Armando Capó: “No surgí con el Festival, pero sí crecí con él”

El director cubano nacido en Gibara habla de su vínculo con la cita cinematográfica que ahí se realiza, de su largometraje Agosto y de un documental en proceso de edición.

Nacido en 1979, Armando Capó es de los directores más reconocidos de su generación por su obra en el documental y en la ficción.

Foto: Cortesía del entrevistado

Como el protagonista de Agosto, su primera película de ficción, Armando Capó tenía 14 años en 1994. Igual que en el resto de la isla, muchos cubanos se lanzaban al mar en embarcaciones precarias desde su natal Gibara. Fue el año de la crisis de los balseros, un punto crítico del llamado Período Especial.

En 1994, Capó partió a estudiar en la Academia Profesional de Artes Plásticas El Alba, de la cercana ciudad de Holguín. Ahí se adentró en el cine y sus posibilidades expresivas de la mano de varios profesores, hasta que le tocó regresar a la Villa Blanca para realizar el servicio social.

Las ganas de trabajar y crear entroncaron con las burocracias y las dificultades del pueblo; sin embargo, se le abrieron otras puertas. Sobre este retorno versa el argumento de El regresado, su próximo filme.

Conversamos después de la presentación de Nara, dirigido por Rosa María Rodríguez Pupo, y donde él es productor. Este corto de ficción integró la selección de la 16 edición del Festival Internacional de Cine de Gibara. Un joven Capó participó en aquellos años iniciales de este evento fundado en 2003 por el cineasta Humberto Solás.

No surgí con el Festival, pero sí crecí con él

Sobre la cita que nació llamándose Festival Internacional de Cine Pobre de Gibara, Capó dice: “El Festival te empuja y va acompañando un crecimiento. Es algo que está tan pegado a ti que es inevitable”.

“Cuando me gradúo comienzo a realizar un cine-club. Recuerdo ir a La Habana y sentarme en el Icaic con Benigno Iglesias para pedirle películas; me habían invitado a la Muestra Joven. Luego, hice las pruebas del ISA de ese año y entré…”

“Participé en el evento Cinemazul, en Las Tunas, donde estaba invitado Humberto Solás. Allí él me dice que no quería irse a La Habana sin ir a Gibara, y que había hablado con el Ministro de Cultura sobre hacer un festival aquí, pues era su manera de ayudar al pueblo. Entonces fuimos a Holguín, nos pusieron un carro y salimos para acá”.

“No surgí con el Festival, pero sí crecí con él. Fui asistente de dirección en Marina, de Kiki Álvarez, filmada con apoyo del Festival”, aclara Capó. “Lo indudable es que el Festival ha propiciado el desarrollo económico de este pueblo y esos hoteles no existirían sin el evento creado por Solás”.

Cartel de Agosto, largometraje premiado en Opera Prima en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, en 2019.

“Cuando buscas en Google al actor Benicio del Toro sale Gibara, o Gibara y sale Benicio… En un mundo global como este, donde los buscadores tienen un algoritmo, Gibara está en el algoritmo”, recalca.

Aquellos días de agosto

En Agosto quería contar la historia de los que no se fueron, con el punto de vista de un protagonista de 14 años y desde un lugar donde apenas sabíamos lo que sucedía. A esa edad yo no hablaba de política, solo me importaba un par de zapatos para ir buscar jevitas… Eso me permitió contar un momento del país, sin decir lo que piensa Capó, sino siendo fiel a los personajes”.

“El cine tiene que servir para algo… Cuando escribí el guion sabía que era, y es todavía, un tema tabú; no la emigración, pero si el balsero. De hecho, es la primera película cubana grabada en la isla que aborda el tema. Imagina grabar una escena en Cojímar con la gente cargando una balsa y cantando”.

En 2019, Agosto se estrena en Toronto. Luego estuvo en San Sebastián y en el Cairo, en Estonia y Estados Unidos, en alrededor de 15 festivales. Hasta que llega la Covid-19 y los festivales paran y empiezan a hacerse virtuales.

“Pero esta es una película para Cuba y el público cubano, que reaccionó distinto a como lo hizo, por ejemplo, el de Toronto”, declara Capó. Su cinta obtuvo el Coral de Ópera Prima en el 41 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

Acompañar en su viaje al regresado

Ganadora de la primera y tercera convocatoria del Fondo de Fomento del Icaic, en las categorías de Desarrollo y Producción, El regresado se adentra, como Agosto, en momentos que siguen latiendo en la vida de Capó y en la historia nacional.

El filme se desarrolla en 2001, con la caída de las Torres Gemelas en Nueva York, y “viene siendo, de alguna manera, el retorno”. Por eso, “al contrario de Agosto, que no se llegó a filmar en Gibara, esta es una película que quiero grabar acá. Es una deuda conmigo”, explica Capó.

La tierra de la ballena es un homenaje a Gibara y a figuras destacadas de su cultura.

“El guion se escribió para hacerse en las locaciones de aquí: el malecón, el túnel, la casa de madera desde donde se ve el mar. Y también está la cooperación de la gente. A nadie en La Habana le va a importar mi película como les importa en Gibara. Si Humberto podía hacer una escena con cientos de extras, porque querían y estaban dispuestos a hacerlo, yo creo que puedo hacerlo también.

“Es una película de ficción, pero está claro que contiene elementos autobiográficos. Va sobre la cuestión de estar en el pueblo y darte cuenta que quieres ser un artista y no importa si vives en un sitio pequeño y todo lo que está a tu alrededor.

“Hasta que llega el momento cuando decides que tienes que irte del pueblo, pues no te basta con esto, o lo que quieres hacer no está aquí y hay que partir para hacerlo.”

Crear en la tierra de la ballena

Armando Capó ha vuelto también al documental, con La tierra de la ballena, y justamente lo hace en su Gibara natal. Aunque “en vez de ser un regreso al pueblo termina siendo una despedida”.

Pero según Capó es también “un homenaje a personas muy queridas, necesarias en la cultura y la historia de la Villa: el historiador y promotor cultural Antonio Lemus Nicolau y los pintores Luis Catalá Maldonado y Antonio Piferrer.

El creador de otras obras de no ficción, como La marea (2009) y La certeza (2012), comenta sobre el nuevo documental, producido por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) y ahora en proceso de edición:

“En el 2020 había empezado la pandemia y tenía la necesidad de volver a los afectos. A fines de ese año pude volver a Gibara para ver a gente que para mí es muy querida y para hacer La tierra de la ballena.

“Pero la vuelta en 2021 fue difícil: las pérdidas, la situación del país, la muerte de Lemus (noviembre de 2021) Los procesos de edición se retrasaron; y lo que al inicio era un corto, terminó siendo un largometraje, que es un cumplido a Gibara y un elogio del arte que pasa de maestro a alumno, algo que se ha ido perdiendo”.

Cine cubano actual a debate

Las productoras estaban ahí, con mejor éxito que el Icaic, con mayores resultados internacionales. Reconocerlas y lograr ese marco legal hacía falta, es una lucha que viene de mucho antes… Sí creo que se hizo muy lento, y hubo mucha presión de gente que ve fantasmas donde no es”, opina Armando Capó.

“Hace falta una Ley de cine, porque el decreto fue algo apresurado. ¿Para qué sirve ser un colectivo creativo —porque de alguna manera tener el control económico de tu película es tener el control creativo— sino puedo comprar dólares, si cuando entrego en mi auditoría al Icaic tengo que mentir para que mi presupuesto cuadre…”

A su juicio, “el sistema está muy mal armado. Lo que ha hecho el Fondo de Fomento es darte un dinero, un presupuesto en moneda nacional, que cada vez es menos, y representarte con los permisos, como me sucedió con la filmación del documental aquí en Gibara”.

“El cuello de botella de estas películas será la exhibición”, considera Armando Capó. Pues a la deplorable situación de los cines se adicionará “el problema de qué permitirán exhibir y qué no, lo que les conviene y lo que no. La libertad creativa que ha dado el Fondo de Fomento para los proyectos, va a chocar con dónde se puede y qué se puede exhibir” (2022).

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