Estrategia cubana de inversiones de pocas luces
El cuarto colapso general del Sistema Eléctrico Nacional puso en tela de juicio una vez más una estrategia de inversiones que prioriza en Cuba al turismo, en detrimento de otras producciones y servicios básicos.

Cuba volvió a quedar a oscuras la noche del 14 de marzo, en otra evidencia de la debilidad de la capacidad de generación.
Foto: Jorge Luis Baños/IPS
El nuevo colapso del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) volvió a confirmar la extrema fragilidad de este sector, convertido en símbolo y síntesis de la crisis económica que atraviesa Cuba. Por cuarta ocasión desde octubre, la mayor de las Antillas quedó totalmente apagada a partir de las 8.11 pm del 14 de marzo, durante casi 48 horas esta vez.
La caída del servicio, según reporte de la Unión Eléctrica se debió a una avería de una subestación de la capital, en la zona periférica de Diezmero, que desencadenó salidas sucesivas de unidades generadoras del SEN en el país y el apagón total.
Las tres caídas anteriores, entre octubre y diciembre, se debieron a roturas en la maquinaria de termoeléctricas principales y al impacto del huracán Rafael en noviembre, en un contexto industrial carcomido por la ausencia de inversiones desde hace años, el déficit de recursos financieros para importar piezas destinadas a reparaciones y la inestabilidad en el suministro externo de petróleo.
Numerosos servicios y consumos básicos se han debilitado en el país, como los alimentos, pero, como quedan sujetos a la capacidad adquisitiva real de cada consumidor y su familia, se sienten con intensidad variada según los grupos o capas sociales que se han ido perfilando en la sociedad cubana.
En cambio, los fallos en la electricidad, dependientes de un sistema centralizado, golpean por igual a todos, aunque siempre asoman familias, sobre todo en la capital, que sobrellevan los apagones programados con plantas eléctricas caseras. El sistema arrastra un déficit diario de generación que después de la parada general, pasa de 1300 megawatts, más del 40 por ciento de la demanda máxima.
Además de la oscuridad de la población en sus hogares, el impacto económico mayor de estos colapsos energéticos ha sido la detención del grueso de las actividades industriales y científicas y buena parte de servicios sociales primarios, como la educación.
Varios ministros, incluido el titular de Economía, Joaquín Alfonso, achacaron a la inestabilidad energética y las caídas del SEN parte de los problemas de producción del año pasado. Dos áreas esenciales para el crecimiento constructivo del país, las industrias del acero y del cemento, cerraron en 2024 con producción nula la primera y del 43 por ciento, la segunda.

Inversiones en entredicho
La magnitud del drama energético y sus consecuencias han puesto en tela de juicio la orientación de las inversiones en los últimos años. Controlados por instituciones corporativas y bancarias relacionadas con el turismo, los gastos inversionistas se han concentrado en la construcción de hoteles, en detrimento de otras áreas esenciales, como la electricidad y la producción agropecuaria.
De acuerdo con datos analizados por el economista José Luis Rodríguez las inversiones crecieron un 7,3 por ciento entre enero y septiembre del 2024, pero el monto más alto continuó atraído por el turismo, con un 37 por ciento del total, mientras la generación de electricidad recibió un 11,4 por ciento y la agricultura solo un 2,8 por ciento.
Esta estrategia de inversiones, que se mantiene pese al desplome de viajes con la pandemia y la contracción económica posterior, apuesta a una recuperación del turismo que contribuya a financiar luego a otras áreas de la economía. Sin embargo, la reanimación hotelera y de viajes demora.
En opinión de Rodríguez, “resulta indispensable revisar las prioridades inversionistas del país, incluyendo la inversión extranjera directa”.
Como alternativa principal para compensar la baja eléctrica, el país se inclina este año hacia la instalación de paneles fotovoltaicos, con financiamiento fundamental de China. Según información ofrecida en diciembre por el Primer Ministro, Manuel Marrero, con estas fuentes renovables de energía (FRE) el SEN debe agregar más de 1100 megawatts de potencial de generación en 2025. Las FRE aportarían un 9,3 por ciento del total de potencia de electricidad, que crecería un 6 por ciento en Cuba.
Los parques fotovoltaicos inaugurados entre febrero y marzo son los primeros de un programa hasta el 2028 que incluye 55 instalaciones de ese tipo este año. Son, quizás, los primeros pasos para destrabar el sueño, que se concibió hace más de una década, de dar participación sustantiva a estas fuentes en el sistema eléctrico. (2025)
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