Emprendedoras cubanas promueven la cultura árabe

Hace una década, madre e hija cuentapropistas promueven en La Habana el acercamiento a la cultura árabe mediante la enseñanza de sus danzas típicas.

Aunque arribó a su décimo aniversario el 3 de diciembre de 2024, Ámbar realizó su gala de celebración el pasado 19 de enero, en el Teatro del Museo Nacional de Bellas Artes, de La Habana.

Foto: Jorge Luis Baños/IPS Cuba

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La Habana, 28 ene.- La Plaza de Armas de La Habana Vieja es a menudo el escenario de coreografías con música y vestuarios representativos de la cultura árabe. Justo al frente se ubica el Museo Nacional de Historia Natural, donde radica Ámbar. Escuela de Danzas Árabes.

Fundado el 3 de diciembre del 2014, el emprendimiento que lideran Idiamis Caballero y Dorenmis Ferrer (madre e hija respectivamente), bajo una licencia de trabajo por cuenta propia, funciona como un proyecto infanto-juvenil en el casco histórico de La Habana Vieja.

Se dedica a la enseñanza de las danzas árabes y a la conservación de expresiones de esa cultura extranjera y sus vínculos con la cubana.

La iniciativa expone las huellas árabes en la isla caribeña, tras la llegada del gran bloque migratorio arabófono durante los siglos XIX y XX, principalmente a La Habana y Santiago de Cuba, según recientes investigaciones históricas.

El reconocimiento institucional de los aportes de esa emigración a la isla se logra en 1983, cuando la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH) abre el Museo Casa de los Árabes, una institución que atesora y divulga los valores culturales de unos 22 países.

“El trabajo que realizamos constituye un gran reto. Al ser algo diferente y poco conocido, requiere un gran esfuerzo e incluye muchos gastos”, asevera Idiamis, directora de Ámbar.

Como ella, otras emprendedoras cubanas son beneficiarias de programas y acciones de la OHCH a favor de la inclusión económica y social de las mujeres.

Desde el 19 de septiembre de 2024, los Decretos-Leyes 90, sobre el ejercicio del trabajo por cuenta propia (TCP), y 92, del régimen especial de seguridad social de los actores económicos no estatales, rigen las actividades que realizan Idiamis y Dorenmis.

Ellas forman parte de las 613 715 personas registradas como TCP en el país. De ese total son titulares de emprendimientos 487 947 y 86 % ejecuta su actividad de manera autónoma. Solo 14 % emplea a 103 884 trabajadoras y trabajadores, indican datos del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social correspondientes a septiembre del 2024.

“Resulta un reto cada día inculcarles a las alumnas una cultura tan diferente sin que se distancien de la suya propia. Mediante juegos didácticos, les enseñamos elementos de la cultura árabe como el idioma, la comida y otras tradiciones”, afirma Idiamis Caballero, directora de Ámbar. (Foto: Jorge Luis Baños/IPS Cuba)

 

Un sueño de familia

Cuenta Dorenmis Ferrer que a los siete años de edad conoció la diversidad de la cultura árabe a través de la danza. Mientras la mayoría de las niñas preferían el ballet clásico, el baile español o los bailes populares cubanos, ella  pudo desarrollar su afición en los talleres de la Unión Árabe de Cuba.

“Creo que fue lo que llaman amor a primera vista. Me inicié en la danza del vientre, pero luego descubrí la verdadera pasión en los estilos tradicionales”, confiesa la bailarina y profesora.

Desde 1979 hasta el momento que surge Ámbar, la Unión Árabe de Cuba era el único centro en la capital donde se practicaba y se divulgaba el universo danzario de esta comunidad, señala.

“Cuando mi hija culminó el preuniversitario no existía una institución académica donde pudiera terminar su formación artística, pues solamente le interesaba la danza árabe. Entonces decidimos crear un proyecto para continuar su vocación”, apunta Idiamis.

De ser especialista del Departamento de Cultura de la Unión Árabe de Cuba, ella pasa a ser cuentapropista junto a su hija. Ambas emprendedoras se proponen multiplicar la labor de esta organización en La Habana. Las apoyan bailarinas con experiencia y adolescentes que hoy se desempeñan como profesoras de la escuela.

“Comencé muy jovencita y se convirtió en mi pasión. Música, vestuario, adornos y sobre todo, la historia que hay detrás, crean una magia cautivadora”, cuenta la profesora Wendy Martínez.

La muchacha aclara: “Estudié Licenciatura en Cultura Física, en la Universidad del Deporte Manuel Fajardo, pero nunca abandoné la danza. Hoy me dedico completamente a ella”.

El Bellydance (danza del vientre o danza oriental) es el primero que aprenden casi todas las alumnas. Sin embargo, luego se interesan por otros estilos, a medida que descubren la pluralidad de la escuela. (Foto: Jorge Luis Baños/IPS Cuba)

 

Tradición y modernidad

De acuerdo con sus fundadoras, Ámbar cultiva como esencia las danzas tradicionales del mundo árabe porque es lo menos conocido en Cuba, que abarca más de siete géneros danzarios representativos de diferentes estilos de vida según las prácticas religiosas.

Por tal motivo, comenta Idiamis, la primera parte de la gala para celebrar el décimo aniversario de la escuela, el 19 de enero, estuvo dedicada a los estilos tradicionales.

Desfilaron sobre el escenario trajes típicos de Egipto, Sahara, Argelia, Qatar, Siria, Yemen y Túnez. Por su parte, el segundo bloque se centró en el Bellydance (danza del vientre) y su fusión con géneros caribeños, agrega.

“Disfrutamos de algo hermoso. Es muy importante para nuestra comunidad que en Cuba cultiven la cultura árabe. Cuando vi la bandera de mi país (Yemen) y a las chicas defendiendo la danza con tanta verdad, me emocioné mucho”, comenta Aidaros Fadhl Haidarah Manea, presidente de la Unión de Estudiantes Yemenitas en la isla.

Respecto a las bases de la enseñanza en Ámbar, la coreógrafa Odalys Ruiz explica: “Este trabajo requiere una investigación muy profunda de las técnicas y la expresión popular para no cometer errores en la interpretación de las diversas expresiones culturales”.

“En las zonas desérticas como el Sahara, el cuerpo femenino debe ser cubierto en su totalidad, excepto el rostro y las manos, no solo por la religión, sino también para protegerse de la arena. Las personas danzan descalzas porque lo hacen sobre alfombras. Nuestras niñas conocen a fondo lo que interpretan sobre el escenario”, señala.

Para las creadoras y colaboradoras de Ámbar, las metas a corto y mediano plazo consisten en crecer en matrícula, incorporar nuevamente varones, ampliar su programa de actividades con la OHCH y seguir cultivando la cultura árabe en Cuba. (2025)

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