diciendo, esquemáticamente, que tuvo aciertos y errores. A los que se añadieron, con el paso de los años, serios problemas en su salud, más el agotamiento en el ejercicio de su autoridad, particularmente en su etapa final.»

Coda

Me quedan menos de cien palabras para concluir este homenaje a Manuel Pérez Paredes y me doy cuenta de lo mucho que me falta por contar sobre su actividad más allá de las cámaras y dentro del Icaic.

Manolo recibió casi todos los reconocimientos posibles dentro del universo cinematográfico cubano.

Participó en el G-20, integrado por un grupo de cineastas,  cuya intención era reorganizar el universo audiovisual nacional y recolocar al Icaic como institución.

La última vez que lo vi fue en el inicio de las actividades por el centenario del natalicio de Alfredo Guevara, en marzo de este 2025. Allí me hice unas fotos con él y le prometí volver por su oficina para retomar las “conversas” sobre los últimos acontecimientos nacionales y cinematográficos.

Ese día me contó que estaba trabajando en un guion sobre la historia de un combatiente de la clandestinidad que moría en el intento de poner una bomba en un atentado. Después no lo vi más (2025)

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