Huracán Ian remarcó vulnerabilidad del arbolado urbano en Cuba
Expertos recomiendan mayor coordinación entre las partes responsables y la actualización de la Ley Forestal, de 1999.

Los vientos del huracán Ian derribaron más de 3.000 árboles solo en La Habana, indicaron reportes oficiales.
Foto: Archivo IPS Cuba
La Habana, 11 oct.- A su paso por el occidente de Cuba, el huracán Ian provocó daños en la vivienda, la agricultura, la infraestructura y el arbolado urbano, con gran peso en la capital cubana, donde se estima fueron derribados o severamente impactados más de 3.000 árboles.
De los desechos sólidos recogidos solo en una jornada, 23.406 metros cúbicos correspondieron a restos de talas y podas, indicaron autoridades locales.
Los conflictos del arbolado urbano, sin embargo, preceden a Ian: envejecimiento de gran parte de los ejemplares, especies inadecuadas rompen aceras y redes hidráulicas soterradas, talas ilegales y podas excesivas, asuntos sin resolver en La Habana.
Ya en 1996, el Reglamento para la poda y tala del arbolado urbano reconocía un incremento significativo de esas actividades “sin tener en cuenta las normas técnicas que para estos efectos existen y los perjuicios que en el ornato público y en el arbolado esto provoca”.
Según datos del Servicio Estatal Forestal (SEF), del millón de árboles que necesita la ciudad capital, ya sea por concepto de reforestación o sustitución, existen unos 750.000 árboles, de ellos 240.640 envejecidos, 72.000 bajo las redes y 82.500 huecos.
Conflictos y retos
A juicio de Alexander Motolongo, ingeniero agrónomo, al frente del Departamento técnico de desarrollo de la Empresa Agroforestal Habana, la experiencia de Ian es una alerta nuevamente a nuestro sistema, como lo fue Sandy en Santiago de Cuba (2012), que provocó también severos daños al paisaje de esa ciudad.
“No podemos hacer hoy lo que debimos haber hecho ayer. Es una enseñanza. Hoy hay que hacer lo que toca, reponer lo que se cayó y no tenemos la postura adecuada, con las condiciones y el tamaño adecuados”, comentó.
El ingeniero destacó como otro pendiente la revisión de los sitios donde se planta, pues “tenemos una ciudad muy antropizada y los sitios donde se estaba plantando quizás no sean los más adecuados. Hay que poner el árbol adecuado en el lugar correcto”.
Al respecto, reflexionó: “Cuando ocurren imprevistos, el árbol corta los cables de la corriente, porque no se le dio el mantenimiento que llevaba, él no es culpable, somos los hombres, que no hacemos lo que tenemos que hacer en el momento que nos toca o no tenemos los recursos para hacerlo”.
Recordó que los árboles tienen un ciclo de vida. “En una ciudad no pueden estar más de 20 o 25 años, y nosotros tenemos aquí en la ciudad, algunos con más de 60, 80, 100 y 200 años. No han sido cambiados nunca, entonces esos árboles deben llevar un programa de reposición”, consideró.
A su juicio, primero hay que sembrar los espacios vacíos en la ciudad. Después, empezar a eliminar y sembrar los espacios de los árboles enfermos y los tocones, con las especies que llevan. Y como tercera fase del proceso, retirar los inadecuados.
“Esa es la línea de trabajo que debe seguir cualquier ciudad. Porque ahora no podemos quitar los árboles de una cuadra y dejarla al sol… hay que hacer un trabajo progresivo. Y todo eso parte de una ordenación forestal que diga qué y dónde sembrar… y después, trabajar con la población y explicarle”, señaló a la prensa.
Aprender y compartir
Sobre diferentes aristas y problemática relacionadas con el verde de las ciudades debatieron expertos en el taller internacional “Hablemos de los árboles”, convocado desde antes del meteoro por la Fundación Antonio Núñez Jiménez (FANJ), con la colaboración de la organización alemana Friends of Havana (Amigos de La Habana), que desde 2016 apoya iniciativas cubanas dirigidas a mejorar la ciudad.
Este encuentro, que reunió entre el 5 y el 8 de octubre a expertos de México, República Dominicana, España, Ecuador, Colombia, Estados Unidos y Cuba, propició el intercambio para visualizar qué ocurre en la región y dónde se encuentra La Habana en ese ámbito.
Roberto Pérez, de la FANJ, consideró que la contribución principal del taller fue aportar al capítulo referido al árbol fuera del bosque y el arbolado urbano, de la política forestal cubana, en proceso de aprobación.
La FANJ, dijo, lleva varios años trabajando desde la iniciativa proarbolado, con el Ministerio de la Agricultura, y también en la estrategia de restauración de los verdes urbanos en La Habana, que está en proceso.
En el encuentro se destacaron las múltiples aristas del asunto: viveros, especies y financiamiento necesarios para producir árboles durante dos o tres años, hasta que alcancen el tamaño y la fortaleza que les permitan sobrevivir, el cuidado y mantenimiento que llevan después de plantados.
Además, se debatió la urgencia de proponer proyectos al Fondo Nacional de Desarrollo Forestal (FONADEF), entre otros temas.
De acuerdo con Motolongo, también coordinador del proyecto Urbanismo sostenible, dirigido a la reposición del arbolado en el consejo popular Malecón, junto a la FANJ, se busca aunar “esfuerzos y conocimientos de las personas vinculadas de una manera u otra al arbolado, para que la ciudad sea más verde”.
Apuntó que el encuentro sentó las bases, la plataforma programática, a fin de modificar la Ley Forestal (1999), “porque ahí el arbolado urbano está contemplado muy someramente”, sostuvo. (2022)
Un comentario
Rosa Rodríguez
Independientemente de los aspectos técnicos con relación al arbolado urbano, al menos donde vivo, no sé realizan podas desde hace bastante tiempo, algo q se hacía cuando iniciaba la temporada ciclónica. Incluso ante el advenimiento de algún ciclon se reforzaba este aspecto. había combustible? Ahora están gastando muchísimo más!