De leñadores, leones, avispas, cocodrilos y otras bestias
Finalizó la temporada 62 de la Serie Nacional de Béisbol.

Las Tunas, campeón de la 62 serie nacional.
Foto: Tomada de Cubadebate
Los leñadores de Las Tunas dieron el cuarto hachazo consecutivo a los leones de Industriales en su madriguera y la temporada 62 de la pelota cubana llegó a su fin con estadios llenos en la postemporada, la reedición de un clásico, y la reafirmación de que el béisbol sigue vivo en el archipiélago, aunque con no pocos sinsabores. Su nivel ha bajado mucho y resultó una campaña difícil para los jugadores.
Fueron 75 juegos disputados, inicialmente, casi siempre en medio de un sol abrasante y lidiando con una lista larga de contratiempos en la temporada regular para buscar un cupo a la postemporada; una carrera de resistencia en la que unos cayeron y otros se irguieron para clasificar a los play offs.
Los últimos duelos de la campaña regular estuvieron marcados por las expectativas porque hasta el último juego no se decidieron todos los puestos a la postemporada, a la que accedieron los conjuntos de Las Tunas, Santiago, Artemisa, Sancti Spíritus, Industriales, Matanzas, Camagüey, y Ciego de Ávila.
En cuartos de final, Las Tunas eliminó a Ciego de Ávila; Santiago a Camagüey; Matanzas a Artemisa; e Industriales a Sancti Spíritus. En esa instancia no hubo grandes sorpresas. El cotejo más disputado fue el de los gallos y los leones, quienes llegaron hasta el séptimo desafío, decidido en la última y espectacular jugada del inning nueve.
Las semifinales entre Las Tunas-Matanzas y Santiago-Industriales tuvieron matices y colores diferentes, como también lo era la historia anterior de esos enfrentamientos. Leñadores tuneros y cocodrilos matanceros han sido rivales con frecuencia en la postemporada del último lustro (era la cuarta ocasión), pero avispas santiagueras y leones habaneros, el gran clásico de la pelota cubana, no se cruzaban en los play offs desde 2007; distinta, entonces, fue la temperatura emocional en los estadios de los contendientes.

En el play off leñadores-cocodrilos tuvo importancia la localía, el empuje del estadio. Los tuneros vencieron en su patio en los dos primeros juegos y los matanceros en dos de los tres, en el suyo. Esas fueron todas las victorias alcanzadas por los de occidente, porque los orientales los liquidaron en el Julio Antonio Mella en el sexto y definitivo partido.
Todo lo contrario ocurrió en el clásico: los Industriales vencieron en el Guillermón Moncada por partida doble, en los juegos iniciales, y Santiago ganó dos de tres en el Latinoamericano para obligar el regreso a sus predios. Al ganar el sexto, ya en su patio, condicionó un séptimo, ganado por los azules 3-1 a pesar de la enorme algarabía que no dejaba de corear en contra, y de la ensordecedora conga oriental.
Quedó así definida la batalla final con Industriales versus Las Tunas y una nueva hoja de la historia estaba por escribirse, porque nunca antes se habían enfrentado en una final. La vez anterior que el conjunto oriental había arribado a la definición del campeonato fue en 2019, y ganó. Los capitalinos lo habían logrado por última vez en 2012, ocasión en que buscando su corona número 13, cedieron ante Ciego de Ávila.
Ambos habían llegado hasta aquí, ahora, con equipos y resultados disímiles. Los del oriente lideraron la tabla de posiciones en la temporada regular y los habaneros hicieron el milagro de saltar del sótano al quinto lugar para lograr la clasificación a los play offs.
Distinto fue igualmente su tránsito por la ruta en cuartos y semifinales. Los tuneros solo fueron vencidos dos veces, por Matanzas; mientras los azules perdieron seis juegos; de ahí que jugaron 14 partidos y Las Tunas 10. Ese era un factor a considerar, el posible agotamiento.

Pero el elemento decisivo lo ponen los peloteros. En los jugadores de posición, el conjunto tunero tiene una mezcla de veteranos que aún son muy productores en este nivel de béisbol (los Alarcón y Danel Castro) y noveles que hicieron el grado, algunos con sobresaliente. Como guinda del pastel, agregaron a un jugador que había firmado un contrato multimillonario en Grandes Ligas en 2015, el torpedero Roberto Baldoquín. Casi todos terminaron con altos promedios ofensivos.
En Industriales, integrado por veteranos y otros atletas de talento diverso, ocurrió lo contario. Con excepción de Yosvani Peñalver, Yasiel Santoya y Juan Carlos Torriente, los jugadores no lucieron en buena forma deportiva, como se reflejó en sus anémicos promedios. En general, su ofensiva fue muy pobre y se vio mermada más aún con las lesiones del exgrandes ligas, Yasmany Tomás, y el jardinero Ariel Hechavarría.
Los cuerpos de lanzadores hicieron el resto y fue decisivo. El de Las Tunas no tiene pitchers con lanzamientos veloces (todo lo contrario), ni con recursos sobresalientes en cuanto a curvas, sliders, sinkers…; pero en este beisbol cubano de ahora, apenas dando strike y moviendo la bola, ya es suficiente para sacar outs. Y los tuneros tienen varios lanzadores así.
Industriales, a su vez, lleva una buena cantidad de años con señaladas deficiencias en el pitcheo. Para colmo, por distintas causas, durante la temporada regular perdieron a tres de sus mejores cartas, Pavel Hernández, Maykel Taylor y Andy Vargas. Como consecuencia, los azules llegaron a la postemporada en seria desventaja en el acápite más importante del juego. Haber discutido el campeonato fue muy meritorio para ellos, en especial para los lanzadores que tuvieron que afrontar, no solo las ausencias, sino además las deficiencias de varios de sus compañeros.

Hay que señalar lo atípica de esta postemporada por la ausencia del batazo que colma las emociones, el jonrón. En la final solo se conectaron dos cuadrangulares, producidos en el último juego, uno por cada equipo. La razón de esta orfandad de largo metraje fue la pelota utilizada, de muy poco bote. De haberse jugado con una pelota de calidad, los resultados de los partidos hubieran sido otros porque casi todos los batazos elevados fueron fildeados. Eso le restó emotividad a los partidos e hizo retroceder el béisbol a unas cuantas décadas atrás.
No siempre los vencedores en una postemporada y, por tanto, en un campeonato de béisbol, son los que mejor lo hicieron en la temporada regular, pero en este caso sí lo fueron. El triunfo le sonrió al que fue, inobjetablemente, el mejor conjunto de la Serie Nacional 62. La leña ardió en todas partes e iluminó a los campeones. (2023)
Un comentario
Hugo A Marrero
Muy buen comentario. Bueno bueno que el béisbol cubano levante el ánimo. Las sangrías tienen un precio. De cualquier manera hay cantera inagotable de talento en la isla. Como siempre fue. Lo que no siempre fue ha sido haberle puesto techo al deporte nacional sometiéndolo a la politizació, que lo privó de la esperanza de trascendencia. Felicidades para los campeones. Y también para mi Team los Industriales que ha sufrido el éxodo como nadie.