La inflación y el salario real: 1989-2006

Análisis entre la relación del salario, los precios y procesos inflacionarios en una de nuestras publicaciones de 2006

Archivo IPS CUba

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la inflación en Cuba en 2006 fue de 5,5 por ciento. Un año antes, ese indicador cerró en 4,2 por ciento. La tendencia al incremento de los precios rompe con la estabilidad que se había obtenido en los últimos diez años y tiene un efecto negativo sobre el salario real.

La inflación dejó de ser un fenómeno conocido en la economía cubana desde que, en la década del setenta del pasado siglo, prácticamente se eliminaron las relaciones de mercado y el Estado comenzó a tener la participación casi absoluta en la economía. Hasta la década del noventa, la canasta familiar se obtenía casi por entero en mercados minoristas estatales.

En este entorno, los desequilibrios monetarios -originados, por ejemplo, por un aumento del salario sin una contrapartida en oferta de bienes y servicios- no se reflejaban en los precios, sino en la acumulación de excesos de liquidez. Esta situación también se conoce como inflación reprimida. Los precios regulados podían mantenerse al margen de la coyuntura monetaria y los desequilibrios se traducían en movimientos de la cantidad de dinero en poder de la población.

Ese escenario comenzó a cambiar cuando, en 1994, se abrió el mercado agropecuario de libre oferta y demanda. Del mismo modo, se autorizaron actividades privadas por cuenta propia y mercados de productos artesanales, con precios no regulados. A raíz de la escasez generada por la crisis económica, también ganó importancia el mercado informal. Como consecuencia, apareció una mayor cantidad de precios hacia la población, que son determinados por la oferta y la demanda, y pueden por tanto ajustarse en función de las condiciones monetarias prevalecientes.

Las variaciones del Índice de Precios al Consumidor (IPC) son la medida más utilizada de inflación en cualquier economía. En Cuba, la Oficina Nacional de Estadística (ONE) también computa un IPC con los precios promedios de todo el país que enfrenta la población en tres mercados: el mercado formal -registra los bienes y servicios ofertados por el Estado a la población por la vía normada y no normada-, el agropecuario, y el informal-, este último registra los precios del sector cuentapropista y del mercado negro.

En este IPC no se incluyen los precios de los mercados en pesos convertibles. Dentro del IPC, el mercado formal representa 40 por ciento del total, el agropecuario tiene una ponderación cercana a 30 por ciento y el informal alcanza otro 30 por ciento.

Desde 1989, la inflación ha pasado por distintas etapas. Como resultado de la crisis económica y de los desequilibrios fiscales y monetarios, a principios de la década del noventa aconteció una hiperinflación en el mercado informal. Los años de mayor incremento de precios en dicho mercado fueron 1991, con más de 150 por ciento y 1993, con más de 200 por ciento. En esas etapas, el mercado formal se mantuvo sin variaciones de precios.

Desde entonces, la política monetaria y la fiscal han podido controlar la inflación. De 1995 a 2000 ocurrió, de hecho, una disminución de los precios (deflación) de 2,9 por ciento como promedio anual. De 2001 a 2006, la inflación promedio anual volvió a ser positiva, con un registro de 2,4 por ciento. En realidad, este último dato no puede valorarse como negativo, pues en general una tasa de inflación de alrededor de dos por ciento se considera aceptable internacionalmente.

No obstante, en este último promedio anual de inflación se encuentran los datos de 2005 y 2006, ambos por encima de cuatro por ciento. Lo preocupante, realmente, es que esta tendencia se mantenga en el futuro. A diferencia de otros períodos, en esta ocasión la inflación tuvo como origen fundamental el mercado formal. En estos dos años aumentaron sensiblemente las tarifas eléctricas y del transporte interprovincial, así como los precios de diferentes productos de la circulación mercantil minorista estatal como el arroz, el huevo y el café.

El salario real

En 2005 se adoptó una serie de medidas que incrementan el salario nominal en las empresas e instituciones estatales. En mayo se aumentó el salario mínimo de 100 pesos a 225 pesos y en julio se elevaron los salarios de los sectores de la salud y la educación. En diciembre se incrementaron los salarios de las distintas escalas, se estableció el pago de la categoría de Master y Doctor y se revisaron los calificadores vigentes.

Comparando la evolución del salario nominal promedio por trabajador con la evolución de los precios en pesos cubanos, en el cuadro 1 se presenta un cálculo aproximado del salario real.

Cuadro 1

Cálculo del salario real

 

A

B

C

C/B

 

Inflación (a)   

Índice de Precios (e)

Salario Medio Nominal (d)

Salario Medio Real (e)

Año

 (porcentaje) 

(1989=1)

(pesos cubanos)

(pesos cubanos de 1989)

1989     1.00 188 188
1990     2,6 b 1.03 187 182
1991  91,5 b 1.96 185 94
1992  76,0 b 3.46 182 53
1993 183,0 b 9.78 182 19
1994 -8,5 b 8.95 185 21
1995  -11,5 7.92 194 24
1996 -4,9 7.54 202 27
1997    1,9 7.68 206 27
1998    2,9 7.90 207 26
1999  -2,9 7.67 222 29
2000    -2,3 7.50 238 32
2001    -1,4 7.39 252 34
2002     7,3 7.93 261 33
2003  -3,8 7.63 273 36
2004   2,9 7.85 284 36
2005 4,2 c 8.18 330 40
2006   5,5 c 8.63 385 45

Fuente : Oficina Nacional de Estadísticas y elaboración propia.

a Es la variación porcentual anual del Índice de Precios al Consumidor que calcula la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE).

b Elaboración propia a partir de los datos del mercado formal (deflactor del Producto Interno Bruto) e informal, reportados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), 1997, manteniendo una ponderación de 40 por ciento para el mercado formal y 60 por ciento para el informal. El 30 por ciento del mercado agropecuario se suma al informal.

c Balance preliminar de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

d Oficina Nacional de Estadísticas. Anuario Estadístico de Cuba.

e Elaboración propia.

Primeramente, los datos de inflación se llevan a un índice que toma como referencia 1989. Se obtiene que los precios actuales son 8,63 veces mayores que en 1989; o lo que es lo mismo, 8,63 pesos cubanos actuales equivalen a un peso cubano de 1989. Para obtener entonces el salario real se divide la columna del salario nominal promedio por este índice de precios, arrojando para cada año el valor del salario promedio medido en pesos cubanos de 1989.

El nivel más bajo del salario real se obtuvo en 1993, cuando llegó al equivalente de 19 pesos de 1989, es decir, disminuyó 90 por ciento. Desde entonces, ha venido aumentando y los mayores incrementos se produjeron en los períodos de 1998 a 2001 (31 por ciento) y de 2004 a 2006 (25 por ciento). En 2006 el salario real había más que duplicado el valor más bajo alcanzado en el peor momento del período especial, en 1993. En particular, se observa que las últimas medidas salariales hasta el momento son efectivas y consiguen una mejora del salario real, a pesar de la inflación. El incremento de los precios no anula completamente el incremento del salario nominal.

Sin embargo, se aprecia que los aumentos de salario son aún insuficientes si se comparan con 1989. A pesar de que el salario medio nominal actual (385 pesos) es más del doble del salario medio de 1989 (188 pesos), el salario medio real actual representa solamente 24 por ciento del salario medio real de 1989, o lo que es lo mismo, el poder adquisitivo del salario medio en 2006 equivale a 45 pesos de 1989.

Todos estos, por supuesto, son cálculos promedios que no reflejan la situación particular de un territorio o de una familia. También hay que recordar que no está incluido el efecto de los precios en pesos convertibles y la tasa de cambio de las casas de cambio (Cadeca), y que no se contempla el «estímulo» que recibe un creciente número de trabajadores, tanto en pesos cubanos como en pesos convertibles, y que pueden ser vistos como parte del salario.

Más allá de la inexactitud de los cálculos, estos ofrecen algunas señales y tendencias. En resumen, se podría decir que la estabilidad de los precios que han conseguido las políticas monetarias y fiscales, desde 1994, han permitido que los incrementos de salarios nominales se traduzcan en incrementos del salario real. Pero se confirma que el poder adquisitivo del salario se encuentra sumamente afectado, muy lejos de recuperar el deterioro que sufrió con la crisis económica a principios de los noventa.

Aunque matemáticamente el salario real se obtiene dividiendo el salario nominal por los precios, ello no significa que para aumentar el salario real se deba simplemente aumentar salarios y bajar los precios. El salario real es básicamente un reflejo de la productividad del trabajo y del crecimiento económico. Si bien también puede entenderse en el otro sentido: un aumento de salario puede ayudar a incrementar la productividad del trabajo, aunque no es condición suficiente. Se conoce que los bajos salarios en las empresas cubanas no incentivan la eficiencia, entre otras consecuencias negativas.

En cuanto a la disminución de los precios, se deben tener presente los posibles costos de la deflación. Una baja de los precios de los productos agrícolas puede afectar la rentabilidad del sector campesino y desincentivar mayores volúmenes de producción. En segundo lugar, la reducción de precios no es eficaz desde el punto de vista redistributivo, ya que beneficia, junto a las personas de bajos ingresos, a las de altos ingresos.

El mayor crecimiento del Producto Interno Bruto cubano en los últimos tres años abre mejores perspectivas para el salario real. En este entorno, se podrán realizar nuevos incrementos salariales. A su vez, la política monetaria y fiscal deberá conservar la estabilidad de los precios de la misma forma que lo ha hecho desde la segunda mitad de la década del noventa: controlando el crecimiento de la liquidez monetaria, manteniendo un bajo déficit fiscal, la estabilidad de las tasas de cambio, la confianza en el sistema bancario, e impulsando la circulación mercantil minorista, entre otras.

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