“El Juan Orol del cine santiaguero”
José Armando Estrada es un realizador de Santiago de Cuba que hace unos años se lanzó a producir su primer largometraje de ficción, Siervos, y hoy persiste en sacar adelante sus proyectos.
Después de un año de estrenado el largometraje Siervos (2013, 70 minutos, ficción, Cuba), su realizador, José Armando Estrada Hernandez (56 años), comenzó a practicar técnicas de meditación como la ascensión de los Ishayas, ejercicios físicos como Los ritos tibetanos, Aikido, tantras, y a correr.
Él dice que el cine que siempre le ha tocado hacer es un «cine de exterminio», donde todos quedan exterminados.
EMMANUEL MARTÍN: ¿Cuándo comenzó tu inclinación por el cine?
JOSÉ ARMANDO ESTRADA: Cuando tenía 18 años compré una cámara de 16 milímetros, pero nunca pude filmar nada. Fue en 1980. Nunca pude conseguir los negativos. Mientras estudiaba Economía en la Universidad de Oriente, veía cómo mi cámara envejecía, mis sueños de hacer cine parecían imposibles.
EM: ¿Nunca intentaste acercarte a alguien consagrado, algún cineasta que te indicara el camino, o a estudiar cine en una escuela?
JAE: Mi madre murió cuando yo tenía un año de vida, mi padre y mis tíos eran alcohólicos. No tuve ningún guía de niño ni de adolescente. Con 12 años, me becaron en una escuela al campo en Guantánamo, hasta los 18 años. A mis tías les era muy difícil estar a mi cuidado. Y luego comencé a estudiar Ciencias Económicas. Allí, en la Universidad, me enamoré, luego me casé y me fui a vivir con mi esposa a Caimanera, Guantánamo, otra vez. Allí tuve mi primera hija. Luego fundan la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, me hizo mucha ilusión presentarme a los exámenes de ingreso, pero tengo una familia que mantener.
En 1992, en pleno Periodo Especial, José se divorcia en Caimanera, retorna a vivir a Santiago, comienza a impartir clases de Contabilidad y Economía en la Universidad de Oriente y tiene su segundo hijo.
Las producciones de cine cubano escasean. La cosa está mala para todos en Cuba. Aún no había aparecido la era del cine digital cubano.
EM: ¿En qué año realizas tu primer cortometraje?
JAE: Gracias al universo aparece el video y yo era miembro de un cine club de creación y apreciación, que dirigía el realizador Guille De la Rosa. Alguien consiguió una cámara de video Super 8. Escribí un guion, todos los miembros me apoyaron y en noviembre de 1999 filmamos Óleo sobre tela. Solo siete llamados.
Aparecen las PC en Cuba. En Santiago comienzan a surgir emprendedores dedicados a la filmación de quinces y cumpleaños, y José se alía a Aramís Fonseca, quien lo apoya con equipamiento técnico en sus siguientes obras.
Luego vendrían los cortometrajes Quién me quita lo bailado (2002), Días, (2004), El ejercicio (2008), y su cumbre como realizador, el largometraje Siervos: 70 minutos, filmado en el 2010 y terminado en 2013. Todas estas obras audiovisuales financiadas por él mismo, pues jamás Jose Armando Estrada («El moustro», como le dicen muchos colegas por todo del país) ha podido conseguir financiación para sus proyectos.
EM: ¿Por qué no aplicas a fondos y embajadas?
JAE: He aplicado, pero nunca me han dado financiamiento.
EM: ¿Serán muy malos tus guiones?
JAE: No lo creo, mirando las obras audiovisuales que he visto financiar, no lo creo. Pero lo que siento es que empecé muy tarde en esto, a los fondos les gusta apoyar proyectos de jóvenes. Na, ¡que nunca la he tenido fácil!
EM: Tu película Siervos muchos la consideran kitsch, camp, trash, algunos con fervor intelectual la etiquetan como «la peor película del cine cubano». Y por si no lo sabes, aquí en Santiago de Cuba hay un grupo de intelectuales que te consideran el sucesor de Juan Orol, por hacer un cine tan evidente, tan oroliano. ¿Qué crees de esas apreciaciones que ha recibido tu filme más ambicioso hasta la fecha?
JAE: Es cierto que me equivoqué con el guion, fui muy pretencioso. Tenía que haber contado una historia sobre una familia frustrada de hoy, o una historia sobre un extraterrestre; pero no las dos cosas a la vez. Aún así, me siento orgulloso de mí película. Es digna, se la enseño a quien sea, no me da pena. Hay quienes pasean a sus hijos Síndrome de Down, o con otros problemas. Siento tanto orgullo por Siervos como por mi título de Doctor en Ciencias Económicas, ambos salieron el mismo 2013.
Yo mismo cocinaba todas las noches una parte del catering de la película, aún así de extenuado, después de ese día de llamado. Con el poco dinero que conseguí, que fueron 100 CUC, se realizó la filmación, pues todos trabajaron gratis. La productora LÍA Videos me dio el apoyo con la técnica. Con tanta gente que me dio su mano, ¿cómo crees que puedo sentirme humillado?
EM: Sabes que ese mismo grupo de escritores viperinos de nuestra ciudad alegan con fervor que te frustraste después de Siervos, que estás tan deprimido que nunca más vas a realizar algo. ¿Sabías eso?
JAE: Yo no tuve formación artística de academia, ni bohemia; nunca me he codeado mucho con la bohemia santiaguera. Sí, he sentido la burla y los malos comentarios. Pero quiero decirles a todos que yo nunca me deprimo: la vida es un regalo y solo el universo permite las cosas. Y quiero informarte que tengo un nuevo proyecto, titulado El buen esposo, que trata de cómo se deteriora la familia cubana que se separa debido a las misiones internacionales de ahora. Jorge Molina lo va a protagonizar.
EM: ¿Qué impresión te produjo saber que tu película estaba circulando a través del paquete audiovisual de la semana? ¿No crees que ese fue un buen fin?
JAE: A los actores Alexander Legro y Elizabeth Mateo, paseando por La Habana, la gente los reconoció en la calle. Eso fue bonito. Pero no me conforma, ¡la próxima será a lo grande!
No sé por qué presiento que José no pdrá hacer su próxima película como él quiere. Presiento que será otro desatino y sin financiación. Su nuevo proyecto puede llegar a ser una nueva Ed Wood’s movie. Otros directores del cine cubano, con un poco más de pedigrí que él, la tienen muy difícil para conseguir financiación para largometrajes, como el mismo realizador de culto Jorge Molina.
Cuba aún no cuenta con un fondo audiovisual para cineastas cubanos. Los cineastas cubanos vagan perdidos como Ulises; da pena conversar con ellos y compartir sus quejas y sus miserias humanas. Incluso los favorecidos por el ICAIC, que están realizando películas sobre mambises y acerca de la epopeya de Angola, que tanto interesa al ICAIC promover y exaltar, aún estos cineastas por encargo, la tienen difícil. Hacer un cine personal con apoyo financiero cubano es hoy casi imposible.
Le comento esto a José Armando, haciéndole ver con objetividad cómo está la situación del panorama audiovisual cubano.
Lo veo reír a carcajadas, siempre viendo el lado positivo de cada situación. Sé que energía y salud no le faltan, conozco a muchos jóvenes realizadores con menos pasión, energía, cultura cinematográfica y salud que él; pero sé que la tiene difícil frente a una juventud que exige y demanda, y que los políticos y las instituciones respetan; una juventud unidad puede llegar a ser temida. Pero un medio tiempo como Jose Armando, navegando solo y a contracorriente, la tiene difícil, insisto.
Una vez más, no puedo dejar de pensar en el viejo Bukowski. Casi todos pensamos en el viejo Charles, no en el joven Chinaski. 70 años, ya enfermo, escribiendo de noche su diario El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco. Se acerca el final, algunos dirán que no fui tan bueno como decían, que mi espectro mengua, se desvanece, pero yo solo quiero decir, que hice lo que pude. (2018)
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