La Habana, 5 ago.- Con desafíos por vencer, pero fieles a su idea fundacional, el proyecto Los colores de Isa, dirigido a la educación de las infancias, celebró su segundo aniversario con un Bazar de Artesanías y Manías (BAM) en el Centro Loyola, enfocado en continuar aportando a la equidad, consolidar alianzas y hallar soluciones.

Cuando la idea tomó forma, en julio de 2023, esta iniciativa se propuso como objetivo general empoderar a niñas y niños mediante la adquisición de herramientas útiles para la vida a través del juego y alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), fomentando su autonomía, pensamiento crítico y responsabilidad ambiental y social.

En ese camino, escogieron como áreas temáticas clave: crianzas sin estereotipos de género, medio ambiente y reciclaje, educación de calidad y salud y bienestar, explica Zailin Pérez, una de las cuatro fundadoras de la iniciativa –permanecen tres-, a quien la maternidad la llevó a explorar el mundo de nuevos estilos de crianza.

En dos años, los resultados muestran sintonía con los objetivos iniciales y la aceptación de familias de esta forma de educar apegada al juego, al respeto y la inclusión.

Desde la creación de Los colores de Isa, han realizado más de 150 talleres y actividades prácticas, que han involucrado a más de 1000 niñas y niños –algunos repiten en varios talleres-, y también a numerosas familias y docentes, en actividades complementarias.

Pasos de cambios

De acuerdo con Pérez, en el área de crianza sin estereotipos, dedicado al ODS 5: Igualdad de Género, “hemos logrado un aumento significativo en la participación equitativa de niñas y niños en las actividades del proyecto, incluyendo las ՙtradicionalmente femeninas՚ (cuidados, culinarias, domésticas, las TIC y pasarelas).

“Mediante actividades, niñas y niños participantes demostraron su comprensión sobre los estereotipos de género en juguetes, colores, profesiones y tareas domésticas, además de la incorporación naturalizada del lenguaje inclusivo por parte de las personas facilitadoras y adopción progresiva en niños y niñas”, agregó.

En el caso de las relacionadas con el medio ambiente y el reciclaje, tras las actividades fueron capaces de identificar prácticas cotidianas dañinas para el medio ambiente y proponer alternativas sostenibles como reducir plásticos y ahorrar agua.

Junto a la implementación exitosa del 90 % de las manualidades, utilizando materiales reciclados, han participado en limpiezas de playas y costas, experiencias ecológicas y actividades de observación, estas últimos en alianza con el Jardín Botánico Nacional.

Identificar formas de violencia, conocer rutas básicas para pedir ayuda y mejorar la comunicación en el hogar, identificando emociones y cómo gestionarlas, fueron saldos de las actividades relacionadas con la crianza sin violencia, en tanto, en las vinculadas a salud y bienestar aprendieron y practicaron recetas nutritivas y sencillas, participando sin estereotipos y con la contribución equitativa de niñas y niños.

En las manualidades y la creatividad sostenible (ODS 4: Educación de Calidad: Desarrollo de destrezas motoras finas y creatividad a través de proyectos utilizando predominantemente materiales reciclados o naturales, las actividades han servido como vehículo para reforzar conceptos de reciclaje y romper estereotipos.

Como resultados transversales, señala la también líder del clúster de Infancias de la Red Cubana de Mujeres Emprendedoras, destacan el fortalecimiento de la autoestima y autonomía, el trabajo en equipo y cooperación, pensamiento crítico y creativo y agentes de cambio, este último a partir de comenzar a replicar los conocimientos en sus casas: cuestionar estereotipos o separar residuos.

“Tras dos años, el proyecto ha demostrado ser una intervención efectiva para empoderar a niñas y niños con habilidades prácticas y valores fundamentales para la vida, integrar de manera concreta y lúdica los principios del desarrollo sostenible en su cotidianidad y promover cambios en la percepción de roles de género, manejo de emociones y relación con el medio ambiente”, dijo Pérez.

Entre otros hitos se encuentran la creación de alianzas estratégicas y colaboraciones con círculos infantiles, empresas y escuelas, acciones a más de cinco municipios de la capital, talleres para toda la familia en diversas temáticas, colaboración con Unicef Cuba y organizar el 1er Festival La Primera Infancia Importa junto a otras instituciones.

Desafíos y proyecciones

Entre los próximos pasos de Los colores de Isa figuran consolidar las alianzas para la sostenibilidad y expansión del proyecto y desarrollar una fase de seguimiento para evaluar el impacto a mediano plazo.

Para Pérez, “el mayor desafío para los que brindamos talleres, sobre todo para las infancias, con características y objetos sociales similares a Los colores de Isa, es garantizar la sostenibilidad económica”.

Según detalló, deben jugar con costos, precios, mantener atención específica para familias con diversas características y, a la vez, cumplir con un sistema tributario como trabajadores por cuenta propia o la forma de gestión no estatal que sea; pagar salarios, todo un reto, porque no existe un marco legal aparte para este tipo de emprendimientos.

Otro gran desafío es continuar involucrando a las familias en toda la gestión educativa que desde estos proyectos se hace, pues “no pocas lo siguen viendo solo como un espacio para divertirse, pero es mucho más”.

Un propósito importante, considera, es involucrar a familias que comúnmente no asisten a estos espacios y que, en su mayoría, son las que más lo necesitan”. (2025)