Luis Lorente: “No sé hacer otra cosa que escribir”

Ganador del Premio de poesía Casa de las Américas 2022, por segunda vez, el cubano Luis Lorente define su poesía y nos habla de esa manifestación artística a la que ha dedicado su obra en totalidad.

Lorente ha obtenido el Premio de la Crítica en dos ocasiones

Luis Lorente no es un desconocido en el ámbito de la literatura cubana. Inició su carrera por la puerta grande cuando en 1975 su poemario Las puertas y los pasos obtuvo el Premio David para escritores inéditos que convoca la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. En 2004 ganó por primera vez el Premio Casa con su libro Esta tarde llegando la noche y repitió su hazaña, este 2022, con Excepcional belleza de verano.

Tiene publicada una decena de títulos, todos de poesía, y ha obtenido el Premio de la Crítica en dos ocasiones.

Su afán de comunicación con el lector lo hace ser un poeta transparente que no descuida las imágenes y metáforas en unos textos que se caracterizan por su limpieza y un incuestionable oficio conquistado a través de los años.

En ocasión de su último premio La Esquina de Padura se acercó a él con unas cuantas preguntas que permiten conocer lo muy en serio que se toma su vocación. Ni en sus respuestas Lorente deja de poetizar. He aquí el testimonio de su fidelidad.

Marilyn Bones (MB): ¿Cuáles son los presupuestos de tu libro ganador del Premio Casa 2022?

Luis Lorente (LL): Los presupuestos están claros, son de agua y los conozco bien y, a la vez, no los conozco. Lo sé, pero no lo sé, trato de explicármelo citando al Padre Varela: “La idea más exacta es la que no se puede definir, aumenta la ciencia y desaparece la definición”. Esto, por lo menos en mí, es una verdad como un templo.

Sus textos se caracterizan por su limpieza y un incuestionable oficio conquistado a través de los años.

Uno, y ya al compás de los años otoñales (“franco otoño y sucesivas pérdidas”), sigue intentando escribir algo tan raro como la poesía, ese arte de juntar palabras que sirvan para transformar no ya la realidad (sería demasiado pretenderlo), sino la palabra misma, quizás hasta hallarle otras significaciones. Empiezas a escribir un libro y sientes que no está encaminado, que está casi en la brisa de las tardes nuestras y, después, con la persistencia y la ayuda de los textos, se suman otros de semejante espíritu, donde seguir diciendo. La idea crece y lo que va naciendo de todo eso es la escritura que buscabas, posiblemente sin tener ninguna o poca conciencia del proyecto en sí mismo.

MB: Es evidente en tu poesía, por encima del mundo tropológico un cierto afán de comunicación, ¿qué importancia le concedes a tus lectores?

LL: La poesía es una conversación. Lo explicó Eliseo Diego; hay un bello libro de Aramís Quintero (Una forma de hablar), cuyo título expresa esa intención a través del arte poética. Borges escribió mucho sobre esto en sus prólogos ejemplares y está de alguna manera explícita esa idea en el concepto de El otro, el mismo. Creo que la poesía es en sí una conversación con uno mismo y así deben sentirla también los lectores. No se puede negar el hecho comunicativo, es una verdad que va más allá del propósito del autor, de lo contrario sería baldío el hecho mismo de crear, ¿con quién compartir mejor que con el lector?

MB: ¿Qué piensas de la más reciente poesía cubana?

LL: Creo no saber mucho. Y si la situación editorial se mantiene tal como está hoy, no podremos ponernos al día ni con la poesía, ni la novela ni el ensayo, al menos en mi caso que no frecuento los espacios virtuales. Los libros, sobre todo, y las revistas literarias son el sostén de la poesía de un país. Las publicaciones periódicas van actualizando el panorama literario, lo hacen crecer, lo perfilan. Alrededor de ellas han nacido grupos de escritores que aportaron y trascendieron cuando exponían una obra relevante. En Cuba, desde el Minorismo hasta El Caimán Barbudo, por trazar un recorrido, pasando y deteniéndonos sobre todo en Orígenes, y además en Ciclón y La Gaceta de Cuba. Sí estoy al tanto de que Ediciones Matanzas, a pesar de limitaciones, realiza esfuerzos enormes y comparten la obra de escritores, no solo jóvenes, sino de todas las generaciones y que, por encima de todo, prima la calidad de los textos y el ojo crítico de un poeta y editor como Alfredo Zaldívar.

MB: ¿Qué lugar ocupa la poesía en tu vida?

Preferiría contestarte esa pregunta con el texto “Página del diario”, de mi libro El cielo de tu boca:

No sé hacer otra cosa que escribir. Ya no siento, al decirlo, vergüenza como antes. No sé hacer otra cosa que escribir, elaborar la vida con palabras, inventar geografías, situaciones extremas, las propuestas de un diálogo, suposiciones, atmósferas, cartas furiosas, llenas de obstinación. Las palabras me han ido convirtiendo en obseso, perseguidor de significados y sonidos. Sé escuchar cómo suenan las palabras amargura, arrecife, xilófono, predilección y jazz. Dedicado a este empeño, a esta especie de arte de disfrutar el placer de la duda y de los desalientos, se escaparon los años mientras hice por describir esta parte minúscula del mundo y los rostros profundos de personas que amo. Rostros, gestos, miradas sin su antigua apariencia, pero siempre constantes compañías, sobre todo en las tardes, cada vez que presiento la muerte de mi tío Celerino que me dicta imborrables historias con la misma emoción de la primera vez. ¿Qué voy a hacer, si muere Celerino? ¿Qué voy a hacer, como uno de esos ágrafos que se permiten el lujo de la contemplación? ¿Qué voy a hacer callado, sin malograrme en nada, sin tener que borrar alguna línea sucia e indecorosa que nunca sonó bien, independiente por su ampulosidad? ¿A quién voy a engañar, a quién mentir con la historia del cielo de tu boca y el verano, la desesperación y la locura en el espacio que hay entre la cabeza y los turbios desórdenes del corazón? No sé hacer otra cosa que escribir, “son testigos los días jueves, los huesos húmeros, la soledad, la lluvia, los caminos”.

MB: En un mundo de pandemias, crisis económica y devastación ambiental, ¿por qué seguir escribiendo poemas?

LL: Porque contra todo lo adverso, la poesía es un modo de testimoniar la vida, que es lo más preciado del ser humano.

MB: ¿Cómo definirías a Luis Lorente?

LL: Mejor no hacerlo. Tengo conciencia de que sería empezar a nombrar y describir angustias, calamidades, dolores, explicar la sensación de estar consciente de que todo se acaba, y no voy (ni vamos) a volver, porque nadie más vendrá. No quisiera pasar por el triste momento de experimentar la lucidez, al estilo de Alonso Quijano. (2022)

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