Antes que llegue el Ferry o el caos para retratar el caos

En esta entrevista, el realizador de cine, Juan Caunedo, adelanta primicias en torno a una nueva producción del audiovisual en la Cuba de hoy.

Fotograma de la película Antes que llegue el tren...

Foto: Cortesía del autor

“Esto es un caos y vamos a retratarlo como un caos”, fue una de las más concretas definiciones que el realizador español —residente en Cuba— Juan Caunedo, me dio de su primer largometraje Antes que llegue el ferry, dirigido a seis manos junto a los cubanos Vladimir E. García y Raúl Escobar. Obra esta, en etapa de posproducción, que se visualizara en el panorama fílmico nacional sobre todo a partir de la Mención Especial del Premio Humberto Solás para el Cine en Construcción, obtenido en el Festival Internacional de Cine de Gibara en 2017. 

Esta es una película doblemente coral, tanto por la multiplicidad de creadores, como por las siete historias autónomas que integran este “retrato de un planeta aparte, que no se sabe si es del pasado, si es del futuro, si es de este mundo, si es de otro mundo, otra dimensión… pero en realidad es la república surrealista de Cuba, que es lo que estamos viviendo hoy día. La llamamos un ‘retrato hipersurrealista de Cuba en la era del reggaetón’. Ahí fuimos desvariando un poco dentro de nuestras locuras. Pero el concepto es ese: intentar retratar la vorágine que se vivió a partir de que se abrieron un poco las relaciones con Estados Unidos, antes de que viniera el ferry desde allí. Ahora ya no se sabe ni cuándo va a venir”.

Para desarrollar este juego caótico, Caunedo comenta cómo “mezclamos formatos. Incluso al principio teníamos pensadas cosas más locas. Íbamos a meter cosas filmadas con móviles. Pero fuimos domándonos un poco. No complicándonos tanto. Pero sí es un poco para retratar también el eclecticismo, esa mezcla que hay por todos lados aquí. Un caos que ya viene desde hace muchos años. Cómo se van transformando las casas coloniales. Cómo las picotean. Le meten un rosado por aquí, un león de yeso por allá, medio sin dientes. Cariátides sin manos. Son cosas de las que, cuando íbamos por las calles, nos reíamos. Y nada, dijimos: vamos a hacer una locura para retratar esta locura”.

Fotograma de la película Antes que llegue el tren…

Dada la formación y experiencia de Vladimir García en los estudios de animación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficas (ICAIC) y del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), además de la especialización de Raúl Escobar en las artes visuales, la animación resalta como lenguaje y recurso expresivo cardinal en Antes que llegue el ferry. Según acotó Caunedo, “hay una historia donde la mitad es animada, y a partir del momento en que el personaje se transforma en superhéroe (el super-obstinado, así lo llamamos en el rodaje), cuando ocurre la transformación, pasa todo a animación. La dirección de esta animación titulada así: El superhéro, la hizo Vladimir. Es un trabajo espectacular que, a quien lo ve, le flipa. De una onda muy cómic. La otra historia de animación es Aislados: una máquina del tiempo que trae a los turistas de los Estados Unidos de 2115 a La Habana de 2015. Toda la parte del futuro, claro, la desarrollamos con animación”.

A El superhéro y Aislados se les suma La condesa de Miramar, historia “que va de una muchachita a la que sus tíos de Miami la mandan a recuperar la casa de su tía abuela, que era la Condesa de Miramar. Luego, cuando llega a la casa, ya verás lo que hay. También está Los imparables: una banda de nuevos ricos que quieren hacer un negocio con la basura: recogida y exportación de basura. Piensan que se van a hacer millonarios con la basura. Tienen una ‘yuma’[1] que paga la tonelada de basura a mil ‘fulas’[2]. Luego, El esfuerzo es una panadería con trabajadores reales, a quienes les sucede una cosa. Son los panaderos de nuestro barrio. Les pusimos un pequeño conflicto, pues era complicado trabajar la actuación con ellos, pero al final se resuelve bien, o eso creo.

“Después está La Corea. Es como el retrato de un barrio. Y El enfermero es como un reality show de un pintor que vende en la feria de artesanías. Narramos su día a día. Pasamos el día con él. Es un documental. Mezclamos eso todo el rato. Incluso, en las historias de ficción, utilizamos personajes reales. Luego hay una historia que se llama La señal y el gastronómico. Son dos historias que ocurren dentro de la misma locación: una cafetería estatal, pero que está desierta. Solo hay dos parejas, una de mujeres y otra de hombres, hablando. Las dos muchachas están hablando sobre una señal que van a enviar los extraterrestres y tal, y los dos hombres —no tienen nada que ver los unos con los otros— están hablando de un negocio que uno traerá de Miami cuando puedan repatriarse todos a Cuba. Teníamos otro pequeño documental que se titulaba La guerra de los P, pero en el montaje se unió con La señal…. Nos metimos con la cámara ahí en las guaguas, en las matazones. Al final hacen una coreografía las guaguas”.

Fotograma de la película Antes que llegue el tren…

Antes que llegue el ferry delata un eclecticismo visual y discursivo, muy consecuente con el propio eclecticismo que define al trío de directores. “Vladimir trabajó muchos años en el ICAIC, en los Estudios de Animación”, abunda Caunedo. “Luego trabajó muchos años como director de animación en el ICRT. Pasó luego a la FAMCA (Facultad de Medios Audiovisuales del ISA), donde se graduó de Dirección. Yo estudié en Madrid Comunicación Audiovisual. Ahí comencé a trabajar en la tele, como editor, como realizador. Luego hice trabajos más independientes. Luego vine a pasar un par de talleres en la EICTV (Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños). Ahí realicé un par de cortometrajes. Uno se movió muy bien por festivales alrededor de todo el mundo. Para otra obra, también realizada aquí, logré la financiación del Ayuntamiento de Gijón, en España, cuando todavía había dinero en instituciones españolas. Se titula Machine Wars (La guerra de las máquinas), pues es una onda de ciencia ficción. Ahí conocí a Vladimir, ya que llevaba animación. Después me fui para España y me quedé trabajando independiente, para documentales, publicidad, para ganar dinero, y haciendo cortos un poco para alimentar el alma. Vladimir y yo, desde hace cuatro años, formamos una productora que llamamos Champola. Raúl es artista visual, que ha incursionado bastante en el tema del videoarte desde hace algunos años. Pero lleva casi 30 años pintando. Le gusta mucho el cine. Y como éramos amigos que hablábamos siempre de hacer cosas juntos, pues construimos este universo entre los tres. Dijimos: vamos a dirigirlo y a pasarlo bien.

“Desde el principio hablamos de una barra libre de creación”, rememora el español sobre las bases conceptuales establecidas desde los inicios. “De no ponernos trabas para nada, ni en la forma, ni en el contenido. Ni autocensurarnos en lo político, ni en lo formal. Nada de a ver si se vende o si le gusta a alguien. Nada de eso. Vamos a hacer lo que nos salga de las tripas, sí, vamos a contar las historias que vemos, que nos gustan de la realidad, aunque sean fuertes. Hay cosas bastante duras, criticables, o como se quiera decir. Tampoco es nuestro objetivo componer ningún panfleto, o decirle a nadie cómo debe pensar. Mostramos la locura.

“Pensamos que lo teníamos que hacer porque hay cosas en peligro de extinción. Y cuando llegue el ferry, si es que llega alguna vez, hay muchas cosas que se van a transformar. Incluso ya se están transformando, están cambiando. Otras se van a perder. Entonces, bueno, así surgió más que todo, la idea inicial: una barra libre para la creación, para pasarlo bien, para disfrutar. Ganas de hacer una peli, que ya teníamos. Un poco de agobio también, por hacer muchas veces proyectos para no sé quién, a ver si los van a coger, a tratar de venderlos, que no salgan. Y bueno, por un lado vamos a hacer cosas para ganarnos la vida y, por otro, hagamos esto para alimentar el alma”.

Cualquier gestión para la producción fílmica en Cuba puede llegar a ser tan caótica y surreal como las propias historias narradas en Antes que llegue el ferry. Caunedo esboza una breve panorámica de los avatares en busca del financiamiento: “Fuimos sobre la marcha. Hace casi dos años empezamos a escribir cosas y lo organizamos todo para el premio de la iniciativa Go Cuba!, que otorgó en diciembre de 2015 la Embajada de Holanda en Cuba. Hicimos un dossier, que ya habíamos discutido con un socio alemán, uno de los coproductores, a quien conocí en Hamburgo, donde trabajamos juntos. Él nos ayudó a darle una forma presentable a nuestra “ida de olla”. Lo presentamos al Go Cuba! y ganamos el premio de 5.000 dólares, con lo que arrancamos. Esto supuso también un reconocimiento. Ya parecíamos más serios a la hora de proponer el proyecto a otros productores potenciales. Y se sumó la productora Dexter Films, de La Habana, que asumió la parte técnica, sobre todo para la fotografía. Aportaron una cámara Red One y todo el juego de lentes. Todo con sus limitaciones, pues son una productora independiente. Hicimos un acuerdo de coproducción con ellos. Valoraron monetariamente los 30 días de rodaje y pasaron a tener una participación de la película.

“A la vez, hablamos con Livia Batista, directora de casting, quien nos ayudó mucho. En cuanto hubo caras conocidas en el elenco, pues ya la gente como que se animó un poco más. Entonces empezamos a buscar dinero con productores que son, sobre todo, amigos. Amigos o conocidos, o compañeros con quienes hemos trabajado en otros momentos. Algunos son familiares míos, o de Vladimir. Muchas personas aportaron pequeñas cantidades que alcanzaron para el rodaje. Se pagó a todo el equipo, a todos los actores, que son bastantes. Éramos un equipo bastante chiquito, pero teníamos que poner un ómnibus, un carro ligero, tú sabes…

“Hicimos el montaje con otro socio de España, Igor Iglesias, que tiene su estudio en Asturias: Xique-Xique Films, por un disco del músico brasileño Tom Zé. Él tiene bastantes relaciones con Cuba también. Puso primero dinero para la producción y después hizo la edición. Es uno de los coproductores mayoritarios. Estuvimos seis meses montando. La corrección de color fue en Madrid. Ahora nos falta trabajar con otro director de fotografía, Pope Maroto, con quien colaboré en Madrid. Se suma como coproductor, pues aportó su trabajo. Los grafismos, los efectos de video también los hizo otro socio nuestro de Madrid, Luis Lechosa, que también entra como coproductor. Nos falta ahora mismo toda la posproducción de sonido. Entonces, empezamos a mover la película por cines en construcción y tal, y lo inscribimos en Gibara, donde nos dieron el premio consistente en abrir un diálogo para la coproducción con Ítaca Films, una productora mexicana”.

“Cuando terminemos la película, vamos a hacer una estrategia en la que definamos qué festivales nos interesan para presentarla y de ahí ver si se entra en algún mercado, si se llega a algún acuerdo con agentes de ventas. Ahora lo prioritario es trazar una estrategia para ver cuáles festivales pueden ser interesantes y dónde puede encajar. Cuáles le pueden propiciar un buen camino. No tenemos conocimiento de eso. Ni Vladimir, ni Raúl, ni yo. Nos estamos dejando asesorar por amigos, por gente que conocemos”. (2017)

Notas:

[1] En el argot popular se refiere a persona extranjera
[2] Igualmente en el argot popular se refiere a la moneda convertible CUC, equivalente al dólar estadounidense.

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