Cine cubano en la era de la producción digital
La adaptación a nuevas tecnologías, la innovación en formatos y la diversificación de actores han sido claves para responder a los desafíos contemporáneos del cine cubano.
Fotograma de El camino, largometraje dirigido por Omar Alí y realizado con la participación de la productora independiente i4Films, el Icaic y el canal Cubavisión.
Foto: Tomada de web Ficgibara
En los últimos años, la cinematografía de Cuba ha experimentado una notable transformación, que se sustenta en el fortalecimiento de marcos legales, la emergencia de nuevos actores productivos y el apoyo de mecanismos estatales como el Fondo de Fomento al Cine Cubano (FFCC).
Este proceso marca un cambio de paradigma en la industria audiovisual cubana, que ahora busca equilibrar sus raíces culturales con las exigencias de una economía creativa, marcada por las tecnologías digitales y una competencia global cada vez más dinámica.
Contexto legal y estructura institucional
El proceso comenzó con la promulgación, en marzo de 2019, del Decreto Ley No. 373, que representó un hito en la regulación y el reconocimiento del sector audiovisual en Cuba. Este cuerpo normativo facilitó la formalización de pequeñas productoras y permitió la firma de alianzas con el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic).
Antes de la puesta en marcha de esta legislación, la historia del cine cubano estuvo concentrada en el Icaic, fundado en 1959, con un papel hegemónico en la producción y distribución cinematográfica.
La entrada en vigor del Decreto Ley No. 373 revitalizó el ecosistema mediático al reconocer formalmente el Registro del Creador independiente y crear un espacio propicio para diversas expresiones narrativas y técnicas.
Además, esta ley fue acompañada por la creación en 2020 del FFCC, un fondo estatal que ha canalizado recursos para la financiación de proyectos en diferentes fases — desde la escritura del guion hasta la postproducción de películas—, privilegiando la diversidad y la internacionalización del cine cubano, fundamentalmente hecho por jóvenes.
El impacto de estas medidas ha sido considerable, pues ha abierto vías para la incorporación de nuevos actores económicos y ha dinamizado la producción independiente así como su visibilidad en el escenario nacional e internacional.

Emergen nuevos actores en la producción audiovisual
El panorama actual del cine cubano se caracteriza por la proliferación de productoras independientes — algunas de ellas fundadas en la última década—, que aportan una visión renovada y criterios de gestión más flexibles y abiertos.
Wajiros Films, creada en 2017 en Carlos Ramírez, Kevin Álvarez y Diana Moreno, pretende desarrollar una estética visual que muestre una Cuba más diversa, alejada de los estigmas visuales contemporáneos y de las principales urbes del país.
A esta productora se deben iniciativas como Wajiros Music, con el propósito de auto sustentar sus bandas sonoras y Varentierra, red de coworking, que identifica proyectos en su etapa inicial.
En el contexto de la pandemia de la Covid, esta casa se unió al Icaic en la serie audiovisual, de bien público, Quererse de lejos, basada en décimas de poetas de Santa Clara, que se transmitió por la televisión nacional.
En contraste con el enfoque descentralizador de Wajiros Films, i4Films, colectivo de creación audiovisual fundado en 2019, bajo la dirección de los productores Inti Herrera y Reymel Delgado, genera, desarrolla y ejecuta proyectos en todas sus etapas. También brinda asesoría en las áreas de guion, producción y contabilidad para audiovisuales.
Mientras tanto, Mar&Cielo Producciones es un colectivo de creación dirigido por Patricia Ramos e integrado por Humberto Jiménez, Kenia Velázquez y Evelio León. En 2021 realizó la serie documental Memorias del cine cubano, en coproducción con el Icaic. La serie de seis capítulos, fomentó el diálogo intergeneracional entre veteranos y emergentes del sector, e impulsó proyectos asociados a la historia, la cultura y la identidad cubana.

Más casas productoras y varios proyectos
En tanto, La Granja Producciones es una productora audiovisual con servicios en Cuba y España. Su liderazgo es mayoritariamente femenino. Bajo la dirección de Claudia Bueno, ha producido cortometrajes y películas con enfoque social, como Rojo de Juan Carlos Tabío y El Mayor, obra póstuma de Rigoberto López. Igualmente, ha registrado importantes eventos culturales como el Festival Eyeife.
Mientras que GatoRosafilms, fundada por Rosa María Rodríguez, Lisa María Velázquez y Armando Capó, se enfoca en la producción de cine independiente de autor, óperas primas y segundas películas. Desde su legalización en 2019, este colectivo de creación audiovisual mantiene varios proyectos en desarrollo, apuesta por alianzas internacionales para la postproducción y exhibición y promueve iniciativas como La Burbuja Lab para apoyar a nuevas realizadoras en la región.
Por último, incluimos en esta lista a La Tiza Films, creada por el fotógrafo y realizador audiovisual Daniel Arévalo. Cuenta con equipamiento avanzado y ha cooperado con el Laboratorio Digital del Icaic, impulsando la calidad técnica y la innovación en la producción. Además, está muy vinculada a la industria del videoclip cubano.
Entre las más recientes obras de estas casas productoras se incluyen proyectos como: El camino, coproducción entre i4Films, el Icaic,y el canal estatal Cubavisión. Esta película, dirigida por Omar Alí, y con guion de Daniela Alí Pérez, se compone de siete historias ambientadas en diversas épocas.
Otra producción donde intervino i4Films es 5 historias de amor y un bolerón desesperado, largometraje de ficción dirigido por Arturo Santana, que explora temas como el amor, la música y la emigración a través de igual número de historias interconectadas en La Habana.
La revolución digital y la conservación del legado
Las colaboraciones en materia audiovisual han contribuido a crear un entorno más plural, descentralizado y dinámico. Sin embargo, aún persisten retos significativos, principalmente relacionados con las limitaciones presupuestarias y las dificultades de acceso a mercados internacionales.
La pandemia de la Covid obligó a los realizadores a repensar estrategias de producción y distribución, pero también aceleró la adopción de formatos digitales y nuevas narrativas. Incluso algunos miraron por primera vez hacia la televisión tradicional y comenzaron a participar de sus procesos productivos, desde la lógica que imponen los nuevos tiempos.
El apoyo a las plataformas digitales y la experimentación con nuevos formatos — desde cortometrajes hasta contenidos televisivos o para redes sociales— son estrategias que marcan tendencia en la nueva lógica productiva cubana.
La competencia con los contenidos de plataformas globales de streaming, como Netflix y Amazon Prime, ha puesto en jaque a los modelos tradicionales del cine, a la vez que ha impulsado una llamada urgente a la reinvención. Algunos expertos argumentan que la narrativa y la calidad del contenido son los verdaderos ejes de la sostenibilidad audiovisual.
Al respecto, el colombiano Juan Pablo Astudillo, presente en el foro TVMorfosis La Habana, ofreció una mirada optimista sobre la evolución de los medios y las nuevas formas de consumo audiovisual:
Este publicista de la Agencia Diptongo Media Group plantea: “Decimos, murió la televisión, murió el cine, pero el contenido está más vivo que nunca. Mientras haya contenido, va a haber plataformas”. En su opinión, el pensamiento transmedia, que amplía la experiencia narrativa a través de múltiples plataformas y formatos, es clave para mantener la vigencia y la relevancia del cine.
Caminos futuros
La colaboración entre el Icaic y las productoras independientes ha sentado las bases para un ecosistema híbrido donde conviven la tradición, la innovación y la internacionalización, lo cual asegura la continuidad del legado cultural y la creación de nuevas historias propias, comprometidas con la identidad cultural cubana.
Es tiempo de adaptarse a las nuevas tecnologías y romper los compartimentos estancos entre cine y televisión tradicional para lograr captar la atención de públicos cada vez más diversos y fragmentados. Esas pueden ser las principales estrategias para proyectar el cine nacional más allá de las fronteras y en los formatos digitales.
La voluntad de reinventarse, mantener el espíritu crítico y valorar la tradición serán los ejes que guíen esta etapa de vital importancia para el audiovisual cubano en el siglo XXI (2025).
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