Investigan uso farmacéutico de pastos marinos de Cuba

Un estudio sobre pastos marinos cubanos tiene entre sus objetivos avalar el uso de la Thalassia testudinum en productos farmacéuticos.

El proyecto internacional abarca el diseño de protocolos de manejo y recomendaciones para la conservación y el uso sostenible de los pastos marinos en las comunidades locales.

Foto: Tomada del sitio web del PNUD

La Habana, 18 jun.- En varias provincias cubanas avanza un proyecto de colaboración internacional dirigido a la investigación y el desarrollo de productos farmacéuticos a partir de la Thalassia testudinum (hierba de tortuga), especie que forma parte de los pastos marinos alrededor de la isla.

La iniciativa se enfoca en la conservación y el uso sostenible de la planta en la formulación de productos farmacéuticos con propiedades anticancerígenas. Participan el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba.

Con una duración de cuatro años, las acciones tienen dos objetivos: por un lado, apoyar la culminación de investigaciones científicas para conformar el expediente de solicitud de ensayo clínico de un producto farmacéutico.

Por el otro, acompañan el diseño de protocolos de manejo y recomendaciones para la conservación y uso sostenible de los pastos marinos por las comunidades locales.

El proyecto prevé también la evaluación de la calidad ambiental del ecosistema de pastos marinos en los sitios de intervención, incluida su capacidad de remoción de carbono, en áreas como La Habana del Este, el norte de Camagüey y el sur de Santiago de Cuba.

Hierba de tortuga

La Thalassia testudinum, que predomina en los pastos marinos de Cuba y el Caribe, está formada por angiospermas, crece en aguas pocas profundas y alberga gran diversidad de invertebrados como moluscos y crustáceos.

Entre los beneficios de esta planta acuática sobresale su ayuda a la protección del litoral contra el efecto y la intensidad de las olas durante la ocurrencia de fenómenos meteorológicos extremos. Es un filtro natural que mejora la calidad del agua, captura carbono en el medio marino y mitiga el cambio climático.

De acuerdo con algunas investigaciones, esta especie tiene propiedades antioxidantes naturales de gran provecho para las industrias farmacéutica, alimentaria y cosmética, así como efecto regenerativo y fotoprotector en la piel ante las radiaciones ultravioletas.

En Cuba se estudia el uso de algunos de sus componentes, mediante procesos industriales, por sus efectos antivirales, antibacterianos, antitrombóticos, hipocolesterolemizantes, hepatoprotectores, antiinflamatorios y anticancerígenos.

De acuerdo con Amarilys Martínez, directora del Paisaje Natural Protegido Rincón de Guanabo, al este de La Habana, varios estudios internacionales trabajan con la Thalassia testudinum.

Actualmente se busca “establecer una metodología para llegar a una formulación que pueda contribuir a minimizar los daños” a la salud humana de los cánceres de mama, pulmón y piel, señala.

Pastos marinos en el oriente cubano

La hierba de tortuga abunda en las playas del litoral norte de la provincia de Camagüey, otra de las insertadas en el proyecto.

De forma puntual se investiga la playa de Santa Lucía, donde probablemente existen las praderas de Thalassia testudinum “más extensas y mejor representadas de Cuba”, explica Rebeca González, del Centro de Investigaciones del Medio Ambiente, quien coordina en la provincia las acciones del proyecto.

En zonas de Santiago de Cuba, también se investiga el potencial empleo de la planta marina en el sector de la salud en Cuba, de acuerdo con el Protocolo de Nagoya.

A la par, se realizan acciones para la conservación de los pastos marinos, que ejecutan la Agencia de Medio Ambiente, mediante el Instituto de Ciencias del Mar, el Centro Oriental de Ecosistemas y Biodiversidad y el Laboratorio Farmacéutico Oriente.

Protocolo de Nagoya

El Protocolo de Nagoya es un acuerdo internacional de carácter vinculante adoptado en 2010, en Japón. Complementa el Convenio sobre la Diversidad Biológica, de 1992, que tiene entre sus objetivos compartir los beneficios del uso de los recursos genéticos y contribuir a la conservación de la diversidad biológica.

Desde 2015, Cuba aplica el protocolo que regula el uso de los materiales de origen vegetal, animal o microbiano que contienen genes y presentan valor real o potencial con fines de investigación o comercial.

Algunos resultados del proyecto internacional que investiga los pastos marinos están vinculados con el fortalecimiento del marco legal y la creación de capacidades para implementar el Protocolo de Nagoya en el país y potenciar la educación ambiental en las comunidades acerca del uso sostenible de los recursos genéticos locales. (2024)

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