Crece interés por el tejido entre jóvenes cubanas
Trabajadoras por cuenta propia y artistas independientes asistieron al II Encuentro de Tejedoras Habaneras

Artistas y trabajadoras por cuenta propia resaltan que el tejido les permite expresar su creatividad y les proporciona tranquilidad e ingresos económicos.
Foto: Archivo IPS Cuba
La Habana, 2 sep.- Prendas de vestir como vestidos, blusas y bikinis, accesorios de hilos de seda, amigurumis –muñecos tejidos–, entre otras manualidades, evidenciaron las potencialidades de ese arte durante el II Encuentro de Tejedoras Habaneras.
Como una muestra del rescate, la continuidad y el rejuvenecimiento de la tradición del tejido en Cuba, acudieron a la convocatoria 21 formas de gestión no estatal, entre trabajadoras por cuenta propia, artistas independientes y proyectos de desarrollo local y familiares, algunos por primera ocasión.
Según explicó una de las coordinadoras, Karla Dedieu, de Chulita teje, el evento nace como una iniciativa del emprendimiento que ella lidera y de Tejidos Leyda, para reanimar el arte de los hilos y las agujas como forma de empoderamiento, emprendimiento y proyecto de vida en la nación caribeña.
El espacio, que en su segunda edición se realizó en el Museo Casa de la Obra Pía, se propuso propiciar vínculos dentro del gremio de tejedoras, visibilizar las manifestaciones del tejido, mostrar a los públicos diversos emprendimientos liderados principalmente por mujeres y formar parte de la red de desarrollo y consumo local.
Con intercambios entre tejedoras, conferencia para quienes desean iniciarse, pasarela y copia de materiales audiovisuales sobre confecciones y técnicas, el encuentro se propuso también brindar herramientas que permitan utilizar el tejido como forma de esparcimiento, terapia y sostén económico.
De acuerdo con Jennifer Álvarez, fundadora de Tejidos Leyda, proyecto del crochet destinado a la infancia, “estamos súper felices de lograr el segundo encuentro, ya el primero era un sueño, pero poder seguir con la iniciativa es lo máximo”.
A la segunda edición, dijo la también coordinadora del evento, acudieron emprendimientos que no estuvieron en el primero, con calzado y flores tejidos, así como la técnica miñardí –crochet con gancho–.
Rescatar una tradición
Entre los propósitos del naciente movimiento del tejido en Cuba se encuentra recuperar esta tradición y propiciar un acercamiento a una actividad que no solo permite desarrollar la creatividad y generar ingresos económicos, sino que también impulsa la socialización, el intercambio intergeneracional y aporta tranquilidad emocional.
Para la artesana y profesora Solains Fernández, del proyecto familiar B Positivo, quien participó en 2022 en la primera edición del encuentro, la creación de un movimiento de tejedoras es necesaria, porque muchas técnicas de tejido están desapareciendo por completo.
“Tenemos que motivar a las nuevas generaciones y mostrarles que en este arte hay belleza, entretenimiento, nuevas técnicas y también un sustento económico”, consideró la tejedora de 47 años, quien imparte clases en el Taller de encajes de bolillos, situado en el Espacio Barcelona, en Centro Habana.
Rosa Xiomara Valdés, de 68 años y jubilada, lleva 58 años dedicada a tejer todo tipo de piezas: vestidos, juegos de short, bikini, trusas, mallas para la playa, sombreros, bolsos y sobrecamas.
Para esta experta en la técnica miñardi, es “muy importante que las muchachas jóvenes se dediquen al tejido y hacer estos talleres para rescatar las tradiciones de la artesanía cubana”.
Interesadas por iniciarse, acudieron al taller exprés Suzett Ravelo, estudiante de medicina, Mayrelis Rocha, vendedora de productos para uñas, ambas de 23 años, porque quieren “empezar desde cero” en el tejido.

Una nueva posibilidad
Yanesty León, trabajadora de una cadena de tiendas, se acercó al grupo por primera vez, pese a que teje desde niña gracias a la enseñanza de su mamá.
Según declaró, después de la pandemia, en medio de las complejidades económicas en el país, decidió recuperar suelas de calzado usado y tejer sobre ellas diferentes modelos.
“Los primeros zapaticos me los hice para mí, después empecé con la familia y entonces los vecinos empezaron a mirar y dije: bueno, vamos a ver con las ventas de garaje y los puse en una sillita en la casa y tuvieron buena aceptación”, dijo León, madre de tres niños, quien califica estos zapatos como exclusivos, fuertes y cómodos, sobre todo para las personas mayores.
Desde la provincia de Mayabeque, al oeste de La Habana, se sumaron también por primera vez Las arañitas de Mercy, de Catalina de Güines, y Sachy Rodríguez, de la iniciativa Sachet, de Bejucal. Las primeras vienen de una larga tradición de bisabuelas, abuela y madre tejedoras, mientras la segunda aprendió mediante tutoriales de Internet.
De igual manera, en este segundo encuentro se estrenó como expositora Elianne Ramírez, ginecóloga, de Chiqui Crochet, que prefiere tejer muñecos.
Entre las proyecciones de los encuentros está extenderlos a otros territorios, consolidar el movimiento de tejedoras y sumar a más emprendedoras, comentaron las coordinadoras. (2023)
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