Agroturismo en Cuba, en busca de un camino a la sostenibilidad
Esta modalidad genera ingresos a partir de opciones de alojamiento y alimentación y da la posibilidad de familiarizarse con la vida real en el campo

Vista de la naturaleza y la tranquilidad que rodean a Rocío del Sol, enclavada en áreas de una empresa agroforestal del occidente de Cuba.
Foto: Tomada del Facebook del proyecto
Hasta hace unos años, a la comunidad La Picadora, a unos 20 kilómetros del pueblo de Yaguajay, en la central provincia de Sancti Spíritus, nunca había ido un turista extranjero. Una iniciativa endógena de agroturismo ha puesto ahora a ese pequeño poblado en el mapa de quienes quieren vivir en Cuba experiencias diferentes.
En el país son varias las iniciativas de este tipo que la Organización Mundial del Turismo (OMT) define como una modalidad que se realiza en explotaciones agrarias (granjas o plantaciones), donde los actores complementan sus ingresos con alguna forma de turismo.
En esta modalidad, quienes participan facilitan no solo alojamiento y alimentación, sino también la oportunidad de familiarizarse con las labores del campo, la conservación del medio ambiente, apegados a los principios del ecoturismo y la agroecología.
En diferentes provincias, fincas, proyectos de desarrollo local y agricultores individuales han visto en el agroturismo una vía para la diversificación de sus ingresos y tejen alianzas con agencias de viajes, universidades y otras entidades para su desarrollo.
De acuerdo con Iverilys Pérez, profesora de la Universidad de Pinar del Río (UPR), esta modalidad turística aporta nuevas posibilidades al espacio rural y fomenta la socialización de buenas prácticas de gestión ambiental.

Rocío del Sol
Rocío del Sol es el nombre común de la drosera capillaris, una planta carnívora que crece en Guane, en la occidental provincia de Pinar del Río. Así fue bautizado el proyecto de desarrollo local creado en áreas de la Empresa Agroforestal Macurijes.
Iniciada hace un año, esta iniciativa comprende un centro turístico que explota “las potencialidades naturales dentro del patrimonio forestal, con un rico ecosistema, y da respuesta a problemas de las comunidades con la creación de 54 nuevos empleos, con prioridad para mujeres y jóvenes (28), y que genera ingresos hacia el gobierno local, para beneficio de las poblaciones aledañas”, explicó Pedro Cabrera, su director.
“Estamos dando servicios en un área recreativa que se llama Baños del Guasimal, con bar-cafetería, y se proyectan 15 cabañas rústicas, con madera y guano, sobre pilotes para no interferir en la vida silvestre, seis de las cuales están en construcción”, agregó.

A su vez, esperan la aprobación de seis senderos, entre ellos, de la interpretación, cabalgata, bicicleta de montaña (mountain bike), trekking y de bienestar.
Cuando surgió la idea, fruto de la observación de la riqueza natural circundante y la colaboración con la Universidad de Pinar del Río, se estimó que llegarían unos 2 000 visitantes, y alcanzaron los 11 572 viajeros, a la vez que triplicaron los ingresos.
“Logramos el autofinanciamiento, al generar las riquezas para salarios y utilidades, y el autoabastecimiento, con una finca donde obtenemos todo lo que brindamos al visitante, excepto los líquidos. Asumimos todo: construcciones, reparación de viales… No somos un lastre ni para la empresa ni el gobierno”, sostuvo Cabrera.
Por la relativa cercanía, puede hacer encadenamientos turísticos con la Reserva de la Biosfera Guanahacabibes y el Parque Nacional Viñales: “el visitante tendría la opción de visitar dos centros turísticos de renombre del país y nos daría la posibilidad de poner a nuestro municipio en el mercado Cuba, uno de los objetivos principales”.
Cabrera precisó que es prioridad la protección del entorno: “tenemos catauros para depositar los residuos, o los visitantes debe llevárselos al retirarse, no puede extraerse ni una planta ni una piedra, solo es para apreciarlo y disfrutarlo”.
La Picadora
“Éramos eminentemente cañeros, pero cesó la industria azucarera y la principal fuente de ingresos pasó a ser la ganadería. Quisimos entonces introducir otras vías de mejorar la calidad de vida de la población”, dijo José Ángel Rodríguez, delegado de La Picadora, del Consejo Popular Mayajigua, en el kilómetro 436 del vial Circuito Norte.
En la búsqueda de nuevo caminos a partir de recursos endógenos, entre ellos, mediante la gestión de la ciencia y la innovación, introdujeron alternativas como la fabricación de ladrillos, la introducción de cultivos como soya, girasol y sorgo.
A su vez, una representante de la comunidad de unos 400 habitantes se formó en agroturismo en un curso de la Universidad Central Marta Abreu de las Villas y con esos saberes comenzaron a incursionar en la modalidad, que fueron enriqueciendo con actividades afines: espeleoturismo, observación de aves y turismo con lupa.
En ese empeño, buscaron vecinos que asumieran el hospedaje de los turistas como trabajadores por cuenta propia, “con el objetivo de mostrarles cómo realmente se vive en una comunidad rural cubana”.
Según destacó, cada cual recibe ingresos por sus aportes, ya sea la renta de habitaciones, arroz, frijoles, frutas, hortalizas, carne, e incluso, alquiler de caballos, entre otros.
“Empezamos en 2016 y nos han visitado unos 5 000 turistas “y esto ha traído consigo un incremento del nivel de vida de la población, además solucionar problemas de la comunidad como los caminos o la compra de una turbina para llevar agua a 17 viviendas, la bodega, el consultorio médico y el círculo social”, señaló.
La Picadora, que se vincula con la estatal agencia de turismo de naturaleza Ecotur, tiene alianzas con el Parque Nacional Caguanes, la Empresa de Flora y Fauna, los lagos de Mayajigua y rancho Querete, entre otros, así como con universidades y otras entidades.

Los Mosegui
Adel Cabrera es el coordinador del polígono Los Mosegui, en Viñales, Pinar del Río, una iniciativa del Ministerio de la Agricultura de crear en cada municipio un área demostrativa para el cuidado y mejoramiento del suelo, el agua y el bosque.
Tradicionalmente, las tres fincas de la familia Mosegui, en Puerto Esperanza, a 25 kilómetros de Viñales, se han dedicado a los cultivos varios, ganadería y el tabaco y han sido beneficiarios de proyectos internacionales como Ecovalor y Finanzas Ambientales.
Viñales es un municipio con muchas oportunidades para el agroturismo, y nosotros, que estamos un poco más alejados y vimos la oportunidad de hacer algo para rescatar fuerza de trabajo, lo más difícil en estos tiempos en la agricultura, comentó Cabrera.
“El producto agroturístico persigue dar una participación directa al visitante del campo cubano. Tenemos un sendero de 11 paradas donde ver desde el cultivo de tabaco o yuca, la biodiversidad, los modos de producción, las barreras vivas para evitar la erosión, hasta el uso eficiente de las fuentes de agua”, dijo.
“Es una oportunidad para el municipio y las familias, que les permite obtener divisas, mostrando no un teatro, un agroturismo entre comillas: dos plantas de tabaco, una casita de tabaco y una guataca, sino un polígono donde llegan a sembrarse hasta un millón de posturas de tabaco” y una minindustria donde se procesan los frutales y se genera empleo femenino, por ejemplo.
El ingeniero agrónomo adelantó que prevé ampliar los servicios: “no es lógico que se camine 900 metros, el visitante se canse y se lo cedamos con apetito a otra persona cuando podemos brindarles jugos naturales, guarapo de nuestra caña…y soñando más pensamos hasta en cabañas”.
A su vez, Cabrera no ceja en su accionar por brindar alimentos sanos a su comunidad y de mostrarle a personas jóvenes que el campo también puede generar bienestar.
(2025)
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