Jóvenes de Cuba buscan empleos atractivos
Con bajas tasas de desocupación, el país enfrenta desafíos para satisfacer las necesidades y requerimientos de empleo de la juventud.
La Habana, 11 ago.- A cinco años de su graduación como diseñadora y tres de trabajo independiente, Anne Díaz decide su retorno al empleo en una entidad del Estado que le garantice un salario fijo y seguro todos los meses, aunque siga siendo insuficiente para enfrentar la vida cotidiana.
Pero, como muchas personas jóvenes, Díaz no se conforma con cualquier empleo. “Necesito un lugar con horario abierto, donde después de la covid pueda seguir trabajando a distancia, que me garantice acceso a Internet y, sobre todo, donde pueda seguir haciendo mis trabajos de manera independiente”, explica la muchacha de 28 años.
“No tengo problemas con trabajar, me apasiona lo que hago y le dedico casi siempre mucho más de ocho horas diarias. La situación económica no está fácil, tal parece que ningún dinero alcanza para vivir y, por eso mismo, pero también por mi desarrollo profesional, no puedo casarme con un solo espacio”, añade.
La relación con el empleo comenzó a cambiar a inicios de este año como resultado del impacto del ordenamiento monetario, el aumento de los precios de productos de primera necesidad y los servicios básicos y la eliminación de subsidios y gratuidades, junto al incremento de salarios en el sector estatal y del pago de la seguridad social.
Según Ingrid Travieso, directora de Empleo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, entre enero y abril de este año, 101.340 personas aceptaron ofertas de empleo en las direcciones municipales de Trabajo. Del total, el 33 por ciento tenía menos de 35 años y el 36 por ciento eran mujeres.
Ocupación y desocupación juvenil
Mientras la región de América Latina y el Caribe reportó al cierre de 2019 una tasa de desocupación del 8,1 por ciento como promedio, Cuba cerró el último año antes del impacto de la pandemia de la covid-19 con 1,2 por ciento de desocupación, según el I Informe Nacional Voluntario sobre la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Las estadísticas de personas desocupadas incluyen aquellas en edad laboral que no trabajaron en el último año, las que no tienen vínculo laboral estable o se encuentran disponibles (en espera de reubicación) con garantía salarial o subsidio. Así, se espera que el impacto de la pandemia eleve este indicador tanto en Cuba como a nivel regional y mundial.
La estrategia de empleo juvenil impulsada en los últimos años por el gobierno cubano prevé, entre otras opciones, la autorización excepcional a trabajar a jóvenes de entre 15 y 16 años, y el contrato por tiempo determinado o para la ejecución de un trabajo específico u obra a estudiantes de cursos diurnos, con 17 años de edad o más.
Sin embargo, mientras 4.377 adolescentes menores de 17 años trabajaban en 2019, poco de más de 700 estudiantes universitarios accedieron a un contrato laboral en 2017. Especialistas estiman que esta última opción ha sido poco divulgada y, por ende, su uso es bastante limitado.
Alternativas por cuenta propia
“Estuve mucho tiempo pensando cómo impulsar mi negocio de manera legal. Al final me inscribí como trabajador por cuenta propia en una actividad que se acercaba a la mía y así he funcionado hasta hoy”, comentó a IPS Cuba un joven de 32 años que ve nuevas oportunidades en las disposiciones aprobadas este año para el trabajo no estatal.
La cifra de personas menores de 35 años con licencia para ejercer el trabajo por cuenta propia creció hasta 240.000, el 40 por ciento de las 600.000 acogidas a esta opción de empleo en el país, según datos del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. No se conoce la proporción de este grupo en todo el sector privado y cooperativo.
Pero, más allá de la participación juvenil numérica, también es importante saber qué hacen. Quienes trabajaban con licencia en 2015 se concentraban sobre todo en las categorías de personal contratado, elaborador-vendedor de alimentos y bebidas de forma ambulatoria, en punto fijo, paladares y a domicilio, además, como carretillero.
Las estadísticas oficiales no incluyen a dueños de sus propios negocios ni a personas dedicadas a otros emprendimientos que hasta el año pasado no aparecían entre las opciones legalmente autorizadas. En ese grupo podrían estar opciones más especializadas y vinculadas a distintas áreas del conocimiento.
Un informe conjunto de OIT y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) revela que a nivel mundial las personas jóvenes calificadas como emprendedoras son mayoritariamente trabajadores por cuenta propia y solo el dos por ciento son empleadores, en su mayoría con pequeños emprendimientos.
Otras contradicciones
Investigaciones del Centro de Estudios sobre la Juventud (CEJ) indagan en las violencias y discriminaciones que personas jóvenes han percibido en sus centros de trabajo y que provocan, en no pocas ocasiones, el cambio de empleo o el éxodo del sector estatal al privado o cooperativo.
Entre estas manifestaciones aparecen las miradas incisivas, ignorar y/o subvalorar los planteamientos y potencialidades profesionales, no escuchar o atender cuando hablan, niveles desproporcionados de exigencia y control sobre lo que hacen, críticas desmedidas e imposición de criterios y tareas.
Se suma, además, el acoso para que se abandone el puesto de trabajo por voluntad propia, según la ponencia “Juventudes y espacios laborales. Una vía de prevención contra el delito y la violencia”, presentada en 2018 por María Josefa Luis, especialista del CEJ, durante la Jornada Cubana por la No Violencia. (2021)
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