Estrés, la película
Esta obra cinematográfica, en fase final de post-producción, convierte a Marilyn Solaya en la segunda cubana con dos largometrajes de ficción dirigidos.

La directora de Estrés, Marilyn Solaya, es la segunda realizadora cubana con dos largometrajes de ficción
Foto: Cortesía de la directora
Tuve el gusto de ser invitado por la actriz y directora Marilyn Solaya para visionar su más reciente largometraje, Estrés, en fase final de post-producción. Obra cinematográfica que convierte a esta graduada de Dirección por el ISA y de Teatro por la ENA en la segunda realizadora cubana con dos largometrajes de ficción.
Aventuro algunas reflexiones sobre esta película y su relación con la filmografía de su directora, en espera de volver a disfrutarla más adelante y escribir una crítica con mayores elementos de análisis.
La vida de Marilyn
Marilyn Solaya (Camagüey, 1970) ha sido actriz y directora de documentales fundamentalmente. Sin embargo, su primera obra como directora fue el corto de ficción Shoow room, de 1997.
A partir de ahí, su obra transita hacia la no ficción y en 2010 realiza En el cuerpo equivocado, ganador del premio DocTV Latinoamérica II y producido por el Icaic. Este documental le sirvió de base para Vestido de novia (2013), su primer largometraje de ficción. Ambas creaciones audiovisuales abordan el tema de la transexualidad y sus conflictos en la sociedad patriarcal cubana.
En 2006 ya había concebido el proyecto de Estrés y contaba con la asesoría de Enrique Pineda Barnet. Aunque premiado en la Muestra Temática del Festival Internacional de Cine Pobre de Gibara, en 2009, se quedó relegado, a la espera del momento adecuado para emprender su producción.
Mientras tanto, Solaya se enroló en otro documental: En busca de un espacio (2019). Basado en un libro del investigador Julio César González Pagés, ponía sobre el tapete el importantísimo papel de las mujeres en la sociedad cubana y la lucha por sus derechos.
Además del trabajo de investigación y preproducción, Marilyn Solaya diversificó su labor con la creación de una productora: Todas Producciones, realizó una exposición fotográfica y documental que recorría varias zonas del país; y concibió otro proyecto de largometraje: Todas, cuya visualidad se aprecia ya en las imágenes ficcionadas que incluyó dentro de En busca de un espacio.

La hora de Estrés
Debido a que el presupuesto asignado no era suficiente para tal tipo de producción, la vuelta de Estrés como proyecto cinematográfico posible no transitó por un lecho de rosas hasta su terminación.
Pero es hoy un hecho real, merced a la producción del Icaic y las colaboraciones del Festival Internacional de Cine Invisible y “Film Sozialak” Bilbao-KCD ONGD, ambos de España.
Estrés cuenta seis historias de grupos humanos. Estuve tentado a escribir familias; pero no lo son en todos los casos. Es una película coral que va narrando las peripecias de cada colectivo en paralelo, como una cronología diaria donde cada uno enfrenta y trata de buscar soluciones a duros conflictos existenciales.
Cada línea argumental tiene como espacio principal su casa y otros espacios públicos; pero coinciden, sin conectarse los unos con los otros, en el ómnibus conducido por uno de los protagonistas y en un hospital oncológico.

Las historias de Estrés
1: Dimitri (Luis Alberto García), chofer de un ómnibus urbano ―símil de las barcas conductoras de las almas―, vive y tiene a su cuidado una madre senil (Verónica Lynn) y un padre (Mario Limonta) que apenas se vale por sí mismo; y para poder realizar su trabajo se hace acompañar de ambos padres en los trayectos de toda su jornada laboral.
La peculiaridad de esta trama se centra en los orígenes de la familia. La madre es una emigrante soviética, que tuvo dos hijos. Dmitri, el hijo chofer ―barquero― nació en una de las extintas repúblicas soviéticas y, traído a Cuba por sus padres, añora regresar al lugar donde vivió sus primeros años.
La fábula consigue una bien lograda historia de amor filial, donde se pone a prueba constantemente, mediante la paciencia y los sueños tejidos toda la vida y dejados a un lado, la responsabilidad con los padres.
2: Una doctora (María Isabel Díaz) pone en funcionamiento el motor de su auto y el capó se llena de humo. Lo abandona y la volvemos a encontrar entrando a un hospital, convocando a sus estudiantes y entrando a la sala de oncología pediátrica, todos con narices rojas de payasos. Al ritmo de canciones infantiles, hacen la visita médica a los infantes ingresados; pero no hay caras alargadas, sollozos y silencios, sólo alegría.
Cuando regresa a su casa, al borde de la costa, solo la acompañan las voces de una madre y un hijo que viven en el extranjero, a través de mensajes telefónicos, que la incitan constantemente a unirse con ellos allá.

Es una historia donde la soledad, la presión familiar y el deseo de la reunificación con los seres queridos se enfrentan al convencimiento de la utilidad propia y el placer de dar servicio a la sociedad, así como un sentimiento íntimo de que la vida no ha terminado para una mujer madura.
3: Desde el ómnibus mentado llegan al mismo hospital dos mujeres, una de mayor edad que la otra. La menor (Iyaima Martínez) se entrevista con el médico y este le informa que su madre ha llegado a una fase terminal de cáncer. El tiempo de vida restante puede transcurrir en el centro hospitalario, pero es recomendable que lo pase en el seno familiar.
En paralelo, vemos a un niño vestido de uniforme de enseñanza primaria que es sometido a cruel bullying por sus compañeros de escuela.
Estos tres personajes conforman una familia monoparental extendida. El eje de la familia es la madre-hija. Viven en estado de pobreza material; sin embargo, no hay violencia en ese ambiente hogareño, sólo amor, comprensión, creatividad y la voluntad de hacer los mayores sacrificios.
4: En el hospital recurrente se atiende también un entrenador de boxeo infantil (Héctor Noas) a quien se le pronostica un cáncer de mama. Él es un hombre en buena situación económica y felizmente casado con una mujer más joven.

Este personaje se encuentra disputando un puesto para un campeonato internacional, en medio de envidia, rivalidades y tensiones con otro colega joven y ambicioso. Su conflicto pone en una balanza la elección entre el deseo de triunfar o el de atender a su enfermedad y salvar la vida.
5: Sube al ómnibus con grandes dificultades un hombre mayor, bien vestido (Aramís Delgado), al que saluda el chofer como “el Profesor”. Al descender, sus incapacidades motrices y de orientación se hacen más evidentes.
En otra escena, una señora (Isabel Santos) llegada desde Camagüey, arriba en bicitaxi a una casa del habanero Vedado, donde habita el Profesor. Su trabajo es atenderlo, a sabiendas de que es “una personalidad de la cultura”, pero de muy difícil carácter.
Una trama de autoengaño, simulaciones, donde la sencillez de una mujer logra penetrar en el orgullo del intelectual, hacerle reconocer su verdad, y transformar su posición ante el hijo ausente.
6: Un loco ilustrado (Enrique Pérez Viciedo), pasajero frecuente del ómnibus-barca, interactúa tanto con la ciudad como con algunos personajes en una posición de actuante facilitador y se erige en un homenaje al Caballero de París.
Estrés para todos
Cuando hablas con Solaya sobre su nueva película, insiste en defenderla como personal, íntima, honesta. Es un filme que aporta por su singularidad y la visión de personajes provenientes de diferentes estratos sociales en un entorno de crisis.
El público nacional la leerá desde sus posiciones sociales como un manifiesto del último quinquenio, aunque en ningún momento existe un anclaje temporal del argumento. Pero me atrevo a asegurar que un espectador extranjero también se identificará con estos seres, pues situaciones similares también existen en otras realidades.
Acorde con la visión feminista de su directora, la cinta es un tributo a las mujeres como entes sociales imprescindibles, al amor filial y al sector cada vez más envejecido de nuestra sociedad.
Solo en una historia, la del entrenador de boxeo, la masculinidad y sus conceptos patriarcales definen su destino. Es el único que nunca sube al ómnibus-barca y que, paradójicamente, sufre de una enfermedad más frecuente entre las mujeres.
Valoración final
La honestidad de este filme reside en contar las historias desde una inmensa sensibilidad. No hay una sola escena que busque rebajar la presión (estrés) con un gag o un choteo. Su tono narrativo puede alcanzar al melodrama, como un homenaje al amor, la esperanza y la fuerza existente en el diseño de los caracteres.
El trabajo de dirección de arte (Maykel Martínez) y la fotografía de Rafael Solís no se recrean en la miseria del entorno. Todo lo contrario. Hay momentos en que nos deslumbra la belleza de un encuadre o una composición cuando el protagonista está decidiendo su destino o buscando una solución.
Según confirmó Marilyn Solaya, Estrés está inscrita en el venidero Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Desde ahora la recomiendo (2025).
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