Estudio evalúa tratamiento de violencia de género en medios cubanos

La presentación de la investigación puede verse en el perfil de Facebook del Instituto Internacional de Periodismo José Martí.

La investigación da seguimiento a un tema que ha sido tratado tanto en el Instituto de Periodismo como en múltiples estudios que ha impulsado y desarrollado Oxfam.

Foto: Tomada del perfil de Facebook del Instituto Internacional de Periodismo José Martí.

La Habana, 6 jun.– Hablar sobre la violencia de género en Cuba ha ganado espacio en los medios de comunicación, sin embargo, la complejidad de este problema social demanda mayor profundidad y sistematicidad, concluye un estudio que, a su vez, propone herramientas para su adecuado tratamiento.

La presentación de la investigación Violencia de género en la prensa cubana: Avances y desafíos  se realizó como parte de la alianza entre el Instituto Internacional de Periodismo José Martí (IIPJM) y la oficina en Cuba de la oenegé Oxfam, mediante los perfiles de Facebook del instituto y de la Unión de Periodistas de Cuba.

Presentado por la investigadora social Yohanka Valdés el pasado 4 de junio, el panel estuvo integrado por las tres periodistas autoras del estudio: Dixie Edith Trinquete, también profesora de la Cátedra de Género y Comunicación del IIPJM, Ania Terrero y Danielle Laurencio, que se conectó al espacio desde la provincia Las Tunas.

La investigación da seguimiento a un tema que ha sido tratado tanto en el Instituto de Periodismo como en múltiples estudios que ha impulsado y desarrollado Oxfam, dijo en la introducción el periodista Ariel Terrero, director de esa institución de formación de posgrado.

Un tema prioritario

Yohanka Valdés destacó la pertinencia y prioridad que cobra el tema de las violencias hacia las mujeres y el rol que deben jugar los medios de comunicación en transformar imaginarios y prácticas asociadas a su reproducción.

“Los medios tienen un rol de visibilizar las violencias y romper esa naturalización que las acompaña y, al mismo tiempo, colocar otras narrativas que posicionen los derechos de las mujeres y la igualdad de género en el centro de una comunicación transformadora y sensible a esa igualdad”, destacó.

El equipo se propuso caracterizar cómo se aborda en los medios la violencia de género, con el fin de fortalecer capacidades para la comunicación sobre este problema partir de la identificación y análisis de las principales brechas y buenas prácticas detectadas.

La muestra analizada incluyó 56 productos periodísticos impresos, radiales, televisivos y digitales de varios territorios del país, así como otros presentados en el XIII Encuentro Iberoamericano de Género y Comunicación Isabel Moya in Memoriam, celebrado en 2019. “Aunque es un estudio pequeño, tratamos de llegar a la mayor cantidad posible de territorios y tipos de medio”, explicó Terrero.

Según explicó Trinquete, el estudio tiene como antecedentes mapeos anteriores del tratamiento de la violencia de género en los medios cubanos que mostraron poca o nula cobertura en años anteriores. Los trabajos referenciados en esas ocasiones son sobre todo informativos, vinculados a fechas y campañas, sin profundizar en la deconstrucción de mitos y estereotipos, ni en el uso de estadísticas.

Otra de las características del tratamiento de este asunto ha sido la naturalización de la creencia de que la violencia en Cuba no es un problema, además de la tendencia a comparar la situación con la de otros países.

Está en los medios, pero…              

De acuerdo con Ania Terrero, el nuevo estudio muestra que, aunque la violencia de género ya está en los medios y se reconoce que hay violencia de género en el país en todas sus manifestaciones, lo que podría considerarse un avance con respecto a hace 10 años, “sigue habiendo muy poca sistematicidad en la manera en qué se aborda e incluso en cómo nos acercamos a ella”.

A su vez, de los 56 trabajos analizados, reveló, 37 eran noticias asociadas a eventos y jornadas y solo 19 no tenían relación con fechas específicas, mientras que en casi 60 por ciento de los casos se encontró confusión o mal empleo de los conceptos.

Entre los errores más comunes se incluyen el uso del término violencia doméstica como sinónimo de violencia de género, lo que invisibiliza otros tipos de violencia; no se aborda el acoso sexual callejero como un tipo de violencia y la agresión sexual a mujeres no siempre es identificada como maltrato de género.

Por otra parte, persiste el uso del masculino genérico para referirse tanto a hombres como a mujeres, en espacios incluso donde solo hay mujeres o son mayoría.

El estudio arrojó, además, que continúan reproduciéndose prejuicios sexistas, sobre todo en las imágenes. En tal sentido, los textos periodísticos con enfoque de género deben acompañarse de fotos, audiovisuales, ilustraciones o infografías que compartan ese discurso”.

A juicio de Terrero, la principal conclusión del estudio es que si bien la violencia de género está en los medios, en las redes sociales, en campañas y en la parrilla televisiva, “no lo estamos abordando siempre bien, lo estamos abordando de forma aislada o no lo estamos contextualizando como el problema transversal que es”.

El análisis enfatiza en que aunque un pequeño grupo de periodistas realizan trabajos sobre violencia con perspectiva de género, cuando se sale de ese reducido círculo no existe ese enfoque en las coberturas sobre cultura, deportes y política, porque no hay una perspectiva de género transversal en esos espacios.

¿Qué hacer entonces?

Para Danielle Laurencio, el estudio representa un punto de partida y demanda mayor conocimiento teórico sobre estas temáticas de género y en particular, sobre violencia de género y su origen en la cultura patriarcal, que se encarga de reforzar los estereotipos e imaginarios, para poder desmontarlos y desmitificarlos desde la comunicación.

Laurencio llamó a nombrar siempre violencia de género, a la violencia hacia las mujeres y las niñas, evitar la estigmatización, culpabilización y sexualización de las víctimas, dominar los términos y, a partir de la articulación, aprovechar la experiencia de profesionales, instituciones, organizaciones, campañas y proyectos que trabajan el tema.

En términos prácticos, dada la complejidad y sensibilidad de la problemática, Laurencio orientó no exponer la intimidad de las personas, ni lesionar su dignidad y “usar un lenguaje preciso, respetuoso e informativo, pero sobre todo un lenguaje que se apegue a la realidad de los hechos”, evitando que se convierta en un espectáculo mediático.

Es necesario, insistió, desterrar de nuestras vidas y del ejercicio periodístico ideas como “la víctima se lo buscó”, “le gusta sufrir”, así como aquellas que justifican al agresor.

Periodistas y medios de comunicación “deben saber que los medios también ejercen esa violencia hacia las mujeres y las niñas cuando las invisibilizan, silencian o representan de forma estereotipada, porque los medios contribuyen a la reproducción de esos imaginarios colectivos y mitos”.

Presentado en el contexto de la existencia en el país de un programa para el adelanto de la mujer, el estudio analiza también la urgencia de formar no solo a periodistas, sino también a editores y personal directivo, de tener una presencia sistemática de este fenómeno social en los medios, todo con el fin de hacer un mejor periodismo desde la igualdad y la equidad de género. (2021)

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