Un año de bancarización en Cuba

Las perspectivas para el éxito de la bancarización en 2024 son limitadas, casi inexistentes, un año después de su implementación en Cuba.

La alta obsolescencia de los cajeros automáticos, la insuficiencia de POS y las interrupciones en el servicio eléctrico o de internet son obstáculos significativos en la bancarización.

Foto: JOrge Luis Baños/ IPS

La bancarización, entendida como el proceso de inclusión financiera de una población mediante la utilización de servicios bancarios y financieros, se presenta en Cuba como una necesidad imperante ante la escasez de efectivo por la inflación y la necesidad de modernizar la economía.

Este proceso que se vale de las tecnologías de la información y la comunicación enfrenta hoy múltiples desafíos ante la grave crisis multidimensional del país.

Desde la publicación en Gaceta Oficial de la Resolución 111 del Banco Central de Cuba (BCC) en agosto de 2023, se ha intentado incentivar la bancarización de la población con el uso de plataformas de pago electrónico y la disminución del uso de efectivo.

No obstante, la realidad en las calles y negocios cubanos muestra un panorama muy distinto al esperado.

Avances, a veces imperceptibles

Las autoridades cubanas emprendieron diversas estrategias para fomentar la bancarización, desde campañas mediáticas, bonificaciones hasta la orientación de cierre de servicios a establecimientos que no implementen las facilidades de pago electrónico.

En la última sesión ordinaria del parlamento, la ministra presidenta del Banco Central de Cuba, Juana Lilia Delgado, presentó un análisis sobre el estado actual de la bancarización en el país.

Delgado identificó varios problemas que lo están obstaculizando, entre ellos, la falta de regularidad en los depósitos de ingresos por parte de los actores económicos, la no implementación de plataformas de pago electrónico en muchos establecimientos, y la no aceptación de pagos electrónicos a pesar de contar con los medios para ello.

La bancarización, en teoría, ofrece múltiples ventajas: mayor seguridad, control fiscal, y conveniencia en los pagos.

Uno de los datos más alarmantes presentados es que solo 3.77 % de las transacciones se realizan de manera digital, lo que significa que por cada peso en efectivo en circulación, solo tres centavos se mueven a través de canales electrónicos. Además, se han detectado prácticas indebidas, como el uso de códigos QR vinculados a tarjetas personales en lugar de cuentas corrientes con fines fiscales, contribuyendo a un alto nivel de evasión fiscal.

Las medidas tomadas por las autoridades, como la identificación y bloqueo de cuentas bancarias inactivas y la disminución de los límites de transferencias, buscan corregir estas deficiencias.

Sin embargo, la efectividad de estas medidas es cuestionable. Las sanciones impuestas no siempre disuaden las prácticas irregulares, y la alta tasa de evasión fiscal sugiere que se necesitan enfoques más integrales y menos punitivos.

¿Una meta inalcanzable?

Uno de los principales problemas para implementar la bancarización radica en la limitada infraestructura bancaria y tecnológica del país. La alta obsolescencia de los cajeros automáticos, la insuficiencia de POS y las constantes interrupciones en el servicio de internet son obstáculos significativos.

En muchas zonas rurales, el acceso a servicios bancarios es casi inexistente, lo que limita enormemente la posibilidad de adoptar medios electrónicos de pago.

Además, la infraestructura tecnológica de Cuba no está a la par con las exigencias de un sistema financiero moderno. Las plataformas como Transfermóvil y EnZona, aunque útiles, enfrentan problemas de usabilidad y conectividad que limitan su adopción masiva.

La falta de cumplimiento de las regulaciones por parte de los actores económicos privados, y algunos estatales, es otro desafío crítico.

Muchos negocios aún no implementan las plataformas de pago electrónico y, cuando lo hacen, a menudo no aceptan pagos digitales. Este incumplimiento se debe, en parte, a la desconfianza en el sistema bancario y a la preferencia por el efectivo, que se percibe como más seguro y confiable en un contexto de incertidumbre económica.

Impacto en la población

La bancarización, en teoría, ofrece múltiples ventajas: mayor seguridad, control fiscal, y conveniencia en los pagos.

Para la población cubana, estos beneficios no siempre se materializan. La alta fluctuación laboral en las sucursales bancarias, el trato inadecuado al público y la escasez de personal agravan la experiencia de la persona usuaria. La crisis energética también impacta la calidad del servicio bancario, afectada por los apagones que interrumpen sus operaciones.

Además, la adopción de nuevas tecnologías de pago es un proceso que requiere tiempo y educación. Muchas personas, especialmente en edades avanzadas, encuentran difícil adaptarse a los métodos de pago electrónico, lo que crea una barrera adicional para la inclusión financiera.

Antecedentes en Cuba y referentes en la región

El proceso de bancarización no es un fenómeno propio de la nación cubana, sino una alternativa de prácticamente todos los países para manejar con eficacia sus finanzas.

En Cuba, desde 1989 se instalaron los primeros terminales de puntos de venta (POS) y a partir de entonces se han perfeccionado los procedimientos automatizados de la banca. Posteriormente se incorporaron los servicios bancarios a través de Internet y recientemente se logró la aparición de la llamada Banca Móvil con sus plataformas: Transfermóvil y En Zona.

La bancarización como concepto expresa el grado de utilización de los productos bancarios y financieros para la realización de las transacciones económicas a través de las instituciones bancarias en lugar de utilizar el dinero en efectivo.

En comparación con otros países de América Latina y el Caribe, Cuba se encuentra rezagada en términos de bancarización. Según el Banco Mundial, países como Chile, Venezuela y Brasil tienen tasas de bancarización superiores al 80% de la población adulta. Incluso en contextos de crisis, estos países han logrado avanzar significativamente en la inclusión financiera.

El uso de pagos electrónicos en la región ha crecido de manera exponencial, con un notable descenso en el uso de efectivo. Esto contrasta con la situación en Cuba, donde la relación entre el efectivo circulante y los pagos digitales es extremadamente baja. (2024)

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