Cubanos por el mundo

Dedican en Francia coloquio a Carpentier.

Tomado de Ecured

Alejo Carpentier

¿Cómo afecta el paso del tiempo a una obra literaria? ¿Por qué unas quedan relegadas al olvido mientras otras son capaces de trascender su propia época? Aunque estas preguntas no tienen una sola y definitiva respuesta, lo cierto es que más allá de la indudable atracción de las novedades del mercado y el revuelo publicitario alrededor de los “best sellers”, todo parece indicar que únicamente las obras de verdadero aliento artístico son capaces de resistir la prueba del tiempo y hasta mejorar, como el buen vino, con el transcurso de los años.

Solo esta condición puede explicar la numerosa (y entusiasta) asistencia al Coloquio celebrado en Francia del 4 al 6 de octubre, dedicado al cincuenta aniversario de la publicación de El siglo de las luces, considerada por muchos la mejor novela de Alejo Carpentier. A la convocatoria realizada por los organizadores del evento, los profesores universitarios y estudiosos carpenterianos Raúl Caplan y Sandra Hernández (de las universidades promotoras del encuentro, Nantes y Angers), acudieron más de veinticinco investigadores de la obra del escritor, entre los que se encontraban especialistas de Francia, España, Argentina y la región del Caribe, representada en esta ocasión por el escritor haitiano Louis-Philippe Dalembert y los cubanos Nancy Morejón, Luisa Campuzano y Leonardo Padura.

El Coloquio tuvo por sede las Universidades de Angers y de Nantes, en el famoso Valle del Loira. En Nantes se levanta el antiguo Castillo de los Duques de Bretaña, ahora convertido en Museo de la ciudad, donde se desarrollaron algunas de las sesiones del encuentro. Muy cerca de allí, a lo largo de una de las márgenes del río, se extiende el paseo que conduce al Memorial de la Abolición de la Esclavitud, erigido para recordar los aciagos días en que desde el otrora importante puerto fluvial de la urbe, partieron rumbo a África más de mil expediciones con navíos repletos de mercancías para ser vendidas o cambiadas por nativos que, si lograban sobrevivir a las infrahumanas condiciones del viaje en las bodegas de los barcos franceses, terminarían sus días como esclavos en las colonias de América y del Caribe, completando así el triángulo infernal que involucró a los tres continentes y tronchó la vida millones de personas secuestradas de su mundo. Y desde esa sobrecogedora mirada al pasado, resultó más revelador aún el regreso a las páginas de El reino de este mundo o El siglo de las luces, en las que Carpentier nos entregó una profunda reflexión sobre el destino del negro al otro lado del Atlántico, así como las consecuencias de ese desplazamiento forzoso y masivo y su decisiva influencia en la cultura, la sociedad y la historia de estas tierras.

Sobre este tema expusieron la investigadoras Consuelo Naranjo y Arlette Gautier en sus respectivas ponencias “Imágenes de libertad/imágenes de terror: contenidos de la Revolución Haitiana” y “Le Siècle des Lumières au prisme de l’historiographie récente de l’esclavage et du genre”. También se acercó a este asunto desde su óptica particular el escritor haitiano Philippe Dalembert, con su intervención sobre “Le noir comme enjeu dans l’oevre de Carpentier”.

Mucho se ha estudiado y escrito sobre El siglo de la luces, terminada en 1958, aunque publicada cuatro años más tarde, en 1962. Aún así, y quizá para responder un poco las preguntas del comienzo, uno de los mayores logros del Coloquio resultó la diversidad de asuntos y la presentación de investigaciones donde se expusieron aristas novedosas, interpretaciones sugerentes, revelaciones apenas entrevistas hasta ahora en esta novela que, como toda creación artística de auténtico valor, parece esconder un pozo de aguas inagotables.

La indagación en algunas de las fuentes documentales, históricas y literarias que sirvieron de inspiración al autor fue otro de los ejes de interés en ponencias como “Las epidemias en El Siglo de las Luces: fuentes, tratamiento, desarrollo y consecuencias en la historia y en la novela” de Carmen Vázquez; y “Hacia los jóvenes habaneros de El siglo de las Luces: un pequeño ejercicio de crítica genética” de Luisa Campuzano, colaboradora de la Fundación Alejo Carpentier, una institución radicada en La Habana que mucho ha contribuido en los últimos tiempos a reavivar los estudios sobre el novelista, a partir del trabajo de digitalización de la papelería carpenteriana, y la publicación de Cartas a Toutouche, un epistolario cruzado entre el escritor y su madre, Lina Valmont, durante el período de su primera permanencia en Francia.

París, ya se sabe, no sólo fue el lugar donde residió el joven Carpentier en los azarosos inicios de su carrera, sino que resultó fundamental para su formación como intelectual, en tanto allí se puso en contacto directo con las corrientes artísticas de la vanguardia y tuvo la oportunidad de conocer relevantes figuras del mundo del arte y las letras de todo el planeta.

La huella francesa se observa incluso en sus novelas, algunas de las cuales tienen como referente al país europeo, como ocurre en El siglo de las luces, uno de cuyos ejes centrales es precisamente la Revolución francesa. “Las revoluciones que se repiten en El Siglo de las Luces”, de Michèle Guicharnaud, y “Revolución, utopía y libertad en El siglo de las Luces” del cubano Leonardo Padura, volvieron sobre este asunto de significativa actualidad para el hombre contemporáneo, según la concepción carpenteriana presente en su obra.

Más específicamente en el campo literario importantes exégetas de Carpentier expusieron interesantes estudios, como los presentados por Daniel-Henri Pageaux, (“El siglo de las Luces entre <rée merveilleux> et baroque”), y Benito Pelegrín, “Metáfora y perífrasis: transparencia y enigma en El siglo de las luces. Apuntes para una tipología retórica de la escritura neobarroca”

Otros estudiosos aprovecharon la asistencia al Coloquio de escritores caribeños que de una forma u otra mantienen cierto vínculo creativo con el trabajo de Carpentier. La profesora Sandra Hernández disertó sobre “Carpentier et Glissant chez Nancy Morejón: une Caraïbe en relation”, mientras la también profesora Renée Clementine Lucien expuso el título “Alejo Carpentier y Leonardo Padura, un diálogo ininterrumpido”.

Sería imposible relacionar en este espacio limitado toda la diversidad de miradas y aspectos abordados durante el Coloquio, que entre otras muchas cosas sirvió para confirmar la absoluta actualidad de la obra carpenteriana, a cuya vitalidad ha contribuido también la especial capacidad del autor para relacionar con maestría hechos históricos del pasado con otros sucesos que tendrían lugar en épocas posteriores, en un ejercicio dialéctico que no siempre ha sido comprendido y valorado en su cabal magnitud.

Para los académicos y exégetas del escritor cubano, su obra no sólo debería ser estudiada en las escuelas del país, sino debería ser una presencia constante en las librerías para facilitar su acceso a todos sus lectores en cualquier momento y a cualquier edad. Algo que bien merece la universalidad alcanzada por un autor cuyo trabajo parece destinado a trascender en el tiempo, como sólo pueden hacerlo las grandes obras.

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