Gambito monetario en Cuba

Las autoridades emprenderán el 1ro de enero una reforma monetaria y cambiaria que debe contribuir a acelerar otras transformaciones profundas del modelo económico cubano, mientras la población saca cuentas en un escenario con salarios y precios totalmente diferentes.

A partir del 1ro de enero una de las dos monedas nacionales, el CUC, saldrá del juego.

Foto: Tomada de Oncuba

El gobierno cubano tomó de sorpresa a muchos, cuando hizo el primer movimiento en el tablero. Al anunciar el mandatario Miguel Díaz-Canel, el 10 de diciembre, el inicio del ordenamiento monetario en el nuevo año, anticipó la tasa de cambio única entre el peso cubano (CUP) y el dólar. Nadie esperaba que ese día él informase cuál era.

Creo que nadie esperaba tampoco que quedaría en 1 dólar por 24 pesos cubanos, igual a la tasa dominante desde hace años en el comercio minorista entre el peso y su alter ego convertible.

Después de 26 años de coexistencia, el peso cubano convertible, el CUC, mal llamado divisa en el patio tras relevar al dólar en el 2004 en tiendas, hoteles y otros comercios, saldrá de la circulación monetaria en 2021.

Desde su nacimiento, estuvo anclado al dólar mediante una tasa de cambio oficial que hace años perdió fundamento económico: 1 USD = 1 CUC = 1 CUP, mientras las Casas de Cambio CADECA, abiertas solo al consumidor minorista, ofrecían 1 CUC = 24 CUP. Tanta diferencia multiplicó las distorsiones que generaron enmiendas parciales y más distorsiones en el modelo económico cubano.

Con el gambito monetario anunciado para el 1ro de enero, el gobierno intenta desenredar las deformaciones acumuladas a partir de esta primera gran deformación. La unificación monetaria y cambiaria era un propósito político confeso desde que el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba aprobó en 2011 los Lineamientos de la Política Económica y social.

Francamente, demoró.

Intenciones de mover la primera ficha habían asomado en discursos y documentos previos, en la discreta entrada del humilde peso cubano en las tiendas reservadas para el CUC y hasta en una legislación extemporánea en 2014 con metodologías para formar precios a partir del Día Cero. Pero la arrancada tardó.

Había dudas acerca del orden lógico de los pasos. Los economistas con dominio real en temas financieros polemizaban en este punto. Por último, el proceso se ha asumido simultánea e integralmente en tres espacios esenciales: unificación monetaria y cambiaria, a la par de una reforma profunda del sistema de precios y subsidios del Estado, y otra reforma de salarios, pensiones y de los ingresos por asistencia social.

También se ejecuta sincrónicamente en los ámbitos mayorista y minorista, y no de manera gradual como se pensó alguna vez.

El peso cubano compartirá el imperio de la circulación mercantil minorista con las cuentas en dólares que operan solo mediante tarjetas bancarias.

Jugada imprescindible

El ordenamiento monetario se emprende en un momento agónico de la economía –agravamiento de debilidades internas por la crisis global de la pandemia y el incremento de sanciones del bloqueo económico de Estados Unidos-, a contrapelo de puntos de vista que votaban por una coyuntura más sólida antes de lanzarse a un proceso complejo en extremo.

Pero entre las autoridades y los expertos ha ganado consenso la idea de que la recuperación económica sería poco probable de no enderezar antes las deformaciones monetarias y estructurales que ahogan a la economía cubana. Como primera virtud, recuperaría la transparencia que ha perdido hace tiempo. ¿Quién es de verdad rentable? Todo un misterio.

El Presupuesto del Estado se ve obligado a subsidiar empresas exportadoras y productores que sostienen a la economía nacional. A la luz saldrá la rentabilidad real, el estado de la administración pública y sus equilibrios financieros.

Concluirán artificios contables como la llamada moneda total, que suma automáticamente pesos, pesos convertibles y dólares, o los certificados de liquidez (CL) para acreditar cuál peso convertible es convertible y cuál siéndolo no lo es.

El camino se hará real para viejos propósitos de política económica que no trascendían la consigna: la promoción de exportaciones y la sustitución de importaciones tropezaban con el sistema monetario. En virtud de la tasa oficial, cada dólar conseguido en el exterior se le convertía al exportador en un peso cubano. Por igual razón, era muy barato importar. La asignación de divisas era controlada mediante recursos administrativos, centralizados y burocráticos, donde quedaba entrampada la planificación del sistema.

La nueva norma monetaria abre las puertas a un mecanismo de distribución de recursos más descentralizado. El flujo financiero puede ser más horizontal entre empresas, tanto estatales como no estatales.

El sacrificio del CUC y sobre todo la introducción de una tasa de cambio única, que aspira a reflejar valores y equilibrios reales, conectan mejor a los actores económicos entre sí y a la economía cubana con el mercado internacional. Debe atenuar, por tanto, el exceso de regulaciones económicas.

Como era de esperar, no faltó algún economista que se extraviara de inmediato calculando diferencias mínimas –de un peso, con décimas y centésimos- en relación con la nueva tasa de 24 CUP x 1 USD, no sé si para mostrar posesión de una calculadora Casio más potente que la de Marino Murillo y su comisión gubernamental encargada de conducir esta complicada reforma monetaria.

Otros economistas cavilaron que no se podía seguir esperando, a pesar de los nubarrones. “Es cierto que se está muy lejos del momento ideal, también que el gobierno toma riesgos elevados al hacerlo en este momento, pero seguir prolongando la incertidumbre es muy costoso”, opina Juan Triana.

El gobierno aspira a controlar las presiones inflacionarias desde los precios mayoristas, pero le será más difícil regular tendencias alcistas que se observan en mercados agropecuarios y en otras áreas del mercado informal.

Riesgos y costos

Entre los riesgos, el mayor es la inflación. El propio Murillo admite que han diseñado un nivel inflacionario que se proponen regular mediante el control de los precios mayoristas en las empresas. La economista Tamarys Bahamonde, sin embargo, pone la mirada en áreas de precios que pueden escapar al control estatal.

Tras reconocer que la unificación monetaria era un paso necesario para corregir distorsiones estructurales de la economía cubana, aunque no suficiente, esta economista alerta que “el impacto del incremento salarial anunciado no se puede medir a priori.

Dependerá de cuánto cambien los precios, no en el mercado estatal formal, con precios establecidos de forma artificial, sino sobre todo, en el mercado informal y libre, que nos dirá con más exactitud cuánto varíen proporcionalmente los precios con respecto al salario”.

El entorno de escasez hace más complicada la maniobra, observa otro analista, Pavel Vidal. “Vienen varios meses de inestabilidad monetaria y financiera, hasta que los precios relativos comiencen a acercarse a sus valores de equilibrios. Todas estas disrupciones valen la pena, pues nos llevarán a saber realmente cuánto cuestan las cosas y qué es eficiente y competitivo y qué no lo es”.

No es una varita mágica

Los economistas del gobierno y de la academia coinciden plenamente en otro punto: el beneficio de esta transformación no se sentirá de inmediato. Por más que depositan muchas esperanzas en el paso, Alejandro Gil, ministro de Economía, y Murillo, han advertido con énfasis en que el ordenamiento monetario no es una varita mágica. También lo ha reiterado el Presidente cubano Miguel Díaz-Canel.

En buena ley, solo crea condiciones para que la economía funcione de manera coherente.

Entre la población, la incertidumbre promete extenderse por varios meses, hasta tanto cada hogar pueda medir el impacto real de los precios de los alimentos y otros productos normados que dejarán de ser subsidiados por el Estado. Alguna corriente nerviosa se expandió en la población al conocer los nuevos precios de la electricidad, por ejemplo.

Pero los efectos sobre la contabilidad doméstica lo conocerá realmente cuando pueda medir a partir de enero, el equilibrio entre todos los precios, incluidos los del mercado informal, y el crecimiento 4,9 veces de los salarios como promedio y de 5 veces en las pensiones.

El salario mínimo se multiplica por 5,52: de 400 pesos a 2100 pesos, mientras que el salario medio escala de 879 pesos en 2019 a unos 4.000 pesos con la nueva reforma.

La presión mayor de la reforma monetaria y cambiaria se anuncia para las empresas, que se enfrentan a costos mayores, por la suma de una tasa de cambio 24 veces devaluada y el alza simultánea de los gastos salariales. Unas percibirán mayores utilidades por las exportaciones o por las producciones que sustituyen importaciones, pero otras sentirán pérdidas, que el Presupuesto del Estado se propone asumir temporalmente. ¿Hasta cuándo?

Nueva dualidad

El sacrificio del CUC y el resto de las transformaciones que anuncia el gobierno tras este gambito de apertura no borra la complejidad en el tablero monetario. Quedan en juego otras dos monedas. Con un mayor protagonismo, el peso cubano y el dólar mantendrán una dualidad y funciones bastante similares a las que sostuvieron durante la recesión de los años 90 del pasado siglo, conocida como Período Especial.

El comercio en moneda libremente convertible, en dólares, actúa como válvula de escape de las presiones inflacionarias y del consumo. La moneda nacional permanece sujeta a las presiones de una baja oferta en los comercios de la población, que puede exigir de un manejo más flexible y mayores devaluaciones en la tasa oficial de cambio. El gobierno abrió esa puertas con el artículo 7 del Decreto-Ley 17/2020 –conocido como legislación sombrilla del ordenamiento monetario-, al establecer que el Banco Central de Cuba actualice esa tasa diariamente.

El juego comenzó. (2020)

Un comentario

  1. Andrés Dovale Borjas

    Es falso que las pensiones se incrementarán 5 veces y que los salarios serán 4.9 veces, en mi caso, que soy jubilado, mi jubilación se incrementará 2.8 veces, mientras que la balita de gas se incrementará 28 veces, las guaguas 5 veces, los productos normados unas 13 veces, la electricidad 5 veces, los medicamentos más de 5 veces, etc. Es decir, en la práctica mi pensión por jubilación disminuirá a menos de la mitad.

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