Más de medio año ha transcurrido con escasas transformaciones en el modelo económico de Cuba. La dolarización y la energía fotovoltaica emergen como las novedades más significativas, mientras otros programas estratégicos son postergados una y otra vez.
El cuarto colapso general del Sistema Eléctrico Nacional puso en tela de juicio una vez más una estrategia de inversiones que prioriza en Cuba al turismo, en detrimento de otras producciones y servicios básicos.
La economía cubana maniobra en 2025 con una estructura monetaria insostenible: un MLC que se resiste a morir ante una dolarización parcial de corto plazo y el sempiterno peso cubano, con la guía simultánea de tres sistemas de cambio desiguales.
Cuba reordena la legislación de los actores económicos no estatales en una maniobra que confirma la intención gubernamental de compartir escena con empresas privadas, pero persisten distorsiones que enrarecen la relación entre las diversas formas de propiedad en la economía.
El reajuste de acuerdos financieros y de cooperación bilateral reanima las inversiones de China en la mayor de las Antillas, con presencia priorizada en energía, turismo, transporte e industria biotecnológica.