Nombres que dejó el tornado de La Habana

A un año del devastador fenómeno, estudiantes de Psicología que brindaron atención a las niñas y niños de las zonas afectadas mantienen el proyecto comunitario llamado Nombres.

De izquierda a derecha Iliet Rodríguez, profesora de la Facultad de Psicología, Alianis Bejerano Bonilla, psicóloga y Fanny Gesto, estudiante de tercer año.

Foto: Archivo de IPS Cuba

La Habana, 27 ene.- El inusual paso de un tornado EF-4 por la capital cubana, un día como hoy de 2019, dejó devastadas zonas de cinco municipios. Al día siguiente, las redes sociales se llenaron de iniciativas ciudadanas para apoyar a los afectados, con el protagonismo de los estudiantes universitarios.

“Al principio nos incorporamos como otros estudiantes de la Universidad de La Habana (UH) a la recogida de escombros y donaciones, pero nos dimos cuenta que podíamos aportar un poco más con nuestros conocimientos”, contó a la Redacción IPS Cuba Iliet Rodríguez, que integra una iniciativa ciudadana que luego llamaron proyecto Nombres.

Así comenzaron a hacer sesiones grupales con niños y niñas de Luyanó, una de las zonas más afectadas por su densidad poblacional y antigüedad de las construcciones, en la casa de una vecina que también había perdido gran parte de su vivienda, sita en esquina de Mangos y Delicias.

En esos días todo eran números, cantidad de personas sin casas, materiales que se necesitaban… Sentíamos que era importante establecer un trato más cercano, íntimo.

Iliet Rodríguez, profesora de Psicología.

“Queríamos agruparlos en un espacio más o menos seguro y trabajar sobre lo que había sucedido, que ellos contaran sus vivencias, saber por dónde iban sus emociones, cuánto entendían, todo esto a través del dibujo como instrumento para ventilar sentimientos, y también a través de juegos y representaciones con títeres”, dijo Rodríguez.

Luego pasaron a las escuelas, y más tarde a los albergues. Estuvieron alrededor de tres meses trabajando en las primarias Ñico López y Oscar Rodríguez del municipio Diez de Octubre.


Pérdidas por el tornado

La Redacción IPS Cuba recuerda la dolorosa pérdida de vidas humanas a un año del desastre, que dejó un saldo de:

-Siete fallecidos y más de 200 lesionados, víctimas de derrumbes parciales o totales de viviendas, caída de árboles u otros desastres causados por el fenómeno

-9.916 personas evacuadas, de las cuales 1.045 estuvieron en centros estatales y el resto, en casas de familiares y amistades.

-7.872 viviendas dañadas (730 derrumbes totales, 931 derrumbes parciales, 1.109 pérdidas totales de techo, 1.950 pérdidas parciales de techo y 3.152 daños en viviendas catalogadas como tipología I, consideradas en buenas condiciones para enfrentar eventos meteorológicos).

-Cuantiosos daños en el sector público, industrial y la red eléctrica y telefónica, entre otros.

 

En ese tiempo, además de la asistencia profesional incluso a algunos de los profesores damnificados, el colectivo tuvo un rol de cuidado mientras padres y profesores atendían las labores de recuperación.

¿Por qué Nombres?

Desde el principio quisieron aprender cada uno de los nombres de las personas que apoyaban. Llevaban una pequeña lista con una descripción para identificarlos.

“Creo que por eso, ellos también aprendieron nuestros nombres. Fue algo bonito que salió de esa experiencia”, comentó Fanny Gesto, de 24 años y nacionalidad española, que cursa el tercer año de Psicología.

Recuerda Rodríguez que en esos días todo eran números, cantidad de personas sin casas, materiales que se necesitaban… “sentíamos que era importante establecer un trato más cercano, íntimo”, compartió la joven, de 23 años, que hoy es profesora en adiestramiento de la Facultad de Psicología de la UH.

Acompañamiento psicológico

Aunque la Sociedad Cubana de Psicología tiene una sección que se dedica a la atención psicológica en situaciones de desastres, las entrevistadas desconocen si existe un protocolo incorporado al sistema de respuesta que incluya esta dimensión.

“En mi experiencia se tienen más incorporados a los bomberos, médicos, incluso psiquiatras, mientras los psicólogos están más apartados desde el punto de vista institucional”, explicó Alianis Bejerano, de 23 años y recién graduada de Psicología.

Las personas reaccionan de diversas formas ante ese tipo de acontecimientos, pero lo más común es que despierte ansiedad, depresión y miedo por las pérdidas.

Bejerano advirtió que, “cuando ocurre un fenómeno como este, que no se esperaba y para lo que no tienes forma de prepararte, se necesita una atención diferenciada. Las personas que hacen acompañamiento desde su rol en la comunidad tal vez no puedan brindar, incluso porque ellas mismas pueden estar afectadas”.

También resulta complejo el proceso de reubicación, muchas personas desarrollaron toda su vida en ese espacio y de momento se tienen que ir a otros, donde a veces las condiciones no son las mejores, o tienen que estar lejos de sus amigos o mascotas, explicó.

Dentro de los espacios que se crearon para dar albergue temporal a los afectados, Nombres también desarrolló un grupo de acciones.

En uno de los refugios encontraron alrededor de 12 niños menores de cinco años, 10 lactantes y varias mujeres embarazadas que expresaron su temor a que el bebé naciera ahí o por la seguridad de sus hijos en esas condiciones.

“Allí hicimos una sesión grupal con las madres, para de alguna manera tratar todos esos sentimientos ambivalentes que podía generar una situación como esta”, recordó Rodríguez.

Al mes del paso del tornado, la Facultad de Psicología, que tardó un poco más en organizarse para la intervención, incorporó estudiantes de prácticas profesionales en el terreno. También asistieron varios especialistas del Centro de Orientación y Atención Psicológica, lo que permitió una mayor cobertura, según las jóvenes entrevistadas.

Intervención Ama tu zona, en el Parque Reyes y el área deportiva de Luyanó, el 26 de octubre de 2019.

Aprendizajes

“Me impresionó mucho la forma en que entendieron que se pueden hacer cosas, incluso con pocos recursos, en las condiciones más complejas, y siendo niños. Es una forma de empoderarse que para nosotras también fue un aprendizaje”, rememoró la joven profesora.

En la actualidad se mantienen realizando talleres en el Joven Club de Luyanó como un espacio comunitario que trabaja por la resiliencia.

Hace apenas tres meses realizaron con el apoyo de la comunidad una intervención en una de las áreas deportivas de la zona, como parte de una acción del proyecto de muralistas y artistas Plásticas 92.

“Lo que queremos es que se conviertan en agentes de cambio, que en algún momento sean capaces de hacer y tener ese tipo de iniciativas aún sin nuestra presencia”, añadió Gesto. (2020)

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