Lavandería privada con responsabilidad social en Cuba
La pequeña empresa privada Cubelas y la cooperativa no agropecuaria DAJO priorizan entre su clientela a centros de salud de La Habana.
Este producto periodístico forma parte de la cobertura especial Nuevos actores económicos y desarrollo local en Cuba (2023-2025). #DesarrolloLocalParaCrecer |
La Habana, 21 jun.- Aunque su sector apenas representa 0,21 % de los nuevos actores económicos aprobados en Cuba, la pequeña empresa privada Cubelas y la cooperativa no agropecuaria (CNA) DAJO, ambas de La Habana, diseñan y realizan sus actividades de lavandería con responsabilidad social.
Juan Loredo acude desde hace pocos meses a la antigua lavandería Chantres, hoy gestionada por Cubelas en el municipio Plaza de la Revolución. Por su trabajo como mensajero, lleva la ropa bastante sucia y cuando la recoge está satisfecho con el resultado, asegura.
Parte de la comunidad emprendedora de Cuba promueve la responsabilidad social empresarial mediante acciones individuales y también colectivas. Un ejemplo es el quehacer del grupo De Todo Un Team |
La abogada Dalieny Ortega, de 39 años, es la presidenta y socia única de la Sociedad Unipersonal de Responsabilidad Limitada (SURL) que lleva su segundo apellido como identificativo.
“Comenzamos el 1 de noviembre de 2017, luego de un proceso de licitación muy fuerte para el arrendamiento. Éramos los únicos que queríamos mantener la lavandería”, explica.
Según cuenta, a tono con la legislación vigente entonces, empezó su emprendimiento de lavandería junto a otros trabajadores por cuenta propia (TCP) en una instalación de la estatal Empresa de Servicios de La Habana.
Luego, al entrar en vigor la ley aprobada en septiembre del 2021 para la creación de las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), optaron por convertirse en una de ellas.
Aportes a la sociedad
De acuerdo con Ortega, como parte de su responsabilidad social, Cubelas asume el lavado de la ropa del Hogar Materno del municipio donde radica, y espera ampliar ese servicio a otros centros sociales en la medida que se consolide la mipyme.
A su vez tiene un convenio con la escuela primaria local Antonio Guiteras, en la preparación de sus estudiantes para realizar las actividades de lavandería. Esa iniciativa “ha permitido ir viendo cómo podemos apoyarlos y qué podemos hacer para influir en su aprendizaje”, apunta la presidenta de la mipyme.
Por otro lado, para cumplir su responsabilidad con el entorno, la empresa sustituyó el equipamiento heredado de la antigua lavandería Chantres, sede actual de Cubelas, por equipos ahorradores.
“Queremos potenciar la línea ambiental y, más adelante, pretendemos reutilizar el agua en la limpieza y en regar parques”, destaca Ortega, quien además menciona el propósito futuro de sustituir los insumos importados por productos cubanos y encadenarse en la producción nacional.
Para la empresaria es importante ver el sector privado como complemento y aliado de la economía cubana.
“Se necesita que cada cual aporte, da igual si perteneces al sector estatal o privado, todos deberíamos aportar no solo económicamente, sino también socialmente y trabajar en equipo, lograr el encadenamiento productivo, en igualdad de condiciones porque estamos tratando de avanzar”, considera.
De los 11 288 nuevos actores económicos (mipymes y CNA) aprobados por el Ministerio de Economía y Planificación hasta el 9 de mayo pasado, 24 eran mipymes privadas relacionadas con la lavandería, con la siguiente distribución por provincias: La Habana (7), Matanzas (5), Guantánamo (3), Pinar del Río y Villa Clara (2), Camagüey, Sancti Spíritus, Granma, Santiago de Cuba y Ciego de Ávila (1).
Crecer siendo útiles
Desde octubre de 2014, Tania Romay y algunos de sus familiares se convirtieron en TCP para incursionar en el negocio de lavandería. Hoy forman parte de la CNA DAJO, con 23 socios y dos sedes: en Centro Habana y San Miguel del Padrón.
“Prestamos servicios de lavado y planchado de prendas de vestir para todo público y eventualmente elaboramos prendas destinadas sobre todo al sector de la restauración: servilletas, manteles, delantales y filipinas para cocinero”, expone la emprendedora, de 38 años y técnico medio en contabilidad.
El equipamiento de DAJO “es de tipo doméstico, eso pudiera parecer que ralentiza el trabajo, pero también lo hace más particularizado”, sostiene Romay.
Respeto al vínculo con el sector de la salud resalta que es “muy gratificante, pues aporta un sentimiento de utilidad que otros sectores no dan: una persona no lava en su casa porque no puede o le es más cómodo, pero quien está hospitalizado necesita sábanas limpias y garantía de que su ropa tiene toda la calidad para ser utilizada”.
Para Romay, prestar ese servicio de lavandería representa un aporte mayor desde el punto de vista social, aunque demanda consumir más insumos.
“Las acciones de responsabilidad social y ambiental no se parecen a lo que nos gustaría. Sueño con una planta purificadora de agua, para reutilizar ese líquido. En la práctica hacemos lo que podemos, reciclando tejidos para que no vayan a la basura”. Al respecto destaca que buscan profundizar los conocimientos acerca de la permacultura y la lavandería.
Y resalta las campañas de reciclaje de plástico y de tejido realizadas por DAJO: “Nos ha ido muy bien, la comunidad ha respondido con tremendísimo entusiasmo, mucho más del esperado”.
Sobre por qué no piensan convertirse en mipyme, responde: “No queremos un dueño, tenemos fe en el éxito. A pesar de no vivir nuestro mejor momento económico, somos un emprendimiento exitoso y eso se debe a que todo el mundo sabe el papel que le toca en el negocio”. (2024)
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