Festival en La Habana pondera a mujeres cantoras

Del 10 al 14 de septiembre, la capital cubana volvió a convertirse en epicentro de la canción de autor con el VIII Encuentro de Cantoras “Ella y Yo”.

En la Cuba actual, donde los debates sobre género y cultura están cada vez más presentes, ofrecer un espacio para cantoras significó reconocer un patrimonio vivo que aporta tanto en la tradición como en la innovación.

Foto: Archivo IPS Cuba

La Habana, 19 sept.- Una vez más La Habana fue casa de la trova y la canción femenina en el VIII Encuentro de Cantoras “Ella y Yo”. El festival, presidido por la cantautora Heidi Igualada, se distinguió no solo por su apuesta por la trova como género vivo y necesario, sino por situar a la mujer en el centro de un espacio donde históricamente la mayoría de las figuras visibles fueron hombres.

Desde su primera edición en 2017, el evento ha construido una identidad singular dentro del panorama musical de la región. Nació con el propósito de ofrecer un escenario a las creadoras y cantoras del patio, y con el tiempo se ha consolidado como una plataforma que reúne voces diversas, de Cuba, América Latina y otras latitudes, con un discurso comprometido.

Organizada también por el Centro Nacional de Música Popular, esta octava entrega recibió participantes de Chile, Argentina, Paraguay y España, reafirmando así el carácter internacional del evento y su capacidad para tejer puentes culturales a través de la música.

Dentro de las propuestas nacionales figuraron nombres como Marta Campos, Anabel López, Annie Garcés, Yaíma Sáez, Yamira Díaz y la joven María Karla. Con esta última, el programa demostró que también da espacio a nuevos talentos para el enriquecimiento del panorama trovadoresco.

La idea rectora de Igualada ha sido clara a lo largo de estas ocho ediciones: generar un espacio donde la canción interpretada y creada por mujeres tenga visibilidad propia, sin quedar diluida en carteles dominados por hombres.

En ese sentido, el encuentro se inscribe en una tendencia más amplia de al papel femenino dentro de la cultura, en diálogo con movimientos globales que buscan equilibrio y justicia en la representación artística.

En esta ocasión, la cita estuvo dedicada a dos artistas esenciales de la música cubana: la compositora Marta Valdés y el trovador Eduardo Sosa, fallecido en febrero pasado. Ambos representan, desde distintos ángulos, la vitalidad y la capacidad transformadora de la canción como espejo cultural y social en la nación caribeña.

Este 2025 el Encuentro rindió homenaje a la reconocida compositora y guitarrista Marta Valdés, y al entrañable trovador Eduardo Sosa.

 

A Marta y Eduardo

La dedicatoria a Marta Valdés fue una muestra de la dimensión de respeto y continuidad histórica del evento. Compositora, guitarrista y una de las voces más notables de la canción cubana, escribió temas que marcaron generaciones.

Su música, atravesada por la poesía y la hondura expresiva, ha sido interpretada por grandes de la escena nacional e internacional, y continúa inspirando a las jóvenes generaciones.

Durante el encuentro, el día 12 se proyectó en los Estudios Abdala la obra Marta Valdés, Soberana del tiempo, documental de los realizadores cubanos Juan Carlos Travieso y Raúl Nogués. El audiovisual exploró la trayectoria de Valdés y subrayó la vigencia de su obra dentro del mapa latinoamericano de la canción de autor, un terreno donde las mujeres aún luchan por reconocimiento equivalente.

El homenaje a Eduardo Sosa, por su parte, añade una nota de memoria colectiva. Nacido en Santiago de Cuba, Sosa se destacó por una voz cálida y comprometida con la raíz trovadoresca. Su labor en festivales y proyectos de alcance comunitario lo convirtió en un referente de la defensa de la canción como herramienta de identidad cultural.

Su fallecimiento el pasado mes de febrero dejó un vacío en la escena musical cubana, por lo que recordarlo en este contexto no es solo un gesto simbólico, sino también un llamado a preservar la trova como género que acompaña procesos sociales, políticos y afectivos en el país.

En un momento en que las industrias culturales privilegian lo inmediato y lo comercial, este encuentro dedicado a la canción de autor tuvo un valor particular. La trova, con su carga poética y reflexiva, propuso otra manera de relacionarse con la música: escucharla con calma, detenerse en las letras, pensar la sociedad desde la sensibilidad artística.

La dispersión de escenarios refuerza la vocación de acercar la trova a públicos diversos y de insertar la canción en instituciones que son parte del entramado cultural de la nación. (Foto: Archivo IPS Cuba)

Escenarios diversos

El encuentro “Ella y Yo” no surgió de la nada. Históricamente, la trova cubana ha tenido exponentes femeninas de gran nivel, pero con menos visibilidad mediática que sus colegas hombres. Nombres como Teresita Fernández, Sara González o la propia Marta Valdés, entre muchas otras, marcaron caminos a seguir, aunque a menudo enfrentaron limitaciones en la promoción cultural de sus obras.

En ese sentido, el festival respondió a dicha deuda. En la Cuba actual, donde los debates sobre género y cultura están cada vez más presentes, ofrecer un espacio para cantoras significó reconocer un patrimonio vivo que aporta tanto en la tradición como en la innovación. Además, la participación de artistas latinoamericanas multiplicó esa perspectiva, mostrando cómo las mujeres creadoras comparten luchas, experiencias y búsquedas estéticas a lo largo del continente.

El Museo Nacional de Bellas Artes acogió el concierto principal y fue la sede central del evento. La programación se extendió a otros espacios capitalinos como el Museo Nacional de la Música, la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, el Centro Cultural Fresa y Chocolate en la céntrica Avenida 23 del Vedado, el Pabellón Cuba, sede nacional de la Asociación Hermanos Saíz y el Parque Línea y L.

“Creo que en Cuba quedan pocas cantoras. Cuando comparo la cantidad de participantes de la región que llegan al evento, me doy cuenta que nuestro país se está quedando atrás. Por eso este evento se hace hoy mucho más importante, porque no podemos dejar que esa llama muera”. Reflexionó Heidi Igualada, presidenta del Comité Organizador del evento. (2025)

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