“No dejo de pensar en imágenes”
Una entrevista con la cineasta cubana Rebeca Chávez, quien también apuesta por la literatura.

La cineasta cubana Rebeca Chávez es, sin duda, una de las mujeres más significativas del quehacer cinematográfico de su país. Colaboradora del legendario Santiago Álvarez en el Noticiero ICAIC latinoamericano, inició su carrera de documentalista en 1984, haciéndose acreedora de importantes reconocimientos nacionales e internacionales. Entre sus obras en este género hay dos que para mí constituyen hitos imprescindibles: Buscando a Chano Pozo y Con todo mi amor, Rita.
Ha incursionado también en la ficción, con filmes como La fidelidad, El triángulo y, más recientemente, Ciudad en Rojo, basado en una novela de su compatriota José Soler Puig.

En más de una ocasión —y siendo la esposa de un escritor— hemos conversado sobre las relaciones entre cine y literatura y, como sus ideas son dignas de darse a conocer, Altercine decidió realizar esta entrevista exclusiva en la que la directora de cine, que muy pronto debe darse a conocer también como escritora, nos ofrece inteligentes respuestas sobre este asunto. Sobre todo cuando la riqueza de la actual narrativa cubana no parece llamar la atención del mundo audiovisual de la Isla. ¿Por qué no? sería una de las interrogantes a descifrar, pero aún hay mucho más que comentar sobre este medular asunto.
Dejemos pues que sea la propia Rebeca quien se acerque a él a partir de sus experiencias, que incluyen también una importante labor en la asesoría tanto de documentales como de largometrajes y que, en sus próximos proyectos, está dispuesta a revisar la obra de Antón Arrufat, Premio Nacional de Literatura, por la cual se siente atraída y estimulada.
He aquí las preguntas que le formuló Altercine y sus respuestas inteligentes y un tanto inesperadas.
En tu primer largo de ficción escogiste una obra literaria como punto de partida. ¿Qué te atrajo en ella y en qué medida la existencia de la novela te limitó o te estimuló en Ciudad en Rojo?
En una película que tiene como fuente o punto de inicio una obra literaria, vas a lidiar con una historia que, contada de principio a fin, ofrece. Esto tiene ventajas y problemas. El cineasta se propone contar otra (“su”) historia con imágenes. Bertillón 166, la novela, reúne múltiples atractivos. Primero Tomás G. Alea y después Julio García Espinosa intentaron llevarla al cine en los años sesenta. Existe un corto de Jorge Luís Hernández, El sastre, que parte también de esta novela. Bertillón 166 estaba (y está) ahí esperando nuevos intentos. Ciudad en rojo es el más reciente. No creo que sea el último. Me sedujo la trama de la novela, en primer lugar la ciudad –protagonista indiscutible–, envuelta en una situación-atmósfera muy especial. Ensangrentada y desafiante, pero también llena de contradicciones, todo contado en 24 horas. Soler coloca a sus personajes en situaciones límites, atrapados en Santiago de Cuba y, casi, los obliga a definiciones personales, confrontándolos al miedo y la cobardía, a asumir posiciones éticas, políticas, ideológicas. Todo eso lo vi, lo leí, en Bertillón 166. Buscaba una historia que se conectara conmigo. Ciudad en rojo no es traslación al cine de la novela, ni debe ser tomada como una versión: hice una síntesis de personajes, una selección de historias y con ese esquema inicial trabajé con Xenia Rivery el argumento-guión. Después vino la invención de Santiago de Cuba, una “creación” en imágenes de los distintos escenarios que narra la novela y de otros que aportamos nosotros.
¿Por qué piensas que la literatura cubana –especialmente la contemporánea– ha sido tan poco abordada por la cinematografía nacional?
El tratamiento de lo contemporáneo en el cine cubano (y el que se hace sobre Cuba) se mueve en un terreno difícil y complejo. Hay de todo en la canasta: mercado, encargo, moda, transgredir por transgredir, pero también hay intentos profundos. Solo cito Fresa y chocolate” en los noventa. Esta película fue lo que Memorias del subdesarrollo” en los sesenta. Hay películas que, sin partir puntualmente de una obra literaria, tienen o abordan asuntos desde el cine y con la impronta de sus autores que antes han sido tratados por la literatura, sea narrativa o teatral. Es una posible explicación. A veces funcionan los prejuicios, miedo al predominio de la palabra, susto por las posibles batallas con un autor que está vivo y que puede (seguramente lo hará) defender a toda costa su texto original o sencillamente no se entienden.

¿Qué debe tener para ti una obra literaria para ser susceptible de ser trasladada al lenguaje audiovisual?
La posibilidad de contarse en imágenes, sin negar el origen.
En tu amplísima obra documental, ¿has recurrido a la literatura como fuente de inspiración o investigación?
Las dos cosas. No hubiera podido hacer Buscando a Chano Pozo sin leer el trabajo periodístico de Leonardo Padura, sin leer a Leonardo Acosta o a las historias de jaz. Tampoco le hubiera sacado a Frei Betto todo lo que está en mi documental sin haber leído, por ejemplo, su obra Bautismo de sangre o textos de Leonardo Boff, o tener información sobre Vaticano II o la Teología de la Liberación; o interrogar a Alfredo Guevara sin leer sus libros; o a Pombo (el general Harry Villegas), sin leer todo lo que pude del Che y sus campañas en África y Bolivia.
¿Qué tienen de común y en qué difieren literatura y cine?
Cada vez se borran más las fronteras y los contornos entre ficción y no ficción y en esa misma línea veo que se acercan (y se separan) cada vez, con más frecuencia, el cine y la literatura. Muchas veces decimos que una novela está llena de imágenes o que se lee como un filme, y que una película es muy discursiva…etc. Vivimos en la contaminación de géneros, además de la ambiental.
¿Es cierto que proyectas una película sobre un cuento de Antón Arrufat? ¿Por qué te sedujo?
Es una aspiración que quisiera convertir en realidad. Hay textos de Antón con una atmósfera muy especial: retratan una época y personajes. Esto último es lo más importante y revelador. Acabo de leer un texto donde cuenta, recrea, recuerda (entre la verdad o la mentira) un paseo en un auto descapotable por el Malecón habanero con Guillermo Cabrera Infante, y al leerlo sentí que estaba viéndolo. Él tiene ese don misterioso de que podamos visualizar sus palabras. Si hiciera la película, le llamaríamos El envés de la trama.
Háblame de algunas películas basadas en la literatura que consideres como grandes realizaciones (universales o cubanas)
Memorias del Subdesarrollo, sin ninguna duda. Z, de Costa Gavras y asi… Gomorra…de Saviano …pero no tengo una memoria fresca de qué filmes vienen de la literatura y cuáles no…porque creo que son obras diferentes, independientes, autónomas.
¿Qué valoras más a la hora de llevar un texto a la pantalla: los personajes o la historia?
Es una pregunta como “¿qué vino primero: el huevo o la gallina?”…Una cosa y otra tienen valor y hay que saber reconocer en cada momento cuál es el valor principal: la historia o el personaje. Cuántas veces recuerdas una historia y cuántas un personaje. Piensa.
Tú misma eres autora de un libro que pronto aparecerá ¿cómo es la relación inversa, es decir, cómo el cine puede influir en la obra literaria?
Si sale ese libro, se verá que es cine por otros medios. No dejé de pensar en imágenes, nunca, cuando lo hacía. Ni aún hablando con los personajes abandoné aquellas frases propias del cine, como flash back, o recursos como montaje paralelo.
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