Tiempo y salud en el Caribe

Los servicios especializados de pronósticos biometeorológicos pueden ser muy efectivos para la prevención de salud de las poblaciones más vulnerables.

Archivo IPS Cuba

Las variaciones en el clima y el tiempo tienen efectos en la salud humana que requieren ser estudiados para incrementar la esperanza de vida de las poblaciones más vulnerables.

En general, existe una gran confusión en el uso de los conceptos de tiempo y clima. La diferencia esencial entre el clima y el tiempo está dada por la escala temporal en que trabajan: el clima y sus cambios se identifican en la escala estacional (verano, otoño, invierno y primavera) y multianual, o sea, a lo largo de muchos años. Por su parte, el tiempo se refiere al estado instantáneo de la atmósfera en un lugar dado. Para definir entonces el estado del tiempo promedio o predominante en una unidad de tiempo cronológico más apropiada a los intereses del ser humano, se usan, básicamente, los intervalos de tiempo asociados a la marcha diaria, siguiendo la secuencia mañana-tarde-noche-madrugada, el estado del tiempo diario y la variación inter-diaria (día tras día) del estado del tiempo. El clima y el tiempo no son conceptos abstractos, vacíos. Son procesos físicos muy complejos que ocurren en toda la Tierra y que influyen, significativamente, sobre la vida de todos los seres vivos que la habitan; pero, en los últimos decenios, el rápido crecimiento de la población mundial y su concentración en grandes ciudades, el aumento extraordinario del uso de los combustibles fósiles, la deforestación a gran escala y la creciente incorporación a la atmósfera de sustancias contaminantes, entre otros aspectos, han sido factores determinantes para hacer recíproca la influencia entre el clima, el tiempo y las actividades humanas. El clima siempre ha cambiado; pero hoy el ser humano tiene la capacidad de ejercer una acción permanente sobre el sistema climático, cuyos efectos sobre el clima global se suman a la variabilidad natural del clima y van en camino de producir un cambio irreversible de las condiciones climáticas en todo el mundo.

La Biometeorología es la ciencia interdisciplinaria que estudia los efectos del clima y el tiempo sobre los seres vivos, sus mecanismos de adaptación y las consecuencias de los impactos naturales y antrópicos sobre la atmósfera. Los efectos del clima y el tiempo sobre los seres vivos son conocidos desde los tiempos de Hipócrates; pero, debido a múltiples causas, solo en los últimos decenios la ciencia biometeorológica ha podido jugar el papel significativo que hoy tiene como puente de unión entre los profesionales de la meteorología, la climatología, la medicina humana y veterinaria, la epidemiología, la geografía, la agronomía, la ecología, la biología y muchas otras ciencias que intervienen en este amplio campo interdisciplinario.

 

LOS EFECTOS DEL TIEMPO SOBRE LOS SERES VIVOS

Los efectos del clima y el tiempo sobre la vida del ser humano, animales y plantas se reconocen desde épocas muy remotas, pero se comenzaron a estudiar de manera más rigurosa e interdisciplinaria, a escala mundial, desde la primera mitad del siglo XX.

Entre 1934 y 1938, el Profesor William F. Petersen, en la Universidad de Illinois, Estados Unidos, escribió varias monografías en la serie El paciente y el tiempo. Estas monografías trataron sobre las influencias meteorológicas en la persona sana y en el paciente. También el Profesor B. de Rudder, en la Universidad de Frankfurt, Alemania, fue uno de los científicos relevantes de ese tiempo por sus aportes a la Biometeorología. De Rudder escribió el libro Grundrisseiner Meteorobiologie des Menschen. WetterundJahreszeiteneinflüsse, cuyas tres ediciones aparecieron en 1931, 1938 y 1952, con un resumen excelente sobre varios aspectos esenciales de la biometeorología.

En la década del cincuenta del siglo XX ya se encuentran referencias más específicas sobre los efectos del tiempo en la salud humana. De un lado, la creación de la Sociedad Internacional de Biometeorología contribuyó de una manera significativa a organizar el marco internacional de las actividades biometeorológicas y las investigaciones científicas relacionadas con estas; y, por otro lado, en la comunidad biometeorológica de los antiguos países socialistas, las principales actividades eran lideradas por varios científico rusos, quienes ya en esa década expresan que:

El organismo humano responde a los cambios de tiempo poco frecuentes y a las variaciones estacionales. La respuesta del cuerpo humano a estos cambios puede verse, principalmente, a través del aumento de la actividad nerviosa, los cambios abruptos del sistema termorregulador y del balance de calor del cuerpo, así como de la actividad cardiovascular[2].

Las condiciones del tiempo no producen enfermedades, sino que actúan como un factor de riesgo o que predispone para la ocurrencia de crisis de salud en personas que ya padecen una enfermedad determinada, lo cual se explica ̶—en mayor o menor medida— según se comporte la capacidad individual de adaptación ante el cambio brusco del complejo meteorológico. En la mayoría de los casos, las respuestas internas a estos estímulos externos transcurren de forma natural, gracias a la capacidad de adaptación del ser humano; pero cuando los cambios del medio circundante exceden de ciertos umbrales límites, específicos para cada individuo, la falta de capacidad para adaptarse a las nuevas condiciones puede conducir a la ocurrencia de crisis de salud.

Estos desajustes de la salud se identifican como respuestas meteoro-patológicas de los individuos, por lo que a la acción compleja y diversa que la variabilidad del estado del tiempo produce sobre la salud de las personas le llamaron efectos meteoro-trópicos. Al mismo tiempo, se denomina meteoro-labilidad a la sensibilidad (reacción) de cada persona ante la variabilidad del tiempo, y esta depende de la intensidad y duración del cambio de tiempo, así como de la capacidad de adaptación de cada individuo, que es en función de varios factores, entre ellos: la edad, el sexo, la época del año, el lugar de residencia y el estado general de salud.

Fue Ovcharova[3] quien estableció, por primera vez, una asociación experimental entre la actividad nerviosa superior de animales de laboratorio y el intercambio gaseoso de estos con el ambiente circundante. Los experimentos llevaron a proponer, posteriormente, el uso de la densidad del oxígeno en el aire (índice DOA) como un indicador complejo de los efectos de los cambios de tiempo en la salud humana.

Significativas investigaciones biometeorológicas fueron realizadas durante los decenios finales del siglo XX en otros países europeos como Alemania y Polonia, además de los Estados Unidos. La mayoría de los resultados disponibles se presentaron durante el Simposio «El clima y la salud humana», celebrado en la antigua URSS (1986). Este evento recopiló el Estado del Arte de la biometeorología humana en aquel momento y tuvo su continuidad en el Taller “Tiempo y Salud”, organizado por el Servicio Meteorológico de Canadá, en 1992, y a través de publicaciones especializadas.

En general, esta fase de las investigaciones estuvo orientada a tratar de conocer mejor cómo los cambios del entorno físico influyen en las reacciones humanas y terminó con la publicación de una monografía realizada por un Grupo de Expertos a nombre de la Organización Mundial de la Salud, la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de Naciones Unidas para el Medioambiente.

Más recientemente, entre 1997 y 2006, los resultados disponibles sobre los efectos del clima y el tiempo en la salud humana muestran una dependencia casi absoluta de los temas de la variabilidad climática, y casi siempre en relación con el cambio climático. Además, en su mayoría se realizan en el contexto europeo y del Programa Mundial de Aplicaciones y Servicios Climáticos (PMASC) de la Organización Meteorológica Mundial, por lo que dichos resultados ponen la atención principal en los impactos potenciales de la variabilidad del clima y el papel de los eventos meteorológicos extremos en la salud humana.

 

El ritmo del tiempo

La variabilidad del estado del tiempo se expresa tanto espacial como temporalmente. En el primer caso, el tiempo cambia de un lugar a otro, dando condiciones meteorológicas diferentes entre localidades distantes unas de otras; pero también cambia con el tiempo cronológico, pues las condiciones meteorológicas son diferentes en los distintos momentos del día. Esta variabilidad del estado del tiempo ejerce efectos específicos (directos) y no específicos (indirectos) sobre la fisiología de los seres vivos y condiciona su respuesta fisiológica, especialmente cuando los cambios son muy bruscos y contrastantes.

El ritmo del tiempo se puede estudiar según el comportamiento de la marcha diaria o inter-diaria de los principales elementos meteorológicos. La marcha diaria es la que transcurre dentro de las 24 horas de un mismo día y se utiliza para evaluar los contrastes entre los diferentes momentos del día (por ejemplo: día vs. noche); pero la marcha inter-diaria se utiliza en función de evaluar el efecto del contraste dado por el valor de los elementos meteorológicos complejos o singulares medidos a la misma hora, durante varios días consecutivos. Son dos tipos de variaciones temporales distintas y sus efectos son diferentes sobre los seres vivos. 

En los trópicos, la menor variabilidad del tiempo facilita que cada día pueda asociarse a un tipo específico de situación meteorológica dominante. Esto no es igual en latitudes medias y altas, donde la variación diaria del tiempo es mayor. La adaptación de la población a condiciones de mayor variación diaria e inter-diaria favorece la disminución de las reacciones meteoro-trópicas producidas por los cambios bruscos del tiempo. Luego, las personas que viven en latitudes medias y altas están más preparadas que la población tropical para enfrentar los efectos meteoro-trópicos.

Por esta razón, resulta necesario incluir ajustes en los estudios del efecto potencial de los cambios de tiempo sobre la salud humana, según la latitud geográfica y la época del año. Pues se debe asumir que la meteoro-labilidad disminuye a medida que aumenta la latitud y en el sentido del cambio estacional del verano hacia el invierno, respectivamente.

El meteorograma de estación constituye una forma práctica y sencilla de visualizar el ritmo del tiempo e identificar los cambios bruscos de la variación inter-diaria, que justifican la ocurrencia de los efectos meteoro-trópicos en un lugar dado. Este diagrama temporal consiste en la representación gráfica de la marcha diaria de los elementos meteorológicos seleccionados, que dependen de la aplicación específica, pues incluyen además y de manera sincrónica, los gráficos de la marcha diaria de los datos que se quieren analizar desde el punto de vista biometeorológico, por ejemplo: datos fenológicos de cultivos o de rendimientos agrícolas, índices de infestación por plagas y enfermedades, ocurrencia diaria de enfermedades, accidentes del tránsito, epizootias, etc.

La importancia práctica del meteorograma es que permite identificar “a simple vista” los contrastes bruscos del estado del tiempo de un día al siguiente y asociar dichos cambios a la ocurrencia de determinados efectos que se quieren estudiar. También se puede analizar la variable o elemento meteorológico cuyos cambios se relacionan mejor con el efecto bajo estudio, e incluso valorar si se debe aplicar algún tipo de retraso o adelanto temporal a los valores para lograr una mejor asociación estadística. Antes de realizar análisis más complejos, siempre es recomendable partir de la representación temporal de los datos mediante un meteorograma para revisar, ajustar o eliminar los valores que puedan ser erróneos o los cambios de comportamiento de alguna variable, no explicados por la realidad física de los procesos atmosféricos, que siempre actúan coordinadamente.

 

El ritmo de las enfermedades

En el funcionamiento de los sistemas fundamentales del cuerpo humano es posible encontrar varios ritmos. Al estudiar las relaciones entre la salud humana y el estado del tiempo, sería ideal disponer de datos sincrónicos que relacionaran los ritmos de ambos tipos de procesos: la ocurrencia de las crisis de salud, por un lado, y el comportamiento de los elementos meteorológicos del otro; pero ello, generalmente, resulta muy difícil y además costoso.

Cuando se logra disponer de fuentes médicas confiables y representativas de una población; y se observan máximos notables o agrupaciones atípicas de las crisis de salud, son dos las condiciones necesarias para establecer el origen meteoro-trópico de estas: primero, que el efecto del tiempo sobre la enfermedad tenga una expresión regional, no asociado a factores locales, para lo cual los máximos de la enfermedad dada deben ocurrir, sincrónicamente, en más de un centro de salud del territorio considerado; y, en segundo término, que la magnitud del efecto sea significativa, para ello el máximo diario de la enfermedad debe exceder 150 por ciento del valor medio de la enfermedad o superar el 66 percentil de la distribución histórica de su ocurrencia diaria para ese mes.

Una gran dificultad para el estudio de las posibles asociaciones entre el tiempo y la salud humana se encuentra en la falta de datos confiables y homogéneos que reflejen la ocurrencia diaria de las crisis de salud. El dato que más se acerca a este requerimiento es el número diario de atenciones reportadas por los servicios de urgencia médica, pero el diagnóstico de estos casos puede ser impreciso, debido a diversos factores. Pese a lo anterior, los datos de atención en los servicios de urgencia son los más factibles de obtener para estudios biometeorológicos, pero es muy importante estandarizar el criterio de diagnóstico que se aplique, mediante el uso del Clasificador Internacional de Enfermedades CIE-9 o CIE-10.

Como se observa en la Fig. 1, algunas enfermedades manifiestan una clara preferencia estacional de sus máximos diarios, como sucede con las crisis agudas de asma bronquial (CAAB) y las infecciones respiratorias agudas (IRA), mientras que en otras enfermedades, como las cefaleas y las crisis hipertensivas, la ocurrencia de los máximos se distribuye a lo largo de todo el año (Fig. 2).

Figura 1

Al combinar en un mismo meteorograma el ritmo inter-diario de los elementos meteorológicos con el comportamiento sincrónico de las enfermedades, es muy probable que se identifiquen a simple vista las asociaciones entre los efectos meteoro-trópicos y los máximos diarios de ocurrencia de las enfermedades bajo estudio. Estos efectos pueden ser masivos y diversos, en dependencia de la intensidad y duración del cambio de tiempo.

 

En los casos como este ejemplo, que tienen en las condiciones de Cuba una frecuencia de hasta uno por ciento anual, la magnitud de los efectos meteoro-trópicos implican un riesgo real para la vida y resulta apreciable también un aumento diario de la mortalidad general. Para este ejemplo se calculó el índice de mortalidad en exceso, que arrojó un total de 25 fallecidos entre todos los municipios de la provincia de Villa Clara, específicamente los días 10, 13, 14 y 17 de enero de 2010.Figura 2

 

EL PRONÓSTICO DE LOS EFECTOS METEORO-TRÓPICOS

Desde la segunda mitad del siglo pasado se hace evidente la estrecha relación que existe entre los cambios bruscos del estado del tiempo y la salud humana. Entonces, la comunidad biometeorológica se planteó la tarea de desarrollar sistemas de alerta temprana dirigidos a detectar y avisar, oportunamente, sobre estos efectos desfavorables del tiempo sobre la salud. Han sido tres las vías principales que se han utilizado para lograr tales sistemas, a saber: los métodos que se fundamentan en el cálculo de los componentes del balance de calor del cuerpo humano, los métodos que consideran los efectos de los distintos tipos de situaciones sinópticas y masas de aire sobre la salud humana y los métodos de pronóstico que se basan en el comportamiento de índices biometeorológicos complejos, que pueden o no incluir los flujos de radiación solar.

Los pronósticos biometeorológicos no son equivalentes, ni sustituyen al pronóstico de los fenómenos hidrometeorológicos peligrosos, como los huracanes, los sistemas frontales muy activos, las tormentas locales severas, las inundaciones por intensas lluvias, las penetraciones del mar y otras causas de desastres hidrometeorológicos, sino que se hacen para monitorear y alertar la ocurrencia de los impactos específicos y no específicos asociados a los cambios bruscos del complejo biometeorológico sobre la salud de los seres vivos.

Durante la afectación por fenómenos hidrometeorológicos peligrosos pueden darse localmente condiciones de variación brusca del complejo biometeorológico, pero las acciones y procedimientos que se aplican en estos casos están bien establecidos en cada país por los sistemas nacionales de protección civil. Los resultados durante la aplicación de los pronósticos biometeorológicos dependerán, básicamente, de las acciones y procedimientos de la contraparte a la cual van dirigidos; estos servicios no están limitados a la preservación de la salud humana, también se han desarrollado productos y servicios biometeorológicos para la salud animal, la agrometeorología, la silvicultura, el termalismo, la climatoterapia y el turismo de salud.

Ya avanzada la pasada década de los ochenta, Ovcharova[4] desarrolló un método de pronóstico biometeorológico para la ciudad de Moscú, basado en la variabilidad inter-diaria de la densidad del oxígeno en el aire. También en este período se aplicó en Polonia un procedimiento de pronóstico biometeorológico para los tratamientos climatoterapéuticos en los sanatorios y clínicas termales de ese país; al mismo tiempo que especialistas del servicio meteorológico polaco desarrollaban un novedoso sistema de pronósticos biometeorológicos dirigido a fortalecer la seguridad del tránsito vial en la ciudad de Varsovia.

Otros métodos operativos de pronósticos biometeorológicos comienzan a aparecer a mediados de la década de los noventa del siglo pasado. En este mismo período, en los Estados Unidos, el profesor Laurence S. Kalkstein lideró el desarrollo de las investigaciones que relacionaron la mortalidad humana con los cambios de tiempo, sobre todo durante la ocurrencia de olas de calor, hasta llegar al desarrollo del primer Sistema de Avisos y Alertas contra las Olas de Calor de los Estados Unidos, que se aplicó en la ciudad de Filadelfia[5]. El formato de salida de este tipo de pronósticos biometeorológicos ha evolucionado desde sus inicios, siendo en la actualidad más apropiado para la comprensión del público general. 

En la actualidad, son aún pocos los países que ofrecen servicios operativos de pronósticos biometeorológicos. Además de Rusia, en Alemania se brindan pronósticos biometeorológicos operativos desde los años noventa y ese país cuenta hoy con una amplia gama de productos que incluyen el desarrollo de aplicaciones para dispositivos móviles y teléfonos celulares. Existen también servicios de este tipo en los Estados Unidos de América, Polonia, Japón, Italia, China y Corea del Sur.

 

Los pronósticos biometeorológicos en Cuba

El desarrollo de los primeros pronósticos biometeorológicos cubanos comenzó por el diseño y aplicación de un servicio dirigido a mejorar la eficiencia de la producción avícola y reducir el impacto de los golpes de calor en la crianza de pollos de ceba. Ello se logró mediante la ejecución de numerosas investigaciones multidisciplinarias entre 1989 y 1991, para determinar las causas de los elevados índices de mortalidad avícola existentes.

Los resultados principales de estas investigaciones fueron publicados en dos números sucesivos de la Revista Cubana de Ciencia Avícola y las acciones del Programa de Lucha contra el Calor en la Avicultura Cubana se dieron a conocer un año después, entre las que se destacó el primer servicio de pronósticos biometeorológicos para la producción avícola que se reporta en la literatura científica. Este funcionó en todo el país durante los veranos de 1991 y 1992, con una efectividad general del 92 por ciento[6]. El impacto económico del programa fue considerable, logrando reducir casi a cero las muertes por golpe de calor en la masa avícola del país, a partir de su aplicación generalizada.

Casi paralelamente, entre 1991 y 1995, se llevó a cabo la ejecución del proyecto «Efectos del tiempo en la salud humana en las condiciones climáticas del trópico húmedo», en el cual se comparó la ocurrencia diaria de varias enfermedades crónicas no-trasmisibles, a saber: el asma bronquial (CAAB) en niños y adultos, las enfermedades cardiovasculares (ECV), la hipertensión arterial (HTA), los accidentes vasculares encefálicos (AVE), las cefaleas (CEFA) y ciertos tipos de infecciones respiratorias agudas (IRA) con el comportamiento también diario del complejo biometeorológico local, para evaluar con objetividad los efectos del estado del tiempo sobre la salud de la población cubana.

Los datos médico-meteorológicos para el proyecto se obtuvieron de las atenciones diarias reportadas por los servicios de emergencia médica de 17 hospitales principales de todo el país, localizados desde La Habana, en el occidente, hasta Santiago de Cuba en el oriente, así como los datos meteorológicos también diarios de las estaciones meteorológicas más cercanas a estos hospitales, todo ello durante el período de cinco años entre 1987 y 1991.

Como resultado más significativo de este proyecto, se diseñó y puso a punto un Sistema de Avisos y Alertas para la Salud[7], que se aplicó con éxito en las instituciones de salud de las provincias de Villa Clara y Cienfuegos, durante los inviernos de 1995-1996 y 1996-1997, respectivamente.

En la actualidad, el uso del modelo numérico “PronBiomet” ha hecho posible la aplicación operativa del servicio de pronósticos biometeorológicos para Cuba y otras regiones geográficas del mundo. El modelo accede, a través de Internet, a las bases de datos del Sistema de Previsión Global (GFS) y usa los valores pronosticados de la temperatura del aire, la presión atmosférica reducida al nivel medio del mar y la humedad al nivel de superficie, desde tiempo real hasta 180 horas de antelación, que son los parámetros necesarios para hacer los cálculos del índice DOA. La corrida del modelo se hace diariamente.

Ahora, mediante la ayuda de métodos objetivos de pronóstico numérico, se dispone de una herramienta muy eficaz para prevenir los efectos desfavorables del tiempo sobre la salud humana. La difusión del servicio de pronósticos biometeorológicos se lleva a cabo desde mayo de 2007, mediante un esfuerzo conjunto del Centro de Estudios y Servicios Ambientales (CESAM) y del Centro Meteorológico Provincial de Villa Clara, ambos pertenecientes al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba (CITMA), a través del sitio Web http://www.cmp.vcl.cu/pronosticos/.

La validación de los pronósticos biometeorológicos cubanos se ha realizado en diferentes momentos y contextos. En Cuba se cuenta con varias áreas de monitoreo o polígonos de estudio ubicados en los municipios de Sagua la Grande, Santa Clara y Ranchuelo, en la provincia de Villa Clara; y el municipio Playa, en la ciudad de La Habana. Mediante la cooperación internacional también se ha logrado el apoyo de voluntarios interesados en la aplicación de estos servicios de pronóstico especializado en otros países, contando con resultados diarios confiables y de varias enfermedades en localidades del país Vasco y Alicante, en España.

En términos generales, la efectividad de los pronósticos biometeorológicos emitidos durante el primer período de pruebas (2007-2008) fue satisfactoria; pero el análisis realizado demostró que hubo falsas alarmas en 14 por ciento de estos pronósticos (error de tipo 1) y se detectaron 11 casos con ocurrencia de reacciones meteoro-trópicas no pronosticadas (error de tipo 2), por lo que la efectividad real lograda inicialmente fue ligeramente superior al 80 por ciento, siendo diferente la calidad de los resultados de una a otra enfermedad.

Como conclusiones del primer corte del proceso de validación se comprobó que los errores ocurridos estuvieron asociados a la elevada sensibilidad meteoro-trópica de la población cubana durante el verano, unida a la baja resolución de la rejilla de cálculo del modelo, por lo que no quedaban bien representados los procesos de meso-escala, así como a la influencia de factores físico-geográficos locales, especialmente la influencia de las brisas costeras en Sagua la Grande y la ocurrencia frecuente de tormentas eléctricas vespertinas en Santa Clara y Ranchuelo.

Después de aplicar las modificaciones pertinentes, durante 2008 y 2009 se realizó la segunda etapa de la validación del servicio de pronósticos biometeorológicos. Se emitieron 143 pronósticos, de ellos: 10 alarmas biometeorológicas, el siete por ciento del total de pronósticos emitidos, 32 alertas (22 %), 51 avisos (36 %) y ocho notas informativas (6 %), teniendo los 52 pronósticos restantes (36 %) un contenido de mantenimiento de la secuencia cronológica. Luego, solo 29 por ciento de los pronósticos estuvo referido a la ocurrencia de efectos meteoro-trópicos; pero ello representó una cantidad suficiente de casos, capaces de producir impactos específicos masivos en la salud de la población.

Después de transcurridos cuatro años de validación operativa, el asma bronquial (CAAB) fue la enfermedad con mejores resultados, con 94 por ciento de pronósticos acertados, seguida de la hipertensión arterial con el 87 por ciento de efectividad. Las cefaleas y los accidentes cerebro-vasculares se comportaron con una efectividad entre 81 por ciento y 82 por ciento, respectivamente; y, por último, los peores resultados correspondieron a las enfermedades cardiovasculares con el 75 por ciento, o sea, prácticamente tres aciertos de cada cuatro pronósticos. La efectividad general subió al 85 por ciento, valor satisfactorio si se tienen en cuenta las dificultades asociadas a este servicio.

Al analizar cómo se relacionó la ocurrencia diaria de los máximos por enfermedades con la condición biometeorológica presente, o sea, en función del aumento o disminución de la densidad parcial del oxígeno en el aire, es evidente que tanto los cambios significativos por aumento del contenido de oxígeno en el aire (hiperoxia) como por su disminución (hipoxia) tienen la capacidad de producir respuestas meteoro-patológicas masivas entre la población local.

No obstante, es posible identificar una cierta preferencia de los máximos diarios de algunas enfermedades ante una u otra condición biometeorológica. Así, las cefaleas y los accidentes cerebro-vasculares indican una preferencia por las condiciones de hipoxia, mientras que las crisis agudas de asma bronquial e hipertensivas y las enfermedades del corazón presentaron una preferencia por las condiciones de hiperoxia.

 

¿ES POSIBLE MITIGAR LOS EFECTOS DEL TIEMPO SOBRE LA SALUD?

El desarrollo de sistemas de alerta temprana para la salud humana y animal basados en novedosos servicios de pronósticos biometeorológicos constituyen la base para reducir la morbilidad y mortalidad por varias enfermedades crónicas no transmisibles y de algunos tipos de enfermedades transmitidas por vectores, así como la ocurrencia de epizootias en los animales de granja, entre otras aplicaciones importantes. Son muchas las posibilidades existentes, pero la aplicación exitosa de tales servicios dependerá, en grado considerable, de las acciones y nuevos procedimientos que deberá implementar la contraparte a quienes van dirigidos.

De la misma forma que la Defensa Civil de Cuba empleó años en organizar, junto con toda la estructura económico-administrativa del país, un sistema efectivo de protección de los recursos materiales y de la población ante el impacto de los desastres naturales, le corresponderá al Sistema Nacional de Salud, o al Servicio de Medicina Veterinaria, o al Ministerio de la Agricultura, así como a cualquier otra institución ramal potencialmente receptora de estos servicios, analizar las acciones organizativas y diseñar los procedimientos preventivos acordes con las características de ese sector en la sociedad. Este proceso será largo y progresivo, puede avanzar más rápido en algunas áreas que en otras; pero el resultado final será muy beneficioso, en general, para toda la sociedad.

Si se valora solamente el caso de una enfermedad como el asma bronquial, que la padece en Cuba alrededor del 10 por ciento de la población (1 millón 100.000 de personas), y que con el funcionamiento de estos servicios se aplican acciones preventivas eficaces, capaces de evitar o disminuir a niveles mínimos las crisis agudas de solo 30 por ciento de dichos pacientes, ello significaría ofrecer calidad de vida a más de 300.000 personas, con un importante ahorro de gastos médicos directos, disminución de las pérdidas económicas por certificados médicos y ausencias laborales o escolares, entre otras ventajas. Pero hay más: las enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares están entre las principales causas de muerte en Cuba y en otros países. Si por las acciones preventivas y sistemáticas derivadas del uso de estos servicios se lograra disminuir solo el cinco por ciento de la mortalidad actual por estos conceptos, se estaría salvando la vida a cientos de personas cada año. O sea, más de las que han fallecido en Cuba por causas meteorológicas directas en los últimos 30 años. Vale la pena, ¿verdad?…

 

CONCLUSIONES

Los efectos del tiempo sobre los seres vivos son variados y se reconocen en todas las zonas geográficas de la Tierra, con diversos grados de afectación y extensión, con particularidades muy bien definidas en sus impactos específicos y no específicos sobre el ser humano, los animales y las plantas. Los efectos meteoro-trópicos dependen de la intensidad y duración del estímulo externo asociado a los cambios bruscos del estado del tiempo, así como de la capacidad de adaptación del individuo receptor, por lo que no es recomendable extrapolar los resultados disponibles en algunas regiones para los distintos contextos físico-geográficos y sociales.

Las experiencias y datos acumulados después de más de cinco años de monitorear la ocurrencia de los efectos meteoro-trópicos en seis regiones geográficas del mundo, incluyendo las Américas y el Caribe, permiten disponer de un volumen de información representativo y suficiente para organizar acciones encaminadas a conocer mejor y prevenir los efectos de la variabilidad del tiempo sobre la salud humana, contribuyendo así al cumplimiento de varias metas generales de las Naciones Unidas y de algunas de sus organizaciones especializadas como la Organización Meteorológica Mundial y la Organización Mundial de la Salud.

En el plano nacional y dentro del contexto del Caribe, disponer de un servicio especializado de pronósticos biometeorológicos puede contribuir de manera efectiva al aumento de la esperanza de vida de las poblaciones más vulnerables de la región, a la reducción paulatina de los índices de morbilidad y mortalidad asociados a un grupo de enfermedades crónicas y transmisibles, cuya ocurrencia está muy vinculada a las condiciones ambientales e higiénico-sanitarias, y en especial a la variabilidad del clima y el tiempo.

Sin embargo, es muy necesario aumentar la vinculación y conocimiento de las contrapartes médica, epidemiológica y veterinaria sobre el contenido y características de los servicios biometeorológicos de alerta temprana, con el fin de desarrollar, a partir de ellos, todas las posibilidades terapéuticas y profilácticas existentes, en concordancia con los objetivos y programas de salud priorizados del país. Las buenas prácticas y resultados derivados de su aplicación en Cuba podrán extenderse al resto del Caribe a través de los amplios programas de colaboración médica y veterinaria ya existentes, mediante la formación profesional y el intercambio académico. (2013)


* El Dr. Luis B. Lecha Estela vive en la ciudad de Santa Clara, Cuba. Es Investigador Titular del Centro de Estudios y Servicios Ambientales (CESAM) de Villa Clara y Profesor Titular de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas. Fue Ponente de Clima y Turismo, con énfasis en la salud humana, de la Comisión de Climatología de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) entre los años 1993 y 2001.

[2] Voronin, I.M., F.V. Spiridonov, Y.A. Ayitskii, E.V. Savelev y L.B. Zenfil: “Variación del intercambio gaseoso, de la temperatura de la piel y de la reacción espástica en enfermos y sanos durante la aclimatación al clima marítimo de las ciudades de Yalta y Feodosia” [en ruso], Rev. Problemas de Climatoterapia Experimental, Vol. 3, Moscú, 1958.

[3] Ovcharova, V.F.: “Cambios en la actividad nerviosa superior y en el intercambio gaseoso de animales en diferentes épocas del año” [en ruso], en Problemas de la Climatología Compleja, Edit. AC URSS, Moscú; 1963, pp. 141 – 149.

[4] Ovcharova, V.F.: “Homeokines in weather hypoxia and hyperoxia”, en Climate and Human Health. Proceedings of theSymposium in Leningrad, Vol. 2, WCAP 2, 1987, p. 149.

[5] Kalkstein, L.S., P.F. Jamason y J.S. Greene: “The Philadelphia hot weather-health watch/warning system: development and application”, Bulletin of the American Meteorological Society, 77(7), 1996, pp. 56-64.

[6] Lecha, L. y F. Linares: “El golpe de calor en la avicultura. Propuestas para su control y pronóstico”, Rev. Cub. Ciencia Avícola, 19, 1; 4:8, 1992.

[7] Lecha, L. y T. Delgado: “On a regional health watch and warning system”, en Proceedings of the 14th Int. Congress of Biometeorology, Ljubljana, Slovenia; Part 2, Vol. 3; 1996, pp. 94 – 107.

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