Fernando Pérez y tres miradas cinematográficas a la realidad cubana

Entrevista con el destacado realizador cubano a partir de tres de sus películas: Madagascar, Suite Habana y Últimos días en La Habana.

Fernando Pérez, el más reconocido de los cineastas vivos cubanos, es un ser con una extraordinaria sensibilidad humana.

Foto: Tomada de cinecubano

Coincidí con el director de cine Fernando Pérez en las actividades por el décimo aniversario del proyecto audiovisual infanto-juvenil “Rodando Fantasías” en Santa Clara. Mi intención era proponerle un viaje reflexivo sobre Madagascar, desde la perspectiva actual, a treinta años de su estreno.

Resultó que terminamos reuniendo a su mediometraje de 1994, con Suite Habana (2003) y Últimos días en La Habana (2014), como tres momentos de su mirada hacia la realidad cubana. Y concluimos hablando de Nocturno, un proyecto suyo todavía en fase de escritura.

 

Madagascar y la Historia nacional

“Cuando realicé Madagascar, ya había dirigido Clandestinos (1987) y Hello Hemingway (1990). En esas dos películas había tratado de contar la Historia que coincidía con mi juventud. Aquellos sucesos que habían ocurrido en la década del cincuenta en el siglo pasado, tenían que ver con mi vida”, rememora uno de los realizadores más laureados de la cinematografía cubana.

Clandestinos hablaba de los jóvenes que habían luchado, que habían hecho algo en lo cual yo no había participado. Hello Hemingway cuenta la otra parte de la misma Historia: la de aquellas personas, como Larita, que no participaron activamente en aquellos acontecimientos; y que tampoco pudieron lograr sus sueños.

Madagascar también narra un momento difícil, la década de los 90; y yo quería dar mi visión sobre esos tiempos, de los cuales estaba siendo igualmente testigo.

Si mis dos primeras películas fueron clásicas en el sentido narrativo, lineales, Madagascar no. Ella acude a un lenguaje más metafórico para lograr expresar, desde su perspectiva, la subjetividad del personaje principal y la de los otros personajes.”

Fernando Pérez rememora la época de Madagascar (1994), a treinta años del estreno de esa película (Foto: Dulce María Cománs).

 

Primera constatación de la realidad

“Cuando terminé de editar Madagascar y la vi completa, me pareció muy amarga. Salí a caminar para reflexionar, para pensar si estaba haciendo lo que sentía de verdad”, cuenta Pérez y explica:

“Yo no soy amargo; pero tampoco soy optimista para nada, e iba con mis pensamientos por la calle y me encuentro con un amigo que había estudiado conmigo en la Universidad y hacía rato que no lo veía. Nos saludamos, comencé a escucharlo y me decía a mí mismo: ʽ¡Ay, mi madre!ʼ, porque me estaba contando lo que ocurría en la película sin verla. Te juro que fue así.

“Y aunque el tiempo ha pasado y la realidad no es exactamente igual (tendría que decir, como Silvio Rodríguez: ʽque no es lo mismo; pero es igualʼ), Madagascar todavía está viva, no solo como propuesta estética, sino también como mirada a la realidad”, argumenta Pérez sobre la película suya que cosechó el Premio Especial del Jurado en La Habana, el Caligari (ex aequo) del Festival de Berlín y el de mejor película latinoamericana en el Sundance Film Festival.

Fernando Pérez junto a la actriz Laura de la Uz durante la filmación de Madagascar (Tomado de Revista Cine Cubano).

 

Madagascar, la metáfora del túnel

“Cómo surge la idea de una película, varía mucho de una a la otra; pero recuerdo la que me determinó decir, entre otras muchas razones, Madagascar empieza y termina así. Fue una experiencia personal… En el periodo especial, vivía en Playa ya casado, con hijos; pero todos los domingos iba a ver a mis padres en Guanabacoa”, recuerda Fernando Pérez y prosigue: “Antes iba en la ruta 3, en la 5; pero como había que esperar cuatro, cinco horas, me iba en bicicleta por el túnel de La Habana; y la primera vez que hice ese viaje, me permitió diseñar esas secuencias con un sentido documental. Solo tuve que pedir permiso para filmarla.

“Recuerdo que una de las bocas del túnel se cerraba para las bicicletas y había que ir caminando porque había mucha grasa en el piso. Eran cientos de personas y como era subterráneo, las voces se escuchaban de forma muy expresionista, como en la banda sonora.

“Y como el túnel al final tiene una curva, no se veía la salida, ibas hacia lo oscuro; pero sabías que ibas a salir. Esa metáfora fue la primera imagen de la película”, revela Pérez sobre una escena que devino emblemática de su inolvidable cinta.

Suite Habana es una mirada a la ciudad a través de la vida de sus habitantes (Tomado de ENDAC).

 

Imagen de una ciudad desde sus habitantes

Para hablar de Suite Habana, Fernando Pérez tiene que regresar a sus orígenes: “Aunque mi escuela fue el documental y ser asistente de dirección, mirando hacia atrás, yo nunca me sentí un buen documentalista. El documental es un género que respeto muchísimo, pero no se me daba con la misma vocación que siento por la ficción.

“Recuerdo que después de tener una filmografía dentro del cine de ficción, se me propuso hacer un documental sobre La Habana y yo estaba soñando con hacer Madrigal (2007); pero acepté porque creía que era el momento de volver a mostrarla.

“Con Suite Habana quería hacer un documental sin entrevistas, que fuera solamente imágenes y recordé Berlín, Sinfonía de una ciudad (Walter Ruttman, 1929). Es decir, un día en la ciudad, con su movimiento. Y pensé que podía ser así… Sin embargo, me di cuenta que el verdadero rostro son los habitantes y, en este caso, los habaneros, por lo tanto, tenía que contar historias individuales, no disolver los individuos en la realidad general, porque si no eran pura escenografía”

“Y después me dije: ¿Qué Habana? No hay una sola Habana, hay varias Habanas, como hay varias Cubas también, depende de cómo tú la vivas”, devela Pérez sobre la óptica particular de este documental, que terminó alzándose con el Coral de mejor película en el festival habanero y alcanzó una nominación a los Premios Goya en España.

“Una realidad que ha tocado fondo”: el punto de partida de la película de Fernando Pérez de 2016 (Tomado de Portal Cubarte).

 

Suite… y Últimos días…, dos miradas

“Hice Suite Habana porque era el momento de reflejar esa otra realidad habanera, donde todavía existía una luz al final del túnel, a pesar de las circunstancias sociales, económicas y la crisis de valores que se estaba viviendo. Por lo cual, todo podía cambiar y los personajes tenían sus sueños aún.

“Para mí ese era el espíritu del momento, porque el período especial nos marcó a todos; pero era como el túnel de Madagascar, donde no veías la luz; pero la presentías al final”, opina Pérez y añade: “No soy un sociólogo, pero sí sé que en Suite Habana por primera vez se vio una realidad que es la más representativa, la que vive la mayoría de la gente y que no es habitual en nuestros medios”.

Entre ese filme y el que hizo más de diez años después, hay una conexión que Fernando Pérez manifiesta así: “Esa realidad de Suite…, de alguna manera, ha tocado fondo; y por eso hice Últimos días en La Habana, que se desarrolla en el mismo espacio social, pero los valores ya no son los mismos, porque nuestra realidad se caracteriza fundamentalmente por la sobrevivencia, y en la sobrevivencia los valores se relativizan”.

“Por eso, los personajes de Últimos días… desvalorizan lo que era primordial en Suite Habana”, concluye Pérez, acerca de una cinta que ganó lauros en los Festivales de La Habana y de Málaga y siete nominaciones en los Premios Platino del Cine Iberoamericano.

 

Nocturno, un nuevo proyecto

“Hace varios años estoy tratando de desarrollar y convertir en guion una idea, que es la película que desearía hacer”, confiesa Pérez. “Tengo ochenta años y me gustaría, en lo que me queda de trabajo y de oportunidad, realizar Nocturno. Ese es el título y está vinculado con el programa radial que marcó a mi generación”.

La génesis del proyecto viene de los años noventa; y Fernando Pérez cuenta que “vi a una de mis hijas estaba escuchando Nocturno y me dije: ʽBueno, el programa nos sigue acompañandoʼ. Y aunque hoy día ya casi nadie lo escucha, sigue generando nostalgias en las personas de mi edad y será la banda sonora de mi historia”.

“La película que estoy intentando escribir, comienza con la Campaña de Alfabetización y termina en la actualidad. Claro, no cuenta toda la Historia, pero los mismos personajes que fueron adolescentes en 1961, serán abuelos como lo soy yo, y mostraría cómo esa realidad ha ido cambiando a lo largo del tiempo.”

Fernando Pérez asegura que “en ella habrá mucho de la mirada y del sentimiento ―no estoy hablando de la estética ni del lenguaje― de Madagascar, Suite Habana y Últimos días en La Habana; pero también la diferencia que indica una evolución no solo de mi cine, sino también de la realidad” (Julio 2024).

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