Intermitencias de la muerte de una moneda
La economía cubana maniobra en 2025 con una estructura monetaria insostenible: un MLC que se resiste a morir ante una dolarización parcial de corto plazo y el sempiterno peso cubano, con la guía simultánea de tres sistemas de cambio desiguales.

El Banco Central de Cuba defiende la vigencia de una trinidad monetaria: las cuentas en MLC, la dolarización parcial y el peso cubano.
Foto: Archivo IPS-Cuba
El MLC no desaparece, se apresuró a declarar el Banco Central de Cuba (BCC) en un programa televisivo reciente, ante la caída en picada que a fines del 2024 experimentó la confianza popular, ya escasa, en esa controvertida figura monetaria. Paradójicamente, en el mismo programa, el gobierno confirmó su apuesta a la dolarización parcial de la economía, uno de los motivos del derrumbe del MLC.
Las sospechas de muerte inminente de esa moneda virtual se dispararon el año pasado por una combinación de causas y señales, en las que el gobierno y el mercado parecían en sintonía por una vez. Más que un giro táctico, en juego estaba el fin de uno de los problemas estructurales de más larga data y más lamentados en el modelo económico cubano: la dualidad monetaria y cambiaria.
El vicepresidente del BCC, Alberto Quiñones, acudió el 29 de enero al programa Mesa Redonda, junto a otros invitados con la misión de apagar el fuego. “Las cuentas denominadas en MLC que hoy tienen los clientes con sus bancos no desaparecen”, prometió. “Mantienen plena vigencia”, agregó en un esfuerzo manifiesto por borrar las dudas de la población con el destino de sus depósitos personales.
Creadas en 2019 como recurso de la banca para dar entrada a la moneda libremente convertible, estas cuentas y las tarjetas digitales que les acompañan se convirtieron en moneda virtual, aunque el BCC juró y perjuró entonces que no era tal, sino una denominación para la divisa extranjera depositada.
Pero lo cierto es que el MLC ha oficiado como medio de pago obligado para comprar en una importante red de tiendas y se ha expandido en similar función a otros muchos comercios y negocios, estatales y privados, con tasa propia en el mercado cambiario informal, diferente a la tasa del dólar que dice representar.
Las tarjetas digitales en MLC quedaron como instrumento de pago forzoso, en competencia desleal con la moneda oficial, el eterno y siempre humilde peso cubano (CUP).
La dualidad monetaria resistió, una vez más, con el enredo de tasas cambiarias adjunto, al heredar este MLC, de rostro virtual, las funciones que el peso cubano convertible (CUC) cumplió hasta el 2020, durante 27 años, estructurado de manera más tangible.

La historia se repite
Con orígenes tan confusos, no hace falta mucho para reavivar los temores de la población por los dólares que posee atrapados en estas cuentas –trabas casi insalvables impiden recuperarlos en efectivo-. Mas, ¿qué hizo pensar a la gente que el MLC tenía las horas contadas? Varios motivos veo.
En primer lugar, el desabastecimiento creciente de las tiendas creadas para atender la demanda de propietarios de cuentas en MLC. Algunos establecimientos cerraron, incluso, ante la falta de productos.
Con tal contexto de fondo, el gobierno apostó en 2024 a una dolarización parcial de la economía, que acentuó las dudas sobre el destino de la moneda virtual. El nuevo rival en circulación apareció en gasolineras a inicios del año y luego se extendió a establecimientos del turismo, pero ganó relevancia social y se caldeó en diciembre con el polémico supermercado del Hotel Grand Muthu Habana.
El mercado puso la tercera razón. Ni corto ni perezoso, el comercio privado incorporó el dólar junto al peso cubano y rehuye de las transacciones en MLC, que se ha convertido en la opción monetaria de depreciación más notoria en el mercado cambiario informal: en enero del 2025 cayó a unos 240 pesos por un MLC, alrededor de cien pesos por debajo de la cotización del dólar.
Las maniobras del gobierno han dejado mal parado al MLC, que pese a ser representación o denominación de dólares depositados en las cuentas, tiene las puertas cerradas en las nuevas ventas, abiertas solo para dólares de otras tarjetas, como la Clásica de Fincimex o las internacionales MasterCard y Visa, entre otras.
Las autoridades citan la baja disponibilidad de divisas que afronta el Estado como causa objetiva de esta segregación. La limitación apunta a complicarse tras la recesión de 2023 y 2024, agravada por el bloqueo económico de Estados Unidos y la animadversión declarada del nuevo gobierno.
Otros invitados de la Mesa Redonda explicaron que las tiendas en dólares continuarían en expansión, como recurso extremo para recaudar moneda dura en el corto plazo, pero prometieron que sería una red minoritaria. Las tiendas en MLC seguirán como prioridad, dijo el Vicepresidente Primero de la corporación Cimex, Ernesto Martínez.
Con igual discurso oficial entró en escena el MLC en 2019 frente al decadente CUC. El conflicto apunta a repetirse hoy entre el dólar y el MLC.

Estructura más torcida
La dualidad monetaria y cambiaria resiste a pesar de constituir su eliminación uno de los objetivos de la reforma económica emprendida en 2011 con luz verde del Congreso del Partido Comunista de Cuba, la más alta autoridad política del país. La solución demuestra ser tan deseada como temida, a juzgar por las evidencias de todos estos años.
El modelo económico ha caído ahora en un callejón sin salida: mientras el BCC defiende públicamente la vigencia del MLC y apuesta de facto a la circulación de tres monedas, el gobierno ha emprendido un programa de estabilización macroeconómica y de corrección de distorsiones, que no llegaría a buen puerto si no resuelve una de las deformaciones estructurales más notorias en esta economía.
La solución de dos monedas apareció como hábil maniobra estratégica con el CUC en 1993, antecedido por el llamado chavito. Aunque impopular en un inicio, como la dolarización parcial hoy, el CUC contribuyó a que el país remontara la crisis, admite la mayoría de los economistas. Pero su extensión excesiva en el tiempo agravó los males que trajo como prótesis del organismo económico. Este sistema adopta ahora una estructura todavía más torcida e incontrolable.
En el modelo económico convive una trinidad de monedas, el peso cubano, el MLC y el dólar, guiadas simultáneamente por dos tasas de cambios muy desiguales en el sistema oficial y otra más distante aún en el mercado informal. La contabilidad, la transparencia y la eficiencia se tornan ambiguos en extremo para las cuentas de cualquier empresa, de la banca, del Estado o de un simple consumidor.
La insostenibilidad del esquema hace previsible su poca duración. Pero, ¿quién saldrá primero de escena: el dólar o el MLC?
Esta historia del sistema monetario cubano recuerda la novela en que José Saramago cuenta los traumas paradójicos de una sociedad donde la opción de morir desaparece para todas las personas: bien podría llamarse en este caso Las intermitencias de la muerte del chavito, alias CUC, alias MLC. (2025)
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