A 30 años de Fresa y chocolate

Aunque Senel Paz concibió tanto el guión de la película de 1993 como el original literario titulado El lobo, el bosque y el hombre nuevo, hay diferencias entre ambas obras.

Los personajes de David y Diego, encarnados magistralmente en la pantalla por Vladimir Cruz y Jorge Perugorría, potenciaron la repercusión que venía desde el libro, desde la película Fresa y Chocolate, sobre una cuestión álgida dentro de la sociedad cubana.

Foto: Tomado de Portal AHS

Introducción a la seductora conversión de un cuento en filme

En 1990 se publicó, por Ediciones Luminaria de Sancti Spíritus, El lobo, el bosque y el hombre nuevo, cuento de Senel Paz ganador del Premio Internacional “Juan Rulfo”, otorgado por Radio Francia Internacional y otros prestigiosos organismos internacionales.

Tres años después esa narración literaria se convirtió en la película Fresa y chocolate. Su guion lo escribió también Senel Paz.

En una entrevista recopilada en el libro Alea, una retrospectiva crítica, Tomás Gutiérrez Alea, director de la película junto a Juan Carlos Tabío, contaría de cómo se produjo ese encuentro entre literatura y cine:

“Cuando Senel me entregó el manuscrito de su cuento para ver qué me parecía, ya venía con la secreta intención de seducirme, de atraparme y obligarme a decirle, como le dije: aquí hay una película y me encantaría hacerla; te propongo que empecemos enseguida a trabajar en el guión… Era inevitable, pues desde la primera lectura se revelaba como algo que queríamos escuchar o decir”.

El relato de marras proponía el encuentro casual y posterior amistad entre un joven militante comunista, David, y un homosexual ilustrado, Diego, en una Cuba sin fecha precisada. El conflicto refiere las contradicciones entre las ideas políticas de una juventud revolucionaria y su posición frente a los seres humanos con diferente preferencia sexual, desde 1959 hasta la contemporaneidad del texto.

Resultado: Una loa a la aceptación y la posible comunión de formas diferentes de pensar y comportarse.

Sin embargo, la forma de narrar las venturas y desventuras de esa amistad, de la aceptación final, de la transformación en los personajes protagónicos, no es idéntica en ambos argumentos

Primera seducción: Un cuento exitoso, pero…
La memorable cinta estrenada hace justo 30 años, contó con un guión de Senel Paz que partía de un precedente literario

El lobo, el bosque y el hombre nuevo entró con el pie derecho en la literatura cubana. Era una obra de madurez de su autor, quien había obtenido ya el Premio David de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en 1979, por el cuaderno El niño aquel, entre otros reconocimientos.

La novedad de la historia y el premio internacional obtenido, le granjeó no solo una repercusión inmediata en el mundo, sino que, en los inicios de los noventa, sus copias, mecanografiadas, pasaron de mano a mano entre los lectores cubanos, quienes lo consumían con la misma premura y avidez que los best sellers.

No obstante, su estructura narrativa no era propicia a un guion cinematográfico, pues el relato transcurre en primera persona, desde la perspectiva de David, con constantes introspecciones sobre su carácter, sus actuaciones, y con un tono evocativo sobre las peculiaridades de Diego.

Sin dudas, esta forma de monólogo explica su apropiación inmediata para las diversas puestas en escena teatrales que provocó.

En el ensayo “Senel Paz: de la narrativa al guion de cine”, el académico Juan Ramón Ferrera Vaillant escribió que este cuento significaba un giro en el eje temático de la obra del autor cubano.

Segunda seducción: Peculiaridades de un narrador

¿Cuáles eran los ejes temáticos y modos narrativos en la prosa de Senel Paz hasta El lobo…?

Las historias de Paz tienen un anclaje importante en su propia biografía. Transitan, evolutivamente, por historias de niños o jóvenes habitantes de zonas rurales o que han emigrado a La Habana y en la ciudad se enfrentan a nuevos modos de vida, especialmente en las becas estudiantiles post triunfo de la Revolución cubana.

David es una especie de alter ego del escritor. Su existencia como personaje proviene de un relato anterior: No le digas que la quieres (1982).

Esto marca otra característica de la narrativa de este autor, igualmente presente en sus guiones: el traslado de caracteres de una historia hacia otra, como una especie de continuidad dentro de un universo propio.

Una de las primeras ediciones de El lobo, el bosque y el hombre nuevo, realizada con las precarias condiciones editoriales del “Período Especial”

Un ejemplo de lo anterior es Vivian, la novia de David. En El lobo…, apenas es mencionada en dos ocasiones; pero esa relación proviene también de No le digas que la quieres.

Ella, en esa obra, es su iniciadora sexual; pero ahora el propio protagonista nos dice que han roto sus relaciones. El vínculo real de Vivian con David solo es entendible si el lector conoce el relato originario.

La mayor novedad y subversión del argumento, en aquel año, estaba en la concepción de Diego, un homosexual y estudioso de la cultura nacional, que reclamaba su espacio como ciudadano. Esto dice el personaje durante una escena de la película:

“En mi caso, el sacerdocio es la Cultura nacional, a la que dedico lo mejor de mi intelecto y mi tiempo […] somos tan patriotas y firmes como cualquiera. Entre una picha y la cubanía, la cubanía. Por nuestra inteligencia y el fruto de nuestro esfuerzo nos corresponde un espacio que siempre se nos niega”.

Pero también —y me atrevería a afirmar: sobre todo— en la descripción de personas gay desde su perspectiva.

Las páginas dedicadas al tema remiten, de cierto modo, a uno de los textos más importantes de la literatura mundial: El beso de la mujer araña (1976), del argentino Manuel Puig —novela base de un filme homónimo, dirigido por Héctor Babenco en 1986—, coincidente en las polaridades del argumento: un revolucionario vs un gay.

Tercera seducción: Un rediseño para Fresa y chocolate
En 2014, Colección Sur del Instituto Cubano del Libro reunió por primera vez en un solo volumen el texto fílmico y su original literario

La conversión en guion no fue “coser y cantar”. Su primera versión se tituló Secretos rumores y ganó el premio de guion inédito en el Festival Internacional de Cine Latinoamericano de La Habana, en 1992.

A esta altura, Senel Paz ya era un guionista con cierta experiencia en largometrajes de ficción. En su haber estaban Una novia para David (Dir: Orlando Rojas, 1985) y Adorables mentiras (Dir: Gerardo Chijona, 1991), óperas primas de ambos directores.

Para la primera había apelado nuevamente a su universo narrativo. La historia de David se nutre de varias narraciones suyas anteriores.

En Fresa y chocolate regresan caracteres de los cuentos; pero también los generados específicamente para los largometrajes anteriores.

De su cosmos literario, retoma el noviazgo con Vivian. Los motivos de su frustración es una línea argumental decisiva en los cambios de humor del protagonista durante todo el filme, al contrario del David literario, que se nos describe como discordante, inestable, temeroso de la opinión de los demás. Pareciera que el David cinematográfico hubiera madurado.

De Una novia para David viene Miguel, interpretado nuevamente por Francisco Gatorno, y con él regresa el ambiente de la beca recreado en la cinta de Orlando Rojas.

Miguel resume los personajes de Ismael y Bruno, aunque su caracterización es más cáustica y extremista que las de sus semejantes literarios.

Nancy proviene de Adorables mentiras, y en la piel de la misma actriz: Mirta Ibarra. Ella trae consigo su tendencia suicida, la manera informal de ganarse la vida, y su fama de prostituta, lo cual es empleado en la cinta para contrapesar las desilusiones con Vivian y cerrar el tema del deseo sexual en Diego.

Lo nuevo en estos personajes es el componente de simulación, en tanto sinónimo de fingimiento. Ninguno es sincero en su comportamiento y accionar. La sinceridad nace entre los personajes con mucha dificultad. El discurso de la simulación matiza todas las buenas intenciones entre ellos, incluido Diego.

Como escribe Meri Torras en el ensayo “Los otros sabores de Fresa y Chocolate (Análisis del proceso de adaptación del texto de Senel Paz)”, Diego “se desafeminiza in crescendo… convierte su homosexualidad en algo más discreto y menos visible”. Aunque gana —apunto yo— en una mirada lasciva con la que contempla todo el tiempo a David, aun cuando ya ha establecido una relación de fraternal respeto hacia él.

El evitar las peculiaridades del mundo gay, provenientes del texto literario, permite a los realizadores del filme elevar el tono en el debate ideo-político entre David y Diego. También, ilustrar el concepto de cubanía que desean dejar en el público a través de la interrelación maestro-discípulo, y muy especialmente con el gran collage que se nos va develando en las paredes de La Guarida.

Escribir que el filme es superior al cuento no es totalmente correcto. Senel Paz, como autor y participante de ambos, solo extendió el juego intertextual literario a lo cinematográfico. Porque sin leer El lobo, el bosque y el hombre nuevo no se disfruta igual Fresa y chocolate (2023).

Su dirección email no será publicada. Los campos marcados * son obligatorios.

Normas para comentar:

  • Los comentarios deben estar relacionados con el tema propuesto en el artículo.
  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los comentarios que incumplan con las normas de este sitio.